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miércoles, 26 de mayo de 2021

Sr. Sánchez, métase los indultos por donde le quepan.



Pedro Sánchez ya ha empezado a sacar la patita. Por fin, lo que muchos pensábamos se empieza a hacer realidad. Pedro Sánchez se dispone a pagar a los enemigos de España el precio por haberle hecho Presidente. El PSOE del indigno Sánchez se prepara a indultar a los delincuentes golpistas catalanes y, para ello, toda la batería mediática progre empieza a inundarnos con falsos mensajes y argumentos falaces sobre la bondad de semejante disparate y traición a la Constitución y a España.

 

Lo primero que hay que subrayar es que en España no hay ningún preso político, aunque lo diga el mismo Papa. Nadie está en la cárcel por sus ideas políticas. Lo que hay son políticos presos por haber cometido no uno, sino muchos delitos contra el estado, contra la hacienda pública y contra la pacífica convivencia entre los españoles. Sus delitos son gravísimos pues pretendían quebrar lo más sagrado para cualquier demócrata, la soberanía nacional, el derecho a decidir de todos españoles, no de unos pocos, y la unidad nacional cuya defensa en última instancia habría supuesto la quiebra de la pacífica convivencia y su aseguramiento finalmente mediante el uso de las armas.


No hay otra posibilidad. Hay miles de españoles en las cárceles condenados por delitos mucho menos graves y menos trascendentes y no se escucha a ningún político, ni a ningún comunicador andar pidiendo indultos, ni amnistías. Y muchos de estos ciudadanos están en la cárcel por haber quebrantado la ley para simplemente sostener a sus familias. Los indultos supondrían ante todo la quiebra de uno de los principios básicos de la Constitución, el de la igualdad de los españoles ante la Ley. Resulta paradójico que la izquierda, la misma que se llena la boca hablando de igualdad, se pase por el arco del triunfo esa sacrosanta igualdad: si cometes delitos por muy graves que sean, malversar fondos, prevaricar, rebelión, etc. con una excusa política ya puedes ser indultado. Y a los que no tengan un móvil supuestamente político, que les den.

 

En segundo lugar, el Sr. Sánchez y sus voceros deberían ahorrarse sus supuestas justificaciones. No nos las tragamos. Los indultos nada tienen que ver con la búsqueda de una solución para el problema de Cataluña, son simplemente el pago del precio por seguir en el gobierno. Nada más. Los indultos no sólo no van a suponer la desaparición de un problema ya que los separatistas y golpistas condenados han manifestado por activa y por pasiva no sólo que no están arrepentidos, sino que van a volver a hacer lo mismo en cuanto tengan otra ocasión, es decir, que en cuanto puedan van a intentar forzar nuevamente el enfrentamiento civil y el derramamiento de sangre si es necesario, con el añadido, además, de que van a suponer un incremento de la tensión política a nivel nacional entre los defensores de la Constitución y de la unidad de España con los defensores de la mercantilización de la Justicia.

 

Y en tercer lugar si hay algo especialmente repugnante es el uso de la Constitución para amparar y justificar una medida absolutamente inaceptable para cualquier persona con un mínimo de decencia. Es llamativo el hecho de que se intente justificar unos indultos apelando a la inexistencia de valores constitucionales como la venganza o la revancha. Pues claro que no son valores constitucionales, como tampoco lo son el amor o la abnegación. ¿Y qué? Pero la justicia y la igualdad ante la ley sí son valores constitucionales. Es más, son exigencias irrenunciables. Y unos hipotéticos indultos pisotearían ambos principios. Un presidente del gobierno serio y decente no puede "comprar" el discurso de los golpistas y asumir que las condenas de los golpistas y su cumplimiento conforme a la ley son actos de “venganza o de revancha” porque de hacerlo estaría deslegitimando a las más altas instancias de la Justicia del Estado, es decir, de hacerlo estaría promoviendo un auténtico golpe de estado judicial. Y tan llamativo como apelar a valores no recogidos en la Constitución es hacer lo mismo con la utilización de la palabra concordia. Sí, la Constitución de 1978 fue definida como la Constitución de la Concordia porque por primera vez España se dotaba de una Constitución apoyada por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas de izquierdas y derechas, porque fue el fruto de un pacto de estado entre los herederos de los vencedores y de los vencidos en la guerra civil intentando así cerrar y olvidar los episodios más siniestros de nuestra reciente historia. Sí, concordia, término que significa conformidad y unión. Hay que tener cuajo y desfachatez para relacionar, como hace Sánchez, concordia con indultos a los delincuentes golpistas. ¿Dónde está la conformidad y con quién? ¿Dónde la unión?

 

Los indultos son un instrumento legal, pero en este caso no están ni política, ni jurídica, ni éticamente justificados. No cuentan ni con el aval de la Fiscalía, ni con el del Tribunal Supremo. Que no nos hablen del sufrimiento de los presos y de sus familias porque ese sufrimiento es común a todos los que delinquen. Que no nos hablen de venganza o revancha porque saben que en España hay Justicia. Que no nos hablen de los valores constitucionales porque conforme a dichos valores se han dictado las sentencias. Y, sobre todo, que no nos intenten engañar apelando a una concordia que los independentistas odian. El Presidente Sánchez puede, por una vez y sin que sirva de precedente, hacer caso al Sr. Junqueras y meterse los indultos “por donde le quepan” y todos sabemos que por ahí le caben muchos.

 

Santiago de Munck Loyola

lunes, 24 de mayo de 2021

¿Valencianista y alicantinista?



Pronto se va a celebrar el Congreso del Partido Popular de la Comunidad Valenciana en el que los compromisarios elegirán al nuevo Presidente del PPCV y que será, sin ninguna duda, el candidato ungido por el dedazo de Génova, es decir, al actual Presidente del PP de Alicante y Presidente de la Diputación, Carlos Mazón. 


Desde una perspectiva estrictamente personal poco puede ser más grato que una persona como Carlos Mazón, un alicantino profundo conocedor de la cosa pública, con una amplia experiencia política, pase a presidir el Partido más importante de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, el hecho de que un alicantino presida el PP de la Comunidad Valenciana y que de ahí pueda presidir el propio Gobierno de la Generalidad, no es en si mismo ninguna garantía de que el peso de nuestra provincia, su relevancia y su tratamiento mejore en un futuro próximo. Ya en 1995, otro político alicantino, aunque nacido en Cartagena, Eduardo Zaplana presidió el PPCV y logró hacerse con la Presidencia de la Comunidad Valenciana durante siete años. Y esta circunstancia no supuso un cambio significativo en la política y, por tanto, en las inversiones territoriales de la Generalidad Valenciana. Las inversiones en Alicante no mejoraron, la cohesión territorial de la Comunidad Valenciana tampoco y la brecha de la renta entre alicantinos y valencianos siguió ensanchándose. Una administración pública como la Generalidad Valenciana que no ha logrado en toda su historia reducir la brecha económica entre los ciudadanos de sus distintos territorios es una administración fallida. Gobierne la izquierda o lo haga la derecha los alicantinos siempre han perdido.

 


En este sentido, es especialmente significativa la reciente declaración de Carlos Mazón señalando que "El Partido Popular debe crecer por el centro y ser valencianista". Si se piensa que esta frase encierra algo más que un simple tópico de carácter protocolario de quien aspira a gobernar toda la Comunidad Valenciana y que es, por tanto, una verdadera declaración programática se disparan las señales de alarma. No por la intención de ensanchar la base electoral del PP por el centro, sino por la aspiración de convertirlo en un partido valencianista.

 


¿Qué significa exactamente que el PP deba ser un partido valencianista? El valencianismo puede ser de carácter regionalista o nacionalista. El valencianismo de carácter regional es una corriente política que promueve la recuperación de la identidad propia de la Comunidad Valenciana, una Comunidad con 39 años de historia. Sin embargo, el valencianismo ignora o pretende ignorar la inexistencia de una identidad cultural e histórica uniforme en todo su territorio y especialmente en nuestra provincia. Por su parte, el valencianismo nacionalista aspira al autogobierno de la actual Comunidad Valenciana incluyendo el derecho a la autodeterminación de su territorio y normalmente asume que la Comunidad Valenciana forma parte culturalmente de los llamados Países Catalanes.

 


Asumiendo de antemano que el candidato Carlos Mazón se refiere al valencianismo regionalista, su pretensión de convertir al Partido Popular de la Comunidad Valenciana en un partido valencianista no es una buena noticia para el conjunto de los alicantinos. Es precisamente el carácter uniformador y centralista del valencianismo el que, al negar la existencia de una identidad plural en su territorio, ha venido perjudicando no sólo al desarrollo económico de Alicante sino también al libre ejercicio de libertades individuales tan elementales como las relacionadas con el uso del idioma mayoritario de nuestra Provincia, el español.

 

No se puede ser a la vez valencianista y alicantinista, como no se puede ser a la vez del Hércules y del Elche o comunista y demócrata. Es perfectamente legítimo apuntarse al valencianismo, pero hay que asumir que ello conlleva indefectiblemente un abandono de las justas reivindicaciones de los alicantinos frente al maltrato, a las discriminaciones permanentes y a la colonización cultural de la Generalidad Valenciana de una provincia tan plural y tan española como la nuestra.

 

Santiago de Munck Loyola

 

 

viernes, 14 de mayo de 2021

HASTA LAS NARICES DE ROCÍO CARRASCO.

ESTOY HASTA LAS NARICES DE ROCÍO CARRASCO Y DE SU DOCUDRAMA.

LO SIENTO, ROCIO, PERO NO TE CREO.

VENDER POR DOS MILLONES DE EUROS HASTA LA INTIMIDAD DE TUS HIJOS CUANDO ERAN MENORES TE RESTA CREDIBILIDAD.

ERES UNA PÉSIMA ACTRIZ.

SOBREACTÚAS Y TU AFECTACIÓN NO PUEDE PARECER MÁS FALSA.

MENUDO NEGOCIO HABÉIS ORGANIZADO TÚ Y TELECINCO.

CIAO.

jueves, 13 de mayo de 2021

El Gobierno de España sigue la linde, aunque se ha acabado.


Es muy probable que, a lo largo de la historia de nuestra democracia, sea ésta la primera vez en que el Gobierno del Estado se ha constituido como oposición de un Gobierno regional, el de Madrid. Es una realidad que ha venido desarrollándose y creciendo desde el inicio de la pandemia, que parecía haber llegado a su culmen en la campaña electoral de las elecciones autonómicas madrileñas del 4 de mayo pero que, lejos de ello, hemos visto cómo ayer mismo se ha consolidado con los ataques de varios Ministros a la Presidente Ayuso y al conjunto de los madrileños. 


Se trata de una auténtica anomalía democrática, de un atropello institucional de la parte más fuerte del Estado contra una de sus propias administraciones, de un desprecio al mandato de cooperación y colaboración interadministrativa y, sobre todo, de un uso torticero de la administración pública contra una parte muy importante de su población que puede responder a varias consideraciones.

 


Los socialistas de Sánchez confunden claramente el partido con el Estado y tratan, de forma permanente, de usarlo en beneficio propio. Ya hace casi un año, el Delegado del Gobierno de España en la Comunidad de Madrid y a la vez Secretario General de los socialistas madrileños, el Sr. Franco, usaba la Delegación del Gobierno para conspirar con los alcaldes socialistas contra el Gobierno Regional. Algo nunca desmentido y, por supuesto, nunca visto. No es de recibo que un Delegado del Gobierno, pagado por todos los contribuyentes, dedicase los recursos públicos para intentar desestabilizar al Gobierno Regional de todos los madrileños. Esta confusión entre estado y partido es un claro síntoma de ausencia de cultura democrática y un perfecto embrión de totalitarismo y de corrupción.

 

Pero es que, además, las interferencias partidistas desde la administración del Estado para desarrollar una labor de oposición contra un Gobierno regional esconden la propia debilidad de los socialistas de Madrid para ejercer el mandato conferido por las urnas. Es decir, la incapacidad de los socialistas madrileños para desarrollar una labor eficaz de oposición controlando y proponiendo alternativas del Gobierno de Ayuso es la razón por la que tienen que acudir al “primo de Zumosol”, al Gobierno de España para que desde el mismo se intente desgastar a cualquier precio al Gobierno Madrileño. 



Y para conseguirlo no han reparado en medios, divulgación de bulos, actuando irresponsablemente en el control de las vías de acceso del virus, obstruyendo y dificultando la distribución de vacunas, despreciando las inversiones sanitarias madrileñas para luchas contra la pandemia, imponiendo cierres de la Comunidad en contra de los criterios sanitarios madrileños, etc. Y a ello hay que sumar, además, el uso partidista en plena campaña electoral de los recursos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para divulgar encuestas manipuladas con el fin de influir en favor de la izquierda las tendencias de voto. Eso sí, el socialista Tezanos ha conseguido transferir su escaso prestigio intelectual al propio CIS cuyo crédito profesional es ahora nulo. Que el máximo responsables del CIS califique a los votantes de derechas de “tabernarios” es más que suficiente como para que en cualquier país democrático hubiera sido cesado de forma fulminante.

 


Y en este ámbito, el de la confusión entre Estado y partido socialista, es especialmente grave el uso del Ministerio del Interior con fines puramente electorales. Los socialistas han traspasado una importante línea roja al poner al servicio de su partido el Ministerio que debe garantizar la seguridad e integridad de los ciudadanos. Un Ministerio del Interior que conoce los llamamientos previos de la ultraizquierda a boicotear un acto electoral de Vox en Vallecas, que no adopta las medidas de seguridad necesarias para evitarlo poniendo en riesgo la seguridad de muchas familias y que oculta a la opinión pública la detención, en los incidentes violentos surgidos, de los escoltas, de los matones contratados por el ex vicepresidente del Gobierno y ex coleta Sr. Iglesias, no es un Ministerio del Interior, es un chiringuito privado y abyecto. Y para qué hablar del numerito de las supuestas amenazas, de los sobres con balas o con navajas. Todo un circo en el que, además, destaca el hecho de que una Ministra del Gobierno de España, la Sra. Maroto, comparezca ante la prensa acusando falsamente  y sin prueba alguna a Vox de la autoría de la supuesta amenaza.

 

Y la última consideración que puede subrayarse es la falta de aceptación de la voluntad de los votantes por parte de los socialistas y, en consecuencia, del Gobierno de España. Sin entrar a fondo en la falta de autocrítica por parte de la mayor parte de la izquierda madrileña y en sus sorprendentes valoraciones de los resultados insultando y descalificando, algo inaudito, a los votantes madrileños, léase al jeta de Monedero, a la inculta Carmen Calvo o al propio Tezanos, lo cierto es que la constatación de que el hecho de que nunca individuos con tan baja preparación intelectual hubieran llegado tan alto implica, necesariamente, la persistencia en los errores. 



Dicen que "cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue". El talante antidemocrático de esta colección de “tontos” tan altamente situados en la esfera del poder es sumamente peligroso para la convivencia y para la estabilidad de las instituciones. Han comprobado que seguir la linde del enfrentamiento, de la confrontación y de la deslealtad institucional se ha acabado y que no les ha proporcionado réditos electorales y, sin embargo, ellos siguen y siguen. Esta estrategia, se acaba de comprobar, es electoralmente suicida. Y desde la perspectiva electoral puede ser muy buena para la derecha, pero no lo es para el conjunto de los ciudadanos.

 

Los ciudadanos de la Comunidad de Madrid y el conjunto de los españoles no se merecen un Gobierno del Estado al servicio exclusivo de las estrategias cortoplacistas de un partido cuyas señas de identidad se difuminan cada vez más con las de los enemigos de la Nación española.

 

Santiago de Munck Loyola

 

viernes, 7 de mayo de 2021

Nadie da duros a pesetas.

 

Cuando uno no se lee la letra pequeña de un contrato es muy probable que se termine llevando una sorpresa. Y eso es, precisamente, lo que a muchos les está pasando al ir conociendo poco a poco los planes fiscales del gobierno social-comunista de España. No, los 140.000 millones de euros que España va a recibir de la Unión Europea para intentar salir de la catástrofe económica provocada por la gestión del Covid19 no son gratis, no son una ayuda desinteresada. La mitad de esa cantidad, es decir, 70.000 millones de euros vienen en forma de préstamo y, por tanto, hay que devolverlos. Un pequeño detalle omitido por el Presidente del Gobierno en todas y cada una de sus intervenciones públicas autolaudatorias. 

 

Poco a poco, con anuncios, rectificaciones, matizaciones, negativas, excusas y contradicciones ya vamos sabiendo cómo piensa el gobierno social-comunista ajustar las cuentas públicas para conseguir los 70.000 millones que hay que devolver y así se lo ha comunicado a la Unión Europea, por cierto, antes que al Parlamento y al conjunto de los españoles. 

 

Cuando el dinero de la caja no alcanza para pagar todas las obligaciones que uno tiene solo tiene tres opciones: la primera, reorganizar sus prioridades y eliminar todos los gastos superfluos y los prescindibles hasta equilibrar ingresos y gastos. La segunda, aumentar los ingresos hasta alcanzar el nivel de gasto comprometido y aquí también hay dos vías cuando hablamos de la caja pública, bajar la presión fiscal para reactivar la economía y terminar recaudando más o bien aumentarla directamente lo que supondrá un notable incremento inicial con una caída de recaudación posterior. Y la tercera opción es combinar las dos vías anteriores.

 

Según los planes remitidos a Bruselas por el Gobierno la vía escogida por el Gobierno es la más sencilla: aumentar los impuestos especialmente a las clases media y baja, exprimirnos fiscalmente. No sólo se prevé una subida de las contribuciones en el ámbito laboral y especialmente en las cotizaciones a la seguridad social, sino que se pretende recaudar más aumentando el impuesto de sucesiones con la excusa de la armonización territorial, incrementando el impuesto sobre el Patrimonio con la misma excusa, aumentando la fiscalidad al diésel combustible empleado por los transportistas y por los ciudadanos menos pudientes o creando un nuevo impuesto por circular por la carreteras que ya hemos pagado con la excusa de contribuir al mantenimiento de la red viaria.

 

Los apologetas del gobierno siempre justifican estas decisiones aludiendo a la necesidad de homologarnos con Europa y tratan así de vestirlas con un aura de modernidad que no se compadece con la realidad. Puestos a homologarnos ¿Por qué no lo hacemos con los sueldos o las pensiones de alemanes, belgas o franceses?

 

La realidad es bien distinta. En la UE, casi la mitad de sus miembros no tienen ningún impuesto de sucesiones. Junto a España, lo mantienen Francia, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Croacia, Italia, Lituania, Polonia, Hungría y Eslovenia.

 

En cuanto al impuesto sobre el patrimonio no existe ninguna posibilidad de homologación porque España es la excepción en la UE, ya que es el único país en el que aún se aplica. Francia ya lo suprimió a partir del 1 de enero del 2018 y lo reemplazó por un gravamen sobre las viviendas con un valor superior a 1,3 millones de euros, excluyendo los bienes no inmobiliarios. Muchos países nunca han tenido un impuesto sobre el patrimonio (entre otros, Italia, Grecia, Portugal, la República Checa, Hungría o el Reino Unido), mientras que otros Estados lo han ido eliminando en las últimas décadas.

 

Lo que es evidente es que el Gobierno no contempla ni un solo recorte en el gasto. Tendremos que devolver 70.000 millones de euros a Europa, pero nuestras administraciones seguirán viviendo como si fueran ricas. No se plantean acabar con las administraciones duplicadas, con los cientos de organismos-chiringuitos inútiles, con los cientos de millones de euros anuales destinados a subvencionar a Partidos Políticos y a las 3.284 franquicias de patronal y sindicatos, con los regalos millonarios a empresas en quiebra técnica como la compañía aérea chavista “Plus Ultra”, con los cientos de millones anuales destinados a televisiones estatales y autonómicas deficitarias, con las pensiones privilegiadas de la clase política, con el despilfarro en asesores en todas las administraciones públicas, con los regalos en material militar a nuestros queridos vecinos del sur, con la reforma de la caja de pensiones para evitar su uso para quienes nunca han contribuido a la misma, en definitiva, el Gobierno no se plantea en modo alguno hacer las profundas reformas que el Estado de una sociedad avanzada necesita.

 

Apostar por más hachazos fiscales será aplicar una simple tirita a una herida profunda, un parche que momentáneamente podrá funcionar, pero que inevitablemente terminará en una terrible hemorragia. ¿Por qué será que da la sensación de que estamos en manos de indolentes, perezosos, dogmáticos, manirrotos e irresponsables? ¿Por qué tienen tan poca empatía con los ciudadanos más vulnerables? Y, sobre todo, ¿por qué nos mienten tanto?

 

Santiago de Munck Loyola

 

 

miércoles, 5 de mayo de 2021

Se va el caimán pero sus crías se quedan.


Una semana después de haber comprometido su palabra ante Ferreras y ante los telespectadores del programa ”Al rojo vivo” de la Secta, afirmando que "pase lo que pase" en las elecciones autonómicas de Madrid seguiría liderando Podemos y que “yo estaré allí donde me coloquen los ciudadanos", Pablo Iglesias ha dimitido, no tomará posesión del escaño en el que los madrileños le han colocado y ha cogido las de Villadiego para esconderse, según algunos medios, bajo las faldas del independentista Roures con su pensión de 5.316 € al mes. 


Pablo Iglesias, alias Pablenin, el Rata, el Chepas o el Marqués de Galapagar no podía acabar su carrera política de otra forma que no fuera mintiendo porque todo en él ha sido, desde el principio hasta el final, una pura farsa.

 

Fue muy hábil para subirse a la ola del 15M de 2011 surgida a causa de la indignación que el bipartidismo y las políticas del Gobierno de Zapatero provocaban en amplias capas de la población. Y supo apropiarse en gran parte de ese discurso y capitalizar a su favor ese descontento impulsando así la entrada de Podemos en las instituciones.

 

Durante años, al amparo de una financiación más que sospechosa y con la colaboración de algunos medios de comunicación, se dedicó a pontificar, laicamente se entiende, urbi et orbi, a dar lecciones de ética y moral, a fustigar y a condenar a sus adversarios políticos encuadrándoles además en la llamada “casta”. Nadie se libró de su lengua viperina. Descalificó a diestro y siniestro. Sólo él y los suyos eran ángeles bondadosos, desinteresados, ejemplares y casi, casi virginales.

 

Sin embargo, poco a poco fue quedando al descubierto su discurso falsario. En cuanto la moqueta le fue proporcionando seguridad política su verdadero rostro fue quedando al descubierto y su verdadero discurso afloró. Los comunistas en la oposición siempre han hablado en nombre de la democracia, cuando lo cierto es que en su estrategia la democracia solo era un instrumento para implantar la dictadura del proletariado, que en realidad era la dictadura de la élite del partido que nunca había pisado una fábrica. Y Pablo Iglesias siempre ha sido un comunista, con todo lo peyorativo que ello implica. Un comunista amigo de los filoetarras, de los asesinos etarras, de los violentos antisistema, un compañero de viaje de los independentistas de izquierdas, de los enemigos de España, un aliado  y embajador de la narcodictadura venezolana, un enemigo de las libertades, en especial de la libertad de información, un experto en manipulación, un mediocre actor lacrimógeno, un chuleta político obsesionado con las referencias sexuales (el macho alfa, el protector de mujeres indefensas, el subyugado por la violencia viril,..) y, ya en campaña electoral, ha exhibido como nunca su discurso de odio y división, su reconocimiento hacia la violencia contra el adversario político, sus descaradas y hasta infantiles mentiras como la del taxi al debate o la ocultación de la detención de sus escoltas que agredieron en Vallecas a los Policías dirigidos por el Gobierno del que su propia compañera forma parte.

 

Pablo Iglesias se va, se marcha de la política, lo hace bien forrado y seguramente por una puerta giratoria. Se va un personaje siniestro, un provocador que ha puesto en riesgo la convivencia pacífica, que ha propagado el odio, el rencor y el enfrentamiento, que no cree en la democracia partidista, ni en la reconciliación entre los españoles construida en la transición. Sin embargo, la alegría que esta noticia debe provocar en cualquier demócrata no puede, en modo alguno, hacernos olvidar que ha dejado plantada su semilla. La ultraizquierda tiene ahora dos cabezas en Madrid, la de Podemos en franca descomposición  y la de Más Madrid que no es otra cosa que una versión camuflada, más estética pero tan peligrosa para las libertades y la pacífica convivencia como la de Podemos. Y si no, al tiempo. Lo veremos. El Caimán se va para Barranquilla, pero sus crías ya chapotean por el Manzanares.

 

Santiago de Munck Loyola