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martes, 25 de abril de 2017

La dimisión de Esperanza.


Ahora que muchos aprovechan para hacer leña del árbol caído, vaya por delante mi respeto y afecto por Esperanza Aguirre, aunque sea crítico con ella. Hay dos cosas que nunca le ha perdonado la izquierda: ser liberal y haberles ganado una y otra vez en las urnas. 

Por ello, la dimisión de Esperanza Aguirre como Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid está sirviendo de válvula de escape para la inquina, la bilis, el revanchismo y las miserias de toda clase de gente, dentro y, sobre todo, fuera del PP. Yo lo palpo muy cerca. Pero es inevitable, majaderos y miserables abundan.

Con sus luces y sus sombras en su gestión pública, Aguirre representaba el éxito de haber situado a la Comunidad de Madrid a la cabeza económica de todas las comunidades autónomas; representaba un matizado liberalismo que levantaba sarpullidos en la izquierda y en algunos ámbitos del propio Partido Popular y, sobre todo, representaba para muchos un modo de hacer política claro, directo y sin complejos ante una izquierdona tan rancia como sectaria. Se pregunta hoy “Monseñor” Iñaki Gabilondo en su sermón de El País ¿por qué ha dimitido en el fondo Esperanza Aguirre? ¿Dónde está el listón o cuantos códigos éticos pululan en el PP para que Esperanza Aguirre tenga que dimitir no estando imputada en ninguna causa y otros líderes  nacionales no tengan que hacerlo? Buenas preguntas. Y, a bote pronto, da la impresión de que Esperanza Aguirre, consciente de lo que representaba y habiéndolo sido casi todo en política, ha decidido no someterse al linchamiento mediático que le estaban preparando, depurar su responsabilidad política por sus errores en sus tareas “in eligendo e in vigilando” y, de paso, prestar un último servicio a su partido marcando, por cierto, el camino que deberían seguir muchos otros.

Esperanza Aguirre era desde hace tiempo una nota discordante en un partido monolítico, absolutamente incapacitado para percibir, no ya las demandas de la calle, sino las de su propia militancia. Muchas de sus ideas y propuestas lanzadas desde hace 4 años no sólo fueron despreciadas por la guardia pretoriana rajoyana de Génova sino que irritaron profundamente. Y, sin embargo, esas propuestas iban en la buena dirección. En febrero de 2013 habló de la necesidad de que quien vaya a ocupar un cargo público haya cotizado previamente a la seguridad social, es decir, que sepa lo que es ganarse la vida por su cuenta, sin el paraguas del partido. No le faltaba razón, aunque su entorno se nutría de gente que nunca lo había hecho. En mayo del mismo año, Esperanza Aguirre manifestó que "con elecciones internas para encontrar a los dirigentes, los militantes de base se sentirían mucho más involucrados en la vida del partido". Nada más sensato ni más lleno de sentido común que esa reflexión. Y en septiembre manifestó que “ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida interna de los partidos" y, reclamó implantar un sistema electoral con listas abiertas y primarias para designar candidatos. En definitiva que aportaba algunas reflexiones que podrían haber permitido contribuir en algo a que el sistema político se regenerase.

Sin embargo se equivocó a la hora de conformar sus equipos porque usando el mismo sistema de designación cuya reforma proponía no supo elegir, no supo vigilar y no supo escuchar lo que eran algo más que rumores. Cuando alguien tiene la facultad de realizar cientos de nombramientos puede equivocarse, pero se ha de pagar por ello. ¿Cuántos políticos se han equivocado igual? ¿Quién puede poner la mano en el fuego por alguien al que designa directamente a un cargo, aunque sólo pueda nombrar a uno?

Pero ¿sirve de algo esta dimisión al PP? Tal y como están las cosas parece que no. El Partido Popular es una especie de tortuga, desesperadamente lenta en sus movimientos regeneradores, tremendamente asustadiza que esconde la cabeza a la mínima y prácticamente ciega. Es una tortuga incapaz de aprender de los errores y que marcha lenta pero inexorablemente hacia el precipicio.

Buena prueba de ello es lo que está ocurriendo en Valencia donde Génova trata de impedir o dificultar la concurrencia de varias listas a la Presidencia provincial (así lo ha hecho saber Maíllo el amigo de Aida Nízar) o en Alicante, sin ir más lejos, donde gente como José Ciscar, Presidente Provincial de Alicante, responsable del mayor desastre electoral del PP en la Provincia, se  presenta a la reelección sin que surja ninguna candidatura alternativa, pese a ser público y notorio que es un declarado enemigo de la transparencia, de la democracia interna y de la regeneración democrática al igual que su mano derecha el diputado José Juan Zaplana.

El actual PP ha sepultado ideológicamente al centro derecha. Se ha conformado con convertirse en un partido refugio para el voto del miedo al grito de “que llega Podemos” y con ello ha abandonado la idea de una profunda regeneración, de la asunción real y a todos los niveles de responsabilidades políticas, del desarrollo de iniciativas políticas de calado y del cumplimiento de su propio programa electoral. Siempre hay una excusa. Antes que lo prioritario era arreglar el desastre económico heredado. Ahora la insuficiencia parlamentaria. Y uno no puede, por menos, que preguntarse y para qué quieres gobernar si no puedes ni tan siquiera cumplir con un mandato europeo como en el caso de los estibadores portuarios.

El PP ha vuelto a perder un referente ideológico o, al menos, un referente dinamizador del debate interno, algo tolerado exclusivamente a personas con relevancia interna como Esperanza Aguirre. Eso sí, el PP ha ganado con esta dimisión más pax rajoyana, más uniformidad discursiva y más encefalograma plano. Cuando el PP sea desconectado de los sistemas de soporte vital, las administraciones públicas, tendrá serias dificultades para sobrevivir. Y si no, al tiempo.

Santiago de Munck Loyola

lunes, 15 de febrero de 2016

Hora de Ppasar Ppágina.


No es difícil imaginar cómo se deben de sentir estos días millones de votantes del Partido Popular y miles de sus abnegados y honestos militantes con la lluvia incesante de noticias relacionadas con la corrupción que salpica a diferentes dirigentes del partido. Junto a cierta indignación, por lo que a todas luces es un tratamiento informativo sesgado y comparativamente injusto ante la sordina mediática a los escándalos socialistas tan graves o más que los del PP, la mayoría sentirá desencanto, impotencia y rabia, se sentirán engañados y defraudados por tanto comportamiento político miserable y delictivo.

He sido del Partido Popular durante 31 años hasta que la cuadrilla que dirige el PP de Alicante promovió que me expulsaran en octubre de 2013 por denunciar la corrupción y pedir la regeneración del partido. Fundé el PP en Rivas-Vaciamadrid en 1989 y fui su Presidente Local hasta 2003. He sido concejal del Partido Popular durante 12 años en tiempos muy difíciles. He sufrido insultos, desprecios, descalificaciones y amenazas por ser representante electo del Partido Popular. 

He pasado miedo, no me avergüenza decirlo, y mi familia también lo sufrió. He visto mi nombre pintado en fachadas y he padecido durante años el sectarismo y la violencia verbal de mucha gente de izquierdas en el que era mi municipio, Rivas-Vaciamadrid. He visto como se incorporaban al Partido medradores, espabilados, amigotes de los de arriba, gente sin escrúpulos y sin ideología, he visto como gracias a los “dedazos” ascendían en la estructura del Partido y hoy los veo en los titulares menos edificantes de los medios de comunicación.

No pertenezco al Partido Popular y, sin embargo, siento mucha pena e indignación ante cada una de las noticias que le salpican. Creía y sigo creyendo en unos principios y unos valores que enarbolaba el Partido Popular y es evidente que muchos dirigentes del mismo nunca han creído en ellos. Más bien los han usado y manipulado para alcanzar el poder en beneficio propio. Pensaba y pienso que todos los sacrificios y esfuerzos de tanta gente honesta y trabajadora merecían la pena para ayudar a transformar nuestra sociedad y es evidente que muchos dirigentes los han empleado para su enriquecimiento personal.

Me duele y me indigna cuando algunos aprovechan para pedir la ilegalización del Partido Popular a causa de todos los casos de corrupción que vamos conociendo día a día porque el Partido Popular no es su cúpula pusilánime, el Partido Popular no es el conjunto de cargos públicos corruptos o presuntamente corruptos que se van destapando, el Partido Popular es otra cosa. Son los cientos de miles de afiliados honestos y los miles de cargos públicos decentes a los que unos cuantos han denigrado con sus comportamientos. La corrupción no tiene un ADN político concreto, no tiene ideología. Pero si de algo adolece el Partido Popular, si hay algo que ha facilitado esta escandalosa situación, es precisamente la falta de democracia interna, unos estatutos que impiden al afiliado elegir y controlar a sus representantes. En definitiva, la ausencia de mecanismos internos de elección y de control.

Hoy por hoy, la gente de derechas o de centro derecha está más huérfana que nunca. Muchos votaron al PP el 20D con la nariz tapada. Muchos lo hicieron por miedo a los podemitas y a sus aliados y pocos con una profunda convicción moral y ética. ¿Cuántos votantes del PP el 20D pensaron que su voto iba a servir para situar, por ejemplo, a Celia Villalobos en la Vicepresidencia del Congreso?

Y frente a tanta voz oportunista dentro del propio PP, hay que decir claro que esto no se arregla con una refundación teledirigida del Partido Popular. Muchos de los dirigentes del PP tienen que seguir el ejemplo de Esperanza Aguirre y hacerse a un lado. Hoy más que nunca, España necesita un nuevo proyecto reformista, liberal y conservador que aúne voluntades, que promueva la confluencia de tantos y tantos ciudadanos comprometidos con la defensa de los principios que el PP abandonó y que hoy se encuentran muy lejos de los dictados de Génova 13. Con la pena, con los lamentos o con la decepción el centro derecha no va a ir a ningún sitio. Es hora de ”ppasar ppágina”. Hace falta ya una reacción colectiva para reconstruir un proyecto que sea capaz, desde las bases, de hacer frente a esta izquierda demagoga, revanchista y profundamente sectaria que amenaza el futuro y la propia unidad de España.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Alonso contra Aguirre.


Hace unos días, la presidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, publicaba en su Blog un interesante artículo titulado "Ha llegado la hora" en el que desarrollaba algunas reflexiones sobre la necesidad de aumentar el protagonismo y la capacidad de decisión de los militantes del Partido Popular. Señalaba que “ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida interna de los partidos" y, reclama implantar un sistema electoral con listas abiertas y primarias para designar candidatos.

Esperanza Aguirre dice que “con el actual sistema que impera en los partidos a la hora de designar a los candidatos a las elecciones resulta que, para lograr ser candidato, es más importante cuidar a los líderes y a las cúpulas de los partidos, que son los que elaboran las listas, que ocuparse de los ciudadanos, que son los que votan”. Y consecuentemente la Presidenta Popular madrileña señala que “en España, por el contrario, todos los políticos tienen claro que deben sus puestos (y su sueldo) a las cúpulas de los partidos que los ponen en las listas, y por eso es tan difícil encontrar una voz ni mínimamente crítica hacia esas cúpulas por parte de los políticos que les deben el puesto”. Añade también Esperanza Aguirre que “nadie quiere conocer de verdad la opinión y las ilusiones de esos miles de militantes que lo dan todo por los ideales y por los objetivos de su partido, que llenan las plazas de toros y los estadios de fútbol para apoyar a sus líderes, que trabajan desinteresadamente en las campañas electorales, que son interventores y apoderados en las elecciones, y que defienden las posiciones de su partido siempre que tienen que hacerlo. También sería un chorro de aire fresco arbitrar los sistemas adecuados para que esas opiniones de los militantes de base lleguen a conocerse en las cúpulas de los partidos. Y no cabe duda de que las primarias para designar candidatos podrían ser uno de esos sistemas”.

En definitiva, las reflexiones de Esperanza Aguirre, que coinciden plenamente con las propuestas de quienes promovemos la regeneración democrática de la vida política, apuntan a la necesidad de introducir importantes cambios organizativos internos en el Partido Popular que significan más democracia interna, más responsabilidad ante los electores y más participación de los militantes. Se trata de propuestas llenas de sentido común y de carácter plenamente democrático que merecen, al menos, debate y reflexión.

Sin embargo, hoy, el Portavoz Popular Alfonso Alonso, en su papel de guardián de la ortodoxia, se ha apresurado a despacharlas sin esgrimir el más mínimo sentido autocrítico. Según Alonso el PP cuenta ya con un sistema para la designación de los miembros de los órganos de dirección y de los candidatos, un sistema que, según él, ha sido decidido por los militantes. Alonso ha añadido que establecer primarias en el Partido Popular es una decisión que tienen que tomar sus militantes recordando que en el último congreso popular este asunto se planteó y se apostó por un sistema "que no era exactamente el de primarias" como el que propone Aguirre. Y ha añadido que esta propuesta de primarias se debe plantear "donde corresponde", esto es, "en los congresos para que pueda ser decidido por los militantes" del PP.

Pues bien, el Sr. Alonso debería saber que, hoy por hoy, el único foro en el que los militantes y simpatizantes del Partido Popular pueden debatir en libertad, si no te expediente el propio PP, está en la calle, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Hablar y debatir sobre primarias o listas abiertas no es malo y lo importante es que si alguno de estos temas o cualquier otro llega un día a otro congreso nacional sea después de un amplio y largo debate. Cualquier militante popular sabe, y el Sr. Alonso lo debería saber también, que la democracia interna en el Partido Popular es mejorable y nadie que no tema perder su posición debería tener miedo a ello. Al día de hoy, los militantes del Partido Popular no eligen en ningún nivel del mismo a sus candidatos a las elecciones locales, autonómicas, nacionales o europeas. Los candidatos siempre son designados por una instancia superior. El 90 % de los conflictos internos y rupturas del PP en muchos municipios se debe a que desde la instancia superior, provincial o autonómica, o bien se designan a candidatos sin liderazgo local o bien se fuerza la inclusión de advenedizos en las listas o bien se veta la presencia de determinadas personas. Pero nunca y basta repasar los Estatutos del Partido Popular para saber que no son los militantes los que eligen a los candidatos.

Algo parecido ocurre cuando se trata de elegir a los cargos orgánicos del Partido. Sólo a nivel local, los militantes tienen la oportunidad de elegir a sus Presidentes y siempre que no ocurra como ocurre en Alicante cuando en algunas ocasiones de interfiere en el proceso electoral anulando candidaturas, anulando elecciones o exigiendo al afiliado que esté al corriente de pago de la cuota en unos casos y en otros no. Por cierto, es muy curioso que al militante se le exija estar al corriente de pago de la cuota para poder votar pero no se le exija lo mismo cuando se le requiere para que sea apoderado o interventor en las elecciones. Y si subimos un escalón se acabó la participación del militante. Entra en juego entonces la figura del compromisario, esa especie de delegado que votará lo que personalmente le plazca o le manden desde arriba pero que no tendrá mandato de sus electores. Y hay ocasiones, como en la ciudad de Alicante, donde ni se comunica a los afiliados que pueden ser compromisarios o que pueden elegir a compromisarios porque las plazas de compromisarios para un congreso (los que han de aprobar las ponencias o elegir a los líderes) ya están repartidas mediante pasteleo entre las diferentes “familias y sensibilidades” de la ciudad, tal y como en una ocasión me comunicó el Secretario General Provincial, José Juan Zaplana. Por tanto, no es del todo correcto afirmar que en los congresos del PP son los militantes del Partido los que toman las decisiones. Es más, el militante hoy por hoy no tiene derecho a presentar enmiendas a las ponencias en los congresos del PP.

Hay un gran margen de maniobra para profundizar en la democracia interna y en la participación del militante. Hoy resulta anacrónico que un militante no pueda asistir y votar en el congreso del Partido a través de las redes sociales y que tenga que estar representado por un compromisario al que, en muchos casos, ni ha elegido o que no pueda enviar telepáticamente sus enmiendas. ¿Por qué en un Partido con cientos de miles de afiliados éstos no pueden elegir directamente a sus líderes habiendo como hay medios informáticos para hacerlo? ¿Por qué se sigue usando un sistema de representación piramidal que filtra la voluntad del afiliado a través de delegados? No hay razones técnicas ni prácticas para ello. Profundizar en la democracia no sólo es bueno sino necesario para recuperar la confianza ciudadana y para regenerar el sistema político. Sólo es cuestión de principios y de voluntad política. Un servidor está con Esperanza Aguirre.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 18 de agosto de 2013

¿Expedientará el PPCV a Mariano Rajoy?


El pasado mes de julio nos fue notificada a Antonio Sobrino Ribes y a mi la decisión del Comité de Derechos y Garantías del PPCV por la que, tras analizar el supuesto expediente “informativo” que se nos había incoado meses antes, se acordaba suspendernos cautelarmente de militancia en el PP, abrirnos un nuevo expediente disciplinario por presuntas infracciones de varios Artículos de los Estatutos del PP sancionables con la expulsión del mismo y concedernos 15 días para presentar alegaciones. Esta decisión, no por esperada, deja de causar asombro por muchos motivos. En primer lugar, porque la suspensión cautelar de militancia tiene su miga. Es una decisión estatutariamente prevista para los casos en los que están implicados cargos públicos o cargos orgánicos que mientras se sustancia un expediente disciplinario podrían usar sus cargos para obstaculizarlo, pero no para simples militantes. Es llamativo que ni siquiera Bárcenas fuera suspendido de militancia en su día, pero los miembros del comité han debido entender que somos sumamente peligrosos y que si conservamos nuestros derechos de afiliados mientras nos “empapelan” podríamos, quizás, cometer algún estropicio irreparable.

En segundo lugar, sorprende por el desparpajo y por la presunta incapacidad de intentar cubrir las apariencias, es decir, de intentar que parezca que se guardan y respetan las garantías jurídicas procesales propias de una organización democrática en un país democrático. No creo incurrir en una descalificación o en una falsedad si afirmo que todo es una farsa. A nadie se le escapa que a los miembros del ilustre comité les importa muchísimo lo que hayamos o dejado de hacer los acusados y lo que podamos o no alegar en nuestra defensa. Les importa tanto que antes de iniciarse el procedimiento ya anunciaron el veredicto: la expulsión. Así, el 22 de enero el Diario ABC, en su edición de la Comunidad Valenciana, el corresponsal David Martínez publicó bajo el titular El PP expulsará a dos afiliados críticos con Castedo y Císcar lo siguiente “El comité de derechos y garantías del PPCV, que preside el alcalde de Sagunto, Alfredo Castelló, ha iniciado el procedimiento para expulsar del partido a dos militantes de la agrupación alicantina: Santiago de Munck y Antonio Sobrino”. Es decir, antes de abrir el supuesto expediente informativo los responsables del Comité de Derechos y Garantías del PPCV filtraron a la prensa que ya habían dictado sentencia, que nos iban a expulsar del PP por ser críticos. Que nadie piense que se trata del más puro estilo bananero, no. Un fallo lo tiene cualquiera y el hecho de que se filtrara a la prensa la circunstancia de que sin haber empezado juicio alguno ya hubiera sentencia, no quiere decir nada. Aquí se guardan las formas y aunque ya haya sentencia sin conocer ni los hechos ni las acusaciones, se tramita ahora un segundo expediente y hasta se nos ha concedido un período de alegaciones y de prueba. ¿Es todo esto una farsa? ¿Alguien duda de la ética o moral que anima a los miembros de tan selecto Comité?

En tercer lugar, sorprende aún más el contenido del pliego de cargos redactado por el Diputado autonómico Felipe del Baño. ¡Vaya papelón el suyo! Pero, en fin, cuando alguien se presta a ello sus buenas razones tendrá. No se trata sólo de que en el pliego de cargos se haya omitido cualquier referencia a las reiteradas infracciones de los Estatutos Nacionales cometidas por dirigentes alicantinos y que en su día y en el propio expediente informativo han vuelto a ser denunciadas por los acusados, sino que se construye una fabulosa teoría para intentar justificar el prejuicio establecido con unas frases y unos razonamientos que van a dar para toda una serie de artículos. Parece que en el Partido Popular todos somos iguales, pero unos más que otros y, por ello, algunos pueden infringir continuamente los Estatutos del Partido con total impunidad ya que en el ilustre Comité nunca se dan por enterados. Es más, parece que el Comité no tiene tiempo para resolver los recursos o las denuncias de los afiliados pero sí tiene tiempo para expulsarlos sin haber resuelto las anteriores. Que denuncias una infracción de los Estatutos cometida por los dirigentes alicantinos, pues a la calle. ¡Faltaría más! Eso sí, a la calle el denunciante no el denunciado. Entre todas las perlas del pliego de cargos hoy sólo voy a mencionar una. Señala D. Felipe del Baño y suscribe todo el Comité la siguiente frase: “el mero hecho de impulsar una campaña bajo la regeneración, y apoyar el lema, en comentarios que inducen a pensar que la corrupción campa a sus anchas en la organización del Partido, lejos de ser una opinión admisible en el debate democrático, es una falsedad inadmisible en cualquier foro. Está tachándose de forma injustificable y generalizada, de comportamientos antidemocráticos y corruptos a la totalidad de la organización del Partido”. Y se quedan tan anchos. Al parecer promover la regeneración es tachar de forma injustificable y generalizada a la totalidad del Partido de comportamientos antidemocráticos y corruptos. 

Sinceramente, un servidor lo ignoraba pero creo que hay más gente que lo ignora y no se imaginan la que les puede caer encima. Según el ilustre Comité, poner el acento en determinados valores es “dar a entender que no es esta la forma de actuar del Partido Popular”. Esperanza Aguirre debe desconocer estas innegables aportaciones a la teoría política de D. Felipe del Baño y demás miembros del Comité y, por ello, el pasado 6 de febrero de 2013 se atrevió a postular la regeneración democrática del Partido Popular. Según los medios de comunicación la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, ha insistido este miércoles en que es necesaria una "regeneración democrática" y, aunque ha explicado que se puede contar con ella para llevarla a cabo, ha remarcado que no contempla volver a la primera línea de la política pese a que ésta es su "vida". (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/06/madrid/1360149271.html) El 27 de julio de 2013, en una entrevista en la revista Yo Dona la Presidenta del PP del País Vasco, Arantza Quiroga, abogaba por una “regeneración política”. El Presidente Alberto Fabra, una vez más, el pasado 9 de junio apelaba a la regeneración y a la honorabilidad del partido (http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2013/06/08/fabra-apela-regeneracion-honorabilidad-partido/1005217.html)
Y aún más, en la pasada Convención Regional del PPCV el Presidente Rajoy animó al Presidente Fabra  para que persistiera en sus políticas de ajuste del déficit público y, al mismo tiempo, “para que siga con la tarea de la regeneración interna del partido” (http://www.elconfidencial.com/espana/2013/06/08/rajoy-apoya-al-pp-de-fabra-y-le-anima-a-que-siga-con-la-regeneracion-del-partido-en-valencia-122644). ¿Qué quería decir con ello el Presidente Rajoy? ¿Estaba insinuando acaso que hay comportamientos antidemocráticos y corruptos generalizados en la totalidad del Partido? ¿A que no? ¿Cómo es posible que tan altos responsables del Partido promuevan y animen a la regeneración democrática del PP? ¿Acaso desconocen la doctrina “del Baño”? ¿No saben que sus palabras son inadmisibles en cualquier foro? Alguien debería avisarles que la ignorancia de tan sesuda doctrina no es eximente de su cumplimiento y que cualquier día de estos los van a empapelar. ¡Seguro!

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 3 de julio de 2013

Contra la corrupción no valen las lágrimas de cocodrilo.


Durante las últimas semanas se han venido sucediendo distintas declaraciones de líderes del Partido Popular, Arantza Quiroga, Esperanza Aguirre, Ignacio González o Martínez Pujalte, por citar sólo a algunos, en las que manifiestan su asco, su vergüenza o bochorno por las continuas noticias relativas a presuntos casos de corrupción que afectan al Partido Popular. Todos ellos se hacen eco, de una forma u otra, del enorme disgusto o de la indignación que los casos de corrupción causan, no sólo entre los ciudadanos, sino también entre los militantes del partido que se sienten defraudados y, además, desorientados con las respuestas que estas informaciones reciben desde la dirección del Partido Popular.

Como decía Arantza Quiroga, el militante no puede comprender, ni acepta, que mientras su condición de militante exigía sacrificios económicos y personales, otros se lo estaban llevando crudo por el simple hecho de ostentar puestos orgánicos de responsabilidad, a saber, sueldos institucionales, más sueldos orgánicos en el partido más toda clase de gratificaciones o indemnizaciones. El militante no puede comprender, ni acepta, que compañeros del Partido que ostentan responsabilidades institucionales están incursos en diferentes procesos judiciales por corrupción sin que el Partido, en la mayoría de los casos, reacciones con firmeza apartándoles de los grupos populares institucionales alegando una supuesta defensa del derecho a la presunción de inocencia. Que se sepa, la defensa de este derecho no está reñida con la adopción de medidas cautelares como le ocurre a cualquier ciudadano no perteneciente a la clase política.

La falta de una reacción contundente y convincente por parte del Partido Popular sigue alimentando la desafección ciudadana en general y el profundo malestar en particular de los militantes populares. Bueno, lo de la falta de reacción no es del todo cierto, a algunos militantes se nos quiere expulsar del Partido por criticar conductas inadecuadas y por exigir más honradez. Y es que no basta con expresar públicamente sentimientos de indignación, de bochorno o de asco ante esta situación. La pública expresión de sentimientos está muy bien para copar los titulares de los medios de comunicación y para tratar de mostrar cierta empatía con el militante, pero no es suficiente. Los sentimientos deben traducirse en ideas y las ideas en acciones concretas que sirvan para corregir los problemas y para demostrar, con hechos, la firme actitud del Partido Popular ante el grave problema de la corrupción. Y eso solo puede lograrse combatiendo sus causas. Hacen falta hechos ejemplares, medidas eficaces y una eficaz comunicación ante los ciudadanos. El Partido Popular no es un partido de corruptos aunque haya en su seno algunos aprovechados y eso debería quedar bien claro. Pero ese mensaje no cuajará sin acciones concretas.

Algunos, además de denunciar este estado de cosas, no nos hemos venido limitando a ello, sino que hemos venido proponiendo la adopción de medidas concretas que podrían contribuir a combatir la corrupción y los negativos efectos que se están produciendo en la imagen del conjunto de la clase política. Tanto a título individual como desde el Foro Esperanza Popular Movimiento de Bases hemos defendido la necesidad de promover una regeneración democrática de las instituciones y de sus gerentes, los partidos políticos. Entre otras, proponemos las siguientes:

En el ámbito interno del Partido Popular: más democracia interna promoviendo el protagonismo que corresponde a los militantes e incluso la democracia participativa de los mismos a través de las redes sociales de modo que puedan elegir directamente a sus dirigentes territoriales y participar en la elaboración de las candidaturas; el establecimiento de rígidas incompatibilidades de los cargos públicos: una persona, un cargo; más transparencia de modo que los militantes conozcan las cuentas del partido, las fiscalicen y sepan en qué se emplea el dinero; la adopción de un nuevo código ético más concreto que las normas actuales; prohibición del acceso a cargos públicos de personas sin experiencia laboral previa; exclusión temporal del los grupos institucionales populares de todo cargo público imputado que voluntariamente no solicite su baja temporal de los mismos; limitación de los mandatos tanto orgánicos como de representación; más cauces de participación y debate internos; establecimiento de la figura del defensor del afiliado que impida las persecuciones políticas internas y garantice el libre ejercicio de los derechos políticos recogidos en la Ley de Partidos; rendición de cuentas de los cargos representativos en las instituciones ante los militantes del ámbito territorial respectivo; prohibición de percepción de retribuciones por el desempeño de cargos orgánicos.

En el ámbito externo:
  • Elaboración de un Estatuto del Cargo Público que elimine los privilegios de la clase política: reducción de aforados, establecimiento del régimen fiscal general a todos los parlamentarios y el mismo régimen general de seguridad social a efectos de cotizaciones para las pensiones, eliminación de indemnizaciones por razón de cese, limitación de mandatos, limitaciones retributivas, limitación de puestos de libre designación en todas las administraciones públicas, nuevo régimen de incompatibilidades más severo, etc.
  • Aprobación de una Ley sobre Retribuciones Públicas que afecte a cualquier retribución que tenga su origen en fondos públicos ya sea abonada por administraciones públicas o empresas y/o asociaciones subvencionadas y que suponga una limitación de las cuantías mediante el establecimiento de una tabla salarial cuya máxima cuantía corresponda a la Presidencia del Gobierno.
  • Reforma de la Ley de contratación de las Administraciones Públicas de modo que se eliminen de la misma los criterios de discrecionalidad en la adjudicación de contratos.
  • Reforma de la Legislación sobre el Suelo para reducir los criterios subjetivos o discrecionales en la tramitación de las aprobaciones del planeamiento.
  • Reforma de las leyes procesales para agilizar la tramitación de los procedimientos penales.
  • Reforzar la independencia judicial despolitizando la elección de los órganos de gobierno del poder judicial.
  • Reforma de la financiación de los Partidos Políticos eliminando las subvenciones públicas de modo que se sostengan según la voluntad de su militancia y limitación y publicidad de las donaciones a los mismos.
  • Reducción del límite de los gastos de campañas electorales y fiscalización inmediata de los mismos por una nueva Sección de las Juntas Electorales.


Éstas son algunas de las medidas que hemos venido proponiendo, pero hay aún más otras medidas que podrían adoptarse. No basta con lamentarse, no basta con quejarse. Es preciso actuar con medidas concretas si de verdad se quiere dar un paso más, si se desea convertir las palabras en hechos y volver a recuperar la confianza ciudadana. De lo contrario habrá quien piense que las lágrimas sólo son de cocodrilo.

Santiago de Munck Loyola


martes, 21 de mayo de 2013

¡Bien por Esperanza!



No sé si Esperanza Aguirre está impulsando o no “una corriente de opinión” que algunos, sobre todo en la Comunidad Valenciana y en especial en Alicante, podrían considerar “contraria a los intereses del Partido”, pero lo cierto es que no somos pocos los militantes del Partido Popular los que nos sumamos a muchas de sus propuestas que, sin duda, podrían contribuir, de llevarse a cabo, a regenerar al Partido Popular y a combatir eso que algunos llaman la desafección de los ciudadanos hacia los partidos y la clase política y otros llamamos simplemente hartazgo. Hoy, sin ir más lejos, Esperanza Aguirre ha manifestado que "con elecciones internas para encontrar a los dirigentes, los militantes de base se sentirían mucho más involucrados en la vida del partido". Nada más sensato ni más lleno de sentido común que esa reflexión. Algunos lo han interpretado como una reivindicación de las primarias para el Partido Popular. Pero, primarias o no, unas elecciones internas libres, democráticas, sin tutelas ni fiscalizaciones superiores son un requisito esencial para que los militantes se involucren más a fondo con su partido.

Esta reflexión ha obtenido la respuesta inmediata de la Secretaria General: "En los congreso del PP hay libertad para presentarse”. Y no, no es así y lo debería saber. En los Congresos del PP, locales, provinciales, regionales o nacionales, junto a la “libertad y democracia interna teóricas” hay filtros y prácticas que limitan enormemente esa supuesta libertad. Muchas veces da la impresión que cuanto más alto se sube en las estructuras del Partido Popular más se desconoce lo que constituye la práctica y las costumbre de los aparatos del mismo. Los altos cargos, rodeados de aduladores y pelotas, terminan como el Rey de la leyenda, paseándose desnudos y sin reconocerlo, no sea que alguien les llame tontos.

La democracia interna y la participación de los militantes es mínima en el Partido Popular y eso lo sabe cualquiera, especialmente en la Provincia de Alicante como le debería constar a la Secretaria General aunque no tenga tiempo para contestar a los escritos de los militantes de la Provincia. Una cosa son los Estatutos, democráticos pero manifiestamente mejorables, y otra las prácticas que unos y otros se gastan. Y uno no habla de oídas, sino que lo ha vivido personalmente. Un servidor conoció de primera mano en 2008 el uso de algunos métodos repudiables para la obtención de avales para Rajoy por parte del Secretario General, Ricardo Costa, quien no tuvo inconveniente alguno en citar en Valencia a Alcaldes y Concejales para que firmaran ya los avales para el candidato, en una infantil y estúpida carrera a ver quién presentaba más avales, con la velada amenaza de que de no hacerlo podrían peligrar inversiones de la Generalitat o determinados trámites para sus respectivos municipios. Y hasta tal punto llegaron las cosas que muchos de los afectados se reunieron en la sede provincial con el entonces Presidente provincial para hacerle saber las presiones a las que estaban siendo sometidos. ¿Democracia interna?

Un servidor al igual que otros, cuando quiso ejercer su derecho y asistir como compromisario a un Congreso del PP, recibió la llamada del hoy Secretario General provincial, José Juan Zaplana, quien le comunicó que no podía presentarse para ir al congreso porque los puestos de la ciudad de Alicante ya estaban repartidos entre “las familias y sensibilidades” del partido en la ciudad y que, por tanto, su candidatura sobraba. ¿Libertad interna?

Y si hablamos de los congresos locales de la Provincia de Alicante podemos hacer un relato muy extenso de las “intervenciones” de la Dirección Provincial en los procesos electorales para influir de forma decisiva en la elección de Presidente locales afines, rompiendo la debida imparcialidad en toda elección democrática de los órganos superiores, como en el caso de Torrevieja donde se produjeron actuaciones poco ejemplares desde una perspectiva democrática. Y qué decir de Benidorm o de Elche.

El resultado de las intervenciones a favor de unos u otros candidatos en los procesos electorales internos por parte de los órganos superiores termina traduciéndose en rupturas del partido y en el establecimiento de liderazgos débiles y mediocres, aunque muy sumisos con la superioridad que parece ser lo único importante para algunos, haciendo con ello bueno aquello de que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. Y pare qué hablar de la designación de los componentes de las lista electorales a las instituciones públicas donde, por Estatutos, los militantes no tienen nada que decir ni proponer.

Para todo aquel que conozca mínimamente el funcionamiento de los partidos y el desorbitado poder de sus estructuras burocráticas resulta indudable que es preciso mejorar los niveles de democracia interna, de participación de la militancia y de apertura al cuerpo electoral. El problema estriba en que es algo tan asumido que el actual sistema interno es democráticamente aceptable que, incluso, los medios de comunicación a penas lo cuestionan. Hace tan sólo un par de días, un comentarista político en una emisora de radio comentaba sobre los posibles sucesores de un determinado presidente autonómico del Partido Popular. No se le pasó por la cabeza mencionar cual de los dos aspirantes podía contar con más apoyo entre los militantes del Partido Popular, sino que centró sus posibilidades sobre el apoyo que uno y otro recibían respectivamente de Mª Dolores de Cospedal y de Soraya Sáenz de Santamaría. Para el comentarista lo decisivo no era el respaldo de la militancia, sino el de los de arriba. La militancia, un cero a la izquierda.

Pues a esa reacción es a la que no nos queremos resignar quienes creemos en la democracia, en el incalculable valor de la militancia política. Los populares tenemos el sistema estatutario que tenemos, pero unos estatutos no son ni la Biblia ni las Leyes Fundamentales del Movimiento. Son mejorables y constituye una obligación moral y política trabajar por que así se haga. Más democracia interna, más participación y más libertad. Si esa es la “corriente de opinión” que impulsa Esperanza Aguirre, yo me sumo.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 1 de mayo de 2013

Frente a la comprensión y paciencia, más esperanza.



La cifra de 6.202.000 parados, las nuevas medidas y las negras previsiones anunciadas por el Gobierno el pasado viernes y las distintas y contradictorias declaraciones de varios dirigentes gubernamentales conforman un paquete difícil de digerir para cualquiera. Hace poco menos de una semana los Ministros de Guindos y Montoro, incluso el propio Presidente, declaraban que no iban a hacer falta nuevos recortes, que las autoridades europeas no exigían más ante los recortes ya llevados a cabo y que no habría, en palabras del propio Rajoy, más “hachazos”. Días después, el propio Presidente Rajoy nos anunciaba recortes adicionales en 2013 por importe de 3.000 millones de euros ¿navajazo en vez de hachazo? El viernes pasado, la Vice Presidenta, Sáenz de Santamaría, pedía comprensión a los ciudadanos y el domingo era Rajoy era el que pedía paciencia a la vez que repetía que el gobierno “sabía a dónde iba”.

El problema no radica en “saber a dónde se va”, sino que lo que es discutible es el camino elegido para llegar al destino. Es muy probable que sin todas las reformas emprendidas por el Gobierno de Rajoy y todos los sacrificios impuestos a los ciudadanos hoy estaríamos mucho peor. Es muy probable que de haber seguido con las políticas socialistas hoy España estaría intervenida con muchos más recortes que los hasta ahora impuestos y con una tasa de paro todavía peor. Pero el problema es que para lograr esto, el Gobierno ha optado por unas medidas contrarias a su programa electoral y a los propios principios definidores de la acción política de un Gobierno del Partido Popular. Es decir, que el Gobierno del PP ha elegido un camino diferente al que prometió y que a la luz de los resultados y, sobre todo de las negras previsiones, es mucho más largo y tortuoso de lo esperado.

Sáez de Santamaría nos pide comprensión y Rajoy paciencia. Sinceramente es muy difícil comprender por qué se han abandonado las políticas y los principios del programa del Partido Popular para aplicar unas medidas que sólo en parte obtienes resultados precarios, sobre todo en la contención del déficit, y es más difícil aún ser comprensivos cuando nadie se toma la molestia en explicar a los ciudadanos el por qué de dichos cambios. La paciencia pedida por el Presidente no es otra que la resignación ante el sufrimiento que la situación actual impone. Según se recoge hoy en vozpopuli.com el propio Gobierno admite que el impacto de las medidas que ha venido adoptando ha sido perjudicial para el crecimiento económico y para la creación de empleo. Los recortes y las subidas de impuestos del Gobierno son las responsables del desplome de la economía. En el Plan Nacional de Reformas remitido a Bruselas para el año 2013 se admite que el crecimiento económico se ha frenado un 2,58% en un año como consecuencia de unas políticas que también han dado como resultado un aumento del 1,9% del paro. El Ejecutivo sostiene que esas cifras se tornarán positivas a en una década cuando, según sostiene, el empleo crecerá un 9,12% gracias a las que bautiza como "medidas de consolidación fiscal". Es decir, que sanear las cuentas públicas y el sector financiero, bases imprescindibles para crecer, han supuesto en un primer momento un frenazo al crecimiento y, consecuentemente, un mayor desempleo.


Los que hoy hablan sin pudor alguno de “austericidio”, aplaudieron ayer el “despilfarricidio” cuyas consecuencias estamos pagando ¡y a qué precio! Hay que saber que no podemos volver a esas políticas socialistas fracasadas. Todavía tenemos que gastar menos e ingresar más para equilibrar las cuentas públicas. Se ha hecho evidente que aumentar los ingresos subiendo los impuestos ha sido contraproducente porque ha implicado reducir la actividad económica y generar más paro. A lo mejor es hora de volver al programa popular y bajar la presión fiscal para dinamizar la actividad, generar consumo, empleo e incrementar así la recaudación. Y gastar menos se puede seguir haciendo pero no a través del recorte de las prestaciones sociales sino acometiendo de verdad la reforma y recorte de un estado insostenible y plagado de duplicidades. Es decir, acometiendo de una vez una profunda reforma política.

Estos días dos voces se han alzado frente a la comprensión y a la paciencia y merece la pena analizar lo que dicen. Desde posiciones ideológicas distintas tanto Mikel Buesa como Esperanza Aguirre vienen a coincidir en que la situación económica exige la adopción de medidas con más contenido político que económico, pero cuyas consecuencias serán de calado económico. Parece que el fuerte impulso reformista que caracterizó los primeros meses del Gobierno de Rajoy ha perdido fuelle. 40 de las 70 reformas anunciadas en el último año no se han llevado a cabo y un análisis de las mismas permite subrayar que son precisamente las reformas de más contenido político las que se han quedado aparcadas.

El Gobierno debería volver la vista y centrar su actividad en la puesta en marcha de todas las reformas de contenido político que permitirán reducir el gasto público y aumentar la eficiencia de nuestras administraciones públicas. Y hacerlo venciendo las notables resistencias que esas reformas levantan entre la clase política y especialmente entre los propios barones del Partido Popular. Lo que no resulta admisible ni comprensible es que el peso de las reformas siga recayendo sobre el sufrido ciudadano mientras no se acometen reformas estructurales profundas. Sabemos el destino al que nos llevan pero no puede haber paciencia cuando se elige un camino que no era el previsto, que resulta ser el más largo y cuando las mochilas más pesadas las tienen que llevar los de siempre, los ciudadanos.

Santiago de Munck Loyola

http://santiagodemunck.blogspot.com.es/

miércoles, 13 de febrero de 2013

La clase política, la tercera preocupación de los españoles.



Durante las últimas semanas, la corrupción se ha situado en el primer plano de la agenda política y en titular permanente de los diferentes medios de comunicación. Este protagonismo, sin duda merecido, contrasta mucho con las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos según la última encuesta del CIS: el paro en primer lugar, la situación económica en segundo y la clase política en tercer lugar. A mucha distancia se sitúa la corrupción como principal preocupación para un 5 % de los ciudadanos. Es comprensible y saludable que los medios de comunicación conviertan a los diferentes casos de corrupción en titulares de sus portadas, pero no lo es tanto que los principales dirigentes de los partidos políticos, salvo excepciones, sigan el mismo camino. La corrupción no es un fenómeno exclusivo de los partidos políticos, sino que existe en muy diferentes ámbitos de la actividad económica y social. La corrupción es, además, un problema que forma parte inseparable de la tercera preocupación de los españoles: el comportamiento de la clase política. El desapego y el hartazgo de muchos ciudadanos de la política y de los políticos no se debe únicamente por los casos de corrupción existentes, sino por actitudes y comportamientos de una parte de la clase política. Hay un desprestigio generalizado de la política y, por ello, la actuación de la clase política se ha convertido en la tercera preocupación de los españoles.

Proponer a estas alturas medidas concretas para luchar contra la corrupción no solamente es insuficiente, sino que, además, demuestra cierta ceguera o falta de perspectiva a la hora de abordar el problema de fondo. Es aplicar un tratamiento a sólo una parte del problema que es mucho mayor según percibe una buena parte de la población. El catálogo de medidas que recientemente ha propuesto el líder de la oposición, Pérez Rubalcaba, son, además de oportunistas, poco sinceras y bastante ineficaces porque no entran en el fondo del problema. Estamos viendo casos de corrupción imputables a la codicia de determinadas personas y casos de corrupción que responden a la necesidad de aplacar las insaciables maquinarias de los partidos políticos. Para los primeros, el mejor antídoto es la modificación de la Ley que rige las contrataciones de las administraciones públicas acabando con los criterios subjetivos de adjudicación existentes que permiten el uso de la discrecionalidad de políticos o técnicos. Para los segundos, además de lo anterior, es preciso reformar profundamente la ley de financiación de los partidos políticos para establecer una clara y pública contabilidad de los mismos, para acabar con las donaciones anónima y que todos podamos saber quién financia a quién y para eliminar cualquier subvención para los mismos. Los partidos deberían ser capaces de funcionar con las cuotas de sus afiliados y con las donaciones públicas recibidas y consecuentemente ajustar sus maquinarias y sus gastos a su propia capacidad de financiación. A lo mejor así, tendrían que volver a apelar al trabajo desinteresado de su militancia, al voluntariado y, con ello, se verían obligados a sustentarse en la democracia interna y en la participación de las bases.

Ha habido también quien en estos días ha ido más lejos en el problema que afecta a la imagen de la clase política, como Esperanza Aguirre. La Presidenta de los populares madrileños ha venido haciendo públicas algunas reflexiones que sí permiten aportar parte de las soluciones que habrían de impulsarse sino queremos que el sistema político se colapse. Algunas de estas ideas son interesantes y merecen ser desarrolladas. Ha hablado sobre la necesidad de que quien vaya a ocupar un cargo público haya cotizado previamente a la seguridad social, es decir, que sepa lo que es ganarse la vida por su cuenta, sin el paraguas del partido. Y tiene mucha razón. Todos conocemos a muchos cargos públicos, alcaldesa, concejales o diputados, que nunca han trabajado salvo en la política, que no saben lo que significa ganarse la vida en esta sociedad tan competitiva. No son políticos profesionales, algunos ni siquiera han sido capaces de terminar sus estudios, sino que son profesionales de la política. Sus méritos suelen ser la docilidad, el amiguismo o el parentesco. Empiezan con 23 ó 25 años a asesorar a un Ministro, como si supieran algo, y terminan sentándose en un escaño o dirigiendo un Ayuntamiento. Ahora bien, daña a la credibilidad de la propuesta cuando se formula teniendo a su lado al sonriente ex alcalde de Alcalá de Henares y diputado autonómico jugador de iPad en sesiones plenarias, Bartolomé González, que desde que tenía poco más de 20 años ha vivido siempre de la política.

Otra de las reflexiones lanzada por Esperanza Aguirre se refiere a la necesidad de implantar las listas abiertas para que los ciudadanos puedan elegir a sus representantes con más libertad y no mediante listas impuestas por los partidos. Sin embargo, de llevarse a cabo esta propuesta sin más no se cumpliría el objetivo deseado. Hoy tenemos listas abiertas en el senado y, sin embargo, los votantes señalamos con una cruz a unos candidatos impuestos por las cúpulas de los partidos políticos sin contar con la voluntad de sus propios militantes. Parece incongruente proponer más libertad al votante a la hora de elegir y no hacerlo en el ámbito interno de los propios partidos políticos. Una organización política con cientos de miles de afiliados a los que no deja pronunciarse sobre quiénes han de representarles en las instituciones públicas padece evidentemente de un déficit democrático. Sin abrir los cauces internos de participación previamente resulta insuficiente plantear las listas abiertas. Y lo mismo vales en cuanto al sistema vigente en la mayoría de los partidos para autoorganizarse: los procedimientos internos electorales van de arriba abajo y no a la inversa. Se eligen primero a los líderes nacionales, éstos después influyen para que resulten elegidos los regionales de su agrado y así hasta los locales. Con ello, todo el proceso electoral interno queda viciado.

Hay más cuestiones sobre las que se podría seguir hablando y que afectan a la mala imagen de la clase política: los privilegios fiscales, los beneficios en materia de pensiones, la falta de transparencia en sus gastos, el abuso de las instituciones públicas para la colocación de amigos o familiares, la falta de ejemplaridad de muchos, etc. Falta, en definitiva, un análisis más profundo sobre las causas que originan el desapego ciudadano hacia los políticos y la política en general. Hoy, más que nunca, cuando los problemas agobian a los ciudadanos volvemos nuestras miradas hacia quienes tienen en su mano la solución de nuestros problemas y, en muchas ocasiones, nos sentimos huérfanos porque percibimos que estamos en dos mundos, en dos realidades diferentes. Lo malo es que si no se corrigen a fondo esas causas, esos dos mundos terminarán por colisionar.

Santiago de Munck Loyola

miércoles, 16 de enero de 2013

Coincidencia entre Leguina y Aguirre.



No cabe la menor duda de que cualquier movimiento o declaración de la Presidenta Popular madrileña, Esperanza Aguirre, no pasa inadvertido y provoca ríos de tinta. No se han apagado aún los ecos generados por su salto profesional a la empresa privada, cuando se extiende con fuerza la nueva propuesta que en un programa televisivo ha lanzado. Bueno, lo que se dice nueva, no, porque la misma idea la lanzó hace tiempo el ex presidente regional madrileño, Joaquin Leguina, a saber, que para ocupar un cargo público habría que exigir una experiencia profesional previa del interesado, ya sea en el ámbito privado o en el público. Es decir, que habría que establecer una limitación de modo que no pueda ser cargo público quien “no haya cotizado a la Seguridad Social en otra cosa, que no haya sido autónomo, empresario, que no haya hecho cosa distinta en su vida". Hace unos meses Joaquin Leguina afirmaba "el PSOE tiene un defecto en la selección de personal. No puedes tener en un partido a gente que no ha trabajado en su vida". Según él, la "inmensa mayoría" de los dirigentes socialistas se encuentran en esa situación. La situación es muy similar en ambos partidos y los resultados de la misma están a la vista de todos. Gran parte de la clase política de nuestro país está compuesta por personas que nunca han sabido ganarse la vida por su cuenta, sin el amparo de las siglas de su partido, por personas que no saben lo que es y lo que cuesta la vida laboral y cotidiana de la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles y que, en consecuencia, carece de la experiencia, de la profesionalidad y, sobre todo, de la sensibilidad social suficiente para desempeñar con eficacia y ejemplaridad los cargos públicos que ostentan. Se trata de un grave problema de cuya responsabilidad, hay que decirlo, no están exentos los máximos dirigentes políticos.

La política española y las administraciones públicas en todos sus niveles, desde el Congreso hasta los Ayuntamientos, están repletas de claros ejemplos de criaturas sin experiencia profesional o sin cualificación suficiente para el desempeño de sus tareas, pero que han llegado lejos porque se han criado en el seno de las organizaciones burocráticas sabiendo hacer pasillos, relacionándose con quien convenía, no exponiendo ni una sola idea propia y siendo fieles ejecutores de instrucciones superiores por perversas que fueran. Peones de partido elevados a los puestos de responsabilidad por su docilidad fundamentalmente. No se trata de una generalización, no, junto a ellos hay excelentes profesionales pero que lamentablemente no son noticia.

Quizás el más claro ejemplo del resultado de los colocados de los partidos lo tengamos en el ex Presidente Rodríguez Zapatero, pero hay muchos otros casos que sirven para ilustrar los métodos y mecanismos de selección de los partidos y las consecuencias de ello. Resulta inconcebible, por ejemplo, que un señor sin militancia en el Partido Popular por el simple hecho de ser vecino veraniego del Sr. Rato en Carabaña sea designado, nada menos que responsable de los 178 organizaciones del PP en los pueblos de la Comunidad de Madrid, que tres años después sea designado diputado autonómico y que aún siga disfrutando de su escaño sin la más mínima preparación política e intelectual. También resulta igualmente poco justificable que una señora como Gádor Ongil, sin cualificación profesional, por el simple hecho de haber sido una de las secretarias en la oficina de Adolfo Suárez y de saber pavonearse por los pasillos descalificando hábilmente a muchos compañeros pase a ser concejala por el PP en 1995, después diputada regional y luego en 2008 sea nombrada, nada menos, que Consejera del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Y ahí tenemos también el caso del ex Alcalde de Alcalá de Henares, al que Esperanza Aguirre hizo diputado autonómico en las últimas elecciones y que se ha hecho famoso, junto con la diputada Isabel Redondo, por emplear el sueldo que le pagan los contribuyentes para jugar con su tablet mientras se discutían los problemas de la sanidad madrileña. Pues bien, Bartolo, sin estudios conocidos, era concejal a los 23 años y desde entonces no ha abandonado la moqueta oficial. ¿El resultado? Pues a la vista está.

La lista de colocados por las burocracias de los partidos, no por sus militantes, que carecen de cualificación profesional o de experiencia laboral “civil” o de ambas cosas a la vez es muy grande y el resultado de esta circunstancia no puede ser peor. También en Alicante tenemos buenos ejemplos de ello y pronto se pondrá aquí de manifiesto. Si a ello sumamos además la lista de los colocados por el poder de la genética nos podremos hacer una idea muy clara, aunque poco estimulante, del panorama con el que los partidos nos obligan a convivir.

Esta propuesta de Aguirre y de Leguina es buena pero manifiestamente mejorable y supone, cuando menos, un reconocimiento implícito de la parte de responsabilidad que les incumbe al haber consentido, impulsado o tolerado estas situaciones. ¿Experiencia laboral previa para acceder a cargos públicos? Sí, pero además, exigencia de cualificación y formación para su desempeño y aval de las bases de los partidos. Los cargos públicos no son premios para los fieles aunque así lo entiendan los partidos. Son puestos de servicio y responsabilidad hacia la sociedad y los dirigentes políticos deberían entenderlo y asumirlo de una vez.

Santiago de Munck Loyola