Translate

Mostrando entradas con la etiqueta Hospital San Juan Alicante. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hospital San Juan Alicante. Mostrar todas las entradas

miércoles, 18 de abril de 2012

¿Resignación o esperanza ante el cáncer?

El cáncer, en sus diferentes versiones, es una dura y terrible enfermedad que no sólo cuenta, de forma bastante justificada, con una mala prensa, a pesar de los notables avances en su tratamiento conseguidos en los últimos años, sino que además provoca en mucha gente extrañas reacciones ante la presencia de quienes tienen la desgracia de desarrollarla. Ante el enfermo hay quien sabe mantener las mismas relaciones personales existentes antes del diagnóstico, hay quien sabe o al menos intenta sintonizar mejor con él, hay quien no sabe o no puede y, en ocasiones, hay quien simplemente desaparece de la vida y de las relaciones del paciente. Cada persona es un mundo diferente de sentimientos y capacidades y consecuentemente no hay una reacción igual ante la declaración de la enfermedad en un familiar o conocido. Del mismo modo, cada paciente recibe el diagnóstico de una forma distinta y diferentes son las reacciones que provoca y las formas de encarar el nuevo ciclo vital que se abre tras la irrupción de la enfermedad. Cuando el cáncer hace su aparición se produce un antes y un después en la trayectoria vital, desaparecen unos esquemas, cambian las prioridades y se inicia un camino lleno de incertidumbre pero que siempre ha de estar iluminado por un mínimo de esperanza.

El servicio de oncología del Hospital de San Juan en Alicante está lleno de profesionales de la medicina y de voluntarios excelentes en sus diferentes especialidades pero que comparten una gran capacidad de generación de esperanza. En el hospital de día o en las consultas, las enfermeras tratan a los pacientes con una delicadeza, con un cariño y unas sonrisas ejemplares. Siempre tienen una palabra amable, un gesto afectuoso y una actitud de entrega para con todos los pacientes. No les falta ni paciencia, muy necesaria en ocasiones, ni dedicación personalizada. Saben perfectamente cómo tratar a los enfermos. Lo mismo puede decirse de los médicos de oncología que hablan y explican con detalle todos los pasos y procedimientos médicos a los que son sometidos los pacientes sin escatimar tiempo o esfuerzos. Y a los profesionales hay que sumar a los voluntarios o mejor dicho a las voluntarias de la Asociación Española contra el Cáncer que realizan una excelente y desinteresada labor de apoyo y auxilio tanto físico como psicológico a los enfermos y a sus familiares. Recorren los pasillos atendiendo a todo el mundo y siempre están ahí aunque sólo sea para prestar un brazo en el que apoyarse. Del mismo modo que cuando los servicios públicos no funcionan bien se denuncia, es de justicia resaltar públicamente la labor y, sobre todo, el talante y la dedicación con que esta área hospitalaria tan delicada funciona en este centro.

Sin embargo, hay un pequeño “pero” a subrayar con el fin de que pueda desaparecer cuanto antes. El 15 de noviembre de 2010, empezó a funcionar en este Hospital una Unidad del Duelo para ofrecer un entorno de comprensión a pacientes y familiares. Esta Unidad de apoyo tiene como lema "el sendero de la despedida" y los pacientes, previa cita, pueden participar en grupos terapéuticos de apoyo psicológico y emocional. El problema es que, en algunos lugares de oncología como por ejemplo en la antesala de las consultas, hay pegados unos carteles de la asociación de voluntarios Humaniza, colaboradora de esta Unidad, que, con toda la buena voluntad del mundo, no son precisamente los más recomendables para ser expuestos en un servicio de oncología. Dichos carteles están encabezados por el siguiente título: “Unidad del duelo. El sendero de la despedida”. A continuación explica que se trata de acciones de apoyo destinadas a enfermos de cáncer, a sus familiares y profesionales sanitarios con el fin de ayudar a afrontar la enfermedad y la muerte del paciente. Así, mientras el enfermo o sus familiares esperan casi siempre con nerviosismo o angustia a ser atendidos por el médico pueden leer esta invitación para prepararse para la muerte. La lectura de estos carteles conduce inevitablemente a una profunda tristeza y desesperanza. No hay otra reacción ante el contenido de los mismos.

Y sinceramente, el enfermo de cáncer y sus familiares lo que necesitan en todo momento es un rayo de esperanza, no una invitación a la resignación ante la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. El enfermo de cáncer no necesita prioritariamente que le enseñen a despedirse de la vida y de su gente, sino que en último caso se le vuelva a enseñar a decir todos los días “hola otra vez”. Es el sendero de la vida, el del renacer cotidiano, el del reencuentro diario el que hay que recorrer hasta el último minuto. Aprender a despedirse es conducir a la resignación y al abandono de la esperanza. Y eso no es bueno.

Por ello, a quien corresponda, le pido que quiten esos carteles y que evite en el futuro que vuelvan a aparecer en esos pasillos motivos de tristeza o desesperanza.

Santiago de Munck Loyola