Al que madruga Dios le ayuda.
Es lo que seguramente han pensado los diputados más despistados, los treinta
primeros diputados que en los últimos nueve meses han “perdido” su iPad porque
a partir de ahora la Mesa del Congreso ha decidido dejar de reponer las
tabletas que pierdan sus señorías ya que en lo que llevamos de legislatura el
Departamento de Informática del Congreso ha agotado las reservas que tenía para
atender estas incidencias.
La austeridad ha asomado
tímidamente su patita en el templo de la Democracia, el Congreso, y a partir de
ahora no se van a reponer las tabletas que los sufridos diputados pierdan. Sus
Señorías dicen haber perdido 30 de las 350 tabletas que recibieron al principio
de legislatura y las 30 han sido repuestas a razón de 700 € por cada una. Se ve
que algunos diputados no son muy cuidadosos con los bienes públicos que les
confían y que, acabado su mandato, debían devolver y eso que en este caso se
trata de bienes para su uso y disfrute personal, eso sí por exigencias patrióticas.
Y es que como el sueldo de sus señorías es escasito, según parece, al ser
elegidos, los diputados reciben un 'kit tecnológico', a saber, un móvil de
última generación, tipo iPhone, línea ADSL en su domicilio para estar
conectados a Internet y, desde esta legislatura, una tableta iPad. Hay que ser
comprensivos, sus señorías no pueden desempeñar correctamente sus altas
funciones sin Internet a costa del contribuyente, la democracia correría
peligro si tuvieran que pagarse la línea con sus magros sueldos.
Pero como todo es poco para que
sus señorías nos representen como nos merecemos nos gastamos 6.750.000 € al año
en los desplazamientos de los diputados, es decir 19.285 € al año por cabeza en
billetes de avión, dietas, taxis o aparcamientos pagados en los aeropuertos. Ah
y otros 1.714 euros por diputado al año en concepto de kilometrajes. Y para
hacer más llevadera su sacrificada labor, los españoles contribuyentes les
subvencionamos la comida y la bebida que consumen en la cafetería del congreso con
850.000 € al año, es decir, que pagamos más de 2.400 € por diputado al año para
subvencionarles comida, café y copa (se supone que el tabaco corre por cuenta
del parlamentario). Para que luego se diga que no somos rumbosos los españoles
a pesar de la crisis y del hambre existente en las calles. Y para el año que
viene aumentaremos esa subvención en 42.500 €. ¿Para qué aumentar otras
partidas sociales? ¿Acaso hay algo más social que subvencionar el sustento de
los representantes de todo el pueblo? Claro que siempre hay quien se lo monta
mejor porque sus correligionarios de la Asamblea de Madrid tienen el Menú a
mitad de precio, a 4,25 €, más barato como bien han señalado muchos que el
precio del menú de los escolares.
Pero volviendo a las Cortes
Generales y a las nuevas tecnologías hay que subrayar la abnegada y nunca suficientemente
reconocida labor del Senado. El Senado, reserva espiritual de la inutilidad
institucional, “invierte en democracia” según sus máximos representantes. Eso
es, al menos, lo que han manifestado para justificar los 437.000 € del ala que
se han gastado en su nueva página web a la que, por cierto, todos los grupos
parlamentarios han ensalzado por ser un "instrumento de transparencia e
información". Conociendo los precios del mercado parece que esa cantidad
es desorbitada, claro, que un servidor se reconoce desconocedor de la
rentabilidad de las “inversiones en democracia” como la presente y confía
plenamente en que no se encuentre al nivel del “bono basura” que últimamente es
el que más se prodiga en las administraciones de nuestra sacrificada clase
política.
Todo es poco para nuestros
excelsos parlamentarios: kits tecnológicos, menús anticrisis, viajes gratis
total, sueldos, dietas (y no la Dunkan precisamente), tributación en hacienda
como mileuristas, cotizaciones privilegiadas para sus pensiones, etc. Todo a
cargo del contribuyente, todo. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen.
¿Sacrificios? Los justos. ¿Austeridad? Para los demás. ¿Ejemplaridad? ¿Ejem…
qué? Visto lo visto, la Indecencia política ocupa el grupo parlamentario más
grande de la democracia… casi 350 escaños.
Santiago de Munck Loyola