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jueves, 25 de noviembre de 2010

RIVAS: LA CIUDAD EDUCATIVA MUNICIPAL HIPATÍA.

La aprobación definitiva del vigente Plan General de Ordenación Urbana de Rivas-Vaciamadrid fue la culminación de un largo proceso técnico y político que centró vivamente la atención de los agentes sociales durante meses. La aprobación del PGOU por unanimidad en el Pleno municipal fue un logro no exento de dificultades y tensión. A primeros de julio de 2002, recibimos en la Oficina de Grupo Popular dos cajones con los documentos y planos del PGOU. Contábamos con poco más de dos semanas para su estudio antes del Pleno correspondiente. El concejal popular responsable del Urbanismo, José María García, se fue de vacaciones por lo que me tocó estudiar la documentación. Revisada la misma, presenté cerca de 100 enmiendas al proyecto, Muchas de ellas fueron aceptadas antes del Pleno pero había tres obstáculos fundamentales para que el Grupo Popular pudiera dar su voto favorable. Antes del Pleno, expuse la situación a los miembros del Comité y propuse la abstención si no se salvaban estas tres objeciones frente a la propuesta de voto favorable de José María García. El partido decidió condicionar el sí a la aceptación por parte del Gobierno Municipal de las tres objeciones citadas. No queríamos, ni mucho menos, paralizar el desarrollo del municipio y éramos conscientes de que el voto favorable de los tres Grupos Municipales ayudaría a la aprobación definitiva en la Comunidad. Lo cierto es que finalmente y en medio de un complicado plano, el Gobierno aceptó nuestra posición y dimos el voto afirmativo.

Una de nuestras objeciones era que en el PGOU se intentaba prohibir, y así se disponía, la existencia de equipamientos de carácter privado, por ejemplo, un colegio o un hospital. Parecía que la apuesta exclusiva por lo público era una cuestión de principio para la izquierda ripense. Ante la dudosa legalidad de esa norma en el PGOU y la necesidad del voto favorable del PP, la norma desapareció.

Vienen estos recuerdos a propósito de la reciente inauguración de un centro privado concertado en Rivas-Vaciamadrid, la Ciudad Educativa Municipal Hipatía. ¡Quién les ha visto y quién les ve ahora! De querer prohibir los colegios privados han pasado a regalarles suelo público, suelo de todos los vecinos. Eso sí que parece una súbita conversión al liberalismo. Algunos, haciendo gala de una simpleza sospechosa, afirman que se han visto obligados a esta cesión porque si no la Comunidad no iba a invertir en el Municipio. ¡Vamos, como que si esto fuera cierto no la habrían montado! ¡Menudo argumento para poder seguir practicando el victimismo! Pero no, no ha sido así.

Desde hace muchos años, para IU y, en especial, para el conocido como el can de los maestros, la educación ha sido un instrumento muy eficaz de control y expansión política partidista. Sin escrúpulo alguno han utilizado asociaciones, centros educativos y actividades para la práctica del proselitismo partidista. Baste recordar como fletaban autobuses y subían en ellos a los niños, sin autorización de sus padres, para llevárselos a manifestaciones en Madrid. Como también era conocida en ámbitos educativos la intención de un grupo de profesores de promover una institución educativa no pública, promovida por el propio Ayuntamiento. En esta ocasión no hay nada nuevo bajo el sol, no hay súbita conversión a nada. Se trata de una operación que viene de lejos.

No es de extrañar pues el cálido recibimiento a las autoridades de la Comunidad de Madrid. El Alcalde y sus correligionarios están francamente satisfechos con la Ciudad Educativa Municipal Hipatía. Han conseguido su objetivo a pesar de la aparente contradicción. Y si a algún defensor del humanismo cristiano y de la libertad le cabe alguna duda que se fije bien en el nombre del nuevo centro.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 23 de septiembre de 2010

LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE 2003.




Durante los 14 años que tuve el honor de presidir el PP de Rivas-Vaciamadrid nunca tuve que vivir una etapa tan dura y desagradable como la correspondiente a la precampaña y campaña electoral de la municipales del 25 de mayo de 2003. En un contexto personal y familiar difícil el escenario era todo menos alentador.

Dos factores fueron decisivos para ello. De una parte, la técnica habitual de la izquierda ripense consistente en municipalizar como eje de campaña temas ajenos a la vida municipal criminalizando a los miembros del Partido Popular. De otra, la división interna provocada por quienes no aceptaron los resultados de la democracia interna del Partido en virtud de los cuales yo volvía a ser candidato.

La Guerra de Irak y el Prestige fueron los argumentos principales de la precampaña. La izquierda de Rivas que con Felipe González había bendecido la participación española en la Guerra del Golfo no estaba ahora dispuesta a que se hablara de los problemas del municipio, de las carencias, de la corrupción en el Gobierno Municipal o de propuestas de futuro. Sólo se podía hablar de la Guerra de Irak y del Prestige. Y para ello movilizaron todos sus recursos y desplegaron sus habituales técnicas de distracción. Ni una palabra de condena para Sadam Hussein y su genocidio. Toda la artillería contra Aznar y el Partido Popular. Parecía que los culpables de las decisiones del Gobierno de la Nación eramos los modestos concejales del pueblo y los militantes y simpatizantes de nuestro Partido. Y no se cortaron a la hora de incitar al odio y de criminalizarnos con todas las armas posibles. Todo con tal de no hablar de su ineficacia y corrupción. Hubo en el mes de abril un tenso Pleno sobre la Guerra de Irak (como todo el mundo sabe la política internacional es competencia de los municipios) al que llevaron a sus huestes con el fin de intimidar e insultar a los concejales del Partido Popular. Más de 100 individuos ocuparon el salón de plenos y con la complacencia del Alcalde y sus concejales nos insultaron e increparon. Nos dijeron de todo: asesinos, hijos de puta e incluso algún escupitajo nos llevamos al salir por el estrecho pasillo que nos dejaron entre aquellos elementos. Recuerdo especialmente los gritos y la cara deformada por el odio de Luis Vega, empresario marxista ampliamente beneficiado por el Gobierno Municipal. Tengo que decir que los concejales del PP aguantaron el tipo y especialmente Omar Cuadrado que con mucha gallardía defendió las posiciones del Partido. Bueno, todos no. José Alfonso Díaz Blázquez (al que dedicaré un artículo especial sobre sus andanzas) sufrió un ataque de deslealtad y se negó a apoyar al Partido Popular. En ese ambiente de odio fomentado por socialistas y comunistas no es de extrañar que nuestra sede local sufriera varios ataques durante aquellos meses.

Junto a este panorama, surgieron los problemas internos cuyo origen ya he explicado en un artículo anterior. De una parte, en la Regional, gente como Gádor Ongil y Romero de Tejada me presionaban constantemente para que incluyera a José María García como número 2 de la lista quien en diciembre había manifestado a la prensa que nunca iría en una lista encabezada por mi. Siempre dije que podría incorporarse a la lista si rectificaba o desmentía esa noticia y siempre se negó. Más tarde, cuando se le ofreció el número 3 de la lista declinó la oferta. Y el tiempo pone a cada uno en su sitio. Hoy él está en un puesto directivo del Ayuntamiento por decisión expresa del Alcalde de IU. Por algo será.

Pero tanto él como sus aliados desplegaron todos los medios necesarios para erosionar al máximo los resultados que pudiera obtener el PP. Ya en diciembre, en la comida municipal con la tercera edad, la tránsfuga Martín Bermúdez se sentó en la misma mesa en la que yo estaba y, como si nunca hubiera pasado nada, trató de convencerme de que incluyese a José María en la lista. Pésimo avalista tenía José María. Tres meses después, hube de enfrentarme con la querella de la tránsfuga. Una querella sin fundamento no sólo contra mí, sino contra el PP que aparecía como querellado en un alarde de ignorancia jurídica. Nunca prosperaría esa querella en la que pedía nada menos que 50 millones de Ptas de indemnización como se demostró meses más tarde, pero el ruido mediático y el efecto negativo para el PP estaba conseguido.

Y llegó la campaña. Los seguidores de José María o descontentos por otras causas se negaron a hacer campaña y a ayudar. Algunos no acudieron a las mesas electorales a las que se habían apuntado como apoderados o interventores. Otros, sencillamente se negaron desde un principio. Luis Pardillos Checa que hoy es incomprensiblemente concejal me escribió una carta el 12 de mayo en la que decía que no ayudaba en la campaña porque en la lista no figuraba Antonio Martínez Vera. Y mira por donde, semanas antes los miembros del Comité, entre ellos Luis Pardillos, habían rellenado una encuesta anónima proponiendo nombres para la lista y Martínez Vera no había logrado ni un solo voto. Es decir, ni Luis Pardillos le había votado. Todo un ejercicio de cinismo. Incluso envió varias cartas a los afiliados descalificando al Presidente local. El día de las elecciones dejó colgada su mesa electoral. José María, según testimonio del candidato del CDS, promovió el voto negativo contra el PP y junto con José Alfonso, como ya no iban en la lista, tampoco ayudaron en la campaña y se negaron a ser interventores o apoderados. ¿Para qué si no iban a obtener beneficio personal alguno? Gema Rodríguez Casero que hoy trabaja para el Grupo Popular hizo campaña en contra del PP, se negó a ser apoderada o interventora, llegó a Insultar a los apoderados del Partido Popular del Colegio Electoral Las Cigüeñas, D. Luis Gil y D. Javier Ortiz, el día de la votación, promovió el voto nulo y lo ejecutó ante los apoderados del Partido Popular el día de la votación pegando en público una fotografía del concejal José María García sobre la papeleta del Partido Popular. Nicolás Rodríguez, miembro del Comité Electoral, vulneró el secreto de sus deliberaciones y se dedicó a torpedear constantemente con insultos y descalificaciones a los candidatos la campaña. Paz de las Pozas, Antonio Manuel Pérez Quijano, Pablo Segador Mascaraque, Celso Arenal Montalvillo y Jesús Bermúdez todos ellos miembros del Comité ejecutivo local fueron otras personas que incumplieron sus obligaciones y no ayudaron ni en la campaña ni en la Jornada electoral. Bochornoso.

Esa fue la realidad, la triste realidad. Nunca, ni en mis peores pesadillas, habría podido imaginar de lo que estos compañeros y “amigos” podían llegar a hacer contra el partido Popular. La no aceptación de la democracia interna, las ambiciones y las ansias inexplicables ante unas expectativas electorales modestas, la traición a unas siglas y a los compañeros fueron su norma de conducta. Su objetivo era evidente: erosionar al máximo los resultados electorales del PP para forzar mi salida. Esfuerzo inútil y repugnante porque mi marcha hacía tiempo que estaba decidida por mi mismo.

Santiago de Munck Loyola.