Durante años la mayor parte de los afiliados y
simpatizantes del Partido Popular de la Ciudad de Alicante hemos asistido
atónitos a las peleas entre diferentes grupos y clanes del partido agrupados en
torno a determinadas personalidades. No se trataba de rivalidades o diferencias
en torno a unas u otras ideas políticas, a debates ideológicos sino a
personalismos egoístas con todas las consecuencias que ello conlleva. ¡Quítate
tú para ponerme yo y, de paso, a los míos! Y “los que no están conmigo están contra mí”, obligando con ello a
muchos afiliados a tomar partido, a ponerse una etiqueta con tal de tener
cobijo en una determinada facción. El espectáculo indigno y bochornoso se
completó, no hace mucho, con espectaculares cambios de chaqueta y de lealtades
de algunos dirigentes locales. Es cierto que un árbol fuerte y grande puede ser
arrancado por un vendaval y por eso algunos han preferido siempre ser simples
juncos para inclinarse en la dirección del viento dominante.
Ni una palabra, ni una idea, ni un solo debate ideológico
durante años. En muchos lugares, al alcanzar el poder, el Partido Popular se ha
ido transformando paulatinamente pasando de ser un Partido de fuerte y abnegada
militancia a un partido dominado por los cuadros, por el cuerpo de
“profesionales” de la política. A ello hay que añadir un curioso y
significativo proceso de absorción de “medradores”, de gente que no habiendo
nunca militado en el Partido, y habiéndolo hecho a veces en otros, se ha ido incorporando
o ha sido invitada a incorporarse y la generosidad del Partido ha sido tal que
han terminado ocupando cargos públicos pasando por delante de la vieja
militancia, e incluso dando lecciones sobre lo que debería ser el PP, a pesar
de una evidente carencia de capacitación profesional y política. Y todos
conocemos muchos casos con nombres y apellidos.
Lo cierto es que estos procesos han sido posibles porque
mientras se han venido sucediendo los triunfos electorales pocos se han
atrevido a cuestionar unos métodos bastantes alejados de lo que se supone debe
ser un partido en el que impere la democracia interna real, no sólo la formal,
un partido basado en la voluntad exclusiva del afiliado, y no de los cuadros, y
un partido sustentado en el debate interno, la participación y la información.
En cualquier partido político, los mediocres, los inseguros, los líderes
apadrinados desde arriba y los “medradores” siempre temen a la democracia
interna y al debate porque sus vergüenzas podrían quedar al descubierto.
El Partido Popular de la ciudad de Alicante ha sido
durante los últimos años un claro ejemplo de lo que no debe ser un partido
político realmente democrático y al servicio del afiliado y de los ciudadanos.
Ha sido un partido con una existencia nominal, sobre el papel, con muchos
supuestos afiliados que le otorgaban un teórico peso que se compadecía poco con
la realidad pero que servía perfectamente al reparto de cuotas de poder entre
las distintas familias y clanes que lo dominaban, mejor dicho, que lo dominan.
Los afiliados no eran convocados salvo para votar, en pocas ocasiones, listas
en papeletas previamente marcadas, para cubrir las mesas electorales como
apoderados o interventores o para asistir a cenas o mítines. En años no han
sido convocados a una sola reunión ni para participar en el programa electoral,
ni para hablar del PGOU, ni para tratar cualquier tema sobre la ciudad.
Participación nula, información nula, debate nada de nada. El Partido
gobernante de la ciudad no tiene ni sede propia ni, tan siquiera, una mísera
página web para comunicarse con los ciudadanos o los afiliados. Algo increíble,
pero absolutamente cierto.
Muchos pensábamos que con el cambio producido con la
elección de José Ciscar como Presidente Provincial el panorama iba a cambiar.
De sus palabras en el Congreso Provincial se desprendía un deseo de cambio
profundo que, entre otras cosas, iba a suponer la devolución de la palabra a
los únicos depositarios de la soberanía dentro del partido, los afiliados. Y le
votamos. Sin embargo, parece que aquello fue un espejismo. La decisión de su
Equipo de suprimir la Junta Local del PP de la ciudad de Alicante es una vuelta
al pasado, a unos hábitos que pensábamos que iban a ser desterrados. Pese a
algunas declaraciones a los medios de comunicación intentando suavizar el
alcance de esta decisión lo cierto es que:
1º Se suprime la Junta Local del PP de Alicante, es decir,
que el PP de la ciudad deja de existir como tal
al copiar el modelo de la ciudad de Madrid.
2º Se crean diez o doce Juntas de Distrito del PP con lo
que el Partido Popular de la Ciudad no tendrá una única voz frente a la
sociedad alicantina.
3º Se baja de categoría a los afiliados de la ciudad en
comparación con localidades como la de Elche en la que incluso sería más
adecuada la división en distritos dada su configuración territorial.
4º Se hace sin contar, una vez más, con la opinión de los
afiliados.
Y ¿por qué han tomado semejante decisión? ¿Porque hay
muchos afiliados? ¿Porque hay muchos habitantes? No, no es por eso y lo
sabemos todos. Se toma esta decisión porque el Presidente Provincial no ha
encontrado el candidato a Presidente de la Junta Local del PP de Alicante a su
medida o si lo ha encontrado no tiene la seguridad de que pueda ganar. Y éso es
escandaloso por la sencilla razón de que desde una perspectiva democrática a
los únicos que debe preocupar encontrar al candidato idóneo es a los afiliados,
no al Comité Ejecutivo Provincial. La democracia va de abajo a arriba, no a la
inversa y eso lo sabemos los que militamos en el PP de toda la vida. Son los
afiliados los que deben elegir un Presidente para el PP de la ciudad de
Alicante y no el Presidente Provincial. ¿Tan difícil es de entender? Creo que
para cualquier demócrata no lo es.
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La supresión del PP de la ciudad de Alicante y su
sustitución por Juntas de Distrito es una burda maniobra para controlar, una
vez más, al PP de Alicante que estaba empezando a despertar. Que no intenten
engañarnos. En los Estatutos Provinciales aprobados en el último Congreso se
aprobó un artículos que preveía la posibilidad, no la obligación de crear distritos
pero ese artículo es una simple transcripción de los Estatutos Nacionales del
PP y, desde luego, nadie en aquel Congreso anunció su intención de “cepillarse”
al PP de Alicante. O se mintió entonces o se improvisa ahora. En Política nunca
hay nada definitivo y cuando se comete un error es mejor rectificar cuanto
antes. ¿Por qué no dejan que los afiliados de la ciudad decidamos lo que
queremos para nuestro partido? ¿Por qué tienen tanto miedo a las urnas?
Sinceramente, un servidor no lo entiende.
Santiago de Munck Loyola