La encuesta publicada hoy por el
Periódico de Cataluña confirma las tendencias que han venido señalando otros
estudios demoscópicos anteriores. Se confirma una gran caída en intención de
voto de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE (aunque llamar ahora
partido nacional al PSOE sea inexacto) y un notable incremento tanto de IU y
UPyD. Según las proyecciones de esta encuesta el PP seguiría siendo el partido
más votado y obtendría en torno a un 28 % de los votos, es decir, un 16 % menos
que en noviembre de 2011 y el PSOE, incapaz de aprovechar el desgate del
partido del gobierno, se situaría de nuevo en el segundo puesto alcanzando un
25,5 % de los votos, el peor resultado de su historia electoral. La suma de los
votos de ambos partidos que tradicionalmente se ha venido situando en torno al
80 % se derrumba hasta un 53,6 % lo que es interpretado por muchos analistas
como el preludio del fin del bipartidismo en España.
Según esta misma encuesta y
confirmando la tendencia apuntada en las anteriores, el derrumbe de PP y PSOE
es aprovechado por los comunistas de IU que superarían el 15 % de los votos y
por los híbridos de UPyD, el personalista partido de Rosa Díez, que rebasaría
el 12 % de los votos. Y estas expectativas de voto en medio de una abstención
record en la historia de nuestra democracia, el 40 %, que evidencia claramente
una profunda desafección de una buena parte de la población hacia el sistema
democrático vigente.
Desde la perspectiva de la
gobernabilidad de nuestro país, el panorama no es muy alentador. Tenemos
antecedentes históricos más que suficientes como para sospechar que un sistema de
partidos tan fragmentado no es precisamente lo mejor para garantizar la
imprescindible estabilidad gubernamental y, menos aún, cuando la propia
supervivencia del Estado está puesta en tela de juicio por los desafíos de los
partidos independentistas.
Parece claro que la fuga de votos
del PSOE se dirige fundamentalmente hacia su izquierda, es decir, a favor de
IU. Entre las causas de esta creciente pérdida de peso electoral seguramente
estarán el recuerdo de la desastrosa gestión de la crisis por parte del
Gobierno de Zapatero, la inexistencia de autocrítica, la ausencia de renovación
dentro del socialismo, la falta de credibilidad en las labores de oposición
lastradas por un clamoroso oportunismo, la debilidad del liderazgo de Pérez
Rubalcaba, la desaparición del sentido nacional del PSOE siempre dispuesto a
ceder terreno a los socialistas catalanes y escándalos tan graves como el caso
de los EREs de Andalucía.
En cuanto al PP, la encuesta
proporciona un dato importante: la mitad de los electores que se marchan votarían
a UPyD. Este dato es muy significativo porque evidencia que una buena parte de
votantes populares desencantados están dispuestos a otorgar su voto a un
partido cuyos orígenes están en la izquierda y que, aunque ideológicamente
confuso, mantiene posiciones alejadas del ideario político del centro derecha.
Es muy probable que, aunque UPyD pueda ser caracterizado como un partido de
centro izquierda, una buena parte del votante de centro derecho esté dispuesta
a darle su voto porque encuentra en su discurso tres elementos importantes que
no termina de distinguir con la suficiente nitidez en el discurso popular:
- Una posición más beligerante y nítida a la hora de abordar el proceso para acabar con el terrorismo etarra.
- Una posición más contundente frente a los nacionalistas y los diferentes procesos independentistas puestos en marcha.
- Un discurso más radical respecto a la unidad del Estado y la reforma del sistema autonómico.
Si a esta peculiaridad se suma el
evidente desgaste que toda acción de gobierno comporta y especialmente en una
situación tan difícil como la que le ha tocado lidiar al Gobierno de Rajoy que
ha derivado en graves incumplimientos del programa electoral y un profundo
desencanto y bochorno por las continuas noticias sobre presuntos casos de
corrupción que afectan al Partido Popular en todos los niveles y frente a los
cuales no se transmite la imagen de una reacción contundente para acabar con
los mismos, es fácil comprender esta fuga de votos. La política de comunicación
del Gobierno no es buena y la del Partido Popular tampoco. Está pesando mucho
más ante la opinión pública lo negativo que los logros del Gobierno que los hay
y muy importantes. Es evidente que los resultados de la doctrina Arriola,
“ponerse de perfil frente a los problemas”, no sirve o al menos así lo señalan
las encuestas. El PP tiene delante una importante tarea si quiere seguir siendo
un gran partido con capacidad de gobierno y en la casa deberían preguntarse
quién se va, por qué se va y rectificar lo que haya que rectificar que no es
poco.
Santiago de Munck Loyola