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domingo, 22 de abril de 2012

Un día de abuelo en el Safari Aitana.

Hoy he pasado un estupendo y típico día de abuelo, aunque la verdad ejerzo de tal todos los días y sobre todo desde que nació Blanca. Pronto va a cumplir dos años y he de reconocer que, desde el primer día, hizo honor a su nombre pues entró en nuestras vidas en la peor y más triste época de las mismas y desde entonces las ha alegrado e iluminado, suavizando los momentos más duros y borrando los trances más dolorosos.

Pues éso, que tocaba salir de excursión y nos hemos acercado a la Sierra de Alicante para visitar el Safari de Aitana. Ya conocíamos muchos de los pequeños y hermosos pueblos de esta zona, Sella, Guadalest, Relleu, etc., y en no pocas ocasiones hemos disfrutado de estas montañas cubiertas de pinos y jalonadas de ancestrales terrazas de plantaciones. Sorprende siempre el contraste entre esta verde sierra, tan próxima al mar, con la aridez y sequedad de muchos otros parajes alicantinos, también muy próximos. Parece mentira que en tan cortas distancias exista tanta variedad y tan diferentes bellezas. Sin embargo, nunca nos habíamos decidido a entrar en el Safari de Aitana y hoy lo hemos hecho.

Nunca me han apasionado los lugares donde los animales salvajes se encuentran recluidos, pero hay que reconocer que estas instalaciones ofrecen una agradable sensación y una oportunidad distinta y gratificante para observar a la fauna: leones, tigres, elefantes, camellos, búfalos, burros y una larga lista de animales deambulan por el parque con relativa naturalidad y, desde luego, en unas condiciones muy aceptables.

Limpieza, personal amable, precios razonables y un buen servicio son características de estas instalaciones. Tras una comida sencilla en el restaurante del Safari hemos realizado la visita guiada de más de dos horas recibiendo toda clase de explicaciones, con tranquilidad y con una temperatura muy agradable. Blanca, al igual que la mayoría de los niños, ha descubierto con asombro a los animales que hasta ahora solo conocía por los libros y la televisión. En algunos casos los ha podido acariciar y tocar. Su emoción e interés ha sido constante y sólo ha decaído a última hora cuando ha visto los columpios de un parque infantil.

En fin, un agradable día de abuelo, una experiencia gratificante en todos los sentidos muy recomendable para todos los que quieran descubrir estos hermosos rincones de la Provincia de Alicante y hacer un paréntesis rejuvenecedor en medio de esta vorágine de problemas, recortes y controversias que amenaza la estabilidad emocional del más pintado.

Santiago de Munck Loyola