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viernes, 30 de agosto de 2013

La cerril oposición.


Da igual lo que haga este Gobierno que para el PSOE y la mayoría de los grupos de la oposición siempre estará muy mal. Ya se trate de reformas sanitarias, económicas, laborales o, como en los últimos días, educativas los actuales dirigentes socialistas se opondrán, dirán no y pondrán el grito en el cielo rasgándose las vestiduras. Parece que han diseñado una actitud opositora exacerbada llevando sus negativas hasta hipérboles repetitivas que están terminando por acabar con cualquier atisbo de credibilidad de sus mensajes, si es que alguna vez han tenido alguna tras su paso arrasador por el Gobierno de España. Hemos pasado de las conjunciones planetarias pajinescas a un permanente, machacón, aburrido e increíble “quieren acabar con todo”. Anteayer era acabar con los derechos de los trabajadores, ayer acabar con la sanidad pública, después acabar con la educación pública y ahora con la igualdad de oportunidades en la educación. Tenemos una oposición casi nihilista. Nada de lo que proponga o haga el Gobierno del Partido Popular es mínimamente aceptable para esta oposición y la más mínima iniciativa legislativa del Gobierno es judicializada por los socialistas que así esperan poder conseguir lo que las urnas les han negado, la legitimidad para gobernar. Es evidente que una oposición que se niega a dialogar, a intentar llegar a acuerdos y consensos mínimos con quienes han obtenido el respaldo mayoritario para gobernar sólo tiene dos caminos para lograr su principal propósito (que no mejore nada) intentar bloquear al gobierno en los tribunales y usar las calles y la coacción si es preciso.

El PSOE, tras dos años de parálisis renovadora en su interior como si no fuera necesario depurar responsabilidades internas por su sonado fracaso en noviembre de 2011 y a la vista de la herencia dejada, se ha instalado en una oposición chillona y poco eficaz que día a día pierde credibilidad ciudadana a la vista de la encuestas, haciendo realidad el dicho de Andreotti “el poder desgasta sobre todo al que no lo tiene”.

Es evidente y de sentido común que la situación que heredó el Gobierno del Partido Popular en noviembre de 2011 era el resultado de unas políticas concretas seguidas por el PSOE durante sus siete años de Gobierno. Y los ciudadanos votaron mayoritariamente para que se cambiase el rumbo, para que no continuaran unas políticas cuyos resultados y consecuencias aún padecemos. Y eso significa necesariamente reformar, cambiar todo aquello que no funcionaba o lo hacía deficientemente. Y lo que estamos comprobando día a día es que el PSOE se opone a cualquier cambio. Lo que no nos dicen es si quieren seguir con sus políticas fracasadas y rechazadas por los electores en 2011 o si han sido capaces en estos dos últimos años de elaborar una nueva orientación, una alternativa a si mismos y al Gobierno porque de su discurso diario es imposible deducir qué es lo que proponen, qué pretenden. Sólo escuchamos exabruptos, noes y más noes, descalificaciones y ni una sola propuesta sólida.

Todo esto lo estamos comprobando, una vez más, a propósito de la reforma educativa y del nuevo sistema para la concesión de becas. Somos el país europeo que gasta más en educación y uno de los que peores resultados cosecha. Pues algo habrá que hacer, pero lo que no se puede hacer es seguir como estamos, con una legislación educativa cuyos pobres resultados son evidentes y con un sistema que se muestra incapaz de alcanzar parámetros de eficacia y excelencia, pese a los ingentes recursos públicos destinados al mismo. En el contexto de esta vorágine opositora destructiva nada más fácil que hacer demagogia con las becas. Da igual y es inútil que el Ministro de Educación anuncie que en 2014 se incrementarán las partidas destinadas a las becas en un 20%. Para los socialistas y sus satélites se trata simplemente de una mentira, aunque no exista aún un borrador de las cuentas presupuestarias para el próximo ejercicio. Da igual también que la reforma pretenda vincular el sistema de concesión del dinero de los contribuyentes a los estudiantes a dos parámetros de sentido común: el nivel de renta del solicitante y su rendimiento académicos. Para los socialistas es simplemente inaceptable, quiebra, según ellos, el principio de igualdad de oportunidades.

En este contexto parece que toda pretensión de intentar dialogar y de llegar a acuerdos con la oposición es inútil. Una oposición que niega de facto legitimidad al gobierno para introducir reformas más que necesarias y urgentes no estará nunca por la labor. Y los ciudadanos tenemos que seguir tomando buena nota de ello. Hay quien quiere que se siga tirando nuestro dinero manteniendo un sistema de becas injusto e ineficaz en lugar de intentar reformarlo. Deben seguir pensando que el dinero público no es de nadie.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 22 de mayo de 2013

La reforma educativa.



En los distintos informes que evalúan los resultados de los sistemas educativos de los diferentes países existe una coincidencia generalizada: los datos relativos a España no son buenos, ni mucho menos. Según la mayor parte de estos informes la situación del sistema educativo español es francamente mejorable. En los últimos diez años, hemos aumentado el número de personas que alcanzaron un título de bachiller o universitario, pero mas del 47% de la población entre 25 y 64 años sólo cuenta con la educación obligatoria o menos, lo que nos aleja mucho de la media de los países desarrollados. En cuanto a competencias de los alumnos, España ocupa el puesto 18 entre los 25 países comunitarios evaluados en PISA 2009 y el fracaso escolar afecta a 28 alumnos de cada 100. Otro dato preocupante es que un 24 por ciento de jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja. Contamos con el mayor índice de Europa de desempleo entre los jóvenes, el 25 % de la población activa, consecuencia directa de la peor formación de nuestros jóvenes respecto a los europeos, a menor formación más desempleo.

Y no se trata de que en España se invierta menos en educación que nuestros vecinos europeos. No, ahí no parece radicar el problema a pesar de las reiteradas mentiras de la izquierda. Según estos mismos informes, España invierte por alumno un 6% por encima de la media de la OCDE y un 7% por encima de la media de la Unión Europea. Nuestra ratio de alumnos por profesor es inferior a la media europea. Y nuestros alumnos “padecen” también más horas de clase que la mayor parte de los alumnos europeos. En resumen, en España gastamos más dinero en educación que nuestros vecinos, empleamos más recursos humanos que los demás, invertimos más tiempo lectivo que la media europea y obtenemos unos resultados pésimos que nos sitúan en el furgón de cola en cuanto a conocimientos y equidad del alumnado. No hay que ser un lince para deducir que esta situación es consecuencia directa de las leyes educativas que durante décadas ha venido imponiendo la izquierda española, partidos y sindicatos. Y tampoco hay que ser un genio para deducir que no es posible seguir sosteniendo este modelo educativo y que anclarse en el inmovilismo conduce directamente al suicidio educativo.

Si este es el panorama, la cerril actitud del PSOE y sus satélites empecinados en el “no se toca” solo puede ser comprendida desde el deseo y el objetivo de seguir primando el adoctrinamiento ideológico sobre cualquier otra consideración. La reforma avanzada por el Ministro Wert apunta hacia posibles soluciones a los graves problemas que la izquierda ha generado en nuestro sistema educativo, pero lo hace de forma tímida y sin llegar a cumplir todos los compromisos recogidos en el Programa Electoral del Partido Popular que obtuvo el respaldo mayoritario de la sociedad española hace año y medio.

Y como era de esperar al inmovilismo y conformismo de la izquierda española, radicalmente contraria a criterios de excelencia, de libertad o de competitividad, se suma la tragicómica oposición de los nacionalistas quienes llegan a calificar de “atentado” el hecho de que se habilite un sistema para que cualquier niño pueda estudiar en español en cualquier parte de España. Algo tan simple y tan elemental como eso, impensable en cualquier otro país de nuestro entorno, es rechazado visceralmente por estos antidemócratas separatistas que, una y otra vez, se niegan a cumplir las reiteradas decisiones judiciales amparando ese elemental derecho. Hoy los hechos demuestran que fue un error romper la unidad educativa en todo el territorio nacional al transferir las competencias educativas a las Comunidades Autónomas como lo fue también transferir competencias en sanidad o romper la unidad de mercado. El principio constitucional de igualdad entre los españoles quedó desvirtuado y en la práctica supone que los españoles gozamos de diferentes derechos en función del territorio de residencia haciendo que, progresivamente, vayamos perdiendo cohesión social frente a una Europa que avanza en la dirección contraria.

Eso sí, los socialistas se van a servir una vez más de las autonomías para tratar de frenar o paliar las reformas educativas del Partido Popular, respaldadas por la mayoría electoral, y así lo han anunciado en Andalucía, por ejemplo. O en Asturias donde los socialistas ya se han puesto manos a la obra y para mejorar la calidad de la educación ya han adoptado una importantísima medida que seguramente causará admiración en toda Europa: ya no habrá vacaciones de Navidad ni de Semana Santa, pasarán a llamarse vacaciones de diciembre o de invierno y vacaciones del 2º trimestre. Todo un acierto que a buen seguro redundará en el rendimiento académico de los alumnos.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 9 de diciembre de 2012

La hiperbólica Valenciano.




Hay gente que lleva tanto tiempo metida en la política y viviendo de ella exclusivamente que termina por perder el sentido de la realidad e, incluso, el sentido de la medida y la proporción. El mundo de la política partidista y de la dependencia personal de la misma conlleva además el riesgo de percibir de manera exclusiva una visión sectaria y sesgada de la realidad y, además, que el sujeto, como todo vocero partidista que se precie, no esquive micrófono alguno, aunque para ello carezca del tiempo necesario para una sosegada reflexión previa a cualquier declaración, corriendo el peligro de dejar al desnudo la oquedad intelectual del mismo.

Dª Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, nada menos, es un claro ejemplo de lo anterior, de los resultados obtenidos por quien no ha conocido otro mundo que el de la política partidista ni otro punto de vista que el profundamente sectario que se incuba en la trastienda de cualquier partido político. En sus frecuentes intervenciones ante los micrófonos de los medios de comunicación, la Sra. Valenciano no escatima esfuerzos para evidenciar su formación, su talante democrático o su rancio sectarismo. Nadie la habrá escuchado jamás la más mínima autocrítica respecto a la gestión de su partido en los últimos años de Gobierno ni a los errores cometidos durante la misma.

Tampoco la habrá escuchado nadie la más mínima oferta de diálogo o de colaboración hacia el Gobierno. Su credo es “leña al mono” venga o no a cuento. Dice el dicho popular que la ignorancia es muy atrevida y la Sra. Valenciano es casi tan atrevida como su compañero D. Óscar López Agueda, el que no recordaba en un mitin tres motivos por los que hubiese que votar al PSOE.

La Sra. Valenciano, que no fue capaz de terminar ni la carrera de Derecho, ni la de Ciencias Políticas, estando tan ocupada como estaba en medrar en su partido, no hay día que no imparta lecciones sobre legislación o sobre política. Sus “perlas” suelen tender a la exageración, a la hipérbole parlamentaria, al incendio de la convivencia. Las últimas “perlas” las ha deslizado con ocasión de la presentación del proyecto de reforma educativa propuesto por el Ministro Wert. Dª Elena, tan comedida como siempre, ha manifestado lo siguiente: "Probablemente no se recuerde un ministro de Educación más ideologizado. Está haciendo una política educativa de la mano de la ideología más conservadora que pueda haber en España. Está quebrando el modelo tal como lo hemos conocido" y que "en el caso de Cataluña lo que está proponiendo directamente es un atentado contra la convivencia" en esa comunidad autónoma. ¡Ahí está! ¡Nada menos! De sus palabras habrá que deducir que los Ministros de Educación del PSOE no estaban “ideologizados”, no, ni mucho menos. Eran simples Hermanitas de la Caridad, eso sí, laicas, ministros “ni carne ni pescado”, válidos tanto para un roto como para un descosido. El problema de esta señora es que seguramente se cree sus rotundas afirmaciones o, lo que es peor, que los ciudadanos somos muy cortitos y nos las creemos.  Pero los frutos educativos de los gobiernos socialistas y sus leyes “Light” están ahí y son los que son. Hay que hacer una reforma del sistema educativo, eso es indudable y el sentido o la orientación de la reforma debe hacerla la mayoría parlamentaria de las Cortes, le guste o no a la inefable Sra. Valenciano.

Pero donde se lleva la palma y demuestra su auténtico talante la Sra. Valenciano es en la segunda parte, cuando señala que "en el caso de Cataluña lo que está proponiendo directamente es un atentado contra la convivencia". Pero ¿a dónde va Sra. Valenciano? ¿De dónde se saca esa catastrofista exageración? ¿Está tratando de alentar sentimientos antiespañoles para ver si levantan cabeza en Cataluña? ¿Dónde ha leído usted en el proyecto de reforma que se hable concretamente de Cataluña? Declaraciones incendiarias de esta calaña no contribuyen lo más mínimo a plantear un debate constructivo que permita el acercamiento de posturas para lograr una reforma educativa eficaz y con amplio sustento parlamentario y social. Asumir democráticamente una derrota electoral puede llevar su tiempo para quienes padezcan determinadas carencias democráticas, pero parece que transcurrido ya más de un año hacerlo impediría actitudes tan negativas como las que exhiben la Sra. Valenciano. Un poco más de sosiego, un poco menos de crispación y más diálogo es lo que se necesita en estos tiempos, Sra. Valenciano. Más reflexión y menos exabruptos.

Santiago de Munck Loyola