Translate

Mostrando entradas con la etiqueta negociación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta negociación. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de octubre de 2011

Negociación política con la ETA = traición.

España goza de un régimen de libertades como nunca ha tenido. Nuestro sistema democrático, con sus defectos que indudablemente los tiene, es uno de los más avanzados del mundo. Los derechos humanos y las libertades públicas están garantizados como nunca lo han estado a lo largo de la historia española. Todas las libertades políticas tienen su amparo en nuestra Constitución. Cualquier posición política, incluso aquellas que buscan de destrucción de la propia Constitución o de la Nación española, puede ser públicamente defendida y puede concurrir en las elecciones democráticas que se celebran. Los independentistas participan en las convocatorias electorales y reciben el respaldo electoral que todos conocemos. Bien es cierto que estas afirmaciones pueden aplicarse al conjunto de la sociedad española sin reservas y que en el País Vasco, al menos sobre el papel, también lo son. Subrayo lo de “sobre el papel” porque teóricamente y con la Ley en la mano en las provincias vascas rigen los mismos principios y normas democráticas que en el resto de España, pero, lo cierto, es que la democracia en el País Vasco no es del todo real pues, como todo el mundo conoce, la realidad diaria es que allí las libertades públicas están condicionadas por el clima de temor que la existencia de los pistoleros y asesinos de la ETA impone a determinados ciudadanos. Sería absurdo proclamar sin matices que en el País vasco hay plenas libertades públicas cuando más de 200.000 ciudadanos vascos han tenido que exiliarse por miedo a perder la vida, cuando la libertad de prensa está limitada o cuando la gente no puede expresar públicamente sus simpatías políticas. Son los etarras y su red de simpatizantes, la izquierda abertzale, los que precisamente pisotean las libertades públicas. Hay un déficit de legitimidad en las instituciones vascas y eso es un hecho más que evidente.

Y, en este contexto, esta izquierda nacionalista y antidemocrática ha convocado esa farsa  denominada pomposamente como la "Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco" que se reunirá el próximo lunes en la Casa de la Paz de San Sebastián. Esta farsa contará con la presencia de mediadores internacionales elegidos por la ETA, con políticos vascos y lo que es más sorprendente con la presencia de representantes del PSOE. Este bodrio teatral tiene dos objetivos claros: lavar la cara al mundo proetarra de cara a las elecciones generales y, en su caso, poder diseñar una especie de final pactado entre víctimas y sicarios, todo ello sin que los asesinos se apeen ni un milímetro de sus reivindicaciones políticas, sin rendirse entregando las armas y sin pedir perdón a los centenares de víctimas inocentes que han causado en estos años.

Hay quien piensa que hay que negociar con los asesinos para que dejen de matar y parece que la única razón para ello es que estos tipos han asesinado a mucha gente durante mucho tiempo. Es decir, que se trata de una cuestión de cantidad. Negociar con ellos supone legitimar el uso de la fuerza y de la violencia asesina. Es reconocer que cuanta más violencia se ejerza contra la sociedad democrática más oportunidades hay de que el estado se siente a negociar con los asesinos. Ni más, ni menos. Si el Grapo hubiese seguido operativo matando, torturando, robando y secuestrando ¿también habría que negociar con ellos?

En un país como el nuestro, donde cualquier opción política goza de todas las libertades públicas posibles para captar el apoyo popular en las urnas, resulta inadmisible aceptar que, quienes han escogido la vía de las armas en lugar de la de las urnas para reivindicar sus ideas políticas, pueden negociar con el Estado esas mismas ideas. Si éste va a ser el resultado final de la estrategia de ETA ¿para qué y por qué ha muerto tanta gente?

Aquí no puede haber un empate entre los asesinos y la sociedad española. Resultaría indecente de todo punto. Aquí sólo puede ganar la democracia, el estado de derecho y las víctimas. Y lo que no sea así huele a traición.

Santiago de Munck Loyola.

lunes, 10 de enero de 2011

ETA CUMPLE EL GUIÓN.

Estaba cantado y los pronósticos se han cumplido. Ante la proximidad de un nuevo proceso electoral, la organización terrorista ETA anuncia un nuevo alto el fuego, una nueva tregua, de carácter permanente, general y verificable por la comunidad internacional. Que los asesinos dejen de matar, aunque sea temporalmente, siempre es una buena noticia. Otra cosa es la credibilidad que pueda merecer la maniobra de estos mal nacidos y el alcance real de esta tregua.

La autodenominada organización socialista revolucionaria vasca responsable de 948 asesinatos a sangre fría de hombres, mujeres y niños, de decenas de heridos y mutilados, de decenas de secuestros, de extorsiones permanentes a pequeños empresarios, de destrozos callejeros incalculables, de haber extendido el miedo y el terror por todo el tejido de la sociedad vasca, de atentar de forma permanente contra los más elementales derechos humanos dice ahora en su comunicado que hay que dar una solución democrática y justa al secular conflicto político.

La ETA que al igual que la mafia ha hecho de la violencia su única razón de ser, que ha construido un medio de vida perfectamente adecuado para individuos perturbados que se regocijan en el sufrimiento y el dolor ajeno dice ahora que la solución llegará ahora a través de un proceso democrático que tenga la voluntad del pueblo vasco como máxima referencia y el diálogo y la negociación como instrumentos.

“Democrático”, “diálogo” y “negociación” en boca de esos repugnantes asesinos. ¡Qué asco! Es imposible que estos tipos puedan llegar a entender que mientras alguien postule una idea política con un arma en la mano es imposible que haya democracia alguna. Es radicalmente imposible que estos sujetos entiendan que ellos mismos con sus armas, bombas, extorsiones y violencia son el único obstáculo para la supervivencia de la democracia y, por tanto, para la realización plena de la voluntad popular. De hecho, hoy, en el País Vasco no existe una democracia plena debido al ejercicio continuado y sistemático de la violencia de estos “marxistas revolucionarios”. En el País Vasco no se dan desde hace años los requisitos básicos e imprescindibles para que la soberanía popular pueda ser ejercida plenamente por lo que, nos guste o no, las instituciones vascas tienen un déficit de legitimidad a causa de la violencia etarra. Derechos básicos y elementales para la formación de la voluntad popular no pueden ser plenamente ejercidos en las provincias vascas: ni la libertad de expresión, ni la de asociación, ni la de reunión, ni la de residencia, ni el sufragio pasivo, por citar algunos derechos básicos, están plenamente garantizados allí.

Siempre he considerado un tremendo error las diferentes negociaciones iniciadas por los gobiernos españoles con los etarras. Negociar con una banda de delincuentes es otorgar carta de naturaleza a sus actividades delictivas. Por una parte, existen cauces legales y democráticos para que los objetivos políticos de los etarras y quienes les apoyan se desarrollen de forma pacífica y sin violencia. Por otra, negociar es admitir que el ejercicio continuado y sistemático de la violencia sirve para que a uno le atiendan y se negocien propuestas fuera de las instituciones democráticas y es señalar el camino a seguir por quienes deseen imponer sus tesis políticas cuando las urnas no les respalden. Por último, negociar es olvidar a las víctimas y a sus familias en un acto de cobardía absolutamente despreciable.

Hoy sólo puede haber un comunicado aceptable, el de su rendición definitiva, y un gesto incuestionable, la entrega de las armas. Mientras eso no se produzca hay que seguir cerrándoles el paso en las instituciones.

Santiago de Munck Loyola