Nada nuevo bajo el sol. ¡Qué gran verdad! Basta con observar el agitado
panorama mundial en torno al video que caricaturiza a Mahoma para comprobar la
veracidad de este dicho. De ello puede dar buena cuenta el escritor británico
Salman Rhusdie, autor entre otras de la obra Los versos satánicos y condenado a
muerte por ello por el Imán Jomeini mediante una fatwa, un edicto religioso. La
publicación de Los versos satánicos en 1988, provocó la ira inmediata en el
mundo musulmán al entender que se trataba de forma irreverente a la figura del
profeta Mahoma. Rápidamente países como la India, Sudáfrica, Pakistán, Arabia
Saudita, Egipto, Somalia, Bangladés, Sudán, Malasia, Indonesia y Catar prohibieron el
libro el 5 de octubre, y Sudáfrica el 24 de noviembre. La violencia se desató
en algunos países musulmanes y murieron decenas de personas. Editores o
traductores fueron agredidos o asesinados en algunos países occidentales a
manos de los musulmanes. Los iraníes ofrecieron una recompensa de tres millones
de dólares por la cabeza del escritor británico quien durante muchos años ha
tenido que vivir bajo protección policial.
En 2005 el periódico con mayor tirada de Dinamarca convocó a los
dibujantes daneses a caricaturizar a Mahoma. Se recibieron en el periódico doce
caricaturas algunas de las cuales vinculaban al Islam con el terrorismo y se
publicaron. Los líderes musulmanes daneses y los embajadores de varios países
musulmanes en Dinamarca intentaron, sin éxito, presionar al Primer Ministro danés
para que interviniese. Éste se negó a ello alegando que se debía respetar la
libertad de prensa y ofreciendo los musulmanes la vía judicial para que
defendiesen sus posiciones. Un periódico noruego reprodujo las mismas
caricaturas en solidaridad por los ataques a la libertad de expresión de sus
colegas daneses. Periódicos franceses y alemanes actuaron igualmente. Y la
histeria y la violencia volvieron a extenderse por la mayoría de los países
musulmanes. Otra vez manifestaciones, asaltos y pillaje contra embajadas y
empresas occidentales, muertos en distintos países,… El mismo y siniestro
ritual que con Salman Rhusdie. Esta vez, algunos dirigentes occidentales
empezaron a criticar la libertad de expresión y a tachar de imprudentes y de
incitadores al odio religioso a los medios de comunicación que habían
desencadenado esta espiral de violencia.
Ahora, 24 años después del inicio del calvario del escritor británico la
historia se repite. El detonante en esta ocasión es un video de corta duración
en que se ridiculiza, al parecer, a Mahoma. El panorama sigue exactamente
igual: manifestaciones violentas de protesta en el mundo musulmán, violencia
contra los intereses occidentales, asesinatos, etc. La respuesta de los
musulmanes que en su inmensa mayoría no habrán podido tener acceso al video que
sólo circula por Internet es la misma que en ocasiones anteriores. Y es
evidente que esta respuesta obedece a la incitación de sus líderes religiosos y políticos.
Hace pocas horas el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido
que no se abuse de la libertad de expresión, ya que es un derecho que no
debería servir "para provocar y humillar los valores y las creencias"
de otros pueblos. Quizá debería haber sido más preciso y decir en lugar de “otros
pueblos”, del pueblo musulmán porque cuando se han hecho públicas obras
supuestamente artísticas que ridiculizaban a Jesucristo o a los budistas de la
ONU no ha salido el más mínimo comunicado. Por tanto, parece evidente que la
reacción de este organismo y de muchos dirigentes occidentales que estos días
están criticando con dureza a los autores de estas sátiras no obedece a un
sincero convencimiento de la necesidad de defender las creencias religiosas del
individuo o de los pueblos, sino al miedo y a la cobardía ante la violencia de
los musulmanes.
Desde luego, sería mucho más gratificante para no poca gente escuchar de
los líderes mundiales referencias a la carta de Derechos Humanos y en concreto
de dos Artículos de la misma. El Artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia
y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de
creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia,
individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.” Y el Artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad
de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa
de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Santiago de Munck Loyola