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viernes, 15 de octubre de 2010

LA RECETA DE DÍAZ FERRÁN.

El presidente de la CEOE y ex dueño de Marsans ha afirmado que para salir de la crisis económica hay que "trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos". Pues ¡qué bien! A tenor de sus palabras habrá que deducir que eso es precisamente lo que no hizo él mismo cuando dirigía su grupo de empresas, visto el resultado que obtuvo, es decir, la quiebra de las mismas. No sé si se habrá dado cuenta este señor, al igual que muchos políticos, que los trabajadores españoles ya no pueden cobrar menos de lo que cobran. Los salarios españoles están por debajo de la media europea mientras que el coste de la vida sigue subiendo y convergiendo con los precios de los países de nuestro entorno.

Hay millones de familias en España, afortunadas por tener trabajo e ingresos, a las que cada vez les cuesta más llegar a fin de mes, a las que ya no se les puede rebajar más sus ingresos. Cada vez que se produce una subida de tasas o de impuestos indirectos, los políticos de turno nos vienen con el cuento chino de que tenemos que homologarnos con Europa y que la presión impositiva debe converger con la presión fiscal europea. Vale, pero ¿y los servicios públicos y las prestaciones sociales? ¿No deberían también homologarse? ¿Y los salarios y pensiones? ¿No deberían también homologarse?

Sinceramente me parece una desfachatez que el Sr. Díaz Ferrán nos venga ahora con esta receta “milagrosa” para salir de la crisis. A lo mejor habría que estudiar y considerar otras alternativas. En todo caso, parece evidente que no se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor, de ser más productivos y tratar así de reducir el diferencial cada vez mayor que nos separa de nuestros socios económicos. Sin una mejora de la productividad no podemos ser competitivos. Y para mejorar nuestra competitividad no es preciso trabajar más. A lo mejor hay que empezar por reducir los tremendos beneficios que obtienen las grandes empresas y reinvertirlos en investigación y en nuevas tecnologías. A lo mejor los empresarios deben dejar de vivir, muchos de ellos, de las subvenciones públicas y beneficios fiscales mientras están engordando sus cuentas de resultados. A lo mejor, los empresarios, los grandes empresarios, deben estimular la productividad mediante una progresiva participación de sus trabajadores en los beneficios de su empresa.

Que el Presidente de una Patronal que necesita de las subvenciones públicas para mantener la estructura de la CEOE venga ahora con esta receta parece una auténtica burla al sentido común. Que la Patronal en la que están integradas las mayores empresas de España, empresas cuyos directivos y propietarios disfrutan de una posición económica absolutamente privilegiada, se esté nutriendo de subvenciones públicas, es decir de dinero puesto por todos los contribuyentes incluidos los trabajadores a los que se pide trabajar más por menos salario, resulta de una desvergüenza imposible de justificar. Y que esta situación se mantenga mientras se congelan pensiones o se rebajan salarios a los empleados públicos es de una incongruencia total.


Santiago de Munck Loyola