¿Qué tendrán
algunas Diputaciones para generar tanta porquería? ¿Qué tendrán para atraer a
tanto desaprensivo? De todo, pero quizás las preguntas adecuadas serían ¿qué
tiene el PP para que produzca tanto pirata de la política? ¿Qué tiene el PPCV
para que en su seno prosperen y sean elevados a los puestos de más alta
responsabilidad señores como Joaquin Ripoll, Carlos Fabra o Alfonso Rus?
A la vista está
que algo muy serio falla en la estructura de un partido cuando coloca a
presidir las tres Diputaciones de la Comunidad  Valenciana
Las Diputaciones
en España son administraciones locales sin elección directa de sus gestores,
Presidentes y Diputados provinciales no son elegidos por los ciudadanos en las
urnas ni se someten, por tanto, al escrutinio de las mismas cada cuatro años.
Los Presidentes y Diputados provinciales son designados por los partidos
políticos entre los concejales electos en la provincia. Por tanto, la
composición de la
 Diputaciones  obedece exclusivamente al reparto de cuotas de
poder en el interior de los partidos políticos y no al interés general, ni a
las preferencias directas de los votantes. Constituye evidentemente una
anomalía el hecho de que unas administraciones públicas que mueven miles de
millones de euros cada año escapen al control democrático de los votantes.
Siendo así, es evidente que el espectacular resultado de las tres diputaciones
de nuestra Comunidad obedece exclusivamente al juego interno de poderes en el
seno del PPCV. ¡Vaya intereses!
Y si al déficit
de legitimidad democrática de las Diputaciones sumamos la ausencia de
democracia interna en algunos partidos políticos, como el PPCV, logramos el
cóctel perfecto para que se produzcan los escándalos como los que estamos
conociendo. Cuando los afiliados de un partido no tienen nada o muy poco que
decir a la hora de designar a sus candidatos tampoco pueden controlarlos.
Cuando el principal mérito para ser candidato o para ser designado en puestos
de responsabilidad política no es el apoyo de las bases del partido, ni la
preparación intelectual, ni la trayectoria profesional, sino el amiguismo, el
nepotismo o el tráfico de influencias es normal que terminen aterrizando en los
puestos de responsabilidad un gran número de incompetentes o de aprovechados,
de gente sin formación o sin escrúpulos.
Seguramente muy
pocos afiliados del PP de Alicante habría elegido a la actual candidata a la Alcaldía  para ese puesto
y menos siendo prima del Secretario Provincial del partido y seguramente
ninguno habría elegido como número tres de esa candidatura municipal a un señor
de Teulada, el Sr. Ciscar, que ni vive ni trabaja en la ciudad, que se ha
caracterizado en su gestión autonómica por discriminar presupuestariamente a la
provincia y a la ciudad de Alicante, y cuyo objetivo declarado no es servir a los
vecinos de la ciudad, sino servirse de ellos para marcharse, precisamente, a
intentar presidir la
 Diputación  provincial, ese oscuro objeto de deseo, ese
“marrón” en el balance político del PPCV.
Santiago de
Munck Loyola


 
