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sábado, 25 de junio de 2016

A reflexionar y a votar.


Terminan por fin los 15 días de campaña electoral. Lo cierto es que no hemos oído hablar mucho de las soluciones que los distintos partidos políticos ofrecen para acabar con los principales problemas que nos afectan a los ciudadanos. Y, sin embargo, nos han hartado con sus líneas rojas, con los posibles pactos de unos con otros, con sus vetos y sus “sorpassos”. Hemos visto un poco de todo, como casi siempre, aunque con algo más de participación de los candidatos en diferentes programas televisivos. Y como era de esperar, a dos días del cierre de la campaña un supuesto escándalo que afecta, como no, al PP con las grabaciones ilegales efectuadas al Ministro del Interior y al jefe de la Oficina contra el Fraude de la Generalidad Catalana. ¡Hala! A rasgarse las vestiduras los adversarios, a competir por quien se indigna más y quien pide responsabilidades por unos hechos que, la verdad sea dicha, no parecen ni graves, ni delictivos. Pero quien se ha llevado la palma ha sido el independentista Junqueras llegando a hablar de “Gal mediático” y lo ha llegado a comparar con los atentados del 11-M.

¿Pero de qué va este tipejo? Este sujeto ha llegado a afirmar que “Tenemos que protegernos contra estos criminales contra la ética y la moral. Unos ataques que no apelan a un partido, ni siquiera a una opción política, como el independentismo, sino a todos los demócratas. Y estamos a días de poder cambiar esta situación en las urnas”, añadiendo que los independentistas tienen que “acabar con este Estado y dotarnos de uno nuevo, limpio y donde esto no ocurra”. Pero ¡qué jeta!

Para criminales, Sr. Junqueras, los que se saltan continuamente la ley, el orden constitucional, para reventar el Estado; los que durante décadas al grito de “España nos roba” han estado saqueando las arcas públicas y extorsionando a los empresarios y a quien se pusiera por delante con su famoso 3%; los que han venido viviendo en ese famoso “oasis catalán”, oasis mediático comprado con el dinero de los contribuyentes que les ha venido garantizando la impunidad informativa mientras al amparo de comisiones y latrocinios alimentaban al monstruo independentista; los que falsean la historia y los que han venido cultivando hasta en el último rincón de Cataluña el odio a España y a los españoles, abonando el enfrentamiento y la fractura de la convivencia; los que conociendo la existencia de la extorsión institucionalizada del 3% o más han callado y consentido; los que se envuelven en la bandera catalana cada vez que son objeto de críticas o de denuncias por la corrupción generalizada en su región. La obligación de un Ministro de interior pasa, entre otras cosas, por perseguir el delito y a los delincuentes y la de su interlocutor grabado también. Somos los demás, los que creemos en la soberanía del pueblo español, los que repudiamos la corrupción los primeros que tenemos que protegernos de gente como Junqueras, los Pujoles y demás pandilla.

Pero además de este falso escándalo la campaña nos ha deparado algunas anécdotas que bien pueden servir para intuir por dónde van algunos personajes y lo que podría pasar si ganasen. Anecdótico ha sido el incidente montado por VOX con la colocación de una bandera de España en el peñón de Gibraltar y la detención de su autor, el presidente madrileño de esa formación política. Bien es cierto que la reivindicación de la soberanía española sobre la roca ha sido un simple reclamo publicitario para llamar la atención sobre la existencia misma de VOX, proyecto político frustrado por la ambición personal de su hiperlíder, Santiago Abascal, que lo ha convertido en su modus vivendi y que ha sido incapaz de dar la cara ante la denuncia contra su formación política por haber usado avales con la firma falsificada de vecinos de Alicante para presentar su candidatura en nuestra Provincia.

Y, hablando de Alicante, la campaña ha servido para que la izquierda radical enseñe “la patita” y sepamos los alicantinos que, si ganan, nos van a catalanizar. La coalición “A la Valenciana” (Compromis, Izquierda Unida y Podemos), ya el nombre de la coalición expresa el ninguneo de estos partidos hacia Alicante, se suma a las tesis imperialistas y expansionistas de los catalanes independentistas, no ocultan su intención de arrinconar a los hispanoparlantes ni su deseo de acabar con la libertad educativa.

Hemos podido ver en campaña cómo se puede evolucionar ideológicamente sin soltarse la coleta. Toda una lección de ciencia política. El Sr. Iglesias nos ha enseñado cómo se puede pasar de bolivariano a filodanés y de comunista a socialdemócrata y su colega Monedero como se puede soñar con una judicatura y una policía al servicio del gobierno para detener a cualquier que ellos consideren sospechoso de desafección a sus dictados.

Y para cerrar la campaña los británicos también han terminado por influir en la misma. No habían terminado de entrar en Europa y se salen. Es decir, estaban en el club pero con condiciones de privilegio. Pues bien, que se vayan. Es verdad que nos van a hacer bastante daño económicamente pero, al final, el lastre que venían suponiendo para la construcción de una Europa más integrada y solidaria desaparece y los actuales daños se repararán con mayores ventajas para el resto. Eso sí, ya ha dicho Pablo Iglesias que si PP, PSOE y Ciudadanos le hubiesen ayudado el Brexit no habría ganado. ¡Ahí queda eso!

En fin, que se ha acabado el postureo electoral. Toca reflexionar, meditar y, sobre todo, votar. Que hablen las urnas, que hablemos los ciudadanos a ver si esta vez somos capaces de enmendar la plana a unos políticos que han demostrado su incapacidad para escuchar y sintonizar con nuestras necesidades y con nuestros mandatos. Solo hay una cosas segura: cuando nuestros líderes hagan sus primeras valoraciones sobre los resultados seguro que todos han ganado.

Santiago de Munck Loyola


martes, 14 de octubre de 2014

Todos tranquilos: No hay corrupción generalizada.


¡Menudo peso nos hemos quitado de encima los ciudadanos! El Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es decir, el Ministro responsable de que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado persigan los delitos, corrupción incluida,  no ve que haya corrupción generalizada, sino muchos casos simultáneos. Según ha declarado ayer el Ministro los casos de corrupción que están apareciendo son "del pasado",  pero que al salir "todos en el mismo momento da la sensación de un estado de corrupción generalizada que no se corresponde con la realidad del país". Y ha remachado estas declaraciones, efectuadas en los Desayunos de TVE, afirmando que se está viendo que "había mucha" corrupción y que "el estado de moralidad pública en el pasado no es el que debería haber existido". O sea, que podemos estar tranquilos porque la corrupción es y era cosa del pasado (seguramente por culpa de Zapatero) y lo único que pasa es que la coincidencia del descubrimiento simultáneo de diferentes casos hace que parezca que hay una corrupción generalizada, pero que no, que no es así: casos aislados, del pasado y ¡Oh coincidencia! que afloran a la vez.

O sea, a ver si se puede entender lo que dice o quiere decir el Ministro encargado de perseguir la corrupción. Casos de corrupción del futuro no pueden ser. Todavía nuestro ministerio del interior no ha llegado a la detección precoz de la corrupción. Casos de corrupción del presente parece que los obvia el Sr. Ministro. Es "el estado de moralidad pública en el pasado” (en estado comatoso al parecer) la causa de que se produjesen tantos casos de corrupción, en el pasado, y que ahora, en el presente, afloren y los conozcamos, causándonos una impresión de corrupción generalizada equivocada.

¡Menudo respiro! A lo que se ve la “moralidad pública” del presente debe ser impecable. ¿Será que los responsables de casos de corrupción del pasado han asumido una nueva moralidad y se están confesando públicamente, están haciendo propósito de enmienda y están realizando penitencia? ¿Será que bajo la “moralidad pública” recuperada están cantando de plano sus pecadillos y devolviendo la pasta trincada? Parece que el Sr. Ministro opina que sí.

El expolio del dinero de la Junta de Andalucía destinado a la formación de los parados con 33 cargos públicos socialistas imputados, la financiación ilegal de los partidos (por ejemplo de las campañas electorales del PPCV), la trama Gürtel, la fortuna de origen dudoso del clan Pujol en Cataluña, el caso Palau, la financiación ilegal de Convergencia Democrática de Cataluña, el caso Brugal en Alicante, las imputaciones a la Alcaldesa de Alicante Sonia Castedo, los pagos con dinero negro a la trama Gürtel realizados por José Ciscar, Mercedes Alonso, César Augusto Asencio, Miguel Peralta, Alfredo Castelló o Adela Pedrosa por citar sólo algunos de los que aparecen en el informe de la UDEF, el escándalo de las tarjetas negras de Bankia, los sobresueldos del Partido Popular, el caso Cooperación, el caso Palma Arena, el caso Rabasa en Alicante, el caso Emarsa y el largo etcétera que inunda los informativos es cosa del pasado y su conocimiento público, pura coincidencia.

Y por analogía ministerial, alguien debería explicar a la Organización Mundial para la Salud que en algunos países africanos no existe ninguna epidemia de Ébola, sino que se trata de la aparición de muchos casos simultáneos de la enfermedad. Así que todos tranquilos.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 23 de mayo de 2012

Devolver el voto a los exiliados vascos: una reparación histórica.

Estos días estamos asistiendo al debate abierto por la posibilidad de que los vascos exiliados por culpa de ETA, entre 150.000 y 300.000 según las distintas fuentes, pudieran participar en los procesos electorales que se celebren en su tierra. El anuncio efectuado por el Ministro del interior de que el Gobierno está estudiando esta reforma legislativa, propuesta por el Presidente de los Populares vascos Antonio Basagoiti, ha provocado diferentes reacciones, algunas de ellas muy significativas que han retratado a sus autores, una vez más, a la perfección.

Lo que nadie admite en voz alta es el fondo del asunto y que va mucho más allá de que los exiliados por culpa del terrorismo puedan o no votar. Será seguramente políticamente incorrecto pero el fondo de la cuestión es que la presencia ininterrumpida de la violencia etarra ha generado, entre otras cosas, un déficit de legitimidad de las instituciones vascas. Para que unas instituciones democráticas gocen de legitimidad de origen plena es imprescindible, y en ello coinciden todos los politólogos como Duverger, que se den una serie de requisitos básicos y esenciales de modo que el voto ciudadano pueda ejercerse con total y absoluta normalidad. En las últimas décadas, en el País Vasco, las libertades y derechos fundamentales consustanciales a un estado democrático pleno no se han desplegado con total y absoluta normalidad. Empezando por el derecho a la vida y a la integridad física y moral y siguiendo por el derecho de reunión, la libertad de asociación o de prensa, la libertad para elegir o ser elegido no han sido plenos en los territorios vascos. Las elecciones que se han venido celebrando allí siempre han estado bajo la amenaza de la violencia y la coacción permanente de los etarras y su entorno por lo que las instituciones surgidas de las mismas se han constituido mediante unos resultados electorales que de no haber mediado la violencia hubieran sido distintos. Es un hecho y una evidencia incuestionable, guste o no.

Y a esa situación perturbadora de la vida democrática hay que añadir que los resultados electorales y las instituciones nacidas de los mismos se han realizado con la exclusión de miles de ciudadanos que tuvieron que marcharse por miedo.

Ahora parece que existe en el Partido Popular cierta voluntad de reparar esa injusticia histórica. No obstante, al anuncio del Ministro, ha seguido la rápida matización del portavoz Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, aclarando que la propuesta tiene “dificultades técnicas” y que debe ser analizada jurídicamente, por lo que se han convocado unas jornadas de estudio en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Por su parte, desde UPyD, Carlos Martínez Gorriarán ha interpretado la iniciativa como una "cortina de humo" del Ejecutivo y ve esta propuesta "de difícil solución constitucional" porque, según él, en propiedad en España no existen exiliados y la disminución del censo electoral en Euskadi puede obedecer a muchos otros factores que no tengan nada ver con la presión de ETA.

Pero, como siempre, los que se han vuelto a retratar con precisión son los del PNV. El PNV ha trasladado a Europa este debate. Los nacionalistas quieren que la Comisión Europea dictamine si esta propuesta es factible dentro de los estándares de la UE. Consideran que esta medida daría “lugar a un votante con doble derecho a voto inédita en el panorama jurídico europeo”, e indican que la reforma propuesta por Fernández Díaz “se basa en un concepto, como el de las personas que han abandonado el País Vasco por la presión terrorista, imposible de objetivar desde una perspectiva material y en consecuencia jurídica”.       

Claro que al considerar el recelo de los nacionalistas vascos a que se devuelvan los derechos políticos y civiles a los vascos expulsados de su territorio por la violencia etarra, no queda más remedio que recordar la frase de Arzalluz: “Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas”. Y no es difícil adivinar quién ha estado sacudiendo el árbol y quién ha estado recogiendo las nueces para repartirlas, reparto que con el voto de los exiliados podría variar sustancialmente.

Por muchas dificultades técnicas y jurídicas que pudieran plantearse, lo cierto es que son perfectamente salvables. Hoy se puede devolver el voto a quienes se han visto injustamente privados de ello y hay mecanismos legales y técnicos para hacerlo, además con absolutas garantías para su ejercicio libre y secreto. Es una cuestión de justicia y de voluntad política. Lo que no puede el Partido Popular es esperar el más mínimo respaldo de quienes han estado repartiendo las nueces durante todos estos años.

Santiago de Munck Loyola