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jueves, 17 de abril de 2014

Alicante sí.


La provincia de Alicante, nuestra provincia, necesita iniciar un profundo cambio en su tejido político para conquistar el puesto y el protagonismo que por su peso le corresponde en el mapa español. Esta necesidad de cambio se deduce claramente de la constatación de dos circunstancias que objetivamente no pueden negarse y que están íntimamente ligadas. La primera circunstancia es que Alicante no recibe ni del Estado ni de la Comunidad Autónoma el trato inversor que por su población y características merece. Las cifras cantan y demuestran una realidad más que preocupante. Nuestras actuales circunstancias económicas, tasa de desempleo o renta media, por ejemplo, son consecuencia directa de años de desequilibrio inversor, del lastre que supone una administración autonómica arruinada que asfixia nuestra potencialidad y de la ausencia de políticas y proyectos nacidos desde Alicante y para Alicante. Somos la cuarta provincia española más poblada con 1.950.00 habitantes, la quinta en densidad de población y la tercera provincia española en número de residentes extranjeros (más del 24 % de la población) de los cuales más de 184.000 son ciudadanos comunitarios. Y, sin embargo, por poner dos ejemplos, la inversión en infraestructuras del Estado en la provincia nos situó este año en el puesto 40 y tradicionalmente somos la provincia que menos inversiones percibe de la Generalidad Valenciana. Tenemos una tasa de desempleo superior a la media nacional a pesar de la peculiaridad que supone la población residente comunitaria, las pensiones medias de los alicantinos son inferiores a la media nacional y nuestro nivel de bienestar es un 14 % inferior a la media española. Da la sensación que para muchos Alicante no existe desde una perspectiva política.

La segunda circunstancia que exige un profundo cambio es la situación, la composición y la actuación de su actual tejido político. Son los actuales actores del sistema político y el propio sistema en si los causantes de que Alicante esté como está. Es evidente que la fotografía actual de nuestra provincia se debe a quienes han gobernado sus instituciones durante los últimos años y a quienes han sido incapaces de promover alternativas creíbles. Todos los resultados electorales de nuestra provincia de los últimos años señalan que el electorado alicantino se inclina de forma mayoritaria por opciones de centro derecha, casi el 60 % de los votantes, y dentro de este espectro político la fuerza mayoritaria ha venido siendo el Partido Popular. Mientras, la izquierda se ha mantenido fragmentada (UPyD, PSPV, EU, Compromìs, etc.) y dentro de ella el partido mayoritario, el PSPV, ha sido incapaz de apaciguar sus disputas internas y de generar, al menos en la capital, un discurso mínimamente creíble; en el campo del centro derecha el PPCV ha mantenido una clara hegemonía que, sin embargo, empezó a quebrarse en los últimos años. De hecho, ya en los comicios municipales, los partidos independientes nacidos de escisiones del PP alcanzan la nada despreciable cifra del 10 % de los votos en la provincia. Grupos y partidos organizados en torno a figuras como Domigo Soler en la Vega Baja, Miguel Picher en Elche o Gema Amor en Benidorm, por citar solo a algunos, ponen de manifiesto que el monolitismo popular está terminando un ciclo político. Orihuela, Elche, Catral, Benidorm, Torrevieja, Albatera,… son algunos de los municipios en los que este fin de ciclo se está poniendo de manifiesto.

El centro derecha alicantino no puede seguir monopolizado por un partido incapaz de combatir la corrupción, enemigo de la regeneración democrática, dirigido por arribistas, medradores e incompetentes, camarillas de incapaces que han arruinado esta Comunidad y que no pueden defender los legítimos derechos de los alicantinos porque son individuos sometidos a condicionantes e hipotecas exteriores. La manifiesta incompetencia de José Ciscar, la falta de escrúpulos éticos de su mano derecha José Juan Zaplana y los variopintos clanes y tribus familiares que desde hace años controlan, monopolizan y manipulan el centro derecha no pueden, ni quieren apostar por una provincia fuerte y pujante.

Alicante cuenta con un potencial humano y territorial de primer orden que se encuentra frenado por una clase política y unas estructuras políticas que la asfixian. La dependencia política y administrativa de la Generalidad Valenciana es otra losa sobre el futuro y el progreso de nuestra provincia. Por ello es la hora de la valentía y de la responsabilidad, de la generosidad y de la altura de miras, sin complejos y con convicción. Los ciudadanos y los políticos que no tienen otra hipoteca que la del servicio a sus vecinos, los que creen en Alicante y en su gente, los que  creen en los principios éticos y políticos que comparte ese 60 % del electorado y los que creen que no es posible avanzar sin regenerar nuestro sistema político tienen ante si un importante reto, aparcar diferencias, nominalismos y localismos para construir una alternativa sólida, un movimiento político de y para la provincia de Alicante. Hay gente, hay ganas, hay razones y hay, sobre todo, una causa, Alicante. ¿Por qué no ponerse ya manos a la obra?

Santiago de Munck Loyola