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jueves, 1 de abril de 2021

Comunismo o libertad, sí. Fascismo o libertad, también.

Nos toman por tontos, es seguro. O éso o es que ellos son tan tontos que se creen sus propias tonterías. Hace un par de días, todos hemos podido ver en las noticias cómo tres o cuatro personas increpaban a Pablo Iglesias en una visita electoral en Coslada, Madrid, y cómo el Sr. Iglesias, ampliamente protegido por guardaespaldas, se armaba de valor de macho alfa y se acercaba a los increpantes para responderles. Había más guardaespaldas que increpantes, por cierto. Pues les ha faltado tiempo a los podemitas para lanzarse al ruedo rasgándose las vestiduras hablando de acoso, de violencia, de exaltación del fascismo y del nazismo y de no sé cuántas cosas más, todas horrendas. ¡Venga ya! No os lo creéis ni vosotros mismos.

Dª Isa Serra, Portavoz podemita en la Asamblea de Madrid, sucesora de su hermana en el cargo como fiel reflejo del nepotismo imperante en Podemos, se ha apresurado, con cara compungida, a comparecer en las televisiones para denunciar “esa intolerable agresión” a su bien amado líder y cuando le han recordado el escrache que sufrió Begoña Villacís cuando estaba embarazada y que Podemos calificó de "movilización", ha dicho sin rubor alguno que "pretender comparar una movilización a favor del derecho a la vivienda con unos neonazis que están haciendo una exaltación del nacismo y fascismo es lo que no deberíamos hacer por parte de ningún poder público ni por parte de ningún medio de comunicación”. Claro que Dª Isa Serra sabe muy bien de lo que habla cuando se trata de escraches o de violencia. Dª Isa Serra, para no ser menos que otros cargos públicos de Podemos, está condenada por la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a 19 meses de prisión tras haberla considerado culpable de cometer los delitos de atentado a la autoridad, lesiones leves y daños por su participación en el intento de frenar un desahucio en el barrio de Lavapiés en 2014. 


Según la Sentencia “La acusada, integrándose en los grupos de personas, pues unas veces se encontraba en uno de los cordones y otras veces en el otro, que increpaban, insultaban y acosaban a los agentes, profirió insultos dirigidos a los agentes en general, así como en particular a una agente de Policía Municipal” a la que dijo “Eres cocainómana, mala madre, hija de puta, con todo lo que hemos luchado las mujeres, contigo se pierde todo, no te quieren ni tus propios compañeros” y a otra agente le espetó la siguiente lindeza “Hija de puta, puta, zorra; que te follas a todos los policías municipales. Vergüenza, si fuera tu hijo tendría que cogerte un arma y pegarte un tiro”. “La acusada, además de proferir insultos a los agentes, procedió también a dar empujones y lanzar objetos contundentes a los mismos”.


Que no, que no cuelan ni los argumentos, ni los lamentos de la “modosita” Dª Isa Serra. Como no cuela tampoco la gilipoyez soltada por el macho alfa podemita diciendo que “Vox y el PP enviaban a sus cachorros nazis” para amedrentarle. Pero, vamos a ver, alma de cántaro, ¿a quién crees tú que le vas a colar ese argumento? ¿eres tonto o te lo haces? Mira, Pablo, Pablito, marquesón: en primer lugar, ni Vox, ni el PP, tienen por costumbre organizar escraches a nadie y, en segundo lugar, si se les ocurriera la estupidez de organizarte un escrache para que pudieras hacerte la víctima no habrías tenido delante a tres o cuatro increpantes, sino a cientos o miles de personas. ¿Lo sabes, verdad?

Pero, al margen de la búsqueda tosca de la oportunidad para chupar cámara haciéndose las víctimas, los podemitas y muchos medios de comunicación tratan de colarnos una idea perversa. Así, en el mismo programa de Tv en el que comparecía Santa Isa Serra, la periodista Esther Palomera se apresuraba a sentenciar que “el fascismo es incompatible con la democracia”. Pues sí, Sra. Palomera el fascismo es incompatible con la democracia, pero parece que se le olvida que el comunismo también. El comunismo es una ideología profundamente antidemocrática. Los comunistas nunca lucharon en España ni en ningún otro lugar del mundo por la libertad y cuando dijeron hacerlo solo fue de forma instrumental como medio para después suprimir las libertades e implantar la dictadura del proletariado. Y el comunismo como praxis política ha sido, como el nazismo y como el fascismo, profundamente genocida. Ésa es la realidad. La ultraizquierda es tan peligrosa para las libertades ciudadanas como la ultraderecha. Y Podemos es la ultraizquierda. Dejen ya de blanquear a los comunistas y a la ultraizquierda. Son lo que son y creen en lo que creen. Y la mejor prueba de ello es la historia reciente con todos sus crímenes a cuesta sea en España, en Rusia, en Hungría, en Etiopía, en Camboya o en Cuba. Contra los enemigos de las libertades ciudadanas sean de derechas o de izquierdas no valen las dos varas de medir, el doble rasero que desde hace años muchos medios de comunicación, muchos comentaristas y muchos políticos aplican. Situadas las cosas en su lugar, en nuestra democracia deben tener los mismos derechos políticos la ultraizquierda que la ultraderecha. Comunismo o libertad, sí. Fascismo o libertad, también.

Santiago de Munck Loyola.




lunes, 20 de enero de 2020

Ni pin, ni pon: Derecho a objetar contra el adoctrinamiento de los hijos.


A veces la indignación o las prisas no son buenas consejeras y todos podemos caer en errores involuntarios. Quizás es lo que a muchos nos ha podido pasar al escuchar a la Ministra Celaá, tras el último Consejo de Ministros, decir que "no podemos pensar de ninguna de las manera que los hijos pertenecen a los padres" al manifestar la oposición del Gobierno a la implantación de eso que se ha venido en llamar el “pin parental” que no es otra cosa que la obligación de los centros educativos de informar a los padres de las actividades que se realicen en las aulas dentro de las actividades complementarias por parte de personal ajeno al centro docente y la autorización expresa de dichos padres para que sus hijos participen en ellas.

Tiene razón la ministra al afirmar que “los hijos no pertenecen a los padres” y la tiene fundamentalmente porque la “pertenencia” es una cualidad asociada al concepto de “propiedad”. Las personas, los seres humanos no pueden ser objeto de propiedad. La propiedad sólo es predicable de las cosas y de los animales. Así de simple. Y del mismo modo, los hijos tampoco pertenecen al Estado aunque esa pertenencia de los hijos, e incluso de los adultos, al estado omnipotente ha sido y es una constante en las ideologías totalitarias como el nazismo, el fascismo y el comunismo.

Es por consiguiente absurdo seguir entrando al trapo y debatir sobre a quién “pertenecen” los hijos. A nadie, es la respuesta, pero más importante que la idea de la pertenencia o de la propiedad son las ideas de la custodia y de la responsabilidad. Los hijos no son autónomos hasta la mayoría de edad y hasta entonces, y aún después en determinados supuestos, los padres son sus custodios y son los responsables de su crianza, alimentación, salud, formación, educación, ocio, etc. Son los padres, los progenitores, quienes en virtud de esa custodia y responsabilidad asumen toda una larga serie de obligaciones y de derechos, los padres y no el Estado. 

Un Estado moderno, democrático y sustentado en los valores de los derechos humanos sólo tiene un papel subsidiario frente al cumplimiento paterno de las obligaciones derivadas del correcto ejercicio de esa paternidad. Corresponde al Estado poner los medios educativos, sanitarios o sociales para que puedan ser usados por los padres para educar, cuidar y atender a los hijos y corresponde al Estado, mediante los oportunos mecanismos judiciales, intervenir cuando del incumplimiento de las obligaciones paternas puedan derivarse perjuicios para el menor de edad. Y no hay más. No hay que romperse la cabeza. 

No se trata pues de centrar el debate sobre la pertenencia o propiedad de los hijos porque es indiscutible. El debate hay que situarlo sobre el ejercicio de las responsabilidades que la paternidad conlleva y sus límites así como sobre el alcance de las facultades del estado. Y toca además hacerlo en relación al derecho de los padres a que sus hijos reciban o no determinadas enseñanzas en los centros escolares. Cuanto se habla del “pin parental” enseguida escuchamos a sus detractores proferir una larga lista de simplezas para descalificarlo. Pues bien, no se trata de que los padres puedan oponerse a que se impartan conocimientos de materias regladas. Si los padres creen que la tierra es plana o no creen en la teoría de la evolución no puede ser objeto de aplicación del “pin parental”. Se trata de conocimientos impartidos en el contexto de asignaturas regladas. De lo que se trata es de dilucidar si los padres pueden o no objetar a que sus hijos, fuera de las asignaturas regladas, es decir, en actividades complementarias, participen o no en las mismas. Y, atención, aquí tampoco se trata de poder objetar sobre los valores constitucionales. 

Se trata de poder oponerse y objetar a actividades o enseñanzas de adoctrinamiento religioso, político, moral, sexual, etc. Pretender educar a los niños en la llamada “ideología de género” es uno de los más claros objetivos de los detractores del “pin parental”, no nos engañemos, así se lo acabamos de escuchar a la ministra Montero. Y la ideología de género no es más que una ideología más, no es una verdad científica ni un dogma. Pretender desde el Estado inducir a los menores a experimentar sexualmente con su propio cuerpo, por citar otro ejemplo, va mucho más allá de lo que ha de considerarse un objetivo estrictamente pedagógico.

Pocas dudas pueden caber. La responsabilidad directa de la educación de los menores es de los padres, no del Estado. La familia tiene el deber y el derecho de educar y formar a sus hijos en los valores que mejor estime, en los valores acordes a los principios que sustentan nuestra convivencia y nuestra sociedad occidental. Y sí podría darse el caso de alguna familia yihadista que quisiera acogerse al “pin parental” para evitar la transmisión de los valores democráticos y occidentales a sus hijos, pero dicha hipótesis sería excepcional y la excepción no puede servir para descalificar una propuesta que busca preservar los legítimos derechos de los padres a proteger la educación de los hijos y a evitar su adoctrinamiento por parte del poder de turno.

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com