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martes, 8 de noviembre de 2011

El debate: Rajoy y Rubalcaba.

Vaya por delante que, con la que está cayendo, gastar más de 500.000 euros en la celebración del debate entre Mariano Rajoy y Pérez Rubalcaba, Alfredo para los amigos, constituye un auténtico despilfarro económico, un pésimo ejemplo para los ciudadanos a los que tantos sacrificios se les impone y, lo que es peor, un mal augurio sobre cómo la clase política piensa seguir gastando el dinero, gane quien gane las próximas elecciones.

Por otra parte, un debate a dos, limitado a los candidatos de los dos partidos políticos mayoritarios, es un debate devaluado e incompleto que no hace otra cosa que reforzar el bipartidismo y a evidenciar el abismo que existe entre los discursos sobre la necesidad de regenerar nuestro sistema político mejorando la representatividad y la verdadera voluntad de las cúpulas del PSOE y del PP.

Este debate ha puesto en evidencia algunos aspectos cuando menos curiosos y ha revelado que algunos de los tópicos con que desde hace años se nos ha venido machacando no son más que eso, tópicos y no realidades. Durante mucho tiempo, desde las filas socialistas se ha venido lanzando el mensaje de que el partido Popular no tenía programa y que Rajoy no hacía propuesta alguna para salir de la crisis. Hoy, curiosamente, el candidato P. Rubalcaba ha demostrado que ese mensaje era una falsedad más. Machaconamente a lo largo del debate ha venido formulando preguntas a su oponente sobre distintos aspectos del programa popular tratando de subrayar sus presuntas inexactitudes o inconcreciones, en su caso. Con su persistente actitud, Rubalcaba ha dejado claro que el PP sí que tiene un programa de Gobierno y que durante años los socialistas han estado mintiendo a la opinión pública diciendo lo contrario. Podrá gustar más o menos el programa, pero lo evidente es que sí existe y, de hecho, durante el 90 % del debate se ha hablado de dicho programa y no del programa socialista que sí que constituye una verdadera incógnita.

Otro aspecto más que curioso que ha revelado el debate es que parece que el candidato socialista no ha formado parte del gobierno del Sr. Zapatero, es como si no le conociese. Rubalcaba ha sido incapaz de defender el conjunto de la gestión socialista de estos últimos años y prácticamente no ha mencionado ni al Presidente del Gobierno ni a su labor. El candidato socialista se ha comportado durante todo el debate como si se tratase de un periodista mordaz o como si estuviese examinando a un Presidente del Gobierno. Su actitud no ha sido la de un rival con opciones de ganar, sino como la de un candidato que se sabe perdedor y que da ya por ganador a su adversario político y así lo dejaba traslucir a lo largo de sus intervenciones.

Rajoy ha tenido una actitud más segura, más presidenciable. Ha sido la de quien se cree ya ganador y que no necesita arriesgar en el debate, que es tenido como un trámite más en una carrera ya ganada. Ha sabido concretar algunas propuestas y ha utilizado un lenguaje a veces excesivamente didáctico.

Por último, y parece pactado a propósito, ninguno de los dos candidatos ha mencionado la corrupción. Esta ausencia es especialmente significativa cuando en estos días está aflorando el caso Campeón, con el ministro Blanco bajo los focos de la sospecha, y cuando aún colea el caso Gürtel. Mal síntoma este silencio, este tupido velo sobre un aspecto esencial en el objetivo de regeneración democrática.


Santiago de Munck Loyola