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viernes, 25 de octubre de 2013

Carta abierta a D. Felipe del Baño.

Sr. del Baño:

Pocas veces en mi vida política, y mire que llevo años en esto, me he tropezado en el Partido Popular con un individuo como usted. No alcanzo a comprender las razones ni las cualidades o méritos que deben adornarle para que alguien así haya podido llegar a ser Diputado en las Cortes Valencianas o a Presidente Local del Partido Popular. Ha actuado usted como instructor (acusador) en el expediente disciplinario que se me ha incoado por presuntas infracciones de los Estatutos del Partido Popular y que ha desembocado con su propuesta para expulsarme, ratificada por el Comité Regional de Derechos y Garantías del PPCV.

Como tantos otros militantes he trabajado durante muchos años para contribuir al crecimiento de este Partido y para hacer de él una gran organización al servicio de la sociedad española. Y lo he hecho por un compromiso personal con unos principios y unos ideales que lamentablemente gente como usted ensucian con su proceder. Tras 32 años de militancia en el Partido Popular con lealtad absoluta y un enorme sacrificio personal y familiar, resulta que aparece un tipo con su catadura moral a enjuiciarme y a pedir mi expulsión. ¿El motivo? Pedir más democracia interna y más participación de los militantes en el Partido, pedir más honradez y ejemplaridad entre los cargos públicos, reivindicar la necesidad de impulsar la regeneración democrática, tal y como lo hacen muchos de nuestros líderes. Y se lo voy a decir claramente: usted no tiene ni vergüenza ni el más mínimo atisbo de decencia política. Bueno, ni usted ni el resto de los miembros del citado Comité. Hay que tener unas tragaderas muy, pero que muy grandes, y usted ha dado buenas muestras de ello, para actuar como la ha hecho usted, como un vulgar sicario presto a ejecutar cualquier orden por inmoral que sea con tal de complacer a sus superiores a los que, al parecer, tanto debe. Eso sí, debo reconocer que sintoniza usted perfectamente con algunos de los dirigentes provinciales de Alicante, los que le han utilizado para tan repugnante encargo.

A pesar de que para actuar como instructor en un procedimiento disciplinario es preciso ser licenciado o graduado en derecho, de la tosquedad jurídica de sus escritos, Sr. del Baño, es imposible deducir que reúna usted tal condición. El escrito de acusación por usted perpetrado constituye un fantástico relato de hechos inconexos construido con la única finalidad, no de averiguar la verdad que a usted le resbala, sino de justificar y dar cumplimiento de una sentencia ya anunciada en los periódicos antes, incluso, de iniciar el procedimiento: la expulsión. Fíjese, Sr. del Baño, que hasta para cuidar las formas en la Cuba de Castro son más diligentes que usted y sus conmilitones. Podría desgranar durante páginas cada una de las falsedades, de las incoherencias o de las burdas manipulaciones de su escrito de acusación, tal y como hice en mi escrito de alegaciones que, al parecer, usted no ha leído o bien no ha entendido, pero no voy a perder el tiempo con ello. Tiene usted la sensibilidad jurídica de un mejillón. Y que me perdonen los mejillones.

Sr. del Baño, no sólo es usted un indigno sicario político y el prototipo de los fiscales de la antigua Unión Soviética, es, además, un gran hipócrita. Usted, que se permite el lujo de atribuirme nada menos que el deseo de dañar intencionadamente a mi partido, carece de la más mínima legitimidad moral y política para acusar a nadie de incumplir los Estatutos del Partido Popular. Según una certificación expedida por el Ayuntamiento de San Antonio de Benageber, usted el pasado 26 de septiembre vulneró esos mismos Estatutos, cometiendo una infracción muy grave de los mismos, al votar en su Ayuntamiento en contra de una Moción del Grupo Popular, grupo al que se supone que usted pertenece, y lo hizo porque esa Moción dejaba en evidencia que usted, a pesar de que se supone que posee conocimientos jurídicos, realizó, a sabiendas, contrataciones innecesarias, según el propio Ayuntamiento, por un importe cercano a los 50.000 euros y lo hizo usando su sucio dedo y prescindiendo absolutamente del procedimiento legalmente establecido, vulnerando de paso el Código Ético del Partido Popular. ¿Cómo puede alguien que actúa así tener la poca vergüenza y la mucha cara dura de acusar a nadie de nada? Ahora se puede comprender su aversión e inquina hacia quienes propugnamos la regeneración democrática y la honradez en el Partido Popular.

Si tuviese la más mínima vergüenza política usted habría dimitido ya. Y si los que han respaldado su repugnante propuesta de expulsión en ese Comité, en el que no existen garantías jurídicas para los derechos de los afiliados, la tuvieran ya le habrían expedientado. Me alegro sinceramente de que ya le hayan denunciado ante la fiscalía anticorrupción. Yo voy a hacerlo también.

Como ciudadano siento vergüenza de que alguien como usted pueda ser el prototipo del político del PPCV, vista su forma de proceder y del respaldo superior que la misma parece tener. Como ciudadano de esta Comunidad siento vergüenza de que los dirigentes del PPCV respalden actuaciones como la suya y simultáneamente persigan a quienes reclamamos más honradez, más democracia interna y más ejemplaridad. Confío en que al menos la Justicia haga realidad el dicho popular sobre la festividad de San Martín.

Con mi más absoluto desprecio.


Santiago de Munck Loyola