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lunes, 20 de junio de 2022

El sanchismo: un cadáver andante.


Dígase lo que se diga, lo cierto es que los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas del 19 de junio han sido sorprendentes no porque las haya ganado el Partido Popular, algo que vaticinaban todas las encuestas incluida la del CIS, sino por cómo lo ha hecho. La holgada mayoría absoluta que ha logrado el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla ha sido sorprendente en el actual contexto electoral. Y es que estamos en un contexto electoral caracterizado por el fraccionamiento partidista tanto por la derecha (Vox, PP y C’s) como por la izquierda (PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía) algo que dificulta mucho la posibilidad de alcanzar una mayoría absoluta. Y a ello hay que añadir que estamos hablando de la región española que hasta ahora era considerada como el granero de votos socialista lo que, a priori, era un plus de dificultad para que esa mayoría pudiera ser obtenida por el tradicional partido del centro derecha. Por ello, la mayoría absoluta conseguida por el PP de Andalucía tiene el doble mérito de haberla logrado con su espectro electoral fraccionado y en el feudo socialista por antonomasia. 


Lo cierto es que este histórico triunfo tiene interpretaciones y explicaciones para todos los gustos, pero algunos datos electorales tienen poco margen de maniobra para buscar posiciones interesadas. Los números son claros: si analizamos los porcentajes electorales por bloques se observa que un 11 % de los votantes de izquierdas en 2018 han transferido su voto al bloque de la derecha que pasa de un 49,99 % en 2018 a un 60,88 % en 2022. Y este dato es muy importante porque apunta a que el electorado no se ha dejado influir por los mensajes catastrofistas de la izquierda, por los mensajes del miedo y por sus tópicos (que si privatizaciones, que si desmantelamiento del estado de bienestar, etc.), a que el electorado no ha encontrado propuestas constructivas y atractivas en la izquierda y a que tampoco han percibido que los problemas reales (el paro, la inflación desbocada, el precio de la luz, etc.) sean percibidos como tales por una izquierda más implicada en sus políticas de género, en las pseudoclimáticas o en el revisionsimo histórico que en la dura realidad diaria. El Partido Popular ha perdido un 2,5 % de su electorado que se ha ido hacia Vox, pero ha compensado sobradamente esa pérdida porque ha crecido absorbiendo a la mayoría de los votantes de Ciudadanos, un 15 %, y a una porción nada desdeñable de votantes socialistas, en torno a un 9,40 %. Ciudadanos ha desaparecido a pesar de haber formado parte del gobierno andaluz en la última legislatura. Una vez más se repite la historia, el socio minoritario de un gobierno de coalición es absorbido por el mayoritario.


Aunque sea a título simbólico, los resultados del PSOE han sido un auténtico varapalo, en primer lugar, porque ya no es el partido más votado en su propio feudo, mejor dicho, su ex feudo y, en segundo lugar, porque ni contando con el apoyo del Gobierno de España que enseguida hizo uso de la chequera han podido mejorar los resultados de 2018. El PSOE pierde casi un 3 % de los votos y 3 escaños respecto a 2018 y no pierde más porque se ha producido una transferencia de voto de la ultraizquierda hacia el PSOE cercana al 4 %. Y resulta especialmente increíble la incapacidad de los socialistas para hacer autocrítica. Todavía no han pedido perdón por los 630 millones de euros robados según sentencia y, aún más, el inefable Zapatero ensalzó la figura política de Cháves y Griñán en el final de la campaña socialista. ¡Vergonzoso! Resulta ridículo atribuir sus malos resultados a la falta de movilización cuando lo cierto es que la participación ha subido casi dos puntos respecto a 2018. La Sra. Lastra ni se entera. Por cierto ¿alguien sabe si ya se ha movilizado para protestar por los resultados?

 

El tercer Partido de Andalucía es ahora Vox quien desplaza a la ultraizquierda a la última posición de la carrera electoral. Vox crece un 2,5 % respecto a 2018 y pasa de 12 escaños a 14. No llega a cumplir con unas expectativas que, por cierto, llegaron a marcar el rumbo de su campaña con un tono elevado, con un rumbo incierto y con ciertas dosis de prepotencia. Vox ha crecido, pero ha pasado a la irrelevancia política, ha pasado de influir en el gobierno andaluz mediante un acuerdo parlamentario a que Olona se convierta en Vicepresidente, pero no del gobierno, sino de la oposición. Vox ha pecado de prepotencia y de falta de respeto a su militancia. No es posible que un partido serio y democrático no sea capaz de estimular los liderazgos territoriales y siga usando la vieja técnica de los candidatos paracaidistas.

 

Y en último lugar queda la ultraizquierda fraccionada en dos formaciones. El “chulísimo” proyecto de Yoli se estrella estrepitosamente y debería constatar en su proceso de “escucha” qué es lo que los andaluces le han dicho alto y claro. Afortunadamente la ultraizquierda ha sido reducida a una presencia testimonial. Eso sí, el que no se consuela es porque no quiere y de ahí que la Sra. Teresa Rodríguez se ufane de que con sus pésimos resultados han logrado desactivar a Vox.

 

En definitiva, hemos asistido a un resultado histórico que bien administrado puede ser determinante para un próximo cambio político en toda España. Ha quedado demostrado que el centro derecha pueda volver a alcanzar una mayoría absoluta en España porque, además, se quiera o no,  se ha iniciado un nuevo ciclo político que pivota sobre el Partido Popular. Eso sí, hace falta prudencia y es imprescindible que antes el Partido Popular recupere el arraigo en territorios ahora hostiles donde su presencia es testimonial. La soberbia o la prepotencia no son buenos aliados y abrir las puertas del partido, apostar por la democracia interna e integrar son más necesarias que nunca para que el centro derecha pueda consolidarse como una alternativa al sanchismo y a toda la patulea separatista y radical que le acompaña. El sanchismo es ya un cadáver político, aunque aún no se haya dado cuenta de ello y eso lo hace especialmente peligroso para la libertad y el progreso de los españoles.

 

Santiago de Munck Loyola

 

miércoles, 5 de mayo de 2021

Se va el caimán pero sus crías se quedan.


Una semana después de haber comprometido su palabra ante Ferreras y ante los telespectadores del programa ”Al rojo vivo” de la Secta, afirmando que "pase lo que pase" en las elecciones autonómicas de Madrid seguiría liderando Podemos y que “yo estaré allí donde me coloquen los ciudadanos", Pablo Iglesias ha dimitido, no tomará posesión del escaño en el que los madrileños le han colocado y ha cogido las de Villadiego para esconderse, según algunos medios, bajo las faldas del independentista Roures con su pensión de 5.316 € al mes. 


Pablo Iglesias, alias Pablenin, el Rata, el Chepas o el Marqués de Galapagar no podía acabar su carrera política de otra forma que no fuera mintiendo porque todo en él ha sido, desde el principio hasta el final, una pura farsa.

 

Fue muy hábil para subirse a la ola del 15M de 2011 surgida a causa de la indignación que el bipartidismo y las políticas del Gobierno de Zapatero provocaban en amplias capas de la población. Y supo apropiarse en gran parte de ese discurso y capitalizar a su favor ese descontento impulsando así la entrada de Podemos en las instituciones.

 

Durante años, al amparo de una financiación más que sospechosa y con la colaboración de algunos medios de comunicación, se dedicó a pontificar, laicamente se entiende, urbi et orbi, a dar lecciones de ética y moral, a fustigar y a condenar a sus adversarios políticos encuadrándoles además en la llamada “casta”. Nadie se libró de su lengua viperina. Descalificó a diestro y siniestro. Sólo él y los suyos eran ángeles bondadosos, desinteresados, ejemplares y casi, casi virginales.

 

Sin embargo, poco a poco fue quedando al descubierto su discurso falsario. En cuanto la moqueta le fue proporcionando seguridad política su verdadero rostro fue quedando al descubierto y su verdadero discurso afloró. Los comunistas en la oposición siempre han hablado en nombre de la democracia, cuando lo cierto es que en su estrategia la democracia solo era un instrumento para implantar la dictadura del proletariado, que en realidad era la dictadura de la élite del partido que nunca había pisado una fábrica. Y Pablo Iglesias siempre ha sido un comunista, con todo lo peyorativo que ello implica. Un comunista amigo de los filoetarras, de los asesinos etarras, de los violentos antisistema, un compañero de viaje de los independentistas de izquierdas, de los enemigos de España, un aliado  y embajador de la narcodictadura venezolana, un enemigo de las libertades, en especial de la libertad de información, un experto en manipulación, un mediocre actor lacrimógeno, un chuleta político obsesionado con las referencias sexuales (el macho alfa, el protector de mujeres indefensas, el subyugado por la violencia viril,..) y, ya en campaña electoral, ha exhibido como nunca su discurso de odio y división, su reconocimiento hacia la violencia contra el adversario político, sus descaradas y hasta infantiles mentiras como la del taxi al debate o la ocultación de la detención de sus escoltas que agredieron en Vallecas a los Policías dirigidos por el Gobierno del que su propia compañera forma parte.

 

Pablo Iglesias se va, se marcha de la política, lo hace bien forrado y seguramente por una puerta giratoria. Se va un personaje siniestro, un provocador que ha puesto en riesgo la convivencia pacífica, que ha propagado el odio, el rencor y el enfrentamiento, que no cree en la democracia partidista, ni en la reconciliación entre los españoles construida en la transición. Sin embargo, la alegría que esta noticia debe provocar en cualquier demócrata no puede, en modo alguno, hacernos olvidar que ha dejado plantada su semilla. La ultraizquierda tiene ahora dos cabezas en Madrid, la de Podemos en franca descomposición  y la de Más Madrid que no es otra cosa que una versión camuflada, más estética pero tan peligrosa para las libertades y la pacífica convivencia como la de Podemos. Y si no, al tiempo. Lo veremos. El Caimán se va para Barranquilla, pero sus crías ya chapotean por el Manzanares.

 

Santiago de Munck Loyola

domingo, 25 de abril de 2021

Las balas o el clavo ardiendo.

La campaña electoral madrileña se ha calentado de forma realmente curiosa a raíz del anuncio hecho por Pablo Iglesias de que había sido objeto de amenazas a través de un sobre recibido con cuatro balas antiguas dentro acompañando a un ridículo anónimo amenazante. Ha tenido mucha suerte, otros, además de amenazas, han sido objeto de agresiones.

Los anónimos son siempre la válvula de escape de los cobardes. Y si además los anónimos son amenazantes lo son de los cobardes descerebrados. Amenazar con matar a alguien o con darle “dos leches” es inadmisible sobre todo en el ámbito del debate político que debería ser exclusivamente el ámbito de la discusión serena y del contraste ordenado de pareceres. Las amenazas, las coacciones y la violencia para que alguien concurra a unas elecciones, para impedir que se exprese libremente o para que realice un acto político en donde le dé la gana alejan a nuestra democracia de los niveles altos de calidad que son exigibles a un estado como el nuestro. La imposición de vetos, la exclusión, las amenazas, las agresiones o los cordones sanitarios demuestran la escasa confianza y la propia incapacidad de sus promotores para el diálogo y para la convicción a través de la razón.

Pablo Iglesias no ha sido el único amenazado. Durante décadas miles de ciudadanos han sido objeto de amenazas de muerte de la ultraizquierda separatista y cientos de dichas amenazas se cumplieron. También políticos como Rita Barberá o Javier Arenas recibieron sobres con balas dentro en 2015, remitidos presuntamente por la ultraizquierda. ¿Alguien escuchó de Pablo Iglesias algún tipo de condena o alguna muestra de solidaridad con los afectados? Yo no.

Y ahora no solo Pablo Iglesias ha recibido sobres con amenazas, también parece que el Ministro del Interior Marlaska y la Directora General de la Guardia Civil han sido destinatarios de sobre similares pero su reacción ha distado mucho de la teatralidad y el histrionismo del mendaz podemita.


Cuesta creer que los servicios de Correos sean tan incompetentes como para no detectar unas balas de cetme en unos sobres. Sinceramente, cuesta mucho, máxime cuando está en vigor el nivel 4 del estado de alarma antiterrorista. En cualquier caso, creer o no la veracidad del relato del Sr. Iglesias es un acto de libertad intelectual que no puede ser impuesto por nadie. Pablo Iglesias es un farsante. Cualquiera con un mínimo de objetividad puede deducirlo comparando simplemente lo que decía hace unos años y lo que ha hecho en cuanto se ha convertido en miembro de lo que él llamaba casta: no cobraría nunca determinados sueldos, no cobraría una pensión de exministro, afeaba que ministros se compraran viviendas de 600.000 €, Ana Botella era Alcaldesa por ser “esposa de…” e Irene Montero es Ministra por méritos propios, si un día él llegase al Gobierno no dejaría su barrio y luego resulta que Vallecas no era el lugar adecuado para desarrollar su proyecto vital, finge usar el taxi en el debate electoral y se descubre que era mentira, miente según la UME sobre la desinfección de las residencias de mayores… En fin, que es evidente que el Sr. Iglesias es poco creíble en sus afirmaciones y promesas. Cada cual es libre de creerle o no.

Pero es que, además, el Sr. Iglesias no está legitimado para pedir, además, solidaridad o condenas a los demás por esas supuestas amenazas. No olvidemos que estamos hablando de amenazas, no de agresiones. ¿Alguna vez ha condenado las amenazas de la ETA a Santiago Abascal o a cualquier otra persona? ¿Condenó Pablo Iglesias los sobres con balas dirigidos a Rita Barberá? 

Es más, subiendo un escalón, pasando de las amenazas a la violencia, a las agresiones, ¿Ha condenado él personalmente alguna vez las agresiones a los Guardias Civiles de Alsasua? ¿Con quién se reunió él, con las familias de las víctimas o de los agresores? ¿Condenó la agresión a la parlamentaria Roció de Meer? Al contrario, su portavoz Echenique se burló de ella hablando de kétchup, blanqueando como siempre la violencia de sus conmilitones de la ultraizquierda batasuna.

¿Cómo puede tener tanta cara dura como para exigir a los demás lo que él y los suyos nunca han hecho ni han estado dispuestos a hacer? Pablo Iglesias y los suyos han coqueteado con el uso de la violencia como arma política en numerosas ocasiones y han aplaudido y jaleado a los violentos sea en Barcelona o en Madrid. 


Ahora, ante unas expectativas electorales negativas para la izquierda en su conjunto y en especial para la ultraizquierda podemita a la que el PSOE no se cansa de blanquear, nada más oportuno que aparecer como una pobre víctima, nada mejor que montar numeritos abandonando debates, sin cerrar la puerta por cierto, porque no le creen, porque hay quien le devuelve la misma moneda que él ha usado con los demás, nada más llamativo que comparecer ante los medios lloriqueante, al estilo Rociíto, porque le llaman Chepas, Rata o coletas en las redes sociales, cuando hace tan solo unos meses él mismo decía que había que naturalizar el insulto a los periodistas. Sr. Iglesias, a la política se viene llorado del casoplón.

¡Venga ya! ¡Pablo, que no cuela! ¡Yo no te creo! Y, si te creyese, aún condenando cualquier tipo de amenaza o de agresión, tampoco me solidarizaría contigo, porque no te lo mereces. Do ut des.


Santiago de Munck Loyola


jueves, 1 de abril de 2021

Comunismo o libertad, sí. Fascismo o libertad, también.

Nos toman por tontos, es seguro. O éso o es que ellos son tan tontos que se creen sus propias tonterías. Hace un par de días, todos hemos podido ver en las noticias cómo tres o cuatro personas increpaban a Pablo Iglesias en una visita electoral en Coslada, Madrid, y cómo el Sr. Iglesias, ampliamente protegido por guardaespaldas, se armaba de valor de macho alfa y se acercaba a los increpantes para responderles. Había más guardaespaldas que increpantes, por cierto. Pues les ha faltado tiempo a los podemitas para lanzarse al ruedo rasgándose las vestiduras hablando de acoso, de violencia, de exaltación del fascismo y del nazismo y de no sé cuántas cosas más, todas horrendas. ¡Venga ya! No os lo creéis ni vosotros mismos.

Dª Isa Serra, Portavoz podemita en la Asamblea de Madrid, sucesora de su hermana en el cargo como fiel reflejo del nepotismo imperante en Podemos, se ha apresurado, con cara compungida, a comparecer en las televisiones para denunciar “esa intolerable agresión” a su bien amado líder y cuando le han recordado el escrache que sufrió Begoña Villacís cuando estaba embarazada y que Podemos calificó de "movilización", ha dicho sin rubor alguno que "pretender comparar una movilización a favor del derecho a la vivienda con unos neonazis que están haciendo una exaltación del nacismo y fascismo es lo que no deberíamos hacer por parte de ningún poder público ni por parte de ningún medio de comunicación”. Claro que Dª Isa Serra sabe muy bien de lo que habla cuando se trata de escraches o de violencia. Dª Isa Serra, para no ser menos que otros cargos públicos de Podemos, está condenada por la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a 19 meses de prisión tras haberla considerado culpable de cometer los delitos de atentado a la autoridad, lesiones leves y daños por su participación en el intento de frenar un desahucio en el barrio de Lavapiés en 2014. 


Según la Sentencia “La acusada, integrándose en los grupos de personas, pues unas veces se encontraba en uno de los cordones y otras veces en el otro, que increpaban, insultaban y acosaban a los agentes, profirió insultos dirigidos a los agentes en general, así como en particular a una agente de Policía Municipal” a la que dijo “Eres cocainómana, mala madre, hija de puta, con todo lo que hemos luchado las mujeres, contigo se pierde todo, no te quieren ni tus propios compañeros” y a otra agente le espetó la siguiente lindeza “Hija de puta, puta, zorra; que te follas a todos los policías municipales. Vergüenza, si fuera tu hijo tendría que cogerte un arma y pegarte un tiro”. “La acusada, además de proferir insultos a los agentes, procedió también a dar empujones y lanzar objetos contundentes a los mismos”.


Que no, que no cuelan ni los argumentos, ni los lamentos de la “modosita” Dª Isa Serra. Como no cuela tampoco la gilipoyez soltada por el macho alfa podemita diciendo que “Vox y el PP enviaban a sus cachorros nazis” para amedrentarle. Pero, vamos a ver, alma de cántaro, ¿a quién crees tú que le vas a colar ese argumento? ¿eres tonto o te lo haces? Mira, Pablo, Pablito, marquesón: en primer lugar, ni Vox, ni el PP, tienen por costumbre organizar escraches a nadie y, en segundo lugar, si se les ocurriera la estupidez de organizarte un escrache para que pudieras hacerte la víctima no habrías tenido delante a tres o cuatro increpantes, sino a cientos o miles de personas. ¿Lo sabes, verdad?

Pero, al margen de la búsqueda tosca de la oportunidad para chupar cámara haciéndose las víctimas, los podemitas y muchos medios de comunicación tratan de colarnos una idea perversa. Así, en el mismo programa de Tv en el que comparecía Santa Isa Serra, la periodista Esther Palomera se apresuraba a sentenciar que “el fascismo es incompatible con la democracia”. Pues sí, Sra. Palomera el fascismo es incompatible con la democracia, pero parece que se le olvida que el comunismo también. El comunismo es una ideología profundamente antidemocrática. Los comunistas nunca lucharon en España ni en ningún otro lugar del mundo por la libertad y cuando dijeron hacerlo solo fue de forma instrumental como medio para después suprimir las libertades e implantar la dictadura del proletariado. Y el comunismo como praxis política ha sido, como el nazismo y como el fascismo, profundamente genocida. Ésa es la realidad. La ultraizquierda es tan peligrosa para las libertades ciudadanas como la ultraderecha. Y Podemos es la ultraizquierda. Dejen ya de blanquear a los comunistas y a la ultraizquierda. Son lo que son y creen en lo que creen. Y la mejor prueba de ello es la historia reciente con todos sus crímenes a cuesta sea en España, en Rusia, en Hungría, en Etiopía, en Camboya o en Cuba. Contra los enemigos de las libertades ciudadanas sean de derechas o de izquierdas no valen las dos varas de medir, el doble rasero que desde hace años muchos medios de comunicación, muchos comentaristas y muchos políticos aplican. Situadas las cosas en su lugar, en nuestra democracia deben tener los mismos derechos políticos la ultraizquierda que la ultraderecha. Comunismo o libertad, sí. Fascismo o libertad, también.

Santiago de Munck Loyola.




miércoles, 13 de noviembre de 2019

10 N una oportunidad perdida. El abismo más cerca que nunca.


Para todo aquel que hubiese ignorado las encuestas del CIS (por cierto, el Sr. Tezanos a estas horas sigue sin dimitir tras el ridículo y descrédito al que ha sometido al organismo que dirige) los resultados de las elecciones generales del pasado domingo no habrán supuesto una gran sorpresa. El PSOE con Pedro Sánchez ganó las elecciones convocadas por él mismo tras ser incapaz de aglutinar voluntades para lograr su investidura de candidato y lo hizo perdiendo casi 800.000 votos, tres escaños en el Congreso y 29 en el Senado con la pérdida, además, de la mayoría absoluta que gozaba en esta cámara. Todo un logro, sí señor. Un estratega fino el Sr. Sánchez. 140 millones de euros gastados, más otros 60 millones correspondientes a las subvenciones a los partidos políticos, para que el Sr. Sánchez pudiera mejorar los resultados de su partido y poder dormir tranquilo sin tener en el Consejo de Ministros a los podemitas.

Pero no, todo parece indicar que el Sr. Sánchez no podrá dormir tranquilo durante una larga temporada si logra los votos necesarios para su investidura tras haber firmado ayer un acuerdo para gobernar en coalición con la ultraizquierda de Unidas Podemos, con el Sr. Iglesias como Vicepresidente del Gobierno de España. Firmado este acuerdo, socialistas y ultraizquierdistas, tienen que ponerse enseguida manos a la obra para conseguir los votos necesarios para investir al Sr. Sánchez Castejón. Iglesias ya se ha puesto a ello y, cómo no, ya ha iniciado contactos con los golpistas catalanes para buscar su abstención al menos y con los proetarras de Bildu. Así, repitiendo la misma estrategia que en Navarra podrá el Sr. Sánchez salir a decir que él no ha pactado con los bilduetarras ni con los naZindependentistas catalanes.
Parece que de antemano tienen asegurado el voto de los naZionalistas racistas del PNV a los que les da igual ocho que ochenta, es decir, a los que siendo una derechona rancia y racista les importa un bledo el color económico del gobierno de España aunque tenga tintes bolivarianos. Bueno, no es que les dé igual exactamente, es que cuanto peor sea el gobierno español mejor para ellos. La ultraizquierda podemita sacudirá el árbol y ellos recogerán las nueces.

Ha ocurrido lo que algunos dijimos que iba a ocurrir si el centroderecha no concurría unido a estas elecciones convocadas en medio de una grave crisis de supervivencia nacional. El centroderecha constitucionalista volvió a mirarse al ombligo y se presentó por separado. Y el resultado de tan poco patriótica decisión es que teniendo más votos que la izquierda, ésta ha ganado en número de escaños.
Según la proyección de escaños realizada por el Diario ABC de haber articulado candidaturas únicas en torno a la propuesta de Pablo Casado, España Suma, el centroderecha habría obtenido mayoría absoluta 177 escaños en el Congreso. Ni siquiera tuvieron la generosidad ni la altura de miras para presentar candidaturas únicas al Senado perdiendo la ocasión de hacerse con una mayoría absoluta en el Senado, imprescindible para poder activar la aplicación del Artículo 155 de la Constitución.  Y esto es algo que sus votantes ni podemos ni debemos olvidar. Ninguno de los tres líderes de la derecha ocultó que la situación política española era y es de extrema gravedad con el independentismo violento en auge e incendiando las calles y con un gobierno izquierdista débil y acomplejado incapaz de articular un proyecto de cohesión nacional, pero dos de ellos, Rivera y Abascal, se negaron en redondo a aceptar la propuesta de Pablo Casado. ¿Es eso patriotismo? Pues no, por muchas banderas españolas que enarbolen, es simplemente egoísmo partidista y falta de visión de Estado.

El PP se ha quedado con 88 escaños en el Congreso, Vox con 52, Ciudadanos con 10 y Navarra Suma con 2. Podrán estar satisfechos, salvo en el caso de Ciudadanos, por aumentar su representación parlamentaria, pero no porque esos resultados sirvan para mejorar la situación política de España.
Resulta llamativo que el electorado haya castigado a Ciudadanos, según los comentaristas políticos más asiduos en los platós televisivos, por cumplir precisamente su compromiso electoral de abril, es decir, no facilitar la investidura de Pedro Sánchez y “su banda”. Quizás la explicación haya que buscarla en el hecho de que la radicalización del ambiente político no favorece las posiciones moderadas y en el incesante bombardeo crítico de la Secta y los medios afines por haber facilitado gobiernos regionales en Madrid, Andalucía, Murcia o Castilla y León. 

En todo caso si finalmente el PSOE y la ultraizquierda podemita logran la investidura del insomne de la Moncloa el centroderecha dispondrá de un período de quizás un año o dos para, además de cumplir su obligaciones como oposición, tratar de refundar un espacio político de cara a las siguientes elecciones, sea bajo la fórmula de coaliciones electorales, sea bajo unas nuevas siglas unitarias. Creo sinceramente que la situación crítica de España lo exige. Está en juego la defensa de la soberanía del pueblo español y, por tanto, la vigencia de la Constitución y de la unidad de España. El reto merece la pena. Superar diferencias políticas, personalismos y antiguos rencores es una obligación patriótica.

Santiago de Munck Loyola