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lunes, 5 de septiembre de 2016

Y llegan las “fuerzas del cambio”.


Tal y como estaba anunciado la investidura del candidato Mariano Rajoy fracasó. 170 votos a favor (PP y sus coaligados Foro Asturias y UPN + C’s + CC) frente a 180 votos contrarios. ¿Y ahora qué? Pues difícil está la cosa. El partido más votado, el Partido Popular, tiene muy difícil intentar una segunda investidura con o sin Mariano Rajoy de candidato. Su pacto con Ciudadanos tenía fecha de caducidad, algo realmente extraño cuando tanto se apela desde esta formación al diálogo y al consenso. Aunque tampoco importa mucho, visto lo que entiende el PP por regeneración al proponer al ex ministro Soria para ocupar un puesto representando a España en el Banco Mundial. Como el Sr. Soria no "valía" para seguir siendo Ministro se lo endosamos a los extranjeros. Y por otra parte, el Partido Popular se reafirma en la candidatura de Mariano Rajoy y frente a quienes desde otros partidos, con toda la hipocresía del mundo pues en el fondo “no es no” sea quien sea el candidato del PP, señala, no sin razón, que si el candidato más votado en las últimas elecciones ha de renunciar o dimitir ¿por qué no lo hacen quienes han perdido votos y escaños en las últimas elecciones?

El líder socialista, Mister “Noesno”, fracasada la investidura de Rajoy, se apresuró a hacer un llamamiento a lo que denomina “las fuerzas del cambio” para que esos 180 votos negativos se conviertan ahora en positivos para investir a un presidente del llamado cambio. La verdad es que queda hasta bonito, lo de las fuerzas del cambio, encarnadas en los 180 votos del no frente a los 170 de las fuerzas del inmovilismo o del “no cambio”. Pero, seamos serios, a parte del no en común ¿hay algún otro elemento aglutinador que permita hablar de un grupo homogéneo de “fuerzas del cambio”? Parece que no y es que entre los 180 votos negativos hay de todo, hasta de lo peorcito. Vamos a intentar aclarar lo que significan las llamadas “fuerzas del cambio”.

Podría pensarse a primera vista que el Sr. Sánchez intenta sumar a los 180 votos de las “fuerzas del cambio” a Ciudadanos. Es decir que para intentar arreglarlo, el Sr. Sánchez tendría en cuenta a parte de los 170 votos favorables a la investidura de Rajoy, es decir, a los 32 diputados de Ciudadanos que ya no serían considerados inmovilistas, ni marca blanca del PP, ni cómplices de Rajoy. ¡Faltaría más! Y así, los socialistas vuelven a su proyecto fracasado de hace unos meses, PSOE + PODEMOS +CIUDADANOS, y Pedrito Presidente. Pero, hete aquí, que al líder de Ciudadanos, Sr. Rivera, le ha faltado tiempo para decir que con Unidos Podemos, que propugna el derecho de autodeterminación entre sus filas, ni a la vuelta de la esquina. Nuevo portazo para el Sr. Sánchez cuyas desmesuradas ansias de “tocar pelo” al precio que sea ya son más evidentes que nunca.

Y vuelta a empezar. Los 180 votos de las “fuerzas del cambio” se componen de lo siguiente:

-       85 diputados de lo que queda del PSOE, socialdemócratas confusos.
-       71 diputados de Unidos Podemos, comunistas, populistas, aspirantes a socialdemócratas, separatistas y talibanes variopintos.
-       9 diputados de ERC, separatistas enemigos de la soberanía popular y de España.
-       8 diputados de CDC, iguales que los anteriores pero menos izquierdistas.
-       5 diputados del PNV, iguales que los anteriores pero derechistas.
-       2 diputados de EH BILDU, iguales que los anteriores pero izquierdistas y brazo político de los asesinos etarras.

Et voilà! Ya tenemos a las “fuerzas del cambio”, ese maravilloso cóctel que tanto fascina al Señor Sánchez y a muchos españoles que de buena fe creen en que en realidad existe una auténtica alternativa de gobierno bajo la falaz denominación de las “fuerzas del cambio”. Algunos de los que forman parte de este heterogéneo grupo de los 180, de las “fuerzas del cambio”, ya han anunciado que estarían dispuestos a apoyar al Sr. Sánchez o a cualquier otro de los 180 con ciertas condiciones. A saber: para empezar derecho a la autodeterminación, con o sin referéndum, para Cataluña y País Vasco (si me apuran para Galicia y el resto de los Países Catalanes como dicen los de Compromis, también) y los presos etarras bajo la tutela del PNV o, para el caso amnistiados, que ya está bien de “venganzas” según la impresentable portavoz de BILDU. Y para continuar ya se sabe: ministerios sociales como Defensa o Justicia para IU Podemos, amén del control sobre el CNI, los medios públicos de Comunicación, etc. Pero, con todo, ya tendríamos a D. Pedro Sánchez Pérez Castejón (de los Castejón sublevados contra la II República) como Presidente del Gobierno de lo que pueda quedar de España. Y ya está. ¡Fácil! ¿Verdad? Nunca más volvería hacer falta votar en Navidad, es más, sería imposible porque seguramente sería borrada del calendario, por reaccionaria y por heteropatriarcal que diría Garzón.

Santiago de Munck Loyola






viernes, 29 de julio de 2016

Tiempos de miserables.




Llueve políticamente y mucho, aunque algunos parece que no les importa. Tres gigantescas tormentas descargan con fuerza agua empapándolo todo. Pero ellos a lo suyo, a los vetos, las líneas rojas, las simplezas, las mezquindades, los intereses personales, pero no ven ni van más allá de sus narices.

Llueve y mucho, hasta el punto de que esto puede terminar en una riada, en una tremenda inundación sin que nadie haga nada, sin que nadie se gane el sueldo, sin que nadie ponga los medios para evitar la catástrofe. A la inmunidad parlamentaria han añadido la impunidad política.

La unidad de España está más en riesgo de desaparecer que nunca. Los independentistas siguen, paso a paso, la ruta que ellos llaman de desconexión. Desprecian la soberanía del pueblo español, ignoran las resoluciones de los tribunales incluidas las del Tribunal Constitucional, malgastan el dinero de todos y encima populares y socialistas se están pensando si retuercen el Reglamento del Congreso para que estos tipejos puedan tener grupo parlamentario propio desde el que poder seguir atacando a España y, por tanto, puedan recibir unos cuantos millones de euros a cuenta de nuestros impuestos para emplearlos en su único objetivo: romper España. No sé lo que pensarán otros, pero me da que estos independentistas son cuasidelincuentes y quienes les ayuden o faciliten medios públicos para que puedan seguir atacando a nuestra Constitución serán, sin duda, sus cómplices. A los golpistas ni agua.

Por si fuera poco, además de la amenaza interior a la unidad de España y a la convivencia pacífica, crece la amenaza del terrorismo islamista. Esa gente lleva años realizando matanzas en nombre del Islam, secuestrando, torturando o asesinando de forma despiadada a hombres, mujeres o niños por ser cristianos, musulmanes, homosexuales o laicistas en países asiáticos o africanos y ahora han llegado a Europa. Actúan de momento en casa de nuestros vecinos pero ya están entre nosotros. Se saben que nos van a atacar y puede ser en cualquier momento. Hoy, mañana, dentro de un mes y lo harán en cualquier sitio. Pero no pasa nada. Nuestra clase política sigue bajo su paraguas a sus cosas, instalada en lo políticamente correcto y, salvo excepciones, nadie dice lo que es evidente: que nos han declarado la guerra, que somos objetivo de los islamistas, que hay que tomar medidas, que no hay alianza posible con esa civilización y que, lo cierto, es que existe una incompatibilidad radical entre el Islam, moderado o fundamentalista, y la Europa de raíces cristianas, de cultura laica, de igualdad de derechos entre sexos y de primacía de la libertad individual.

Y una tercera tormenta que está descargando con fuerza es la económica. España necesita mantener el crecimiento económico y acelerarlo para crear empleo. Hemos salido, no sin esfuerzos y sacrificios, de la recesión, pero seguimos en plena crisis económica. Cuatro millones de desempleados, uno de cada cinco españoles, una deuda pública voraz y un déficit crónico así lo acreditan. España ha eludido por los pelos una sanción de la Unión Europea por incumplir los objetivos del déficit, para mayor frustración de la izquierda, pero habrá de recortar el gasto público en 15.000 millones de euros en dos años. Los efectos del Brexit se harán notar a medio y largo plazo y España necesita un gobierno fuerte y sólido que proporcione confianza a los mercados y que sea capaz de acometer las reformas estructurales aún pendientes. Y eso no lo puede afrontar un gobierno en funciones, ni siquiera un nuevo gobierno débil.

Ante los graves riesgos que nos acechan, ante una situación que bien podría calificarse de emergencia nacional lo cierto es que la actitud de la clase dirigente es más que decepcionante. Su falta de patriotismo, su mezquindad, su cortedad de miras, su falta de generosidad, su sectarismo y su egoísmo son deleznables. Los españoles no nos merecemos unos líderes como éstos, gente sin palabra que sólo se mueve en función de los intereses personales y partidistas y sin la más mínima visión de Estado. Nos ha debido tocar vivir en tiempos de miserables. Ante este panorama cunde el desencanto y la perspectiva de unas terceras elecciones generales en menos de un año ya desalienta a muchos ciudadanos dispuestos a pasar de las urnas. Y el efecto debería ser el contrario, si hay terceras elecciones todos habremos podido constatar hasta la saciedad de qué pasta están hechos estos candidatos y hasta dónde ha llegado su vocación de servicio a los ciudadanos, a España y a su propio interés egoísta. Unas terceras elecciones deberían servir para pasarles factura, no para quedarnos en casa.

Si ante la amenaza separatista, el terror islamista y el descalabro económico estos líderes no son capaces de mover un centímetro sus simplistas posiciones es hora de despedirlos. Que no nos hablen de principios, de programas o de otras gaitas. Es hora de que levanten la mirada y pongan por delante de todo a España.

Santiago de Munck Loyola

miércoles, 13 de julio de 2016

Las nuevas vestales.


Parece que las vestales han vuelto, que han resucitado o que se han reencarnado en algunos de nuestros líderes políticos. Las vestales, una excepción en el orden del clero pagano romano, tenían la responsabilidad de mantener el fuego encendido del templo de Vesta por lo que no podían alejarse mucho de ese lugar ya que eran duramente castigadas si, estando de servicio, la llama sagrada se apagaba. Estas sacerdotisas mantenerse vírgenes durante los treinta años que duraba su mandato, pero gozaban de algunos privilegios en comparación con el estatus del resto de las mujeres romanas.

Y al modo de las vestales da la sensación de que líderes políticos como Rivera o Sánchez, por citar solo dos, anteponen su supuesta obligación de velar por que no se apague el fuego sagrado de sus respectivos programas a la necesidad de que España cuente con un gobierno solvente y estable. Vírgenes, vírgenes políticas se entiende, la verdad es que no lo parecen mucho. Ambos yacieron juntos para engendrar un pacto de gobierno no viable y a ambos se les apagaron sus respectivas llamas sacrosantas y programáticas, por lo que parece que fueron sancionados en las urnas el 26 de junio.

Andan ahora mareando la perdiz con la posibilidad de permitir o no que España pueda contar con un próximo gobierno y hasta el más pintado se pierde con sus declaraciones o las de sus acólitos. Van y vienen, suben y bajan, vetan o votan, pero todo antes de sentarse a estudiar los papeles que, precisamente hoy, les ha entregado el Presidente en funciones con las propuestas para un acuerdo. Tanto la dirección del PSOE, como la de Ciudadanos ya han acordado el sentido de su voto en las dos hipotéticas sesiones de investidura a las que habría de someterse Rajoy sin haber leído una solo línea de las propuestas de acuerdos del Partido Popular y sin que, y es lo más grave, ni tan siquiera sea seguro que vayan a producirse esas sesiones de investidura.

Y cuando no se esconden tras la llama sagrada del programa lo hacen tras la llama sagrada de la interpretación de la voluntad de sus votantes. Olvidan, cuando les conviene, que nuestra democracia no descansa en el mandato imperativo, sino en el representativo. Dicen las últimas encuestas que  7 de cada 10  votantes socialistas tienen claro que, si fuera el único modo de que no se repitieran las elecciones, el PSOE debería pactar reformas con el PP y permitir con su abstención que el candidato popular pudiera poner en marcha un Ejecutivo. ¡Qué sabrán! ¿Quién mejor que Sánchez y sus acólitos para interpretar la voluntad de sus votantes en el Templo de Ferraz?

Tampoco podemos olvidar que según Alberto Rivera "la regeneración democrática y política pasa por gente nacida en democracia” y que, por tanto, él y los de su quinta están más que legitimados para orientarnos y dirigirnos a los que, para bien o para mal, nacimos antes de 1977. Un servidor contaba con 17 años cuando murió Franco y vivió con plena conciencia e interés el nacimiento de nuestra democracia. Es muy probable que por ello, el “vestal” pretendidamente centrista Rivera no haya podido empaparse del verdadero significado de verbos como acordar, negociar, pactar, consensuar, ceder o comprometer. Es una verdadera lástima que mientras intentaba medrar en las NNGG del PP no dedicase algo de tiempo a aprender y a aprehender un poco de lo que ocurrió durante la transición, de la capacidad de acuerdo y de diálogo de políticos ideológicamente irreconciliables pero capaces de ponerse de acuerdo para sentar las bases de la convivencia pacífica que hoy aún disfrutamos. No negociaron minucias, no. No alcanzaron acuerdos para una o media legislatura, no. Fueron capaces de algo mucho más grande, con sus defectos sí, pero cuya vigencia y bondades nos alcanza de lleno.

El peligro, Sres. Rivera, Rajoy y Sánchez, no es la vuelta a las urnas, salvo para ustedes. No traten de engañarnos una vez más. El peligro real para España es que de sus conversaciones y pactos salga un gobierno débil, hipotecado e inoperante que sea incapaz de ofrecer estabilidad, progreso y confianza para combatir de una vez y con decisión las lacras del paro, de la corrupción y de la ruptura de España. Ese sí que es un verdadero peligro. Afortunadamente aún conservamos un rayo de esperanza, el mandato de las nuevas “vestales” no es de treinta años.

Santiago de Munck Loyola



domingo, 10 de julio de 2016

El 26-J sin autocríticas.


Transcurridos quince días desde la celebración de las elecciones generales ha pasado suficiente tiempo como para que los ciudadanos hayamos podido escuchar y asimilar las distintas valoraciones de los líderes políticos sobre el resultado y, sobre todo, hayamos podido apreciar la no autocrítica de ninguno de ellos. Y llueve sobre mojado a pesar de las fechas veraniegas en las que nos encontramos. Se quiera o no, se haya subido o bajado en escaños, lo cierto es que todos los partidos deberían realizar una profunda y seria autocrítica porque los resultados finales no permiten esta vez tampoco vislumbrar un período de estabilidad gubernamental imprescindible para acometer las profundas reformas políticas que necesita nuestro sistema, ni las económicas para garantizar un futuro de progreso social para todos.

El Partido Popular ha vuelto a ser el partido más votado lo que no significa necesariamente haber ganado las elecciones, aunque sí a sus rivales, porque no ha llegado a la meta al igual que todos los demás. El aumento de 14 diputados respecto a diciembre de 2015 no debería ser motivo de autocomplacencia. Cuando en seis meses se pasa de 187 diputados a 137 sigue siendo imprescindible un profundo ejercicio de autocrítica y de corrección de todos los factores que han podido influir en semejante pérdida: incumplimiento del programa electoral, déficit de democracia interna, represión de las críticas internas, tibieza frente a la corrupción y pésima política de comunicación pueden ser algunos de ellos. Rajoy y su equipo son los responsables de la voladura de la unidad del centro derecha por su incapacidad de adaptación a las exigencias de sus votantes y a las nuevas formas de hacer política. Ha funcionado el voto del miedo, no del convencimiento, la estrategia del mal menor. Muchos votantes han apostado por apuntalar un dique de contención que está muy agrietado frente a la inundación populista. Y nada más.

El líder socialista, Pedro Sánchez, está haciendo historia: está hundiendo electoralmente al PSOE. Los 85 diputados obtenidos sitúan al PSOE en una posición de extrema fragilidad que si ya constituye una lacra para el ejercicio de una oposición parlamentaria más lo es para articular un gobierno alternativo. En ningún país de nuestro entorno, un líder democrático que cosechase tan malos resultados seguiría al frente de su partido por dignidad y ética política. Sin embargo, aquí no ocurre nada parecido. Pedro Sánchez y su equipo se aferran a sus cargos como lapas, sacan pecho porque los Podemitas no les han adelantado y, encima, se ofrecen para intentar formar gobierno si fracasa Rajoy, algo a lo que están dispuestos a ayudar de forma entusiasta. Eso sí, lo han dejado claro, sus pésimos resultados son culpa de Podemos.

Si repasamos las declaraciones de los líderes podemitas y comunistas encontramos, poco más o menos, lo mismo. Se las prometían muy felices y finalmente, la suma de Izquierda Unida y Podemos, ha perdido más de un millón de votos en seis meses. Han pasado del sorpasso a la sorpresa y estupor. Izquierda Unida se ha difuminado y Podemos se está fracturando. ¿Por qué? Pues parece ser que según algunos de los líderes de esta coalición la culpa ha sido de los votantes que carecen de ética, según el ex JEMAD Julio Rodríguez, de los votantes cómplices de la corrupción, según la “demócrata” Mónica Oltra, o de los votantes de la “España profunda”, según el Sr. Julio Anguita. La culpa de sus resultados, en definitiva, es de cualquier ciudadano que no les haya votado pero no de ellos. Algún descerebrado militante comunista-podemita ha llegado a afirmar que habría que acabar “políticamente” con cualquier votante mayor de 50 años. Tienen muy mal perder estos chicos. Mejor no imaginar lo que harían si ganasen con los que no nos plegamos a su demagogia totalitaria.

Y Ciudadanos se ha llevado un notable revolcón electoral. Esta formación que creció gracias al voto descontento del PP se queja e indigna porque casi una cuarta parte de sus votantes hayan preferido volver al redil popular, aunque sea con la nariz tapada, antes que volverles a dar el voto para que los naranjitos se lo vuelvan a regalar al PSOE. Llegan incluso a acusar al PP de robarles escaños. ¿No entienden nada? ¿De dónde sacaron ellos sus 40 escaños en diciembre?

Lo dicho, con tan poca autocrítica, no es de extrañar que se repitan las mismas tácticas y estrategias a la hora de establecer pactos o alianzas que permitan la formación de un nuevo gobierno en España. Los diagnósticos electorales erróneos, fabricados a mayor gloria de los respectivos líderes, terminarán por llevarles a prescribir recetas equivocadas. Se volverán a equivocar si no ponen los pies en el suelo, si no anteponen el interés de España a los personales y, sobre todo, si no entienden que con su actitud pueden terminar achicharrando las urnas.

Santiago de Munck Loyola


sábado, 25 de junio de 2016

A reflexionar y a votar.


Terminan por fin los 15 días de campaña electoral. Lo cierto es que no hemos oído hablar mucho de las soluciones que los distintos partidos políticos ofrecen para acabar con los principales problemas que nos afectan a los ciudadanos. Y, sin embargo, nos han hartado con sus líneas rojas, con los posibles pactos de unos con otros, con sus vetos y sus “sorpassos”. Hemos visto un poco de todo, como casi siempre, aunque con algo más de participación de los candidatos en diferentes programas televisivos. Y como era de esperar, a dos días del cierre de la campaña un supuesto escándalo que afecta, como no, al PP con las grabaciones ilegales efectuadas al Ministro del Interior y al jefe de la Oficina contra el Fraude de la Generalidad Catalana. ¡Hala! A rasgarse las vestiduras los adversarios, a competir por quien se indigna más y quien pide responsabilidades por unos hechos que, la verdad sea dicha, no parecen ni graves, ni delictivos. Pero quien se ha llevado la palma ha sido el independentista Junqueras llegando a hablar de “Gal mediático” y lo ha llegado a comparar con los atentados del 11-M.

¿Pero de qué va este tipejo? Este sujeto ha llegado a afirmar que “Tenemos que protegernos contra estos criminales contra la ética y la moral. Unos ataques que no apelan a un partido, ni siquiera a una opción política, como el independentismo, sino a todos los demócratas. Y estamos a días de poder cambiar esta situación en las urnas”, añadiendo que los independentistas tienen que “acabar con este Estado y dotarnos de uno nuevo, limpio y donde esto no ocurra”. Pero ¡qué jeta!

Para criminales, Sr. Junqueras, los que se saltan continuamente la ley, el orden constitucional, para reventar el Estado; los que durante décadas al grito de “España nos roba” han estado saqueando las arcas públicas y extorsionando a los empresarios y a quien se pusiera por delante con su famoso 3%; los que han venido viviendo en ese famoso “oasis catalán”, oasis mediático comprado con el dinero de los contribuyentes que les ha venido garantizando la impunidad informativa mientras al amparo de comisiones y latrocinios alimentaban al monstruo independentista; los que falsean la historia y los que han venido cultivando hasta en el último rincón de Cataluña el odio a España y a los españoles, abonando el enfrentamiento y la fractura de la convivencia; los que conociendo la existencia de la extorsión institucionalizada del 3% o más han callado y consentido; los que se envuelven en la bandera catalana cada vez que son objeto de críticas o de denuncias por la corrupción generalizada en su región. La obligación de un Ministro de interior pasa, entre otras cosas, por perseguir el delito y a los delincuentes y la de su interlocutor grabado también. Somos los demás, los que creemos en la soberanía del pueblo español, los que repudiamos la corrupción los primeros que tenemos que protegernos de gente como Junqueras, los Pujoles y demás pandilla.

Pero además de este falso escándalo la campaña nos ha deparado algunas anécdotas que bien pueden servir para intuir por dónde van algunos personajes y lo que podría pasar si ganasen. Anecdótico ha sido el incidente montado por VOX con la colocación de una bandera de España en el peñón de Gibraltar y la detención de su autor, el presidente madrileño de esa formación política. Bien es cierto que la reivindicación de la soberanía española sobre la roca ha sido un simple reclamo publicitario para llamar la atención sobre la existencia misma de VOX, proyecto político frustrado por la ambición personal de su hiperlíder, Santiago Abascal, que lo ha convertido en su modus vivendi y que ha sido incapaz de dar la cara ante la denuncia contra su formación política por haber usado avales con la firma falsificada de vecinos de Alicante para presentar su candidatura en nuestra Provincia.

Y, hablando de Alicante, la campaña ha servido para que la izquierda radical enseñe “la patita” y sepamos los alicantinos que, si ganan, nos van a catalanizar. La coalición “A la Valenciana” (Compromis, Izquierda Unida y Podemos), ya el nombre de la coalición expresa el ninguneo de estos partidos hacia Alicante, se suma a las tesis imperialistas y expansionistas de los catalanes independentistas, no ocultan su intención de arrinconar a los hispanoparlantes ni su deseo de acabar con la libertad educativa.

Hemos podido ver en campaña cómo se puede evolucionar ideológicamente sin soltarse la coleta. Toda una lección de ciencia política. El Sr. Iglesias nos ha enseñado cómo se puede pasar de bolivariano a filodanés y de comunista a socialdemócrata y su colega Monedero como se puede soñar con una judicatura y una policía al servicio del gobierno para detener a cualquier que ellos consideren sospechoso de desafección a sus dictados.

Y para cerrar la campaña los británicos también han terminado por influir en la misma. No habían terminado de entrar en Europa y se salen. Es decir, estaban en el club pero con condiciones de privilegio. Pues bien, que se vayan. Es verdad que nos van a hacer bastante daño económicamente pero, al final, el lastre que venían suponiendo para la construcción de una Europa más integrada y solidaria desaparece y los actuales daños se repararán con mayores ventajas para el resto. Eso sí, ya ha dicho Pablo Iglesias que si PP, PSOE y Ciudadanos le hubiesen ayudado el Brexit no habría ganado. ¡Ahí queda eso!

En fin, que se ha acabado el postureo electoral. Toca reflexionar, meditar y, sobre todo, votar. Que hablen las urnas, que hablemos los ciudadanos a ver si esta vez somos capaces de enmendar la plana a unos políticos que han demostrado su incapacidad para escuchar y sintonizar con nuestras necesidades y con nuestros mandatos. Solo hay una cosas segura: cuando nuestros líderes hagan sus primeras valoraciones sobre los resultados seguro que todos han ganado.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 13 de junio de 2016

¿A favor?



Explicando el lema de campaña del Partido Popular “A favor” sus portavoces insistían en que el mensaje que quieren trasladar, entre otras cosas, es que el voto debe ejercerse pensando en lo que se quiere, en aquello en lo que uno está a favor y no por rechazo, por ir a la contra. Algo muy lógico y encomiable, pero ahí es donde uno empieza a encontrar precisamente dificultades para votar al Partido Popular. 


Para alguien que cree firmemente en la necesidad de abordar una profunda regeneración dentro de los partidos políticos la verdad es que, en Alicante además, no hay muchos argumentos a favor de votar al Partido Popular. Lo cierto es que al margen de buenas intenciones y de declaraciones más o menos regeneracionistas de la Presidenta Regional del PPCV poca ha cambiado dentro del PP de Alicante. Siguen mandando los mismos que mandaron cortar las cabezas de quienes hace tres años exigimos públicamente la regeneración del partido y el apartamiento de los imputados mientras los que hoy aparecen como supuestos regeneracionistas guardaban sepulcral silencio. Y cuando el tiempo nos ha dado la razón, cuando ahora todos se suben al carro de la regeneración no se ha producido ni la más leve autocrítica, ni se ha pedido públicamente perdón por aquella cacicada. Pero, al margen de lo anterior, el PP sigue con los mismos Estatutos, el afiliado no cuenta para nada, los candidatos se siguen poniendo a dedo y sólo cuatro iluminados elaboran el programa electoral. Por tanto, el PP sigue sin ofrecer ni el más mínimo gesto, ni el más mínimo argumento a favor de la regeneración.


Y para alguien que cree sinceramente en la defensa de la provincia de Alicante frente a la discriminación que sufre nuestra Provincia por parte del Estado y de la Generalidad Valenciana tampoco es que aparezcan muchos argumentos a favor del PP. El PP y sobre todo el alicantino sigue controlado por quienes desde la Generalidad Valenciana practicaban no hace mucho esa discriminación económica y ahora se encuentran amordazados por su pasado para denunciar la actual discriminación. Y son los mismos quienes guardan silencio mientras el estado, gobernado por el PP, sigue `practicando esa discriminación que Alicante no se merece.


El Partido Popular, además, ha incumplido sistemáticamente su programa electoral desde el año 2011: ha sido continuista en la política antiterrorista, ha aplicado soluciones socialdemócratas retrasando o ralentizando la salida de la crisis, no ha sido capaz de ofrecer un modelo nacional de gestión y distribución del agua, no ha defendido el derecho a la vida como prometió, no ha acabado con las duplicidades con las autonomías o, por citar un ejemplo más, ha estrujado a la clase media con una presión fiscal que no se alcanzó ni con el incompetente de Zapatero.


Pocos son pues los argumentos que el Partido Popular ofrece para votar a su favor. Paradójicamente son sus rivales políticos los que sí ofrecen razones más que suficientes para votar al Partido Popular, aunque sea teniéndose que tapar la nariz. La última encuesta del CIS que abre la posibilidad a que el Sr. Pablo Iglesias pueda llegar a ser Presidente del Gobierno o a formar parte del mismo es más que suficiente como para replantearse la necesidad de votar y el sentido del voto. Y no, no se trata del voto del miedo, sino del sentido común, el voto en contra de unas políticas caducas, fracasadas y revanchistas. 


Si uno está a favor de aumentar el peso de la sociedad frente al estado, a favor de la unidad de España frente a su progresivo desmantelamiento, a favor de la generación de riqueza y de la iniciativa personal frente al subsidio desmotivador, a favor de una judicatura independiente y no depurada ideológicamente, a favor de la libertad de expresión frente al control estatal de los medios de comunicación, a favor de una reducción progresiva de la presión fiscal a las clases medias y menos favorecidas frente a su desbocado incremento, a favor de la libertad de y en la educación frente a los que pregonan su uso para enfrentar a los hijos con los valores paternos, a favor de la profesionalización de las administraciones públicas y en contra de las purgas ideológicas y las colocaciones para afines y familiares, entonces no queda más remedio que votar, aunque sea dolorosamente, al Partido Popular.


A la luz de las encuestas, de la experiencia en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas del último año y a la vista de los programas-catálogos y de los programas incumplidos, lo cierto es que el 26 de junio nos estemos jugando algo mucho más importante que un simple cambio de gobierno o un cambio de políticas. Lo más probable es que nos estemos jugando el modelo de sociedad y de sistema político para mucho tiempo. Y, por ello, el voto, cada voto, deberá ser muy reflexivo. Con echar un vistazo a lo que se puede avecinar se encuentran muchos argumentos, muchas razones para votar al Partido Popular si uno cree en los principios y valores del centro derecha. No, el PP no nos ofrece a muchos razones a su favor. Que no se engañen, que no sigan en la nube, que no se trata, ni tan siquiera, de un voto de confianza al Partido Popular, las razones “a favor” de votar al PP nos las proporcionan sus rivales políticos. Así de duro y de simple.


Santiago de Munck Loyola


viernes, 10 de junio de 2016

Los podemitas al asalto del Palacio de la Moncloa.





Es verdad que las encuestas hay que tomarlas con cautela porque no siempre aciertan. Pero, aún tomando todas las prevenciones posibles, lo cierto es que el último estudio demoscópico del CIS pone los pelos de punta. Por primera vez se apunta la posibilidad de que Pablo Iglesias, al frente de comunistas, populistas e independentistas, agrupados en torno a la coalición Unidos Podemos pueda llegar a ser Presidente del Gobierno. Claro que para ello necesitaría el voto de los diputados socialistas pero, vista la poca solvencia política de la dirección del PSOE y el previsible derrumbe de este partido, todo es posible.
Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Es indudable que el PP está siendo castigado por muchos de sus votantes por la gestión política y económica en la pasada legislatura, por su falta de reacción ante la corrupción y por los sistemáticos incumplimientos del programa electoral que le llevó al poder en 2011. En estas circunstancias, lo lógico es que el PSOE, como alternativa natural, hubiese rentabilizado el desgaste del gobierno, pero no solo no ha sido así, sino que además también está siendo más castigado aún. El PSOE rompió su suelo electoral en diciembre de 2015 y lleva camino de volverlo a hacer en 2016.

Hay que recordar que en 1996, en el peor momento del felipismo, dos fuerzas políticas rentabilizaron el desgaste gubernamental, el PP e Izquierda Unida que alcanzó sus mejores resultados históricos con 2 millones de votos y 21 diputados. Sin embargo, en diciembre de 2015 ni el PSOE, ni IU que quedó al borde de la desaparición rentabilizaron el desgaste del gobierno del Partido Popular. En la izquierda, los grandes beneficiarios fueron Podemos y sus apéndices que en gran medida eran los herederos de los movimientos surgidos el 15-M, en medio de la agonía política del Zapaterismo.



Es evidente que el PP ganó en 2011 por la desastrosa gestión económica y social de Rodríguez Zapatero cuyos equipos se mostraron incapaces de prever primero y de corregir después el nefasto rumbo económico que seguía la economía española. Los votantes castigaron al PSOE, premiaron al PP pero no lo hicieron con Izquierda Unida a la que gran parte del electorado identifica claramente con el comunismo. Y el 20 de diciembre de 2015, el electorado volvió a castigar y con más fuerza aún a PSOE y a Izquierda Unida. ¿Por qué? Probablemente porque pesaba mucho en el recuerdo la desastrosa gestión de Zapatero con la consiguiente falta de autocrítica de los socialistas y su identificación aún con el mismo. Otra causa probable es que el PSOE, tras las elecciones municipales, facilitó en todas las ciudades y comunidades en las que pudo la llegada al poder de los podemitas defraudando con ello a bastantes votantes suyos y otorgando nuevas plataformas políticas a Podemos para ensanchar su base electoral. En todo proceso de conjunción de poder entre fuerzas políticas ideológicamente afines, la más débil termina por desaparecer, véase lo que ocurrió con el CDS cuando se alió con el PP. Y, por último, es muy probable que la estrategia socialista basada en la oposición destructiva y revanchista, más que en la difusión de alternativas creíbles y constructivas también le pasara y le siga pasando factura. En el caso de Izquierda Unida sus genes comunistas le impiden ser percibida como una alternativa democrática con credibilidad y de ahí su incapacidad de rentabilizar el desgaste del gobierno y el de sus propios compañeros de oposición.

Podemos y sus satélites, Izquierda Unida incluida, sí han sabido rentabilizar el desgaste de sus, más o menos afines, compañeros de oposición. Se ha merendado a Izquierda Unida que es ya un cadáver político y cuya absorción no ha sido fruto de convicciones políticas sino de necesidad de supervivencia económica y se encuentran ahora con unas expectativas electorales inmejorables según las encuestas. Podemos o “Unidos Podemos” ha sabido aprovechar la incompetencia socialista, el suelo electoral de IU, los millones de euros de Venezuela, el desencanto de las plazas del 15-M, la desesperación de mucha gente, las alfombras rojas televisivas extendidas por los magnates de muchos medios de comunicación, la infravaloración de sus adversarios políticos y la demagogia y populismo derrochados a raudales.

Es muy, pero que muy difícil, que los millones de españoles que van a dar su voto dentro de 15 días a “Unidos Podemos” sepan con exactitud las consecuencias que para la economía y para las libertades públicas tendrá esa decisión. Todavía es pronto para que la mayoría de la gente pueda percibir con precisión lo que ya está ocurriendo en muchos municipios en los que a la sombra de gobiernos podemitas o comunistas, tanto monta, monta tanto, las libertades políticas y sindicales están siendo puestas en cuestión y la economía está siendo maltratada. El camuflaje de los neocomunistas bolivarianos de “Unidos Podemos” está siendo muy eficaz. Vestidos de socialdemócratas acabarán con el socialismo y con la democracia, como siempre han hecho. El sectarismo más radical, el revanchismo más peligroso, la demagogia sin límites y la prepotencia política más pura están a las puertas de la Moncloa, lo que recuerda mucho a lo ocurrido en otro país europeo hace más de 80 años. Lo dicho, los pelos de punta.



Santiago de Munck Loyola



jueves, 2 de junio de 2016

No ha podido ser.

Queridos amigos: como sabéis nos han faltado, tras las anulaciones de avales hechas por la Oficina del Censo, 18 de los 1.253 necesarios para poder participar en las próximas elecciones generales. Solicité y me entregaron ayer por la tarde una certificación individualizada de los 380 avales anulados de un total de 1.615 que habíamos presentado. Tras una exhaustiva y agotadora revisión, detecté que 11 de los avales anulados lo fueron porque otro partido político había utilizado sin su consentimiento las firmas de 11 personas que en su día militaron en él y que ahora lo hacen Esperanza Ciudadana. Igualmente pude detectar 4 avales anulados por error y que podríamos recuperar en un recurso contencioso electoral cuyo plazo de interposición vence hoy a las 24 horas. Aún en el supuesto de ganar ese recurso (que es mucho suponer) nos faltarían 3 avales para alcanzar los 1.253 exigidos por la Ley. Por ello he pensado desistir y no presentarlo. Hemos trabajado y luchado hasta la extenuación pero el límite está claro. Y si nadie de los que ha ayudado y trabajado para reunir esas 1.615 firmas tiene inconveniente o una idea mejor así se va a hacer. Confío en que el partido que ha usado fraudulentamente las 11 firmas de afiliados de Esperanza Ciudadana tenga la decencia de retirar su candidatura. Ya están avisados. Gracias a todos los que me habéis ayudado y nos habéis ayudado como organización política. Seguramente no pasará mucho tiempo antes de que tengamos que volver a pedir vuestra ayuda.

Santiago de Munck Loyola

martes, 31 de mayo de 2016

18 firmas, 18.


Sinceramente estoy indignado, muy indignado con todo el procedimiento legal y las trabas administrativas para poder presentar una candidatura a unas elecciones generales. Por si fuera poca la carga que supone la constitucionalmente dudosa reforma de 2011 de la Ley Orgánica Electoral que obliga a los partidos sin representación parlamentaria a reunir avales, el 0,1 % del censo de la circunscripción electoral (1.253 avales o firmas en la Provincia de Alicante) hay que añadir la carga de un sistema perentorio, arbitrario y sin garantías suficientes para llevarlo a cabo.

En las elecciones del 20 de diciembre pasado, la candidatura de Esperanza Ciudadana no fue proclamada por insuficiencia de avales. Presentamos entonces 1.397 firmas pero la Oficina del censo anuló 198 de las mismas por diversos motivos, duplicadas (sólo se puede avalar una candidatura, personas no censadas, menores, etc. Tras anular ese 14 % de firmas nos faltaban 51 y por tanto no pudimos a pesar de todos los recursos concurrir a las elecciones.

Pagada la novatada, en esta ocasión hemos hecho un esfuerzo complementario y hemos presentado 1.615 firmas, siendo el mínimo legal 1.253. Pues nada, sorpresa. La Oficina Provincial del Censo decidió el lunes 30 de mayo anular 380 de esas firmas declarando válidas 1.235 y dejándonos a 18 firmas válidas del límite legal. Nada menos que casi el 25 % de las firmas presentadas, una de cada cuatro han sido anuladas aduciendo como motivos, entre otros, que “las firmas no son legibles”.

Tras la decisión de ayer de la Junta Electoral Provincial de Alicante de no proclamar la candidatura de "Esperanza Ciudadana - Sí a la Libertad en la Educación" a la vista del certificado de la Oficina del censo Electoral me he personado hoy a primera hora en la Oficina Provincial del Censo de Alicante. Una vez allí he manifestado que venía a solicitar una revisión de las 380 firmas anuladas. Para mi sorpresa me responden que esa revisión debía pedirla en la Junta Electoral Provincial. Les contesto que no, que quien debe revisar es quien ha anulado las 380 firmas, o sea, la Oficina del Censo y que así se hizo con ocasión de las elecciones generales del 20-D. Me insisten en que no, porque la Oficina del Censo ya no tiene nuestras firmas, que las tiene la Junta Electoral Provincial. Entonces les digo que de todas formas quería registrar una solicitud formal de revisión individualizada a lo que, en principio, se negaban. Tras explicar que no se podían negar a admitir una instancia dirigida al Delegado Provincial de la Oficina del Censo, por fin la han admitido.

Me he marchado entonces con la copia de la solicitud de revisión a la Junta Electoral y allí he pedido la revisión individualizada de las firmas, tal y como me habían dicho en la Oficina del Censo. Y ¡oh, sorpresa! me dicen en la Junta que ellos no tienen las firmas, que las tiene la Oficina del Censo. Les digo que en la Oficina del censo me han dicho lo contrario y me responden que, bueno, que deben estar de camino y que me avisarán cuando lleguen. Les presento entonces una solicitud formal de revisión con copia de la presentada en la Oficina del Censo.

Y no acaba ahí el culebrón o el esperpéntico sainete. A última hora de esta tarde he recibido una notificación de la Junta Electoral ordenando a la Oficina del Censo que proceda a efectuar la revisión individualizada de las firmas que habíamos pedido. ¿En qué quedamos? ¿No decía la Oficina del Censo que ya no tenía las firmas y que las tenía la Junta Electoral Provincial? ¿No decía la Junta a su vez que aún no las tenía pero que me avisarían cuando llegasen para que pudiera asistir a la revisión? ¿Será que las firmas están paseándose por Alicante de la Oficina del Censo a la Junta Electoral y de la Junta Electoral a la Oficina del Censo? ¿Avisarán para que un representante de Esperanza Ciudadana pueda asistir y verificar la revisión de los casi 400 avales anulados?

Es para indignarse ¿o no? En primer lugar el incremento del porcentaje de firmas anuladas de las recogidas en noviembre pasado a las recogidas ahora es más que sorprendente, del 14 al 25 por ciento. En segundo lugar, un requisito como el de la necesidad de presentar firmas, supuestamente ideado para justificar cierta implantación social de los partidos, no puede imponerse de forma inflexible ¿acaso 18 firmas sobre 1.253 acreditan o no una mayor o menor implantación social? Y en tercer lugar, cuando se trata del ejercicio de derechos políticos básicos, de derechos constitucionales la administración tiene la obligación de facilitar su ejercicio y no erigirse como un muro o un obstáculo infranqueable. Si esto es una democracia moderna y participativa que venga Dios y lo vea.

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com.es


martes, 3 de mayo de 2016

A las urnas.


Hoy 3 de mayo de 2016, con la firma del Rey Felipe VI del decreto de disolución de las Cortes Generales y de convocatoria de elecciones generales a celebrar el próximo 26 de junio se cierra una corta, pero intensa etapa política, que ha puesto de manifiesto tanto la incapacidad de los partidos políticos tradicionales como de los nuevos para sacrificar sus intereses partidistas en beneficio del interés general, la falta de cultura de diálogo y de pacto de esta clase política y la supervivencia de los peores vicios de la partitocracia rápidamente asimilados por los nuevos partidos.

Empieza la cuenta atrás para que los ciudadanos podamos volver a votar y decidir cómo queremos que sea nuestro nuevo Parlamento y, por tanto, el próximo Gobierno. Hay opiniones para todos los gustos, aunque la mayoría se decanta por unos resultados parecidos a los del pasado mes de diciembre. Hay una gran sensación de decepción y de frustración ciudadana por la demostración de incapacidad de nuestros políticos, pero es difícil que ello se traduzca en un gran cambio en los resultados electorales del próximo 26 de junio. Los programas y los candidatos se van a mover muy poco por lo que no van influir gran cosa en la decisión de los votantes. Y tampoco es muy probable que vaya a ser determinante la constatación de la mezquindad e incapacidad de esta clase política por mucho que una gran parte de la opinión pública las censure. Probablemente pesarán más en la decisión del voto ciudadano el miedo a los resultados de posibles pactos, ensayados ya en estos meses, reforzando el sentido del voto del 20 de diciembre o el tedio con el consiguiente peligro de un aumento de la abstención.

Los partidos culpables de que haya que repetir las elecciones andan ahora proponiendo reducir los gastos electorales, como queriéndose hacer perdonar su culpa. Propuesta que parece razonable si no fuera porque siempre incumplen los topes previstos. Pero en todo caso se trata de una propuesta que a los pequeños partidos, como Esperanza Ciudadana, no nos afecta. Los pequeños partidos que vamos a concurrir a esta cita electoral nos encontramos con muchas dificultades para poder hacerlo. De una parte una injusta Ley Electoral que nos obliga a emplear muchos esfuerzos en reunir los avales necesarios para poder presentar candidaturas quebrando con ello el principio de igualdad. De otra, una nula repercusión de nuestras propuestas en los medios de comunicación que, sin cortarse un pelo, te dicen de antemano que o pagas publicidad o informativamente no existes por muy interesentes o novedosas que sean tus propuestas.

En Esperanza Ciudadana hemos decidido intentar participar nuevamente en estas elecciones generales. Nos lo impidieron con toda clase de tretas y argucias legales el pasado 20 de diciembre, pero en esta ocasión no van a poder impedirlo. Y vamos a participar con especial intensidad porque estamos convencidos de que Alicante, más que nunca, necesita tener voz propia en el Parlamento, una voz independiente que no se someta a intereses ajenos a los de nuestra Provincia. Frente a la permanente discriminación presupuestaria de Madrid y de Valencia, frente a la agresión a las libertades básicas ejercida desde el tripartito valenciano, frente a la falta de regeneración de la vida política y frente al catalanismo excluyente impulsado por la propia Generalidad Valenciana, Esperanza Ciudadana se va a presentar a las elecciones como un proyecto español, alicantino, de progreso y de libertad.

Somos conscientes de las enormes dificultades existentes no solo para trasladar nuestras propuestas a la sociedad alicantina, sino nuestra propia existencia. Y somos igualmente conscientes del peso del voto del miedo y del voto útil que hará que mucha gente vote con la nariz tapada con tal de alejar el peligro de un gobierno frentepopulista, pero estamos más que convencidos de que pocas cosas puede haber más satisfactorias y gratificantes en política que poder votar con el corazón en absoluta libertad.

Santiago de Munck Loyola