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miércoles, 9 de marzo de 2022

Los marcadores de territorio.

 

Muchas especies animales tienen la costumbre arraigada en su instinto de marcar su territorio con sus deposiciones. La finalidad es evidente, avisar a otros competidores de que ese espacio es suyo y de que, por tanto, no son bienvenidos. Pues bien, parece que  hay algunos políticos que son incapaces de sustraerse a ese instinto atávico y en cuanto son objeto de atención de los focos y de los micrófonos intentan marcar su territorio esparciendo declaraciones que son auténticas deposiciones. Mal ha empezado el amigo Esteban González Pons, diputado del PP en el Parlamento Europeo y presidente del comité organizador del PP, porque una de las primeras cosas que ha hecho ha sido intentar marcar territorio y lo ha hecho ocupándose en calificar a Vox como partido de extrema derecha. Tal cual. No es que haya marcado su territorio, el territorio del PP, proclamando lo que es y representa el Partido Popular, sus principios y propuestas, sino lo que es peor, lo ha hecho asumiendo, sin ningún tipo de rigor intelectual y de análisis, los tópicos de la progresía, lo que evidentemente no desvela nada bueno sobre la capacidad intelectual del susodicho, ni aporta nada interesante a su labor como presidente del comité organizador del próximo congreso de los populares. Quizás podría haber calificado de paso a Podemos como lo que es, extrema izquierda, pero ni aún así se entiende el objetivo de este señalamiento. ¿Piensa el Sr. González Pons que los ciudadanos no sabemos lo que la izquierda nos repite machaconamente sobre Vox? 

 

Si el Sr. González Pons cree que constituye una ineludible obligación de su “cargo” proceder a marcar el territorio electoral del Partido Popular no debería hacerlo mediante el uso de etiquetas adjudicadas a sus vecinos ideológicos, sino identificando claramente los principios y las líneas ideológicas de su propio partido para que luego, a la hora de votar, los ciudadanos no se sientan engañados, como ya ha ocurrido el pasado. Estaría muy bien que los populares señalizasen su territorio explicando a los votantes lo que podrán encontrar en el mismo; estaría francamente bien que nos dijesen si en el mismo vamos a encontrar de nuevo su rendición ante la Ley de Memoria Histórica o, por el contrario, su derogación; si su política fiscal va a ser una réplica de la llevada a cabo por el Sr. Rajoy con las mayores subidas de impuestos de la historia o si, por el contrario, van a volver a la desarrollada por los gobiernos de Aznar; si piensan devolver al hombre la presunción de inocencia o van a mantener intacta, como ya hicieron en el pasado reciente, la vigente Ley de Violencia de género; si tienen en mente adoptar alguna medida para garantizar la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles en todo el territorio nacional; si van a hacer posible que en todo el territorio español se pueda elegir estudiar en español o si, por el contrario, van a extender el modelo gallego; podría también decirnos si el PP apuesta por homogeneizar los planes de estudio en España o no, o si va a hacer algo para acabar con el despilfarro autonómico y eliminar las duplicidades. En fin, son tantas las señales o mensajes para identificar de una vez clara y nítidamente el territorio electoral del Partido Popular que no se entiende esa obsesión por marcar el territorio con las etiquetas de sus vecinos.

 

Porque, una vez más, se olvida algo fundamental y es que los votantes de Vox lo eran antes del Partido Popular y, digo yo, que algo harían mal en el PP para que más de 4 millones de electores les dieran la espalda. Y cabe poca duda de que esos exvotantes del PP no se sienten de ultraderecha, ni sienten que el partido al que ahora votan, Vox, lo sea. La inmensa mayoría se siente demócrata, defiende la Constitución de 1978 y los valores constitucionales, pero también es verdad que la inmensa mayoría ya no se siente representada por el Partido Popular porque o bien les ha traicionado en cuestiones ideológicas o bien porque se ha plegado a lo políticamente correcto. Y si es así ¿a qué esperan los dirigentes populares para hacer una profunda autocrítica y a enmendar los errores que les han llevado a esta situación? ¿por qué no perfilan de una vez un mensaje claro, nítido y sinceramente comprometido con los valores que siempre han dicho defender?

 

Existe lo que Manuel Fraga denominaba una “mayoría natural” que puede y debe ser articulada bajo una misma oferta electoral porque así lo demanda nuestro sistema electoral si lo que se quiere es llegar al gobierno. Y para lograrlo la estrategia tiene que pasar por resaltar los muchos puntos de unión existentes entre las fuerzas de esa mayoría natural que son muchos más que los puntos de discrepancia. Descalificar a los antiguos votantes o resaltar las diferencias es simplemente suicida, es el mejor favor que se puede hacer a los sanchistas y a sus socios de la ultraizquierda.

 

No estamos ante el crepúsculo de las ideologías, sino ante su sustitución por otras fachadas de las mismas. La izquierda actual, revestida con nuevas banderas está logrando imponer una nueva visión social, utiliza todos los recursos públicos disponibles para ir penetrando poco a poco en todos los niveles sociales para imponer su visión y proyecto social que siempre empieza y termina por cercenar las libertades. Y parece mentira que mientras tanto la derecha liberal no se atreva a levantar sus banderas ideológicas y se dedique a hacer el ridículo una vez tras otra. Así nos va.

 

Fdo. Santiago de Munck Loyola