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lunes, 4 de mayo de 2015

Tres Diputaciones, tres marrones, un mismo PP.


¿Qué tendrán algunas Diputaciones para generar tanta porquería? ¿Qué tendrán para atraer a tanto desaprensivo? De todo, pero quizás las preguntas adecuadas serían ¿qué tiene el PP para que produzca tanto pirata de la política? ¿Qué tiene el PPCV para que en su seno prosperen y sean elevados a los puestos de más alta responsabilidad señores como Joaquin Ripoll, Carlos Fabra o Alfonso Rus?

A la vista está que algo muy serio falla en la estructura de un partido cuando coloca a presidir las tres Diputaciones de la Comunidad Valenciana a “políticos” que han terminado siendo protagonistas de titulares periodísticos y no precisamente por sus excelencias en la gestión de estas administraciones públicas. El PPCV ha conseguido que las tres Diputaciones de nuestra Comunidad, Castellón, Alicante y Valencia, se hayan convertido en motivo de escándalo y vergüenza para todos los ciudadanos, para los sufridos contribuyentes cuyos impuestos se han convertido en botín de los “elegidos” del PP. Estos abnegados trabajadores de lo público no tenían suficiente con disfrutar y abusar de coches oficiales de alta gama (un abuso insoportable), de chófer las 24 horas del día, de retribuciones más que generosas habida cuenta su preparación para el cargo, de tarjetas visa para convites y regalos y de todo el boato asociado a las instituciones que presidían o presiden, sino que, además, al amparo de la misma todo indica que se han buscado unos “extras” para mitigar su duro sacrificio en pro de la ciudadanía.

Las Diputaciones en España son administraciones locales sin elección directa de sus gestores, Presidentes y Diputados provinciales no son elegidos por los ciudadanos en las urnas ni se someten, por tanto, al escrutinio de las mismas cada cuatro años. Los Presidentes y Diputados provinciales son designados por los partidos políticos entre los concejales electos en la provincia. Por tanto, la composición de la Diputaciones obedece exclusivamente al reparto de cuotas de poder en el interior de los partidos políticos y no al interés general, ni a las preferencias directas de los votantes. Constituye evidentemente una anomalía el hecho de que unas administraciones públicas que mueven miles de millones de euros cada año escapen al control democrático de los votantes. Siendo así, es evidente que el espectacular resultado de las tres diputaciones de nuestra Comunidad obedece exclusivamente al juego interno de poderes en el seno del PPCV. ¡Vaya intereses!

Y si al déficit de legitimidad democrática de las Diputaciones sumamos la ausencia de democracia interna en algunos partidos políticos, como el PPCV, logramos el cóctel perfecto para que se produzcan los escándalos como los que estamos conociendo. Cuando los afiliados de un partido no tienen nada o muy poco que decir a la hora de designar a sus candidatos tampoco pueden controlarlos. Cuando el principal mérito para ser candidato o para ser designado en puestos de responsabilidad política no es el apoyo de las bases del partido, ni la preparación intelectual, ni la trayectoria profesional, sino el amiguismo, el nepotismo o el tráfico de influencias es normal que terminen aterrizando en los puestos de responsabilidad un gran número de incompetentes o de aprovechados, de gente sin formación o sin escrúpulos.

Seguramente muy pocos afiliados del PP de Alicante habría elegido a la actual candidata a la Alcaldía para ese puesto y menos siendo prima del Secretario Provincial del partido y seguramente ninguno habría elegido como número tres de esa candidatura municipal a un señor de Teulada, el Sr. Ciscar, que ni vive ni trabaja en la ciudad, que se ha caracterizado en su gestión autonómica por discriminar presupuestariamente a la provincia y a la ciudad de Alicante, y cuyo objetivo declarado no es servir a los vecinos de la ciudad, sino servirse de ellos para marcharse, precisamente, a intentar presidir la Diputación provincial, ese oscuro objeto de deseo, ese “marrón” en el balance político del PPCV.

Santiago de Munck Loyola


martes, 26 de noviembre de 2013

PPCV y UGT a la par.


Dos importantes noticias de esta semana subrayan la importancia del nivel de degeneración de parte de la clase dirigente de nuestro país, tanto en su vertiente política como sindical. El PPCV, personificado en Carlos Fabra, y la UGT, en su versión andaluza, aunque no sólo allí, son los protagonistas de las noticias en torno a la catadura moral de quienes “lideran” nuestra sociedad. Carlos Fabra, ex presidente de la Diputación de Castellón y ex muchas otras cosas, amasador de fortunas inexplicables y progenitor de la insigne y culta diputada popular, Andreita “que se jodan”, ha tomado el relevo en los titulares periodísticos de su conmilitón popular Pedro Hernández Mateo, ex alcalde de Torrevieja y ex diputado popular. El primero, tan agraciado él con las loterías del Estado, ha sido declarado culpable de cuatro delitos contra la hacienda pública, aunque ha sido absuelto de los delitos de tráfico de influencias y cohecho y habrá que esperar a la resolución de los recursos pertinentes que confirmen o no esta condena. El segundo, condenado ya por el Tribunal Supremo y declarado, por tanto, delincuente, diga lo que diga al respecto el Presidente del PP de Valencia Sr. Rus cuyas aportaciones jurídicas seguramente pasarán a la historia, está a la espera de que el Gobierno se pronuncie sobre la petición de indulto, que tan entusiásticamente ha solicitado la inmensa mayoría de los diputados del Partido Popular, para entrar o no en prisión.

Por su parte, diversas informaciones están poniendo de relieve la peculiar forma de buena parte de la clase sindical de administrar los fondos públicos que reciben de los contribuyentes. Al mayor caso de corrupción de la historia de España, el caso de los EREs falsos, protagonizado por sindicalistas de UGT, empresarios y miembros del PSOE andaluz que supuesto el saqueo de casi 1000 millones de euros hay que añadir ahora el incesante goteo de informaciones del tinglado montado por el sindicato socialista, y no sólo en Andalucía, para financiarse con dinero público y para desviar esos fondos hacia fines no precisamente altruistas. Tiene lo suyo que un sindicato pague con fondos destinados a la formación de desempleados cenas multitudinarias, mariscadas o viajes al Caribe para la “formación” de centenares de sindicalistas pero que, además, encargue bolsos falsificados hechos por mano de obra explotada en países asiáticos pone perfectamente de relieve la catadura moral de estos sindicalistas. Y qué decir de los globos a un euro comprados y cargados a cuenta de las subvenciones otorgadas por el Ayuntamiento de Alcorcón y pagados sin rechistar por el Alcalde de entonces, hoy senador socialista. 

Si a alguien le sorprende todo esto es porque quiere o porque la memoria es frágil. Después de la que montaron los de UGT con aquella famosa promotora de viviendas, la PSV, que tanto dinero costó a los contribuyentes ¿a quién le puede extrañar que sigan haciendo de las suyas con el dinero que no es de nadie, como diría la Sra. Salgado? Se comprende perfectamente que los sindicatos españoles sean tan reacios a ser incluidos en la Ley de Transparencia. En cuanto se les pide la más mínima explicación sobre el uso del dinero público o, incluso de algo tan sencillo como el uso de los créditos sindicales que muchos representantes usan para su beneficio particular, ponen el grito en el cielo alegando que se pretende atentar contra la libertad sindical.

El PPCV y la UGT comparten unos mismos “méritos”: con sus acciones contribuyen al desprestigio de la actividad política y sindical, ambas organizaciones ensucian la vocación de servicio público que debía primar en su seno y ambas necesitan una profunda regeneración porque las dos cuentan con miles de afiliados honestos que sienten una profunda vergüenza por la actuación o la pasividad de sus dirigentes. Las declaraciones de los líderes de ambas formaciones no se corresponden con la realidad tozuda de los hechos. No es posible pintar líneas rojas y convertirlas en discontinuas a capricho, no cabe proclamar con cada caso de corrupción que se trata de casos aislados cuando por su proliferación es evidente que hay algo interno que los facilita, no es admisible tratar de circunscribir responsabilidades alegando que existe autonomía interna y no vale esconderse denunciando la existencia de campañas de acoso contra los sindicatos o para encubrir otros casos como el de Bárcenas.

El PPCV de Fabra y Ciscar y la UGT de Méndez son el ejemplo perfecto de por qué nuestro país necesita una profunda regeneración democrática. Son el ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando las organizaciones políticas y sindicales desconectan de sus bases, controlan y limitan la democracia interna, ahogan el debate interno, impiden la autocrítica y se enquistan en las redes del poder y de la administración de tal modo que para subsistir necesitan retorcer la Ley, tolerar comportamientos abusivos y alimentar parásitos políticos con redes clientelares. Más claro el agua.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 16 de julio de 2012

Y Andreita montó el pollo.

No sabemos si la Andreita hija de la mamá televisiva terminó por comerse el pollo. Lo que sí sabemos es que esta otra Andreita, hija del papá político, ha montado el pollo con su exabrupto parlamentario. Esta Andreita, un dechado de virtudes según su papá, llevada por el fervor del momento, soltó, nada menos que en la sede de la soberanía nacional, el ya famoso “que se jodan” y lo hizo en el preciso momento, ya es casualidad, en el que el Presidente del Gobierno acababa de anunciar un recorte a las prestaciones sociales de los parados. Y se montó el pollo, bueno, mejor dicho, lo montó ella solita. Andreita quiso hacer pública exhibición de sus excelentes modales parlamentarios y de la fina educación recibida. ¡Y vaya que lo hizo!

Ante la contundente reacción condenando su salida de tono, la interesada, Andreita, se ha apresurado a decir que la frase en cuestión, “que se jodan”, no iba dirigida a los parados, sino a la bancada socialista en respuesta a “la bronca” que montaban ante los sucesivos anuncios de recortes del Presidente Rajoy. Haciendo buen uso de la rica lengua española habrá quien piense que habría sido más correcto espetar un simple “joderos” si quería referirse a sus adversarios políticos, pero eso habría sido así si Andreita no gozase de un perfecta educación y si sus modales fuesen tabernarios. No, no es el caso, Andreita dijo “que se jodan” en lugar de “joderos” porque es muy fina y lo que en realidad estaba diciendo es “que se jodan ustedes” aunque se le olvidase la última palabra. Lo que pasa es que los socialistas y el común de los mortales han querido manipular sus palabras, aprovechando la sensibilidad existente sobre el drama del paro, y han hecho creer urbi et orbe que Andreita se estaba refiriendo con su memorable “que se jodan” a los parados.

Por culpa de esta manipulación sociata, la Diputada Andreita corre el riesgo de pasar a los anales de la historia parlamentaria como la autora de un extemporáneo “que se jodan” y que si ingente trabajo en la construcción legislativa moderna pase al olvido. ¿A que nadie se acuerda ahora de las brillantes intervenciones parlamentarias de Andreita? ¿A que todo el mundo se ha olvidado a estas alturas de las excelentes aportaciones de Andreita al corpus iuris patrio? Ah, ¡qué ingrata es la vida política! ¡Tanto trabajar y esforzarse por heredar un escaño y mira el resultado! Hablas de Andreita tomando un café y sólo se recuerda el “que se jodan” y al papá de Andreita.

Estas cosas pasan, que te aparezca una Andreita cualquiera con incontinencia verbal, porque el nepotismo (la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos) funciona desde hace muchos años y sin ningún problema en el Partido Popular. Estas cosas pasan, que te aparezca una Andreita cualquiera que ponga en ridículo a todo un grupo parlamentario y a su propio partido, porque en el Partido Popular sus más de 700.000 afiliados no pueden opinar lo más mínimo sobre las candidaturas que el PP presenta en cualquier nivel.

Sólo la existencia del nepotismo puede explicar que Andreita fuera nombrada asesora parlamentaria del Secretario de Estado de Hacienda con 24 añitos. ¿Es normal eso? Sin hacer de menos a ningún joven ¿se puede creer alguien que con 24 años estaba en condiciones de asesorar nada menos que al Secretario de Estado de Hacienda? Claro, que todo tiene su explicación: en 1997, el Secretario de Estado de Hacienda era Juan Costa, afiliado del PP de Castellón, y el Presidente del PP de Castellón era Carlos Fabra, el papá de Andreita.

De ahí Andreita pasó a ser senadora autonómica con 31 años, de 2004 a 2008, y desde el 200 es Diputada en el Congreso por la Provincia de Castellón donde su papá, hasta hace nada, seguía siendo el Presidente Provincial del PP. ¿Alguien con dos dedos de frente puede creerse que Andreita está dónde está por méritos propios? ¿Alguien cree que si los militantes del PP pudiesen intervenir en la confección de las candidaturas habría Andreitas en los cargos públicos?

Andreita, diga lo que diga el Sr. Alonso o el papá de la misma, se ha pasado muchos pueblos. Andreita y muchos como ella sobran en el Congreso de los diputados. Andreita haría mucho menos daño a su partido y a las instituciones parlamentarias si se fuese a compartir foro con la mamá de la otra Andreita y, de paso, que le pregunte si finalmente se comió el pollo.

Santiago de Munck Loyola