Hoy
se cumplen 40 años de la celebración de un histórico pleno de las Cortes
Generales, de las Cortes franquistas, en el que se aprobó la última de las ocho
Leyes Fundamentales del Reino, la Ley para la Reforma Política que sería
ratificada en referéndum el 15 de diciembre posterior y que sería la que
abriría paso a la democracia y a la Constitución de 1978. Hay que recordar que
el régimen español no contaba entonces con una Constitución formal, sino con un
conjunto de Leyes que tenían el carácter de constitucional y que habían ido
siendo promulgadas entre 1938 y 1967. La última Ley fundamental, la octava,
sería la Ley para la Reforma Política y en la práctica serviría, mediante la
convocatoria de elecciones generales para unas nuevas Cortes compuestas por un
Congreso y un Senado, para liquidar todo el entramado constitucional franquista
y para sustituirlo por una nueva legalidad basada en una nueva Constitución.
Las
Leyes Fundamentales del Reino eran el Fuero del Trabajo, la Ley Constitutiva de
las Cortes, el Fuero de los Españoles, la Ley del Referéndum Nacional, la Ley
de Sucesión en la Jefatura del Estado, la Ley de Principios del Movimiento
Nacional, la Ley Orgánica del Estado y finalmente la Ley para la Reforma
Política.
Algo
que muchos desconocen es que también se acaban de cumplir 40 años de la
fundación el 9 de octubre de 1976 de un nuevo partido político llamado Alianza
Popular que más tarde se convertiría en el Partido Popular. Alianza Popular
nació de la fusión de siete asociaciones políticas creadas al amparo de la Ley
de Asociaciones aprobada por Arias Navarro: Reforma Democrática de Manuel
Fraga, Democracia Social de Licinio de la Fuente, Acción Democrática Española
de Federico Silva Muñoz, Acción Regional de Laureano López Rodó, Unión Nacional
Española de Gonzalo Fernández de la Mora, Unión Social Popular de Enrique
Thomas de Carranza y Unión del Pueblo Español de Cruz Martínez Esteruelas,
formación que, por cierto había sido presidida por Adolfo Suárez hasta
diciembre de 1975. Y este recordatorio viene al caso porque buena parte de los
procuradores (los diputados) que habrían de votar en las Cortes el proyecto de
Ley para la Reforma Política se constituyeron en el Grupo Parlamentario
mayoritario, el Grupo de Alianza Popular. Este Grupo, demasiado confiado en sus
expectativas electorales, fue el responsable en los trámites parlamentarios de
forzar al Gobierno a introducir en el proyecto el criterio electoral
mayoritario. Sorprende que nadie en el Partido Popular, heredero directo de
aquella Alianza Popular que tan decisiva fue para contribuir al advenimiento de
la democracia, haya recordado estos días que hace 40 años se fundó el partido.
Pueden más los complejos y la amnesia selectiva que la una realidad de la que
no deberían sentirse avergonzados. Todo lo contrario.
El
proyecto de Ley fue redactado por Torcuato Fernández Miranda, firme defensor de
pasar de la Ley a la Ley, de respetar la legalidad para usándola sustituirla
por otra. Tras pasar el filtro de instituciones como el Consejo del Reino y el Consejo Nacional del Movimiento, fue presentado al Pleno de las Cortes por el procurador Miguel Primo
de Rivera y el defensor de la Ponencia fue el Ministro Fernando Suárez,
político poco valorado e injustamente tratado después en Alianza Popular, quien
realizó una brillantísima defensa del texto que se sometía a votación.
Tras
un intenso debate que se movió entre las proclamas nostálgicas e inmovilistas y
las apelaciones a la concordia y al futuro, la Ley fue aprobada por las Cortes
generales por 425 votos a favor, 59 votos en contra y 13 abstenciones. Con
ello, las Cortes franquistas aprobaban su propio suicidio y abrían las puertas
a la participación política partidista y a la democracia inorgánica.
El
15 de diciembre de 1976 se celebró el referéndum nacional en el que la inmensa
mayoría de los españoles dio el sí a esta trascendental Ley acudiendo a votar
el 77,8 % del censo, a pesar de que buena parte de la oposición encabezada por
el PSOE y el PCE hicieron campaña a favor de la abstención.
El
hecho cierto es que hoy se cumplen 40 años de una votación histórica que supuso
el cambio de régimen gracias a una generación de políticos que fuese por
sentido de la supervivencia o por responsabilidad y patriotismo supo estar a la
altura del momento histórico y apostó por la concordia y la reconciliación
nacional siendo conscientes la mayoría de ellos que con ello renunciaban de
paso a sus propias aspiraciones y ambiciones políticas. Qué gran diferencia con
algunas actitudes políticas tan extendidas ahora.
Santiago
de Munck Loyola