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martes, 10 de julio de 2012

¿Hay dinero para las renovables y no para el carbón?

La decisión del Gobierno de España de reducir las ayudas directas a la industria del carbón ha puesto en pie a los mineros afectados y, de paso, ha resucitado a la farándula progre y a algunos atrevidos portavoces socialistas. Es compresible desde un punto de vista humano la lucha y las reivindicaciones de los mineros y de sus familias y hay que reconocer su tesón aunque no se puedan compartir el uso esporádico de medios violentos con que algunos han querido subrayar sus reclamaciones. También resulta comprensible, aunque por otros motivos, la resurrección de los zejateros que siempre andan a la caza de un motivo para lucir sus resabios decimonónicos y trasnochados para cargar contra el legítimo Gobierno de España siempre que éste lo ostente el Partido Popular. Poco les importó no hace mucho que el Gobierno anterior destruyese empleo, despilfarrase o mintiese impunemente, un día sí y otro también, a los ciudadanos y si les importaba lo disimularon bien no fuera que su subvencionado pesebre sufriese alguna merma. Lo que ya resulta menos comprensible es la impúdica exhibición de cinismo de diferentes dirigentes socialistas exigiendo en un tono  bastante desabrido que el Gobierno ponga para la minería el dinero que ellos se han “cepillado”.

El anuncio gubernamental de un recorte de 200 millones de euros a las subvenciones al carbón ha sido el detonante de estas movilizaciones. Según las cifras que estos días se vienen manejando en los medios de comunicación, el carbón español cuesta a los contribuyentes 620 millones de euros al año de los que 320 millones corresponden al pago de las prejubilaciones. ¿Por qué pagamos los contribuyentes los otros 300 millones de euros año en subvenciones al carbón? Porque el parecer la industria del carbón español no es rentable, hay que subvencionarla para que sigan abiertas las empresas explotadoras de las minas. Así que como estas empresas son deficitarias, los contribuyentes las sostenemos con nuestros impuestos. Este carbón se emplea fundamentalmente para generar electricidad en las centrales térmicas cuya producción supone el 7 % del conjunto de la electricidad producida en España y, simultáneamente, constituye la mayor fuente de emisión de gases tóxicos, de contaminación, de las industrias generadoras de electricidad.

Pero al mismo tiempo existe otra importante fuente generadora de electricidad que también es deficitaria en mucha mayor medida que las sustentadas en el carbón. Son las llamadas renovables. De ellas, la energía fotovoltaica, por ejemplo, supone el 3 % del conjunto de la producción eléctrica española. Siendo las energías renovables unas industrias también deficitarias, los contribuyentes, nos guste o no, también las subvencionamos con nuestros impuestos. ¿La razón? Pues que tenemos que cumplir con los compromisos internacionales de España sobre la reducción de emisión de gases de efecto invernadero y, por tanto, hay que subvencionar a las empresas eléctricas para que generen electricidad no contaminante con unos sistemas que no son rentables y que sin dinero público serían empresas inviables en el mercado. De cada 100 euros que pagamos en el recibo de la luz, más de 22 euros son subvenciones a las energías renovables. Más de 6.000 millones de euros al año se van así a los bolsillos de las grandes empresas generadoras de electricidad.

No existe pues ningún criterio económico que justifique racionalmente el sostenimiento de empresas deficitarias. En una economía libre, en un mercado normal, no intervenido, sólo pueden subsistir aquellas empresas que por si mismas se sostienen, las que son rentables. Aquí no, aquí los contribuyentes nos vemos obligados a consumir la electricidad más cara de Europa porque, en primer lugar, no nos dejan comprarla a quien queramos, no podemos comprarla a una empresa francesa o alemana porque el Gobierno no quiere liberalizar la distribución y sostiene al oligopolio de las empresas eléctricas, y, en segundo lugar, porque nos vemos forzados a subvencionar a empresas deficitarias, a empresas ruinosas que sin la ayuda pública se hundirían rápidamente.

Este es desolador panorama para el consumidor español que se ve obligado a subvencionar anualmente de un lado a los productores de electricidad más contaminantes  y de otro a subvencionar a los productores de electricidad menos contaminantes para reducir los efectos de la contaminación de los primeros. ¿Usted lo entiende?

Partiendo del principio de que no se debe utilizar el dinero del contribuyente para subvencionar ninguna empresa ruinosa, pero aceptando desgraciadamente que nuestra realidad es la que es, uno no puede por menos preguntarse ¿por qué hay 6.000 millones para subvencionar a las renovables (Endesa, Hidroeléctrica, Unión Fenosa, etc.) y no hay 200 millones para subvencionar al carbón? O para todos o para ninguno. Y puestos a ello, a subvencionar a empresas deficitarias, con aumentarnos otro poco el recibo de la luz, la parte que se llevan las renovables, se tendría resuelto el problema del carbón.

Santiago de Munck Loyola

miércoles, 4 de julio de 2012

Eléctricas 1 - Consumidores 0.

Hay cosas que parece que no cambian gobierne quien gobierne. Son hábitos, costumbres o políticas que se heredan de un gobierno a otro sin que, en la mayoría de las ocasiones, los ciudadanos cuestionemos esos comportamientos. Parece que es indiferente el color político de los gobiernos, estatales, autonómicos o locales, porque determinadas cuestiones que afectan muy directamente a los ciudadanos no cambian. Una de ellas que es padecida por todos los hogares españoles es la cuestión de la electricidad, el coste de la energía eléctrica y la política gubernamental al respecto. La cultura de “la subvención” forma parte íntima del recibo de la luz que todos pagamos. Cunado se produce un cambio de Gobierno siempre se anuncian profundos cambios respecto a la política energética, pero en el fondo estos cambios son más estéticos que de fondo y su traducción práctica siempre es la misma: los ciudadanos pagamos más y más cada año por el precio de la energía.

Da la impresión que estos cambios cosméticos se diseñan y ejecutan siempre a favor de las poderosas empresas eléctricas en cuyos consejos de administración siempre terminan sentándose, casualmente, ex presidentes y ex ministros de los Gobiernos salientes.

El pasado mes de mayo los precios de la electricidad en Europa registraron caídas del 12% respecto al mes anterior y en España nos han subido en lo que va de año un 11% la tarifa de último recurso, un 7 % en abril y un 4% en julio. Los consumidores españoles pagamos la electricidad más cara de Europa tanto en términos absolutos como relativos. Los datos son los siguientes:
País                 SAB    SPH       P      HTR
Dinamarca      48307  5,51     12,65   2,294
Noruega          47221  5,39     15,63   2,900
Reino Unido    44495  5,08     13,65   2,687
Luxemburgo   43621  4,98     14,51   2,914
Holanda          40800  4,66     13,0     2,791
Irlanda            40462   4,62     15,84   3,429
Alemania        39364  4,49     14,06   3,129
Bélgica            37674  4,3       15,72   3,655
Austria            36673  4,19     14,42   3,444
Suecia            35084  4,01     13,76   3,436
Finlandia         34080  3,89     10,81   2,779
Francia           31368  3,58     9,94     2,776
Italia                24116  2,75     14,15   5,140
España           21402  2,44     15,97   6,537
Grecia            17859   2,04     10,01   4,910
Portugal          14892  1,7       10,15   5,970 

• SAB. Sueldo Anual Bruto.
• H. Número de horas del año, 8760.
• SPH. Sueldo Por Hora. [SAB/H].
• P. Precio en euros de 100kWh.
• HTR. Horas de Trabajo Relativas. [P/SPH]

Como puede apreciarse, los españoles con salario medio sensiblemente inferior al de nuestros vecinos pagamos la electricidad más cara. Parece ser que de cada 100 euros del recibo que pagamos sólo 44,1 € corresponden al coste de la generación y del transporte de la energía, mientras que los 55,9 € restantes son primas (subvenciones para las eléctricas), déficits anteriores e impuestos. En el año 2010 de cada 100 €, 22,2 € se dedicaron a pagar primas a las renovables. ¡Y que siga la fiesta!

Así pues, los españoles que tenemos sueldos bastante inferiores a los de nuestros vecinos pagamos la electricidad más cara de Europa porque, como somos muy rumbosos, nos dedicamos a subvenciones fuentes de energía que no son rentables económicamente y que no serían negocio sin esos 22,2 euros de cada 100 que nos cobran para sostenerlas. ¿Por qué estamos obligados los consumidores a subvencionar sistemas de generación eléctrica no rentables de empresas que reparten enormes dividendos gracias a nuestro dinero? ¿Quién nos lo ha preguntado? ¿En qué programa electoral se anunció tal medida? Hay quien lo justifica por la necesidad de cumplir acuerdos internacionales sobre reducción de emisiones contaminantes. Vale, muy bien. ¿Por qué entonces no se subvenciona en la misma proporción, por ejemplo, a quienes desarrollen sus tareas agrícolas con mulas de tiro en lugar de usar tractores? También se reducirían las emisiones contaminantes ¿no?

Y ya que estamos en la Unión Europea para lo bueno y para lo malo, en esta Unión mercantilista en que bienes y personas circulan con relativa facilidad ¿por qué no se liberaliza absolutamente el sector y se nos permite a los consumidores contratar el suministro eléctrico de nuestros hogares con empresas extranjeras cuyas tarifas son considerablemente inferiores? ¿No apuesta el Gobierno del PP por las reformas liberalizadoras? ¿A qué espera el Gobierno para apostar por el consumidor en lugar de hacerlo por las poderosas compañías eléctricas?

No somos un país rico con capacidad para subvencionar tecnologías no rentables económicamente. Nuestra prioridad como nación debe ser preservar los niveles de bienestar que hemos ido alcanzando, eliminar las trabas y las dificultades que asfixian a los ciudadanos, hacer real la solidaridad y facilitar la generación de empleo. Mal podemos ser competitivos cuando los mayores generadores de empleo, las pequeñas empresas, los negocios familiares, tienen que pagar la electricidad más cara de Europa y subvencionar a los más poderosos. A veces pienso que va terminar por tener razón un tío mío que en la posguerra siempre decía que “mande el fascismo o mande el comunismo, siempre pagamos los mismos”.

Santiago de Munck Loyola