No hay día que pase sin que se
produzcan nuevas revelaciones en torno a las andanzas del Sr. Bárcenas, a la
supuesta contabilidad del Partido Popular o a algún que otro escándalo que
afecta al partido del gobierno. Y no es que a la vez no se produzcan también
revelaciones tan escandalosas o más sobre el PSOE y su ristra charcutera de
imputados por el caso de los EREs falsos y el latrocinio sistemático del dinero
destinado a los desempleados, pero es evidente que estas revelaciones no alcanzan
el mismo eco ni en los medios de comunicación que, salvo honrosas excepciones,
utilizan sordina ni en las redes sociales en las que no pocos han dado rienda
suelta a sus delirios y a sus instintos antidemocráticos apelando al golpismo
de la peor especie.
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Sin embargo, dejando al margen
las informaciones sobre Bárcenas, que todavía no se sabe si mintió ante el juez
cuando negó los sobresueldos o miente ahora cuando dice lo contrario aunque su
palabra sea ahora dogma para la izquierda, y dejando también al margen el
asunto de los ERES, el mayor latrocinio de la historia de la democracia aunque
el robo a los parados no incite a la convocatoria de ninguna concentración ante
las sedes socialistas, es preciso detenerse sobre las informaciones publicadas ayer
en torno a la supuesta contabilidad oficial del PPCV porque son especialmente
significativas para quienes hemos dedicado nuestro trabajo, nuestro tiempo y
nuestro dinero al mismo.

Ayer, el Diario Información de
Alicante se hacía eco de la publicación de la supuesta contabilidad oficial del
PP en una página de Internet. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que los
datos publicados se refieren exclusivamente a la supuesta contabilidad de las
direcciones provinciales y no de las Juntas Locales del PP que, al parecer,
campan a su aire en estos temas de contabilidad con asociaciones paralelas
donde se reciben ingresos y se cargan gastos. Por tanto, no se habla del dinero
movido por ciudades tan importantes como Alicante o Elche, en el caso de
nuestra Provincia. En el caso concreto de la Junta Local de
Alicante la contabilidad es un auténtico misterio. Los afiliados no hemos
recibido jamás la más mínima información, ni se nos ha rendido cuenta de qué se
ha hecho con nuestro dinero y algo raro debe pasar porque se niegan a mostrar
las cuentas a los afiliados que lo hemos solicitado. Se niegan a decirnos, por
ejemplo, qué presupuesto extraordinario de campaña electoral se aprobó en 2011
y cómo se gestionó. Y lo más lamentable es que tendremos que ir a los juzgados
para conocer esa contabilidad de la Junta Local de Alicante.
Pero dicho esto y en un primer
repaso de la supuesta contabilidad publicada hay algunos datos que sorprenden
enormemente. Primero que nuestros diputados se premien a si mismos en plena crisis
con sobresueldos, eso sí aparentemente legales, por casi 500.000 euros en 2011,
un año en el que por cierto tuvieron poco trabajo parlamentario. Y ésta no es
una cifra supuesta, sino cierta. No hay que olvidar que los parlamentarios se
fijan a si mismos sus retribuciones y que es de suponer que la cuantía
estipulada es la justa por el trabajo que realizan. ¿Entonces por qué se
asignan cantidades extras como gastos de representación? ¿Por qué se disfrazan
las retribuciones de forma tan vergonzante? Segundo, aparecen reflejados gastos
de desplazamientos de campaña electoral en el Grupo Parlamentario por importe
de 113.500 euros. Una vez más algunos confunden el Partido con el Grupo
Parlamentario y caen en lo mismo que en su día denunciaban a los adversarios
políticos. Que el Presidente Zapatero acudiera a los mítines de su partido en
un avión oficial estaba mal porque con dinero público se cubrían gastos
electorales de partido y eso, se quiera o no, es lo mismo que pagar los
kilometrajes de los mítines de los diputados.

Y hay que ver lo bien que tenemos
alimentados a nuestros dirigentes políticos. Como a los pobres no les llega el
sueldo y, al parecer, el trabajo les cunde mucho más mientras comen en un
establecimiento público y no en su casa, pues nada les pagamos las comidas.
Así, los miembros de la ejecutiva provincial de Alicante se sacrificaron en
2011 por la causa y se gastaron 35.000 euros en comidas. ¡Ahí es nada! Por la
diferencia de gasto entre provincias se ve que los dirigentes alicantinos son más
comilones o tienen más trabajo gastronómico que sus conmilitones regionales. Y
para qué hablar ya de algunos otros gastos en lencería o en tabaco para las
reuniones.
Al final de todo esto quedan
algunas sensaciones y se fortalecen algunas convicciones. Queda cierta
sensación de engaño, de estafa, porque queda patente que mientras muchos miles
de militantes han sacrificado su tiempo, su esfuerzo y su dinero generosa y
desinteresadamente por unos ideales, otros se han aprovechado de ello y han
puesto el cazo. Unos pocos, pero bien situados, han manejado y siguen manejando
toda una estructura de forma poco escrupulosa. Y se fortalece la convicción de
que con más democracia interna no ocurrirían estas cosas con la frecuencia que
se producen porque más democracia interna implica más control sobre los
dirigentes y más responsabilidad de los mismos antes las bases. Se fortalece
igualmente la convicción de que los partidos políticos sólo deben ser
financiados por las cuotas de sus afiliados, de que hay que acabar con las
subvenciones que riegan tan generosamente sus arcas. Y, sobre todo, crece la
convicción de que tarde o temprano los que hoy nos hacen sentir vergüenza
terminarán por pagarlo.
Santiago de Munck Loyola