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jueves, 31 de marzo de 2011

TELECINCO LA CADENA INDIGNA.

Nadie o casi nadie en esta vida está libre de incurrir en contradicciones. A veces, las ideas y los principios no concuerdan con las acciones y se produce una ruptura entre el dicho y el hecho. Ello se hace muy evidente en los sujetos y actores de la vida pública siempre sometidos, como es lógico, a la atenta mirada de los observadores.

Uno de los casos más llamativos, por tratarse de un medio de comunicación, es el de la cadena televisiva privada Telecinco. Es un hecho que la citada cadena se ha caracterizado siempre por una actitud francamente hostil hacia el Partido Popular y hacia todo lo que se aproximara hacia los principios y valores propios del centro derecha, poniéndose de manifiesto, por ejemplo, en la inexistente objetividad de sus informativos, en el carácter sesgado de sus programas de debate y tertulias o en los programas de entretenimiento y variedades en los que no se pierde ocasión alguna en ridiculizar todo aquello que no les suene a tópico “progre”. No están muy lejos en el tiempo el repugnante tratamiento que la citada cadena otorgó a la Guerra de Irak, en la que España nunca participó, o la agresiva y cobarde entrevista en 2004 al Presidente en funciones Aznar o el espectáculo televisivo montado en torno a la catástrofe del Prestige, con campanadas de fin de año, incluidas, en el municipio de Muxía en 2003. Todo valía y todo vale en su clara beligerancia política y social de esta cadena. Telecinco intentó e intenta convertirse en un banderín progre.
Pero, claro, cuando uno se detiene a analizar los contenidos de esta cadena no cabe más remedio que preguntarse si lo que se emite en la misma representa realmente los principios y valores de la progresía española. Si es así, que se queden ellos con esos principios y valores o quizás con esa ausencia de los mismos.

Gran parte de la programación de esta cadena se basa en la explotación televisiva de las miserias humanas, en el espectáculo sobre las circunstancias y avatares personales de sujetos sin mérito alguno, sin cualidades artísticas, científicas, culturales, sociales o simplemente humanas. La emisora paga a una persona para que cuente sus amoríos, sus infidelidades o las de otra persona, la eleva en un pedestal, después se la apedrea, se hace burla de ella y, con suerte, la convierte en colaboradora del programa. Cuando no se trata de una piltrafa humana se usa incluso a algún “periodista” de la plantilla o a algún concursante para vejarlo, exprimirlo y tirarlo. Todo vale con tal de que se venda y hacer caja.

Mientras que la emisora se “tira el rollito” con 12 meses y 12 causas, denunciando, por ejemplo, la violencia de género en otros programas se pasea, se entrevista y se exhibe, previo pago, a los protagonistas de un episodio televisivo de violencia de género. Ni problemas, ni reparos morales: el euro manda. Decenas de profesionales progres colaboran, con mayor o menor entusiasmo y con honrosas excepciones, en un espectáculo permanente de degradación de las personas, de exhibición impúdica de intimidades, de manipulación grosera de la mujer o de los homosexuales, todo ello aderezado con salsa progresista y servido en platos rosados.

Telecinco ha encontrado una fórmula endogámica mágica que genera buenos resultados económicos. Es una factoría experta en la fabricación de bufones y repleta de coprófagos.

Cinco millones de parados no importan, ni la guerra de Libia (ésta es “chachi”), ni los ERES, ni el caso Faisán, ni las victimas de los terroristas, ni ocho millones de españoles bajo el umbral de la pobreza,… ¡Demonios de la derecha extrema! España ahora sí que va bien. Y, lo más importante, todos los progres de Telecinco a hacer caja para…Berlusconi. Paradojas de la cadena indigna.

Santiago de Munck Loyola