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jueves, 11 de julio de 2013

¿Llueve?... pues que dimita Rajoy (Cayo Lara y adjuntos)


Desde el minuto 0, desde el primer días que Mariano Rajoy pisó la Moncloa como Presidente de Gobierno, gran parte de la izquierda española, la que se sienta en las instituciones democráticas y la que no, está pidiendo la dimisión del mismo. Todo vale para esta estrategia permanente de descalificación y deslegitimación de un gobierno que goza de un amplio respaldo electoral. Y en este empeño cerril los socialistas siempre tienen como aliados a la variopinta amalgama de IU y a cualquier clase de movimiento antisistema. Los mismos que mintieron con el déficit público a los españoles y a la Unión Europea acusaban después al Gobierno de haber mentido en el programa electoral que, como es lógico, estaba previsto para una situación económica determinada y no para la encontrada tras descubrirse los engaños contables socialistas. Y a pesar de ello, la izquierda española se convirtió, de repente, en la mayor defensora del programa electoral del Partido Popular de noviembre de 2011, exigiendo su íntegro cumplimiento y la dimisión, como no, del Presidente Rajoy. Es decir, la súbita conversión a los postulados programáticos populares nos ha dejado una izquierda sedicente.

A esta izquierda le gustan las mareas y las concentraciones. La marea blanca, la marea verde, la marea roja,… y cada una con la guinda: una de concentraciones ante las sedes del PP y que dimita Rajoy. Una marea para cada reforma. Lo dejaron todo tan bien tras su paso por el Gobierno que, al parecer, cada iniciativa del nuevo gobierno es un sacrilegio, se rasgan las vestiduras y que dimita Rajoy.

Ahora, la izquierda cuenta con un nuevo profeta, un icono de la veracidad, Luis Bárcenas y ha caído rendida a sus pies. Bárcenas marca ahora el ritmo y la agenda de los socialistas y sus satélites. Cada palabra del ex tesorero popular provoca inmediatamente un indisimulado estímulo en las filas socialistas, cada frase del exportador de euros provoca corrientes de satisfacción y orgasmos, incluso golpistas, en buena parte de la izquierda española. Es tal la empatía con el Sr. Bárcenas que su credibilidad no es puesta en duda y sus revelaciones o sus mentiras marcan ya la agenda de la izquierda. Da lo mismo que ahora diga lo contrario a lo que hace unos meses afirmó, lo de ahora es lo que cuenta y que dimita Rajoy.

Ayer, sin ir más lejos, el Sr. Bárcenas sirvió de perfecta coartada para que los grupos de izquierdas se marcharan de la Comisión que estudia el proyecto de Ley de Transparencia. Los partidos, cuyos sindicatos no quieren someterse a esta Ley, encontraron en las revelaciones del Diario El Mundo del pasado lunes una buena excusa para abandonar la comisión. Tiene lo suyo que IU salga corriendo de esta Comisión y no esté dispuesta a abandonar al PSOE andaluz a pesar del asunto de los ERES. Se ve que tira más el dinero de Suiza que el de los parados andaluces.

Contrasta mucho esta actitud de la izquierda, sometiéndose a los dictados de un presunto delincuente y un comprobado mentiroso, a la que mantienen respecto a la Juez Alaya en el caso de los falsos ERES andaluces. En este caso, hasta el peinado de la Juez es cuestionable. Cualquier paso que de respeto a la instrucción de este enorme caso de corrupción es descalificado. No importa que se hayan esfumado más de 1.200 millones de euros destinados a los parados en un entramado organizado desde la Junta de Andalucía con el concurso de militantes socialistas, sindicalistas y empresarios afines. Allí nadie sabía nada. Y encima el inefable Óscar López tiene la cara dura de ir diciendo que la Junta fue la primera en investigar el asunto y que está colaborando con la Justicia justo cuando la Guardia Civil denuncia ante el Juzgado que dicha institución esta bloqueando las investigaciones al retrasar más de un año la entrega de determinados documentos.

La doble moral de esta izquierda es evidente: desprecio y acoso a la Juez Alaya y genuflexiones ante Bárcenas. Altavoz para el ex tesorero y sordina para la juez. Nadie, con un mínimo de imparcialidad, puede negar que el caso de los ERES falso es cualitativa y cuantitativamente mucho más grave que el caso Bárcenas y, sin embargo, no es ésa la percepción social y política existente. Esta irresponsable actitud de una buena parte de la izquierda sólo sirve consolidar la sensación de que todos son iguales y que lo que a muchos importa es únicamente que a los suyos no se les toque y poder utilizar la corrupción como una simple arma arrojadiza con la que desgastar al enemigo. Y como diría Cayo Lara, ese paladín de las libertades, “¿Llueve?... pues que dimita Rajoy”.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 10 de julio de 2013

A escándalo por día.


No hay día que pase sin que se produzcan nuevas revelaciones en torno a las andanzas del Sr. Bárcenas, a la supuesta contabilidad del Partido Popular o a algún que otro escándalo que afecta al partido del gobierno. Y no es que a la vez no se produzcan también revelaciones tan escandalosas o más sobre el PSOE y su ristra charcutera de imputados por el caso de los EREs falsos y el latrocinio sistemático del dinero destinado a los desempleados, pero es evidente que estas revelaciones no alcanzan el mismo eco ni en los medios de comunicación que, salvo honrosas excepciones, utilizan sordina ni en las redes sociales en las que no pocos han dado rienda suelta a sus delirios y a sus instintos antidemocráticos apelando al golpismo de la peor especie.

Sin embargo, dejando al margen las informaciones sobre Bárcenas, que todavía no se sabe si mintió ante el juez cuando negó los sobresueldos o miente ahora cuando dice lo contrario aunque su palabra sea ahora dogma para la izquierda, y dejando también al margen el asunto de los ERES, el mayor latrocinio de la historia de la democracia aunque el robo a los parados no incite a la convocatoria de ninguna concentración ante las sedes socialistas, es preciso detenerse sobre las informaciones publicadas ayer en torno a la supuesta contabilidad oficial del PPCV porque son especialmente significativas para quienes hemos dedicado nuestro trabajo, nuestro tiempo y nuestro dinero al mismo.

Ayer, el Diario Información de Alicante se hacía eco de la publicación de la supuesta contabilidad oficial del PP en una página de Internet. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que los datos publicados se refieren exclusivamente a la supuesta contabilidad de las direcciones provinciales y no de las Juntas Locales del PP que, al parecer, campan a su aire en estos temas de contabilidad con asociaciones paralelas donde se reciben ingresos y se cargan gastos. Por tanto, no se habla del dinero movido por ciudades tan importantes como Alicante o Elche, en el caso de nuestra Provincia. En el caso concreto de la Junta Local de Alicante la contabilidad es un auténtico misterio. Los afiliados no hemos recibido jamás la más mínima información, ni se nos ha rendido cuenta de qué se ha hecho con nuestro dinero y algo raro debe pasar porque se niegan a mostrar las cuentas a los afiliados que lo hemos solicitado. Se niegan a decirnos, por ejemplo, qué presupuesto extraordinario de campaña electoral se aprobó en 2011 y cómo se gestionó. Y lo más lamentable es que tendremos que ir a los juzgados para conocer esa contabilidad de la Junta Local de Alicante.

Pero dicho esto y en un primer repaso de la supuesta contabilidad publicada hay algunos datos que sorprenden enormemente. Primero que nuestros diputados se premien a si mismos en plena crisis con sobresueldos, eso sí aparentemente legales, por casi 500.000 euros en 2011, un año en el que por cierto tuvieron poco trabajo parlamentario. Y ésta no es una cifra supuesta, sino cierta. No hay que olvidar que los parlamentarios se fijan a si mismos sus retribuciones y que es de suponer que la cuantía estipulada es la justa por el trabajo que realizan. ¿Entonces por qué se asignan cantidades extras como gastos de representación? ¿Por qué se disfrazan las retribuciones de forma tan vergonzante? Segundo, aparecen reflejados gastos de desplazamientos de campaña electoral en el Grupo Parlamentario por importe de 113.500 euros. Una vez más algunos confunden el Partido con el Grupo Parlamentario y caen en lo mismo que en su día denunciaban a los adversarios políticos. Que el Presidente Zapatero acudiera a los mítines de su partido en un avión oficial estaba mal porque con dinero público se cubrían gastos electorales de partido y eso, se quiera o no, es lo mismo que pagar los kilometrajes de los mítines de los diputados.

Y hay que ver lo bien que tenemos alimentados a nuestros dirigentes políticos. Como a los pobres no les llega el sueldo y, al parecer, el trabajo les cunde mucho más mientras comen en un establecimiento público y no en su casa, pues nada les pagamos las comidas. Así, los miembros de la ejecutiva provincial de Alicante se sacrificaron en 2011 por la causa y se gastaron 35.000 euros en comidas. ¡Ahí es nada! Por la diferencia de gasto entre provincias se ve que los dirigentes alicantinos son más comilones o tienen más trabajo gastronómico que sus conmilitones regionales. Y para qué hablar ya de algunos otros gastos en lencería o en tabaco para las reuniones.

Al final de todo esto quedan algunas sensaciones y se fortalecen algunas convicciones. Queda cierta sensación de engaño, de estafa, porque queda patente que mientras muchos miles de militantes han sacrificado su tiempo, su esfuerzo y su dinero generosa y desinteresadamente por unos ideales, otros se han aprovechado de ello y han puesto el cazo. Unos pocos, pero bien situados, han manejado y siguen manejando toda una estructura de forma poco escrupulosa. Y se fortalece la convicción de que con más democracia interna no ocurrirían estas cosas con la frecuencia que se producen porque más democracia interna implica más control sobre los dirigentes y más responsabilidad de los mismos antes las bases. Se fortalece igualmente la convicción de que los partidos políticos sólo deben ser financiados por las cuotas de sus afiliados, de que hay que acabar con las subvenciones que riegan tan generosamente sus arcas. Y, sobre todo, crece la convicción de que tarde o temprano los que hoy nos hacen sentir vergüenza terminarán por pagarlo.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 20 de enero de 2013

Las cuentas del PP claras en Madrid y en Alicante también.



El revuelo organizado por las informaciones periodísticas sobre las cuentas suizas del ex tesorero del PP, Sr. Bárcenas, y sobre las acusaciones de pagos de sobresueldos entre miembros de la cúpula del Partido Popular mientras este señor se ocupaba de las cuentas del partido es más que evidente. Estas informaciones escandalizan a cualquiera y aunque es necesario mantener cierta prudencia sobre su veracidad porque tienen que ser probadas y porque están siendo difundidas por el entorno de Bárcenas dentro de su estrategia defensiva, no es menos cierto que su verosimilitud se deriva de la tradicional opacidad de los partidos políticos en torno a sus ingresos y sus gastos. Los partidos políticos se han organizado un sistema legal de fiscalización a su medida. Entregan sus cuentas al Tribunal de cuentas y éste emplea 4 o 5 años en revisarlas y si detecta cualquier anomalía en la financiación suele ser cuando la posible infracción ya ha prescrito.

Ayer, la Secretaria General del Partido Popular, Mª Dolores de Cospedal admitía, como no puede ser menos, que las informaciones de los últimos días sobre el caso Bárcenas “pueden provocar escándalo” y “son de tal de gravedad” que el Partido Popular ha decidido “revisar sus cuentas” de los últimos años. Afirmó, además, que “vamos a revisar la gestión, de ahora y de hace tiempo, para enseñársela a todos los españoles con las manos limpias y demostrar que la inmensísima mayoría de los cargos y militantes del PP son honrados”. Pues bien, no parece necesario, por obvio, demostrar que la inmensa mayoría de los cargos y militantes del PP son honrados. Lo que hace falta demostrar y denunciar ante la opinión pública y la Justicia quiénes son los cargos y militantes populares que no son honrados, hay que demostrar que las cuentas del Partido Popular están impolutas y que no hay financiación ilegal del partido.

Pero lo que de una vez deberían hacer es enseñar las cuentas del partido a los propios militantes y afiliados porque es impresentable que no tengamos acceso a las cuentas de nuestro partido. Es estupendo que se quieran enseñar a los españoles en general, pero ¿por qué se ocultan año tras año a los afiliados? En la inmensa mayoría de las asociaciones o en cualquier comunidad de vecinos, sus miembros reciben anualmente el balance con los ingresos y gastos detallados. Sin embargo, eso no ocurre en la inmensa mayoría de los partidos políticos y desde luego no ocurre en el Partido Popular. Y resulta más llamativa esta falta de transparencia cuando se supone que los ingresos de un partido político son, en su inmensa mayoría de origen público, vía subvenciones, y por tanto aportados por los contribuyentes. A estos ingresos hay que sumar los provenientes de las cuotas de afiliación y donaciones. Si sólo existen estas tres fuentes de financiación ¿por qué se ocultan a los afiliados? ¿Tenemos que esperar 4 o 5 años para acudir al Tribunal de Cuentas a ver si nos dicen en qué se ha gastado nuestro dinero nuestro propio partido político? Ridículo. No caben excusas, no pueden seguirse amparando en las especiales características de un partido político para ocultar sus cuentas a quienes forman parte del mismo o a los contribuyentes. Los partidos políticos son instrumentos de participación, cauces de canalización, de conformación de la voluntad política, son importantísimos instrumentos sobre los que se asienta la democracia, pero son también “empresas” que ingresan y gastan, que usan el dinero de los contribuyentes y de sus afiliados y deben rendir cuentas a los mismos.

Los afiliados queremos saber y lo exigimos. Se trata de un derecho estatutario, obtener información, y de un deber político de los dirigentes políticos. Y descendiendo al ámbito local de la organización popular, los afiliados, cuando leemos en la prensa que los dirigentes provinciales nos piden un euro por cabeza para saldar deudas de la organización provincial, también queremos saber por qué. No sólo no nos envían el balance correspondiente, sino que además tienen la poca vergüenza de pedírnoslo por la prensa, ni una carta explicando las razones. Y lo más sangrante es que nos lo pidan a los afiliados de la ciudad de Alicante que llevamos años pagando nuestras cuotas sin que ni tan siquiera dispongamos de una sede propia, ni de una simple página Web para ser informados. ¿En qué se han empleado nuestras cuotas? ¿Cuáles son las cuentas del PP de la ciudad de Alicante? ¿Quién es el tesorero? ¿Cuánto se debe? ¿A quién? Queremos saber y lo exigimos, sí, porque es nuestro derecho. Le moleste a quien le moleste.

Santiago de Munck Loyola