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miércoles, 15 de septiembre de 2010

DONDE LAS DAN LAS TOMAN.




Si hay algo que en política resulta especialmente repudiable es el transfuguismo, sea cual sea la cusa que lo origine. El tránsfuga secuestra la voluntad popular y al amparo de la ley se erige en salvador de la democracia. En todos los casos conocidos de transfuguismo siempre hay algo oscuro y repugnante tras la decisión de ignorar el mandato de las urnas y robar un escaño al partido político que lo obtuvo en las elecciones. Los tránsfugas siempre se envuelven en nobles ideales para justificar su despreciable decisión, pero son sólo palabras grandilocuentes que sirven para esconder móviles miserables y una bajeza moral y política intolerables. Nos guste o no, el mandato representativo lo reciben los partidos políticos a través de la elección de unas listas cerradas y eso es lo que los ciudadanos votan y lo que cualquier demócrata ha de respetar. Y cuando el cargo electo discrepa de forma irreconciliable con la formación política que lo ha aupado al escaño sólo tiene una salida digna para salvar su conciencia: dimitir y dejar el escaño para que lo ocupe el siguiente en la lista.

El pacto antitransfuguismo vigente en la década de los noventa señalaba, entre distintas medidas a adoptar en el caso de los tránsfugas, practicar el aislamiento social de los mismos y adoptar las medidas necesarias para impedir que fuera rentable practicar el transfuguismo, es decir, impedir que un tránsfuga recibiera más fondos públicos por hacerse tránsfuga que por seguir en su formación política. Pues bien, cuando en el PP de Rivas se produjo el caso de transfuguismo de Ana Martín Bermúdez la izquierda local, la gobernante y la instalada en los medios de comunicación, hizo caso omiso del citado pacto. Dado que se trataba de un claro perjuicio para el Partido Popular, el Gobierno Municipal y los medios de comunicación locales se dedicaron a jalear, a aplaudir y a potenciar a la tránsfuga Martín Bermúdez. De pronto, la tránsfuga pasó de percibir unas 30.000 Ptas. mensuales del ayuntamiento en concepto de dietas a más de 100.000 Ptas. al mes por haber constituido el Grupo Mixto (lo de Grupo tiene su guasa tratándose de una sola persona). Es cierto que la citada “señora” se apresuró a señalar en algún medio de comunicación local que todo lo que percibiera de más por ser tránsfuga lo donaría a una ONG. Ningún medio local se ha preocupado de conocer el destino de esos fondos públicos. Supongo que habrán ido a parar a “Tránsfugas sin fronteras” o a la “Asociación de Amigos de la Martín Bermúdez”. La TV local se deleitó dándole toda la cancha posible en su programación e incluso sigue sermoneando al respetable desde la aséptica e imparcial Revista-Anuncio de la comarca, la Revista del Este. Lo del asilamiento social no iba con la izquierda de Rivas. Todos los progres desde el bueno de Paco de Pablo hasta el último bendijeron esta caso de transfuguismo.

Pero la vida da muchas vueltas y como dice el dicho popular a cada cerdo le llega su San Martín. Mira por donde llegaron las elecciones municipales y autonómicas de 2003. Ganó la Comunidad Esperanza Aguirre pero sin mayoría absoluta. Fausto Fernández ya se veía como Vicepresidente de la Comunidad. Aún recuerdo una conversación en el despacho del Secretario del Ayuntamiento en el que Fausto se jactaba de lo bien que le iban las negociaciones con el PSOE, ya pensaba en el coche oficial de la Vicepresidencia, se pensaba quedar con urbanismo y, para que no dijeran nada, también con la María (sic) asuntos sociales, entre otras cosas. Y salta la sorpresa, al PSOE le salen dos tránsfugas (Tamayo y Sáez) y Fausto se queda sin nada, teniendo que devolver el traje de Vicepresidente. Gran indignación de la izquierda madrileña y en especial de la ripense, incluidos los periódicos locales. Los que durante 4 años habían estado alentando y aplaudiendo a la tránsfuga del PP ahora estaban indignados hasta la médula por los tránsfugas Tamayo y Sáez. Ahora el transfuguismo les parecía repugnante y detestable. ¡Vaya cuadrilla de hipócritas! Y es que como dice el refranero donde las dan, las toman.

Santiago de Munck Loyola