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jueves, 15 de marzo de 2012

Comisiones de investigación y doble personalidad.

Entre los variados defectos o achaques que afectan a la mayoría de la clase política merece ser destacado, sin lugar a dudas, el desdoblamiento de personalidad o, simplemente, la doble personalidad. Esta afección, tremendamente generalizada, se manifiesta muy especial: de una parte, se hace visible con el paso del tiempo, es decir, que tiene una dimensión temporal y, de otra, se hace muy patente en función del ámbito territorial. Y ambas dimensiones, la temporal y la territorial, se activan según el afectado se encuentre en el Gobierno o en la Oposición. Me explico: gran parte de la clase política mantiene un determinado comportamiento político y el contrario según se encuentre gobernando o no y eso se aprecia de forma muy evidente con el paso del tiempo y simultáneamente según el lugar de España donde se encuentre. La doble personalidad no afecta exclusivamente a políticos de un color concreto. Es una afección que algunos llamarían transversal: afecta a políticos de cualquier ideología o partido.

Este doble comportamiento de buena parte de la clase política se pone de manifiesto a la hora de abordar muchas cuestiones, pero se evidencia con mucha claridad cuando toca pronunciarse sobre las llamadas “comisiones de investigación”. Las “comisiones de investigación” se han convertido en un arma arrojadiza y se solicitan y se abren normalmente con el fin de investigar supuestos hechos, más o menos repudiables, que se suponen ya están siendo investigados por quien debe hacerlo, el poder judicial. Eso sí, se argumenta que las citadas comisiones sirven para dilucidar supuestas responsabilidades políticas derivadas casi siempre de las presuntas prácticas delictivas de chorizos metidos a políticos o de políticos con aficiones charcuteras. Ante todo, una Comisión de Investigación sirve para hacer mucho ruido, algo que es bueno, y para desgastar al adversario político condenándolo políticamente aunque no existe pronunciamiento judicial alguno. Pero para lo que se dice investigar, investigar de verdad y llegar al conocimiento del fondo de los asuntos sirven más bien poco.

Es curioso, además, como se repiten los argumentos en torno a las comisiones de investigación. Los políticos utilizan siempre los mismos argumentos desde militancias opuestas. Hace un año, en febrero de 2011, el Presidente de la Junta de Andalucía, el Sr. Griñán, rechazó por tercera vez en 10 meses la creación de una Comisión de Investigación sobre el caso de los ERES falsos, ese asuntillo que según el juzgado podría tratarse del saqueo de casi 1.400 millones de euros. Según Griñán el rechazo a que e investigase el asuntillo en sede parlamentaria se debía a que “los populares pretendían convertir el Parlamento en un Circo”. Hace tan sólo unas horas, el diputado del PP Rafael Maluenda ha justificado el voto en contra de la iniciativa del grupo parlamentario socialista de crear una Comisión de Investigación sobre el caso EMARSA, otro asuntillo en el que parece que más de 40 millones de euros han ido a parar a bolsillos equivocados, para evitar que la cámara autonómica se convierta "en un circo". Se desconoce si las reiteradas referencias a los circos se hacen por asociación inconsciente a las actuaciones circenses de payasos o de fieras. Al menos, en este caso, ha prosperado la iniciativa popular de crear una Comisión de Investigación, aunque nadie ha explicado por qué cuando la propone el Grupo Popular las Corts no se convierten en un circo y cuando la proponen los socialistas sí.

Cuando un partido está en la oposición enseguida pide comisiones de investigación. Cuando ese partido llega al gobierno las rechaza. Cuando un partido gobierna en una región rechaza la creación de comisiones de investigación, las mismas que sus propios compañeros suelen pedir en la región vecina si están en la oposición. En la oposición los partidos enarbolan siempre sus banderas de transparencia y “luz y taquígrafos” para sustituirlas por las de la “seriedad y responsabilidad parlamentaria” o por las del “respeto a las investigaciones judiciales”. Y siempre con el lema “¿Circos? No, gracias”.

Al margen de lo que cada cual piense sobre la utilidad de las citadas comisiones, sería imprescindible pedir a la clase política un poco de rigor, de coherencia y, sobre todo, de respeto a los ciudadanos. De ello depende en gran medida la consideración y respeto hacia la clase política y, por derivación, de las propias instituciones democráticas.

Santiago de Munck Loyola