A cinco meses de las próximas
elecciones municipales y autonómicas el patio político alicantino no podía
estar más revuelto, aunque nunca se sabe habida cuenta las peculiaridades de
algunos de los personajes que transitan por los distintos partidos políticos.
Los movimientos son incesantes, los cuchillos vuelan, los rumores se disparan y
aflora la peor cara de algunos sujetos. Las ambiciones desmedidas, el ansia de
poltrona, la ausencia de un “modus vivendi” alternativo de quienes han hecho de
la política su único medio de subsistencia no hacen sino subrayar el rostro más
feo y menos amable de la política. A ello contribuye además la incertidumbre de
los posibles resultados que las encuestas señalan y que se pueden resumir en
una drástica disminución de la cuota de poder del hasta ahora partido
mayoritario, el Partido Popular, y en un imprevisible reparto para el resto,
con la posibilidad de éxitos para nuevas opciones.
Espectáculo señalado y lamentable
el del Partido Popular de la Comunidad Valenciana y, en especial, el del PP de
Alicante con unas expectativas electorales bastante negras. Resulta
especialmente bochornoso ver el Presidente Fabra mendigar firmas y avales para
ser, por primera vez, candidato a la Presidencia de la Generalidad a la que
accedió de rebote sin pasar por las urnas. Dar ese paso revela cierta candidez
por su parte porque las negativas, más o menos explícitas, que ha recibido eran
de esperar y especialmente la del Presidente popular alicantino José Ciscar (“Tu
quoque, Brute, fili mi”), un arribista y oportunista reconocido ávido de ser él
mismo el candidato. Y si son ciertos los rumores según los cuales José Ciscar
no estaría mal visto en Génova para ese puesto sería la confirmación de que en
Madrid siguen ignorando lo que ocurre en nuestra provincia y de que,
sencillamente, pasan de los alicantinos. José Ciscar y su ayudante José Juan
Zaplana son los responsables de haber situado el PP alicantino a la cola del
furgón de la regeneración, de haber roto al PP en numerosos municipios, de
tutelar y proteger a Sonia Castedo y, en definitiva, de la pésima imagen del
Ayuntamiento de Alicante. Ahora pretenden ponerse el traje de la regeneración y,
la verdad, les queda muy estrecho, intentan lavarse la cara sacrificando a su
protegida, pero llegan tarde, ya han hecho todo el daño que podían hacer a
Alicante. A todo ello, resulta poco edificante contemplar al Secretario General
popular, José Juan Zaplana, teniendo que dar explicaciones de los contratos que
dio a dedo a uno de los implicados en la red corrupta Púnica. Y mientras tanto,
los concejales del PP en el Ayuntamiento de Alicante, Valor, Castillo, Barcala,
Seva… (los cómplices políticos de Sonia Castedo) realizando toda clase de
maniobras y de declaraciones para desmarcarse y para ver si consiguen situarse
bien en la era poscastedo. ¡Ridículos y patéticos!
Claro que si bochornosa es la
situación del PP alicantino, no lo es menos la situación del Partido Socialista
que ha hecho de la división interna su principal seña de identidad. Los
socialistas no se renuevan ni aunque venga a verlos el mismísimo Pedro Sánchez.
Unos y otros, socialistas y populares, están más que nunca “a lo suyo” que no
es precisamente “lo de los ciudadanos”, hartos, atónitos y asqueados del
politiqueo. Buen ejemplo de ello es la bancada municipal socialista completamente
fracturada mientras que el alcaldable Gabriel Echávarri, con “tics” autoritarios más que
notables, que en teoría venía a regenerar su partido se dedica a fichar como
loco a antiguos colaboradores del Partido Popular, curiosa regeneración,
seguramente para ver si se le “pega”
algo a su descabalada organización. La verdad es que lo de los socialistas
alicantinos no tiene nombre. Parece que trabajan a destajo para ayudar al
crecimiento de Podemos. Y estos últimos aprovechando y creciendo mientras
deshojan la margarita de la fórmula para comparecer en las elecciones y mientras engullen al resto de las
formaciones de izquierda. Sin programa, sin propuestas pero con mucho marketing
y mucho populismo terminarán por rentabilizar el trabajo y la estructura de
formaciones como Esquerra Unida.
Y hablando de fracturas y
numeritos la de UPyD en la Comunidad Valenciana y en nuestra provincia tampoco
tiene nada que envidiar a la socialista, al fin y al cabo, la cabra siempre
tira al monte y UPyD no deja de ser una escisión del PSOE. Y es que los
ramalazos autoritarios de Dª Rosa terminan por sacudir a toda la organización y
de ahí las salidas en bloque de militantes magentas. Y los que se pasan de UPyD
a Ciudadanos en la Provincia de Alicante salen de Málaga para meterse en
Malagón porque Ciudadanos, en nuestra Provincia, no termina de despegar gracias
o por culpa del hecho poco conocido de estar bajo el control de antiguos
colaboradores del ex presidente provincial popular Joaquín Ripoll. El mensaje
limpio y renovador que Albert Rivera está tratando de exportar desde Cataluña
al resto de España tiene serias dificultades de credibilidad en Alicante a
causa del origen político y, en consecuencia de los métodos de expansión, de la
cúpula de esta organización.
Así las cosas, siguen existiendo
dos grandes retos en la política alicantina: de una parte, movilizar a todos
los ciudadanos que no quieren experimentos y que no siendo de izquierdas no
pueden volver a confiar en un partido que les ha traicionado y abandonado y, de
otra, atraerlos a un proyecto nuevo y centrado que anteponga por primera vez los
intereses de Alicante a cualquier otra consideración. Y cada día somos más los
que estamos dispuestos a afrontar estos retos.
Santiago de Munck Loyola