Translate

martes, 31 de enero de 2012

Espectáculo en Asturias.

Para cualquier observador de la vida política lo que está ocurriendo en Asturias es realmente sorprendente. No cabe la más mínima duda de que los votantes de centro derecha estarán tan sorprendidos como escandalizados ante el lamentable espectáculo que el Partido Popular de Asturias, como Foro Asturias están ofreciendo desde hace meses. La culminación de este circo político ha tenido lugar ahora con la convocatoria de elecciones anticipadas en el principado coincidiendo con la cita electoral de Andalucía.

Cada parte culpa a la otra de esta situación y seguramente la responsabilidad de que se haya llegado a este extremo de confrontación cainita es compartida. Quizás no se habría llegado a la actual situación de división del centro derecha asturiano y a la parálisis de todo un gobierno regional, si en su día se hubiesen impuesto en el seno del Partido Popular mecanismos de democracia interna, es decir, si los afiliados asturianos del Partido Popular hubiesen tenido la oportunidad de decidir limpia y libremente quién debía encabezar el proyecto popular en esa Comunidad Autónoma. Pero no fue así y no porque los Estatutos del Partido Popular lo impidiesen, sino porque el Génova 13 tienen más poder “los pasillos” que la voz de los afiliados.

Resulta descorazonador escuchar hoy al Sr. Pons las declaraciones tan simplistas con las que ha despachado la cuestión: que el Sr. Álvarez Cascos ha fracasado, que no ha sabido dialogar y que los asturianos van a tener que pagar el coste económico de unas elecciones anticipadas por culpa del Sr. Cascos. Y se ha quedado tan fresco. Ni un ligero asomo de autocrítica, ni un solo mensaje de preocupación por el desgobierno, que tanto el Partido Popular asturiano, como Foro Asturias, están generando. Dos no riñen si uno no quiere, pero aquí es evidente que los dos llevan meses dispuestos a reñir.

Es incomprensible que ambos partidos de centro derecha sean incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar unos presupuestos, máxime con la que está cayendo. Pero resulta más incomprensible que el Partido Popular Asturiano prefiera que la Comunidad Asturiana se siga rigiendo por los presupuestos socialistas del anterior gobierno antes que pactar un presupuesto de transición con el Gobierno del Sr. Cascos.

Habrá que confiar en que al menos unos y otros tengan la decencia política de no contarnos la existencia de dificultades políticas o ideológicas insalvables para poder llegar a acuerdos de gobernabilidad porque todos somos conscientes de que detrás de todo este circo se esconde una larga historia de enfrentamientos personales, de mezquindad, de ruindad política, de amiguismos, de complejos, de favores, de odios y traiciones.

Aquí se echa de menos la grandeza de miras y la generosidad que se supone deberían impregnar la personalidad de quienes aspiran a ofrecer lo mejor de si mismos y de sus partidos a sus conciudadanos. Es evidente que a clásica enumeración de categorías de adversarios políticos hay que añadir una cuarta, la de excompañeros de partido. Y Asturias no se merece todo ésto.

Santiago de Munck Loyola