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lunes, 13 de junio de 2016

¿A favor?



Explicando el lema de campaña del Partido Popular “A favor” sus portavoces insistían en que el mensaje que quieren trasladar, entre otras cosas, es que el voto debe ejercerse pensando en lo que se quiere, en aquello en lo que uno está a favor y no por rechazo, por ir a la contra. Algo muy lógico y encomiable, pero ahí es donde uno empieza a encontrar precisamente dificultades para votar al Partido Popular. 


Para alguien que cree firmemente en la necesidad de abordar una profunda regeneración dentro de los partidos políticos la verdad es que, en Alicante además, no hay muchos argumentos a favor de votar al Partido Popular. Lo cierto es que al margen de buenas intenciones y de declaraciones más o menos regeneracionistas de la Presidenta Regional del PPCV poca ha cambiado dentro del PP de Alicante. Siguen mandando los mismos que mandaron cortar las cabezas de quienes hace tres años exigimos públicamente la regeneración del partido y el apartamiento de los imputados mientras los que hoy aparecen como supuestos regeneracionistas guardaban sepulcral silencio. Y cuando el tiempo nos ha dado la razón, cuando ahora todos se suben al carro de la regeneración no se ha producido ni la más leve autocrítica, ni se ha pedido públicamente perdón por aquella cacicada. Pero, al margen de lo anterior, el PP sigue con los mismos Estatutos, el afiliado no cuenta para nada, los candidatos se siguen poniendo a dedo y sólo cuatro iluminados elaboran el programa electoral. Por tanto, el PP sigue sin ofrecer ni el más mínimo gesto, ni el más mínimo argumento a favor de la regeneración.


Y para alguien que cree sinceramente en la defensa de la provincia de Alicante frente a la discriminación que sufre nuestra Provincia por parte del Estado y de la Generalidad Valenciana tampoco es que aparezcan muchos argumentos a favor del PP. El PP y sobre todo el alicantino sigue controlado por quienes desde la Generalidad Valenciana practicaban no hace mucho esa discriminación económica y ahora se encuentran amordazados por su pasado para denunciar la actual discriminación. Y son los mismos quienes guardan silencio mientras el estado, gobernado por el PP, sigue `practicando esa discriminación que Alicante no se merece.


El Partido Popular, además, ha incumplido sistemáticamente su programa electoral desde el año 2011: ha sido continuista en la política antiterrorista, ha aplicado soluciones socialdemócratas retrasando o ralentizando la salida de la crisis, no ha sido capaz de ofrecer un modelo nacional de gestión y distribución del agua, no ha defendido el derecho a la vida como prometió, no ha acabado con las duplicidades con las autonomías o, por citar un ejemplo más, ha estrujado a la clase media con una presión fiscal que no se alcanzó ni con el incompetente de Zapatero.


Pocos son pues los argumentos que el Partido Popular ofrece para votar a su favor. Paradójicamente son sus rivales políticos los que sí ofrecen razones más que suficientes para votar al Partido Popular, aunque sea teniéndose que tapar la nariz. La última encuesta del CIS que abre la posibilidad a que el Sr. Pablo Iglesias pueda llegar a ser Presidente del Gobierno o a formar parte del mismo es más que suficiente como para replantearse la necesidad de votar y el sentido del voto. Y no, no se trata del voto del miedo, sino del sentido común, el voto en contra de unas políticas caducas, fracasadas y revanchistas. 


Si uno está a favor de aumentar el peso de la sociedad frente al estado, a favor de la unidad de España frente a su progresivo desmantelamiento, a favor de la generación de riqueza y de la iniciativa personal frente al subsidio desmotivador, a favor de una judicatura independiente y no depurada ideológicamente, a favor de la libertad de expresión frente al control estatal de los medios de comunicación, a favor de una reducción progresiva de la presión fiscal a las clases medias y menos favorecidas frente a su desbocado incremento, a favor de la libertad de y en la educación frente a los que pregonan su uso para enfrentar a los hijos con los valores paternos, a favor de la profesionalización de las administraciones públicas y en contra de las purgas ideológicas y las colocaciones para afines y familiares, entonces no queda más remedio que votar, aunque sea dolorosamente, al Partido Popular.


A la luz de las encuestas, de la experiencia en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas del último año y a la vista de los programas-catálogos y de los programas incumplidos, lo cierto es que el 26 de junio nos estemos jugando algo mucho más importante que un simple cambio de gobierno o un cambio de políticas. Lo más probable es que nos estemos jugando el modelo de sociedad y de sistema político para mucho tiempo. Y, por ello, el voto, cada voto, deberá ser muy reflexivo. Con echar un vistazo a lo que se puede avecinar se encuentran muchos argumentos, muchas razones para votar al Partido Popular si uno cree en los principios y valores del centro derecha. No, el PP no nos ofrece a muchos razones a su favor. Que no se engañen, que no sigan en la nube, que no se trata, ni tan siquiera, de un voto de confianza al Partido Popular, las razones “a favor” de votar al PP nos las proporcionan sus rivales políticos. Así de duro y de simple.


Santiago de Munck Loyola