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domingo, 26 de febrero de 2017

¿Nazis? ¿Estalinistas? No, mala gente.

No sé cómo expresar lo que siento sin cometer algún exceso verbal. Como muchos sabéis desde hace año y medio estoy siendo sometido por el Gobierno Tripartito de Monforte del Cid a toda clase de humillaciones profesionales, discriminaciones y, en fin, a un auténtico acoso laboral. Ahora han rebasado los límites que cualquier persona normal puede tolerar. Hoy, mi hija Belén, educadora desde hace 13 años en la Escuela Infantil de Monforte del Cid, ha recibido una notificación del Juzgado en la que se la cita como imputada y en la que figura como denunciante/querellante el Ayuntamiento de Monforte del Cid. 

Parece ser que ésto deriva de un expediente disciplinario alucinante e injusto que el Gobierno Municipal ha incoado a otra educadora infantil por supuestos malos tratos a niños. Y quiero decir muy alto que Belén es una magnífica profesional, entregada en cuerpo y alma a su trabajo y al cuidado de los niños, que no deja de estudiar y de formarse permanentemente, a diferencia de sus compañeras, para trabajar mejor cada día, que ha llegado a poner dinero de su bolsillo (sin que el Ayuntamiento se lo haya reembolsado) para compara juguetes y material escolar para sus alumnos y que siempre ha recibido el afecto y gratitud de los niños a los que ha cuidado y de sus padres. 

Y quiero dejar constancia de que en los 14 años que llevo en el Ayuntamiento de Monforte del Cid sólo se recibió una denuncia por supuestos malos tratos que fue archivada contra una educadora que no era ni Belén ni la compañera ahora expedientada. Me avergüenzo de esta gente capaz de intentar destruir la vida profesional de los demás por pura soberbia, ignorancia y sectarismo ideológico. Y me avergüenzo de unos representantes sindicales sólo atentos a ver cómo ganan más y trabajan menos. Aunque a los que se les tendría que caer la cara de vergüenza es a los responsables políticos que promueven y consienten esta ignominia. Les auguro un prolongado paseo judicial. Ánimo Belén Sánchez Boyer. Te quiero.

Santiago de Munck Loyola