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miércoles, 6 de abril de 2022

¿Feijoy?

Tras la enorme decepción producida por Pablo Casado y su entorno no solo ya entre los votantes sino entre la propia militancia popular, este fin de semana los compromisarios del Partido Popular han elegido a Alberto Núñez Feijóo  como nuevo Presidente de dicha formación política casi por aclamación, “Presidente subito”. Todo parece indicar que Núñez Feijóo tiene claro cómo quiere dirigir el PP, cómo tiene qué marcar el territorio electoral de los populares y cuáles son sus prioridades para llegar a la Moncloa.

 

Sin embargo, da la sensación de que quiere hacer tabla rasa con el pasado y que ni tan siquiera se plantea corregir algunos errores de enorme calado. No habría que olvidar que en 2011 Mariano Rajoy logró una amplia mayoría electoral que se tradujo en 186 diputados en el Congreso, es decir, una holgada mayoría absoluta. Sin embargo, el PP pasó en cuatro años de 186 diputados a 123 en la siguiente cita electoral, es decir, que se dejó en el camino 63 escaños, casi un tercio. La era Rajoy fundó la fragmentación del centro derecha español. En 2015, buena parte de los votantes del PP votaron a Ciudadanos y a partir de 2019 la fuga de votantes populares se escindió en dos, hacia Ciudadanos y hacia Vox. En 2011, Rajoy heredó una España arruinada y su prioridad fue la recuperación económica. El Partido Popular centró sus esfuerzos en la economía y dejó a un lado muchos compromisos electorales y demandas políticas de su electorado tales como la regeneración democrática, el Plan Hidrológico Nacional, la derogación de la Ley de Memoria Histórica, de la de la Ley de Violencia de Género y de tantos y tantos asuntos de calado ideológico que imposibilitaban a muchos votantes tradicionales identificarse con la acción de su gobierno. A lo que hay que añadir una incompetente respuesta a la corrupción. Es más, cualquier discrepancia interna respecto a la política de su gobierno fue respondida con una amable invitación a salir del PP. Era como si para el PP existiese una imposibilidad de hacer política y de gestionar la crisis económica a la vez.

 

Los datos electorales están ahí:


ELECCIONES GENERALES.

 

 

2011

2015

2016

2019 Abril

2019 Nov.

PP

44,63 %

28,71 %

33,01 %

16,69 %

20,81 %

C’s

 

12,67 %

13,06 %

15,86 %

6,80 %

Vox

 

0,23 %

 

10,26 %

15,08 %

Total centro derecha

44,63 %

41,61 %

46,07 %

42,81 %

42,70 + 0,41 de NS = 43,10 %

 

En 2011 el PP aglutinaba todo el voto del centro derecha con el 44 % de los votos y en 4 años de gobierno perdió, a pesar de los buenos resultados económicos, un 16 % de los votos que fueron a parar en su mayoría a Ciudadanos, un partido que representaba una voluntad regeneradora y una voluntad clara y decidida de enfrentarse al desafío separatista catalán. En 2016 el centro derecha cosechó los mejores resultados de su historia con un 46 % de los votos y, sin embargo, la división del voto impidió que la suma de PP y C’s alcanzase la sobrada mayoría absoluta que habrían alcanzado de haber concurrido en coalición electoral. Y a partir de 2019 se inicia una nueva etapa con la división del centro derecha en tres opciones obteniendo el PP los peores resultados de su historia. No obstante, el voto del centro derecha sigue oscilando desde 2011 en una horquilla que va desde el 41,61 % al 46,07 %, es decir, que tiene a su alcance la posibilidad de lograr una mayoría suficiente para apartar del poder a la actual, compuesta por socialista, comunistas, separatistas y herederos de la ETA. Y para ello es imprescindible recuperar la unidad de acción electoral, es decir concurrir juntos a las elecciones generales. Esa debería ser la prioridad de los líderes del PP, Vox, y Ciudadanos. Es una cuestión de generosidad y, por supuesto, de patriotismo.

 

Sin embargo, parece que Feijóo está dispuesto a encarar su asalto a La Moncloa con la misma estrategia que Rajoy llevó a cabo con su gobierno: centrarse en la recuperación económica y olvidarse de los que el Congreso recientemente celebrado ha calificado como “política líquida” y “debates vacíos”, es lo que él mismo define como “política para adultos”. Señalan que el Partido Popular no va a perder en tiempo en cuestiones ideológicas de género, tipos de familia, "falso patriotismo" o sobre un modelo de Estado fijado por la Constitución lo que significa que este PP va a dejar ese terreno libre para Vox lo que constituye, a mi entender, un craso error. Un político de raza, un hombre de estado debe ser capaz de conjugar en su acción de gobierno la gestión de la crisis económica con la política ideológica, con la batalla cultural. De lo contrario, el PP no va a ser capaz de despegar electoralmente porque sus antiguos votantes no se van a identificar con un proyecto político carente de principios y valores ideológicos, aunque esté cargado de excelentes gestores. España es mucho más que una maltrecha economía. España es además razón, sentimiento y corazón.

 

Si el PP quiere volver al poder debe asumir que tiene que hacerlo acompañado mientras siga renunciando a hacer política de verdad. Gobernar no es solo gestionar, gobernar es liderar a la sociedad, es hacer política y guiarla hacia objetivos mucho más profundos y duraderos. Asumir la estrategia de Gobierno de Rajoy de 2011 es un tremendo error que solo puede augurar la consolidación de la fragmentación del centro derecha y, por tanto, la permanencia del sanchismo en la Moncloa.

 

Santiago de Munck Loyola

domingo, 23 de febrero de 2020

Refundar el centro derecha: una necesidad inaplazable.




Desde que se celebraron las últimas elecciones generales y, en especial, desde la formación del gobierno social-comunista gracias al apoyo de los separatistas vivimos en un ambiente político bastante crispado y tenso. Es cierto que el nuevo gobierno ha puesto en marcha una agenda política y legislativa que no fue respaldada por la mayoría de los electores, pero que se ve convalidada por una mayoría parlamentaria más que suficiente. 

Como también es cierto que el Presidente del Gobierno mintió cuando solicitó el voto a los españoles en la campaña electoral al prometer actuar de forma opuesta a como lo está haciendo, pero, en todo caso, correspondería a los votantes socialistas exigirle responsabilidades por haber sido estafados. El papel de la oposición no puede ser en este asunto más que el de simple notario e informador de dichos incumplimientos.

Sin embargo, da la sensación y así se nos transmite de que nos encontramos ante una situación de excepcional gravedad, no tanto porque el nuevo gobierno vaya a aplicar una agenda radical e izquierdista, sino porque para poder hacerlo va a comprar el apoyo de los independentistas con cesiones que van a suponer el fin de la unidad de España y, por consiguiente, de la propia nación española. Y tal como van las cosas es muy probable que vaya a ser así. Pero de ser así ¿cómo está actuando la oposición? ¿qué está haciendo el centro derecha español? 
Hay que recordar, en primer lugar, que a la luz de los resultados electorales del pasado noviembre, las fuerzas políticas del centro derecha fueron las primeras responsables de que la suma de socialistas, comunistas y separatistas lograse la mayoría absoluta. No llegar a acuerdos preelectorales entre PP, Ciudadanos y Vox impidió que la mayoría de votos del centro derecha se tradujera en una mayoría parlamentaria. Es un hecho evidente que no admite discusión. Primaron los intereses partidistas sobre el interés general;  entre los dirigentes de PP, C’s y Vox se impuso una visión miope y cortoplacista que resultó suicida y esta decisión no se correspondía con los negros augurios que ya nos anticipaban sobre un hipotético triunfo socialista. Ante una amenaza tan grave para la soberanía nacional, para la unidad de España y para la supervivencia de determinados valores ¿dónde quedó el patriotismo de los dirigentes de los tres partidos? ¿Dónde su capacidad de acuerdo y su generosidad en favor de bienes superiores? 

Ahora estamos ante tres nuevos retos electorales en Galicia, País Vasco y Cataluña y parece que algunos siguen en sus trece, es decir, en su visión miope y egoísta de la política partidista. La necesidad de llegar a acuerdos preelectorales es más que evidente si se quiere mejorar resultados electorales y, sobre todo, si se quiere sentar las bases para la construcción de un amplio movimiento político que, aglutinando diferentes sensibilidades, sea capaz de ofrecer una alternativa nacional y constitucional al frente social comunista separatista. 

Somos muchos los ciudadanos que creemos en la libertad política, económica y social, en la soberanía nacional, en la unidad de España, en la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadanos, en el respeto a la Ley, en la solidaridad territorial y social o en la persona como centro de toda acción política que necesitamos un proyecto político plenamente democrático, abierto, participativo, de carácter nacional y con capacidad de integración territorial. Y, al contrario de lo que muchos analistas políticos afirman, no se trata de una competición para ver qué partido absorbe a otro. Se trata de una refundación del espacio de centro derecha, de una integración gradual y progresiva de los diferentes partidos que lo integran: coalición, confederación, federación y partido. Es cierto que a la vista del panorama actual y de los mini liderazgos que pueblan el centro derecha se antoja un objetivo inalcanzable. Pero, no cabe ninguna duda de que mientras “las derechas” sigan compitiendo entre si sus verdaderos adversarios políticos seguirán desguazando nuestra patria.

Santiago de Munck Loyola

martes, 25 de abril de 2017

La dimisión de Esperanza.


Ahora que muchos aprovechan para hacer leña del árbol caído, vaya por delante mi respeto y afecto por Esperanza Aguirre, aunque sea crítico con ella. Hay dos cosas que nunca le ha perdonado la izquierda: ser liberal y haberles ganado una y otra vez en las urnas. 

Por ello, la dimisión de Esperanza Aguirre como Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid está sirviendo de válvula de escape para la inquina, la bilis, el revanchismo y las miserias de toda clase de gente, dentro y, sobre todo, fuera del PP. Yo lo palpo muy cerca. Pero es inevitable, majaderos y miserables abundan.

Con sus luces y sus sombras en su gestión pública, Aguirre representaba el éxito de haber situado a la Comunidad de Madrid a la cabeza económica de todas las comunidades autónomas; representaba un matizado liberalismo que levantaba sarpullidos en la izquierda y en algunos ámbitos del propio Partido Popular y, sobre todo, representaba para muchos un modo de hacer política claro, directo y sin complejos ante una izquierdona tan rancia como sectaria. Se pregunta hoy “Monseñor” Iñaki Gabilondo en su sermón de El País ¿por qué ha dimitido en el fondo Esperanza Aguirre? ¿Dónde está el listón o cuantos códigos éticos pululan en el PP para que Esperanza Aguirre tenga que dimitir no estando imputada en ninguna causa y otros líderes  nacionales no tengan que hacerlo? Buenas preguntas. Y, a bote pronto, da la impresión de que Esperanza Aguirre, consciente de lo que representaba y habiéndolo sido casi todo en política, ha decidido no someterse al linchamiento mediático que le estaban preparando, depurar su responsabilidad política por sus errores en sus tareas “in eligendo e in vigilando” y, de paso, prestar un último servicio a su partido marcando, por cierto, el camino que deberían seguir muchos otros.

Esperanza Aguirre era desde hace tiempo una nota discordante en un partido monolítico, absolutamente incapacitado para percibir, no ya las demandas de la calle, sino las de su propia militancia. Muchas de sus ideas y propuestas lanzadas desde hace 4 años no sólo fueron despreciadas por la guardia pretoriana rajoyana de Génova sino que irritaron profundamente. Y, sin embargo, esas propuestas iban en la buena dirección. En febrero de 2013 habló de la necesidad de que quien vaya a ocupar un cargo público haya cotizado previamente a la seguridad social, es decir, que sepa lo que es ganarse la vida por su cuenta, sin el paraguas del partido. No le faltaba razón, aunque su entorno se nutría de gente que nunca lo había hecho. En mayo del mismo año, Esperanza Aguirre manifestó que "con elecciones internas para encontrar a los dirigentes, los militantes de base se sentirían mucho más involucrados en la vida del partido". Nada más sensato ni más lleno de sentido común que esa reflexión. Y en septiembre manifestó que “ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida interna de los partidos" y, reclamó implantar un sistema electoral con listas abiertas y primarias para designar candidatos. En definitiva que aportaba algunas reflexiones que podrían haber permitido contribuir en algo a que el sistema político se regenerase.

Sin embargo se equivocó a la hora de conformar sus equipos porque usando el mismo sistema de designación cuya reforma proponía no supo elegir, no supo vigilar y no supo escuchar lo que eran algo más que rumores. Cuando alguien tiene la facultad de realizar cientos de nombramientos puede equivocarse, pero se ha de pagar por ello. ¿Cuántos políticos se han equivocado igual? ¿Quién puede poner la mano en el fuego por alguien al que designa directamente a un cargo, aunque sólo pueda nombrar a uno?

Pero ¿sirve de algo esta dimisión al PP? Tal y como están las cosas parece que no. El Partido Popular es una especie de tortuga, desesperadamente lenta en sus movimientos regeneradores, tremendamente asustadiza que esconde la cabeza a la mínima y prácticamente ciega. Es una tortuga incapaz de aprender de los errores y que marcha lenta pero inexorablemente hacia el precipicio.

Buena prueba de ello es lo que está ocurriendo en Valencia donde Génova trata de impedir o dificultar la concurrencia de varias listas a la Presidencia provincial (así lo ha hecho saber Maíllo el amigo de Aida Nízar) o en Alicante, sin ir más lejos, donde gente como José Ciscar, Presidente Provincial de Alicante, responsable del mayor desastre electoral del PP en la Provincia, se  presenta a la reelección sin que surja ninguna candidatura alternativa, pese a ser público y notorio que es un declarado enemigo de la transparencia, de la democracia interna y de la regeneración democrática al igual que su mano derecha el diputado José Juan Zaplana.

El actual PP ha sepultado ideológicamente al centro derecha. Se ha conformado con convertirse en un partido refugio para el voto del miedo al grito de “que llega Podemos” y con ello ha abandonado la idea de una profunda regeneración, de la asunción real y a todos los niveles de responsabilidades políticas, del desarrollo de iniciativas políticas de calado y del cumplimiento de su propio programa electoral. Siempre hay una excusa. Antes que lo prioritario era arreglar el desastre económico heredado. Ahora la insuficiencia parlamentaria. Y uno no puede, por menos, que preguntarse y para qué quieres gobernar si no puedes ni tan siquiera cumplir con un mandato europeo como en el caso de los estibadores portuarios.

El PP ha vuelto a perder un referente ideológico o, al menos, un referente dinamizador del debate interno, algo tolerado exclusivamente a personas con relevancia interna como Esperanza Aguirre. Eso sí, el PP ha ganado con esta dimisión más pax rajoyana, más uniformidad discursiva y más encefalograma plano. Cuando el PP sea desconectado de los sistemas de soporte vital, las administraciones públicas, tendrá serias dificultades para sobrevivir. Y si no, al tiempo.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 14 de abril de 2016

Entre todos la mataron y ella sola se murió.


Rajoy no debe ganar para sustos. A uno o dos escándalos semanales de corrupción que salpican a políticos del PP no es para menos. ¡Vaya semanita! Primero el Ministro Soria que aparece en los papeles de Panamá con tres explicaciones distintas y después aparece con una sociedad en Jersey;  el Alcalde de Granada y la concejala de urbanismo detenidos por la policía, el Ayuntamiento patas arriba y todo ello con un despliegue y una escenografía como si se tratara de la detención de un comando yihadista y con bronca por medio entre el poder judicial y la policía que, al parecer, ha actuado por su cuenta; otro día Hacienda poniéndole las pilas fiscales al ex Presidente Aznar, multa incluida, por “haberse marcado un Monedero”; sin olvidar, claro, a Esperanza Aguirre descolgándose con la idea de que Felipe González pudiera ser propuesto para la Presidencia del Gobierno. Y la cosa no quedará seguramente ahí, porque con unas elecciones generales en ciernes dentro de poco más de dos meses, siempre y cuando el Sr. Pedro Sánchez no termine por entregarse abiertamente a podemitas e independentistas, es muy probable que afloren nuevos escándalos. Y cuando no se trate de escándalos siempre habrá algún notable del PP que se encargará de remover las aguas con declaraciones más o menos pintorescas,  bien presentando un libro o bien reclamando cambios internos en cuanto vislumbre que se puede quedar sin poltrona.

Lo que está ocurriendo era de esperar, es lo normal que tenía que ocurrir con un partido que funciona como funciona y que aún no ha hecho los deberes internos. Presume el gobierno del PP de haber aprobado en la anterior legislatura más medidas contra la corrupción que ningún otro gobierno. Y es posible que sea así. Pero el partido del Gobierno, el Partido Popular, no ha movido su estructura, sus estatutos y su funcionamiento interno ni un centímetro desde hace muchos años, demasiados. Es difícil aprobar un examen estudiando solo el día anterior. Hacen falta hábitos de estudio, constancia, muchas horas de codos para superar con tranquilidad un examen. Y eso no se ha hecho en el PP. Estamos asistiendo a la recolección de toda una cosecha de corruptos, pero no es espontánea, no es casual. Hace muchos años que sus semillas fueron sembradas gracias a unas estructuras internas que promocionan a los cargos públicos a través del “dedazo” a amiguetes, familiares, oportunistas o trepas y que han podido hacer lo que han hecho gracias también a unas estructuras internas que impiden el control de la militancia de esos cargos públicos. Los mismos Estatutos, las mismas estructuras internas y los mismos hábitos políticos que instalaron en cargos públicos a los Rus, los Granados, los Soria o los Matas, por citar solo algunos, siguen vigentes en el Partido Popular. Y las nuevas caras jóvenes y presuntamente regeneradoras del PP deben sus cargos y su protagonismo político a esos mismos Estatutos, a esas mismas estructuras internas y a esos mismos hábitos políticos que han propiciado el florecimiento escandaloso de los casos de corrupción.

La inmensa mayoría de la gente del PP es gente honesta, el PP cuenta con cientos de miles de afiliados honrados y trabajadores, pero lamentablemente pintan muy poco en el seno del partido. Y ello es así porque el PP lleva en su genética estatutaria todos los ingredientes para que los casos de corrupción no sean simples casos aislados. Y algo parecido le pasa al PSOE cuya distribución de poder territorial impone unos equilibrios internos que le impiden afrontar, entre otros, los mayores casos de corrupción de la historia de España: los Eres y los cursos de formación de Andalucía.

El centro derecha español necesita un partido limpio, democrático, fuerte, pegado a la calle y a las necesidades de la gente. Y, hoy por hoy, el PP no responde a esa necesidad, el PP ha aplazado cualquier reforma interna para el año que viene conformándose, de momento, con ser el refugio del voto del miedo y renunciando a ser la plataforma del voto de la esperanza, del cambio y de la solución de los graves problemas económicos, sociales, territoriales y éticos que ensombrecen el futuro de los españoles. Al PP lo están matando entre todos, sobre todo los de dentro, y se morirá seguramente celebrando una pírrica victoria.

Santiago de Munck Loyola



viernes, 26 de febrero de 2016

​Hay que mover ficha.


Con todo lo que está cayendo, con el desánimo y la decepción existente entre millones de votantes del PP, con la cantidad de vías de agua abiertas en el buque popular y parece que construir una alternativa nacional de centro derecha es prácticamente una misión imposible. El PP ha expulsado de sus filas, por activa o por pasiva, a millones de votantes y a miles de ciudadanos comprometidos con la vida política. El PP se descompone y parece evidente que una regeneración, renovación o refundación del mismo es imposible si se hace con los mismos cuadros dirigentes al mando del mismo. En todo caso, lo intentarán y será un proceso interno, de ellos y para ellos, en el que no tendrán cabida más que los miembros de su propia organización. Se trata de una estructura endogámica que precisamente por ello ha sido incapaz de reconocer los síntomas que señalaban que algo importante iba muy mal. Ahora, esta organización, alertada de la enfermedad desde el exterior, sólo por un elemental sentido de la supervivencia, no por una convicción ética, va a impulsar ciertos cambios.

Sea más o menos grande, sea menor o mayor que la de otros partidos políticos, la corrupción y, sobre todo, la falta de reacción ante la misma han hecho mella en la conciencia de los ciudadanos y eso es una losa muy difícil de levantar. La confianza tarda años en construirse y minutos en desaparecer. Todo ello se venía venir desde hace años.

Hoy, el centro derecha solo cuenta con una potente maquinaria electoral gastada y desprestigiada a la que se sigue votando más por necesidad que por convicción, más por inercia que por voluntad, más por miedo al adversario que por libre elección. Pero, sobre todo, el PP debe su supervivencia electoral a la ausencia de una alternativa creíble en su mismo espacio electoral. A lo largo de los años no han faltado intentos de construcción de una alternativa electoral al PP, pero todos han fracasado. ¿Cuál es la causa? No hay una sola, sino muchas y no siempre concurrentes: los personalismos, la financiación, el sistema electoral, los medios de comunicación,… Quizás el último intento más serio de erigir un partido como alternativa electoral al PP fue el protagonizado por Vox. Sin entrar en las causas del fracaso de un proyecto que inicialmente a muchos ilusionó pero que en un tiempo récord calcó los peores vicios del PP, es indudable que, hoy por hoy, su ubicación ideológica no es la que ha venido ocupando el PP y, por tanto, no es ni puede ser su alternativa electoral.

Existen algunas coincidencias en los proyectos políticos que hasta ahora han fracasado a la hora de construir una alternativa al PP. De una parte, todos estos proyectos se han intentado organizar desde arriba: un partido de ámbito nacional, en algunas ocasiones alguna figura conocida en la cúpula, un reparto de cargos y un intento de expansión hacia abajo, orgánica y territorialmente. De otra, todos estos proyectos han pecado de personalismos excesivos y de dogmatismos excluyentes. Preferir ser cabeza de ratón y creerse en posesión de la verdad política son los dos ingredientes que aseguran la multiplicación de proyectos políticos sin futuro electoral alguno.

En la actualidad existen centenares de partidos políticos locales, provinciales y nacionales afines ideológicamente, todos encuadrables en el espacio del centro derecha, el espacio que ha venido ocupando el PP y cada por su lado, en un viaje a ninguna parte. ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo aunque sea tan sólo para formar una coalición? Hay valores y principios compartidos, hay personas muy formadas y capacitadas políticamente, hay gente firmemente comprometida con la mejora de nuestra sociedad y, sin embargo, no somos capaces de aprovechar esos activos. Ni siquiera se intenta. El patriotismo se demuestra con hechos, no con soflamas. No, no lo estamos haciendo bien. La falta de generosidad, la cortedad de miras y la ausencia de inteligencia táctica no otorgan la credibilidad ciudadana, requisito indispensable para la viabilidad de cualquier proyecto político a largo plazo.

Pertenezco a uno de esos pequeños partidos, un partido provincial, un partido muy joven promovido para defender a la provincia de Alicante y para contribuir a la regeneración de la vida política y social desde los principios y valores que el PP abandonó hace tiempo. Pero de poco sirve nuestra acción política si no podemos contar con un proyecto nacional con el que colaborar y al que apoyar. Somos conscientes de que Alicante irá bien si España va bien. Por ello, estamos dispuestos a ayudar y a trabajar sin condiciones previas para que tenga éxito un proyecto político nuevo, de carácter nacional. Hay muchas fórmulas para lograrlo. No dejemos una vez más pasar el tren.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 19 de agosto de 2015

PLATAFORMA PARA LA CONVERGENCIA DE PARTIDOS CIUDADANOS.


España viene arrastrando desde hace años no sólo una profunda crisis económica, sino una crisis política, moral, social e institucional que, día a día, va haciendo que muchos ciudadanos se sientan defraudados y cada vez más distanciados de los gobernantes y de las propias instituciones. En medio de una crisis tan profunda, la falta de ejemplaridad de una parte de la clase dirigente española, sea política, sindical o empresarial, está abriendo un vacío peligroso entre la sociedad real y la sociedad oficial. Los ciudadanos no encuentran una respuesta rápida a sus acuciantes necesidades y contemplan atónitos cómo tienen que cargar de forma exclusiva con las consecuencias de una crisis generada y mal gestionada por la clase dirigente española.

Hoy se comprueba como el modelo político y el territorial construido durante la transición es incapaz de afrontar los grandes desafíos del presente y los retos del mañana. Ha quebrado el principio de igualdad entre todos los españoles cuyos derechos y obligaciones varían en función del territorio e su residencia. Ha quebrado el principio de solidaridad regional y social al consolidar modelos distributivos territoriales desiguales y al cargar los efectos de la crisis sobre la clase media que está llegando al límite de sus posibilidades. Ha quebrado la confianza en unos partidos políticos incapaces de conectar con los problemas y necesidades de los ciudadanos, cerrados a la participación no ya de la ciudadanía sino de sus propias bases, transformados en gigantescas máquinas burocráticas incapaces de subsistir sin el dinero público y convertidos en organizaciones cerradas incapaces de regenerarse y, por tanto, de regenerar el conjunto del sistema democrático. Tras las últimas elecciones municipales y autonómicas la irrupción de formaciones populistas y de partidos esponjas, supuestas marcas blancas de otros partidos, no ha sido capaz de plantear un cambio real y profundo de la vida política más allá del simple mercadeo de instituciones.

Mientras las diferentes fuerzas de izquierdas siguen organizándose de cara a las próximas elecciones generales, el centro derecha español oficial sigue alentando el voto del miedo sin asumir la imperiosa necesidad de su propia regeneración y apertura a las necesidades de la ciudadanía que van más allá de la economía. Entre Ciudadanos y Vox existen muchos pequeños partidos locales, provinciales y nacionales centrados en las personas y sus problemas pero sin coordinación a pesar de las grandes similitudes ideológicas entre ellos. Ese espacio electoral dominado por un gran partido cuenta con sitio electoral para construir un mensaje diferenciado para ofrecerlo a los millones de votantes que se han abstenido.

Por ello, desde estas consideraciones previas se plantea el objetivo de constituir una plataforma electoral única y plural, aunando esfuerzos y con unas propuestas básicas comunes. La Plataforma para la Convergencia de Partidos Ciudadanos propone:

1º Promover el protagonismo de los ciudadanos para reformar,  transformar y remover los obstáculos que impiden el desarrollo de una sociedad más democrática, más justa y más honrada.
2º Impulsar la participación política y social de los ciudadanos que creen en la persona como el centro, protagonista y destinatario de la acción política y social, en la familia como eje vertebrador de la sociedad, en la libertad real y la igualdad de los españoles en todos los niveles, en la igualdad de oportunidades, en la dignidad de la persona, en la democracia como expresión de la soberanía del pueblo español, en el diálogo y la tolerancia.
3º Promover la regeneración democrática impulsando medidas que favorezcan la ejemplaridad, la transparencia, la eficacia, la igualdad, la participación ciudadana y la concepción de la dedicación política como expresión temporal de una vocación de servicio ciudadano.
Se propone, por tanto, como Ideario básico de la Plataforma el siguiente:
1.            Impulsar el desarrollo social, económico y político a través de una política basada en la regeneración democrática, la honradez, la participación ciudadana, la ejemplaridad y la austeridad.
2.            Reivindicar un tratamiento presupuestario del Estado justo y equilibrado para cada provincia y comunidad autónoma basado en principios de equidad y solidaridad.
3.            Promover la reforma constitucional para reorganizar el Estado sobre la base de su configuración fundamentalmente provincial y, en su caso, impulsar la reorganización de las competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas desde la premisa de la unidad de España y haciendo realidad los principios de igualdad entre los ciudadanos y la solidaridad entre la población de los diferentes territorios.
4.            Impulsar la reforma de las Administraciones Públicas para acabar con las duplicidades y la reforma de la Administración Local para establecer un nuevo modelo de competencias y de financiación.
5.            Apoyar la reforma de la Función Pública para eliminar el parasitismo político y dignificar la carrera profesional.
6.            Impulsar la reforma de la legislación del suelo y de las contrataciones públicas con el fin de introducir mayores criterios de objetividad y de eliminar criterios de discrecionalidad que facilitan la aparición de fenómenos de corrupción.
7.            Promover la aprobación de un Estatuto del Cargo Público para regular todas las retribuciones públicas, establecer rígidas incompatibilidades, suprimir el simultaneamiento de cargos y eliminar los privilegios de la clase política.
8.            Promover el establecimiento de fórmulas de participación ciudadana a través de las nuevas tecnologías.
9.            Defender la implantación de un modelo básico de ámbito nacional en Educación, Sanidad, Justicia y prestaciones sociales que garantice la igualdad de derechos entre todos los españoles.
10.          Impulsar la reforma electoral para aumentar la igualdad del valor del voto del ciudadano en los criterios de reparto electoral.
11.          Garantizar la absoluta libertad del uso del español en cualquier parte del territorio nacional.
12.          Promover una reforma fiscal más justa que aligere la gran presión fiscal a la que está sometida la clase media.
13.          Suprimir las subvenciones públicas a los sindicatos, partidos políticos, organizaciones empresariales y a sus fundaciones.
14.          Promover e impulsar la utilización de todos los medios legales al alcance para lograr una victoria absoluta sobre el terrorismo y sus cómplices.
15.          Defender el derecho a la vida de acuerdo con los principios constitucionales.
16.          Defender la importancia del núcleo familiar e impulsar medidas sociales, legislativas y fiscales que la refuercen, que hagan realidad la conciliación de la vida laboral y familiar y que protejan la maternidad.
17.          Apoyar las reformas penales y penitenciaras necesarias para que sea efectiva la proporcionalidad entre la pena y el delito, para lograr una protección efectiva de las víctimas y lograr la recuperación de los bienes sustraídos especialmente en los casos de corrupción, para la no prescripción de delitos económicos y para el cumplimiento íntegro de las penas para estos delitos, salvo devolución íntegra del dinero reclamado o patrimonio equivalente.
18.          Promover la despolitización e independencia efectiva el poder judicial.
19.          Remover los obstáculos interiores y trabas administrativas o legales que dificultan la competitividad en el territorio nacional.


20.          Defender una inmigración legal, en la que se fomente la integración de los inmigrantes en nuestra cultura haciéndoles partícipes de ella.

martes, 30 de junio de 2015

La #terceravía frente a la imposible rectificación del PP.


La entrevista a José María Aznar que publicó el Diario ABC hace unos días es sumamente interesante. Refleja en gran parte el sentir de muchos antiguos votantes del Partido Popular y de buena parte de los que aún siguen siéndolo. Se trata de un ejercicio de crítica interna expuesto en términos que sólo a él, por ser quien es, se lo puede tolerar la implacable maquinaria popular con las voces críticas. Entre otras cosas, Aznar señala al Partido Popular “una rectificación enérgica, creíble y suficiente para recuperar al electorado” porque que “hoy no sabe si el Partido Popular defiende la vida o el aborto, la unidad de España o la presencia de Bildu en las instituciones, las clases medias o la presión fiscal”. Lo que hoy subraya José María Aznar es lo mismo que llevamos diciendo muchos desde hace tiempo, lo que opina gran parte de las bases y del electorado natural de este partido cuyas estructuras han venido impidiendo la permeabilidad de estas opiniones y la comunicación de abajo a arriba.

Para el Presidente de Honor del Partido Popular hay tres ejes políticos que han sido puestos en cuestión por el propio partido durante los últimos años, “Lo que pasa es que el PP estaba representado por tres cuestiones claras: un ADN muy identificable, que en gran medida se ha perdido. Mucha gente se pregunta qué es el PP y no encuentra respuesta satisfactoria. Nuestra segunda seña era la unidad de todo lo que estaba a la derecha de la izquierda, no había competidores en ese espacio. También se ha perdido eso. Y en tercer lugar, teníamos una unidad interna extraordinariamente sólida hecha sobre un proceso de suma y de inclusión permanente en la historia del partido. Esos tres pilares han sido puestos en cuestión”. Y a ello añade “no hay electorados cautivos, no hay votos cautivos, ni siquiera el mío. Mi voto no es cautivo. Los electorados se respetan. Los compromisos se cumplen. Al ciudadano se le escucha. No hay votos prisioneros”.

Hay, por tanto, un grave problema de identidad, de valores. Cuando un partido se convierte en una simple máquina de ganar elecciones difumina su identidad con el fin de atrapar al máximo número posible de votantes y la consecuencia inevitable, con el paso del tiempo y con la falta de debate y de renovación interna, es que la imagen ideológica y electoralista difuminada termina por convertirse en la esencia ideológica, es decir, el cartel termina pos sustituir al ideario, a la esencia. El Partido Popular se ha convertido en un partido “atrápalo todo”, siguiendo la definición de Vernon Bogdanor, y se caracteriza por una disminución de su consistencia ideológica, por una menor presencia de la militancia, por un mayor peso de la élite dirigente y por la presencia en su seno de grupos de intereses plurales. De ahí que ante la pérdida de identidad ideológica y el consecuente incumplimiento programático, muchos electores, inmersos en un panorama político fuertemente ideologizado por la larga crisis, hayan optado por abandonarlo. No hay, a diferencia de lo que dice Aznar, una pérdida de la centralidad, supuestamente compartida ahora con Ciudadanos, sino una pérdida de la empatía ciudadana. El centro político es siempre relativo y cambiante en función de los extremos y carece de perfiles ideológicos o valores fijos.

Al Partido Popular se le otorgó en 2011 una mayoría clara para gobernar y gobernar no es sólo administrar la crisis económica y, para colmo, con recetas ajenas. En 2011 se otorgó una mayoría absoluta a un partido que decía defender el derecho a la vida, que repudiaba la presencia de los socios de los asesinos en las instituciones, que se presentaba como el único con un discurso nacional para vertebrar el territorio resolviendo el problema del agua o de las infraestructuras, que iba a poner orden en el insostenible tinglado autonómico, que iba a defender a las familias y a la clase media o que iba a garantizar la igualdad de los derechos de los españoles en cualquier parte del territorio nacional. A la vista de los resultados, de la no política realizada parece que fue un voto baldío. Y si a ello se suma la falta de contundencia frente a la corrupción no hay que ser un adivino para vaticinar un cuarto NO al Partido Popular en noviembre.

Que el Partido Popular debe reconstruirse o refundarse es más que evidente, pero lo que no está tan claro es que pueda hacerse de la mano de quienes hoy lo dirigen y con los Estatutos vigentes. Que el votante de centro derecha necesita una alternativa al Partido Popular mientras este no se regenere también es más que evidente. Entre el frustrado proyecto inicialmente moderado de VOX, embarrancado en el autoritarismo y el radicalismo, y el actual Partido Popular, anclado en la indefinición ideológica y la falta de regeneración, hace falta una tercera vía, una vía con un claro perfil liberal, moderado, democrático, social y sin complejos en la defensa de sus valores. Una tercera vía que puede y debe nacer desde abajo, de la generosa conjunción de la multitud de pequeños partidos nacionales, provinciales o locales nacidos del desencanto popular. Cinco meses quedan para las elecciones generales, cinco meses para intentar hacer realidad esa #terceravía. Es una responsabilidad individual y colectiva intentarlo. Se puede y se debe.

Santiago de Munck Loyola





martes, 16 de junio de 2015

Somos Esperanza Ciudadana.



Estamos viviendo momentos convulsos, de cambios rápidos en la vida política en la que terminan por confundirse las estrategias, las tácticas, los programas y los idearios de los distintos partidos políticos. El ciudadano cree haber votado una determinada orientación ideológica y termina por encontrarse con que su voto sirve para que gobiernen quienes se encuentran en sus antípodas ideológicas. El votante de centro derecha o de derechas es quizás el que más sufre esta situación. El panorama es confuso y resulta complicado saber quién es quién y qué defiende ideológicamente cada uno.

Alicante necesita reconstruir su espacio electoral en el centro derecha. Los incumplimientos programáticos, las traiciones, la corrupción de unos y la pasividad de muchos requiere poner las cartas encima de la mesa y ofrecer al ciudadano una clara visión de dónde se encuentra cada fuerza política, que defiende cada uno y qué opciones políticas existen. Es hora de desechar los disfraces y de identificarse públicamente con claridad. Es una exigencia política básica para poder reconstruir una alternativa al frentepopulismo que se ha puesto en marcha en Alicante como en el resto de España.

Por ello, expongo, una vez más y pese al interesado vacío mediático, que Alicante cuenta con un partido como es Esperanza Ciudadana, un partido político de carácter provincial, alicantinista y regenerador de la vida pública, y que su Ideario se basa en el desarrollo de los siguientes ejes:

1º Promover el protagonismo de los ciudadanos de Alicante para reformar, transformar y remover los obstáculos que impiden el desarrollo de una sociedad más democrática, más justa y más honrada.
2º Impulsar la participación política y social de los ciudadanos que creen en la persona como el centro, protagonista y destinatario de la acción política y social, en la familia como eje vertebrador de la sociedad, en la libertad real y la igualdad de los españoles en todos los niveles, en la igualdad de oportunidades, en la dignidad de la persona, en la democracia como expresión de la soberanía del pueblo español, en el diálogo y la tolerancia.
3º Promover la regeneración democrática impulsando medidas que favorezcan la ejemplaridad, la transparencia, la eficacia, la igualdad, la participación ciudadana y la concepción de la dedicación política como expresión temporal de una vocación de servicio ciudadano.
4º Defender los intereses de la Provincia de Alicante ante la administración autonómica y estatal, reivindicando el protagonismo económico, social y político que por su peso y capacidad le corresponde.

En consecuencia, Esperanza Ciudadana desarrollará un programa político en todas las instituciones que, entre otras medidas, contendrá las siguientes:

1. Impulsar el desarrollo social, económico y político de la Provincia de Alicante y de sus pueblos y ciudades a través de una política basada en la regeneración democrática, la honradez, la participación ciudadana, la ejemplaridad y la austeridad.
2. Reivindicar un tratamiento presupuestario del Estado y la Generalidad para la Provincia de Alicante basado en principios de equidad y solidaridad.
3. Promover la reforma constitucional para reorganizar el Estado sobre la base de su configuración fundamentalmente provincial y, en su caso, impulsar la reorganización de las competencias entre el Estado y las  Comunidades Autónomas desde la premisa de la unidad de España y haciendo realidad los principios de igualdad entre los ciudadanos y la solidaridad entre la población de los diferentes territorios.
4. Impulsar la reforma de las Administraciones Públicas para acabar con las duplicidades y la reforma de la Administración Local para establecer un nuevo modelo de competencias y de financiación.
5. Apoyar la reforma de la Función Pública para eliminar el parasitismo político y dignificar la carrera profesional.
6. Impulsar la reforma de la legislación del suelo y de las contrataciones públicas con el fin de introducir mayores criterios de objetividad y de eliminar criterios de discrecionalidad que facilitan la aparición de fenómenos de corrupción.
7. Promover la aprobación de un Estatuto del Cargo Público para regular todas las retribuciones públicas, establecer rígidas incompatibilidades, suprimir el simultaneamiento de cargos y eliminar los privilegios de la clase política.
8. Promover el establecimiento de fórmulas de participación ciudadana a través de las nuevas tecnologías.
9. Defender la implantación de un modelo básico de ámbito nacional en Educación, Sanidad y prestaciones sociales que garantice la igualdad de derechos entre todos los españoles.
10. Impulsar la reforma electoral para aumentar la igualdad del valor del voto del ciudadano en los criterios de reparto electoral.
11. Garantizar la absoluta libertad del uso del español en cualquier parte del territorio nacional y en especial de la Provincia de Alicante.
12. Promover una reforma fiscal más justa que aligere la gran presión fiscal a la que está sometida la clase media.
13. Suprimir las subvenciones públicas a los sindicatos, partidos políticos, organizaciones empresariales y a sus fundaciones.
14. Promover e impulsar la utilización de todos los medios legales al alcance para lograr una victoria absoluta sobre el terrorismo y sus cómplices.
15. Defender el derecho a la vida de acuerdo con los principios constitucionales.
16. Defender la importancia del núcleo familiar e impulsar medidas sociales, legislativas y fiscales que la refuercen, que hagan realidad la conciliación de la vida laboral y familiar y que protejan la maternidad.
17. Apoyar las reformas penales y penitenciaras necesarias para que sea efectiva la proporcionalidad entre la pena y el delito, para lograr una  protección efectiva de las víctimas y lograr la recuperación de los bienes sustraídos especialmente en los casos de corrupción, para la no prescripción de delitos económicos y para el cumplimiento íntegro de las penas para estos delitos, salvo devolución íntegra del dinero reclamado o patrimonio equivalente.
18. Promover la despolitización e independencia efectiva el poder judicial.
19. Remover los obstáculos interiores y trabas administrativas o legales que dificultan la competitividad en el territorio nacional.
20. Defender una inmigración legal, en la que se fomente la integración de los inmigrantes en nuestra cultura haciéndoles partícipes de ella.

Este es el perfil ideológico de Esperanza Ciudadana, un partido joven, abierto y alejado de los viejos usos de la partitocracia y de la casta política. Somos lo que somos y vamos a seguir apostando por el progreso de nuestra Provincia sin más hipotecas que las derivadas del cumplimiento de nuestro propio Ideario.

Santiago de Munck Loyola