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jueves, 23 de septiembre de 2010

EL VICTIMISMO COMO SEÑA DE IDENTIDAD.


Las dictaduras, para acallar la oposición interior, y los nacionalismos, para justificar su propia existencia, comparten una estrategia común: señalar la existencia de un enemigo exterior y aparecer ante la opinión pública como víctima de sus acciones. De esta forma tratan de forzar la identificación con los sentimientos de la población prescindiendo de cualquier racionalidad. La apelación al sentimiento en lugar de a la razón y la identificación con el mismo a través de la exaltación del presunto daño infligido a la presunta víctima logra que gobernantes y ciudadanos cierren filas frente a un imaginario enemigo, relegando a un segundo plano cualquier divergencia entre ambos. Y esta estrategia ha sido y es constantemente usada por la izquierda de Rivas-Vaciamadrid y aparece con mayor intensidad cuando se aproximan períodos electorales. Todo vale con tal de trasladar a la población que el enemigo es el Partido Popular y que Rivas-Vaciamadrid es una isla, una reserva constantemente atacada por políticas “antisociales”. Así, no hay que hablar nunca de los errores propios, de la mala gestión, de la corrupción institucionalizada, de los constantes abusos partidistas sobre los bienes públicos. Lo importante para la izquierda ripense es culpar de todo al Partido Popular y, por supuesto, criminalizar a los vecinos que se identifiquen con el mismo hasta extremos verdaderamente ridículos. La agenda política ripense es marcada por la izquierda no en función de los problemas del municipio, sino de aquellos temas de actualidad que debidamente manipulados puedan mejor producir réditos electorales. Con ello se despiertan miedos, recelos, sospechas o cualquier sentimiento que escape a la lógica de la razón.

Así, antes de 1995, el tema prioritario de la agenda municipal fue la Planta de Residuos de Valdemingómez, la incineradora. Se asustó a la población todo lo que se pudo, se emplearon todos los medios necesarios para ello y culpando siempre al Partido Popular de una iniciativa nacida en el seno del PSOE cuando gobernaba Madrid en coalición con IU. Pasaron las elecciones y se olvidó la incineradora. Ya no hacía falta hablar más de ella. También, en aquellos años, el Ayuntamiento ripense pareció escandalizarse por el realojo de gitanos en la Cañada Real reclamando toda una serie de políticas sociales al Ayuntamiento de Madrid, políticas sociales que, por cierto, brillaron por su ausencia cuando decenas de gitanos rumanos se asentaron junto al Casco Urbano y fueron expulsados por Fausto Fernández.

A partir del 95, con Ruiz Gallardón en la Comunidad de Madrid, y del 96, con el Gobierno de José María Aznar, se amplió notablemente el catálogo de “casus belli” para incluir en la agenda municipal. Ya no tenían que limitarse al Ayuntamiento de Madrid. Que la Comunidad de Madrid quería traer el Metro a Rivas, pues a movilizarse en contra o casi en contra: que si los horarios no son buenos, que si el billete es caro, que si quiero más paradas,…En fin, que para la izquierda ripense el Metro era una chapuza y era mucho mejor no tenerlo.
Que el Ministerio de Fomento ampliaba en un carril la autovía hacia Madrid facilitando así los desplazamientos en la zona, pues movilización al canto: que si es una chapuza la ampliación, que si es cara,… Lo de siempre. Y así se llega a las elecciones municipales del 99 con la ciudadanía mosqueada ante tanta “chapuza” pepera.
Después se organiza el lío padre. Teresa Moreno Maya, alas Tany, la gitana que asesinó a su marido con un tiro en la cabeza “a cañón tocante” ha sido condenada y el malvado gobierno de Aznar no la indulta. Movilizaciones al canto, el dinero de los contribuyentes ripenses corre para proporcionarle un piso, escolta policial, etc. Se concentra a los niños de los colegios junto a la Tenencia de Alcaldía, frente al despacho municipal del PP, y se les señala lo malo que es el PP y Aznar y lo buena que es Tany y la izquierda de Rivas, reserva materialista de occidente. Llega el indulto en diciembre del año 2000 y adiós Tany. Ah, pero Aznar y el PP siguen siendo muy malos. Decenas de mujeres son asesinadas por la violencia machista. ¿Los responsables? Aznar y el PP. Y así, por cada asesinato, una moción en el Pleno condenándolo y, de paso, la política del Gobierno Aznar que no soluciona el problema. Ahora con Zapatero el problema, pese a las reformas legislativas, sigue ahí, siguen muriendo decenas de mujeres a manos de sus parejas. ¿Cuántas mociones ha presentado la izquierda al Pleno del Ayuntamiento para condenar los malos resultados de la política de Zapatero? Ninguna. Y la prensa local, calladita. Y, como corolario, la Guerra de Irak y el Prestige. Cualquiera diría que Busch había invadido Rivas y que el Prestige se había hundido en la laguna del Porcal. De perlas para la izquierda ripense. Ya no se habló de otra cosa. La política exterior era competencia del Ayuntamiento y la ocasión fue de oro para criminalizar a los vecinos simpatizantes del PP.

Así es como en Rivas-Vaciamadrid se encaran las convocatorias electorales. Creando falsas víctimas y criminalizando a vecinos por sus ideas. De la corrupción, del abuso de poder, del uso fraudulento y partidista de los bienes públicos, del despilfarro o de la especulación urbanística no se habla. ¿Para qué? Eso no existe en el paraíso de la izquierda madrileña.

Santiago de Munck Loyola

LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE 2003.




Durante los 14 años que tuve el honor de presidir el PP de Rivas-Vaciamadrid nunca tuve que vivir una etapa tan dura y desagradable como la correspondiente a la precampaña y campaña electoral de la municipales del 25 de mayo de 2003. En un contexto personal y familiar difícil el escenario era todo menos alentador.

Dos factores fueron decisivos para ello. De una parte, la técnica habitual de la izquierda ripense consistente en municipalizar como eje de campaña temas ajenos a la vida municipal criminalizando a los miembros del Partido Popular. De otra, la división interna provocada por quienes no aceptaron los resultados de la democracia interna del Partido en virtud de los cuales yo volvía a ser candidato.

La Guerra de Irak y el Prestige fueron los argumentos principales de la precampaña. La izquierda de Rivas que con Felipe González había bendecido la participación española en la Guerra del Golfo no estaba ahora dispuesta a que se hablara de los problemas del municipio, de las carencias, de la corrupción en el Gobierno Municipal o de propuestas de futuro. Sólo se podía hablar de la Guerra de Irak y del Prestige. Y para ello movilizaron todos sus recursos y desplegaron sus habituales técnicas de distracción. Ni una palabra de condena para Sadam Hussein y su genocidio. Toda la artillería contra Aznar y el Partido Popular. Parecía que los culpables de las decisiones del Gobierno de la Nación eramos los modestos concejales del pueblo y los militantes y simpatizantes de nuestro Partido. Y no se cortaron a la hora de incitar al odio y de criminalizarnos con todas las armas posibles. Todo con tal de no hablar de su ineficacia y corrupción. Hubo en el mes de abril un tenso Pleno sobre la Guerra de Irak (como todo el mundo sabe la política internacional es competencia de los municipios) al que llevaron a sus huestes con el fin de intimidar e insultar a los concejales del Partido Popular. Más de 100 individuos ocuparon el salón de plenos y con la complacencia del Alcalde y sus concejales nos insultaron e increparon. Nos dijeron de todo: asesinos, hijos de puta e incluso algún escupitajo nos llevamos al salir por el estrecho pasillo que nos dejaron entre aquellos elementos. Recuerdo especialmente los gritos y la cara deformada por el odio de Luis Vega, empresario marxista ampliamente beneficiado por el Gobierno Municipal. Tengo que decir que los concejales del PP aguantaron el tipo y especialmente Omar Cuadrado que con mucha gallardía defendió las posiciones del Partido. Bueno, todos no. José Alfonso Díaz Blázquez (al que dedicaré un artículo especial sobre sus andanzas) sufrió un ataque de deslealtad y se negó a apoyar al Partido Popular. En ese ambiente de odio fomentado por socialistas y comunistas no es de extrañar que nuestra sede local sufriera varios ataques durante aquellos meses.

Junto a este panorama, surgieron los problemas internos cuyo origen ya he explicado en un artículo anterior. De una parte, en la Regional, gente como Gádor Ongil y Romero de Tejada me presionaban constantemente para que incluyera a José María García como número 2 de la lista quien en diciembre había manifestado a la prensa que nunca iría en una lista encabezada por mi. Siempre dije que podría incorporarse a la lista si rectificaba o desmentía esa noticia y siempre se negó. Más tarde, cuando se le ofreció el número 3 de la lista declinó la oferta. Y el tiempo pone a cada uno en su sitio. Hoy él está en un puesto directivo del Ayuntamiento por decisión expresa del Alcalde de IU. Por algo será.

Pero tanto él como sus aliados desplegaron todos los medios necesarios para erosionar al máximo los resultados que pudiera obtener el PP. Ya en diciembre, en la comida municipal con la tercera edad, la tránsfuga Martín Bermúdez se sentó en la misma mesa en la que yo estaba y, como si nunca hubiera pasado nada, trató de convencerme de que incluyese a José María en la lista. Pésimo avalista tenía José María. Tres meses después, hube de enfrentarme con la querella de la tránsfuga. Una querella sin fundamento no sólo contra mí, sino contra el PP que aparecía como querellado en un alarde de ignorancia jurídica. Nunca prosperaría esa querella en la que pedía nada menos que 50 millones de Ptas de indemnización como se demostró meses más tarde, pero el ruido mediático y el efecto negativo para el PP estaba conseguido.

Y llegó la campaña. Los seguidores de José María o descontentos por otras causas se negaron a hacer campaña y a ayudar. Algunos no acudieron a las mesas electorales a las que se habían apuntado como apoderados o interventores. Otros, sencillamente se negaron desde un principio. Luis Pardillos Checa que hoy es incomprensiblemente concejal me escribió una carta el 12 de mayo en la que decía que no ayudaba en la campaña porque en la lista no figuraba Antonio Martínez Vera. Y mira por donde, semanas antes los miembros del Comité, entre ellos Luis Pardillos, habían rellenado una encuesta anónima proponiendo nombres para la lista y Martínez Vera no había logrado ni un solo voto. Es decir, ni Luis Pardillos le había votado. Todo un ejercicio de cinismo. Incluso envió varias cartas a los afiliados descalificando al Presidente local. El día de las elecciones dejó colgada su mesa electoral. José María, según testimonio del candidato del CDS, promovió el voto negativo contra el PP y junto con José Alfonso, como ya no iban en la lista, tampoco ayudaron en la campaña y se negaron a ser interventores o apoderados. ¿Para qué si no iban a obtener beneficio personal alguno? Gema Rodríguez Casero que hoy trabaja para el Grupo Popular hizo campaña en contra del PP, se negó a ser apoderada o interventora, llegó a Insultar a los apoderados del Partido Popular del Colegio Electoral Las Cigüeñas, D. Luis Gil y D. Javier Ortiz, el día de la votación, promovió el voto nulo y lo ejecutó ante los apoderados del Partido Popular el día de la votación pegando en público una fotografía del concejal José María García sobre la papeleta del Partido Popular. Nicolás Rodríguez, miembro del Comité Electoral, vulneró el secreto de sus deliberaciones y se dedicó a torpedear constantemente con insultos y descalificaciones a los candidatos la campaña. Paz de las Pozas, Antonio Manuel Pérez Quijano, Pablo Segador Mascaraque, Celso Arenal Montalvillo y Jesús Bermúdez todos ellos miembros del Comité ejecutivo local fueron otras personas que incumplieron sus obligaciones y no ayudaron ni en la campaña ni en la Jornada electoral. Bochornoso.

Esa fue la realidad, la triste realidad. Nunca, ni en mis peores pesadillas, habría podido imaginar de lo que estos compañeros y “amigos” podían llegar a hacer contra el partido Popular. La no aceptación de la democracia interna, las ambiciones y las ansias inexplicables ante unas expectativas electorales modestas, la traición a unas siglas y a los compañeros fueron su norma de conducta. Su objetivo era evidente: erosionar al máximo los resultados electorales del PP para forzar mi salida. Esfuerzo inútil y repugnante porque mi marcha hacía tiempo que estaba decidida por mi mismo.

Santiago de Munck Loyola.