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jueves, 13 de mayo de 2021

El Gobierno de España sigue la linde, aunque se ha acabado.


Es muy probable que, a lo largo de la historia de nuestra democracia, sea ésta la primera vez en que el Gobierno del Estado se ha constituido como oposición de un Gobierno regional, el de Madrid. Es una realidad que ha venido desarrollándose y creciendo desde el inicio de la pandemia, que parecía haber llegado a su culmen en la campaña electoral de las elecciones autonómicas madrileñas del 4 de mayo pero que, lejos de ello, hemos visto cómo ayer mismo se ha consolidado con los ataques de varios Ministros a la Presidente Ayuso y al conjunto de los madrileños. 


Se trata de una auténtica anomalía democrática, de un atropello institucional de la parte más fuerte del Estado contra una de sus propias administraciones, de un desprecio al mandato de cooperación y colaboración interadministrativa y, sobre todo, de un uso torticero de la administración pública contra una parte muy importante de su población que puede responder a varias consideraciones.

 


Los socialistas de Sánchez confunden claramente el partido con el Estado y tratan, de forma permanente, de usarlo en beneficio propio. Ya hace casi un año, el Delegado del Gobierno de España en la Comunidad de Madrid y a la vez Secretario General de los socialistas madrileños, el Sr. Franco, usaba la Delegación del Gobierno para conspirar con los alcaldes socialistas contra el Gobierno Regional. Algo nunca desmentido y, por supuesto, nunca visto. No es de recibo que un Delegado del Gobierno, pagado por todos los contribuyentes, dedicase los recursos públicos para intentar desestabilizar al Gobierno Regional de todos los madrileños. Esta confusión entre estado y partido es un claro síntoma de ausencia de cultura democrática y un perfecto embrión de totalitarismo y de corrupción.

 

Pero es que, además, las interferencias partidistas desde la administración del Estado para desarrollar una labor de oposición contra un Gobierno regional esconden la propia debilidad de los socialistas de Madrid para ejercer el mandato conferido por las urnas. Es decir, la incapacidad de los socialistas madrileños para desarrollar una labor eficaz de oposición controlando y proponiendo alternativas del Gobierno de Ayuso es la razón por la que tienen que acudir al “primo de Zumosol”, al Gobierno de España para que desde el mismo se intente desgastar a cualquier precio al Gobierno Madrileño. 



Y para conseguirlo no han reparado en medios, divulgación de bulos, actuando irresponsablemente en el control de las vías de acceso del virus, obstruyendo y dificultando la distribución de vacunas, despreciando las inversiones sanitarias madrileñas para luchas contra la pandemia, imponiendo cierres de la Comunidad en contra de los criterios sanitarios madrileños, etc. Y a ello hay que sumar, además, el uso partidista en plena campaña electoral de los recursos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para divulgar encuestas manipuladas con el fin de influir en favor de la izquierda las tendencias de voto. Eso sí, el socialista Tezanos ha conseguido transferir su escaso prestigio intelectual al propio CIS cuyo crédito profesional es ahora nulo. Que el máximo responsables del CIS califique a los votantes de derechas de “tabernarios” es más que suficiente como para que en cualquier país democrático hubiera sido cesado de forma fulminante.

 


Y en este ámbito, el de la confusión entre Estado y partido socialista, es especialmente grave el uso del Ministerio del Interior con fines puramente electorales. Los socialistas han traspasado una importante línea roja al poner al servicio de su partido el Ministerio que debe garantizar la seguridad e integridad de los ciudadanos. Un Ministerio del Interior que conoce los llamamientos previos de la ultraizquierda a boicotear un acto electoral de Vox en Vallecas, que no adopta las medidas de seguridad necesarias para evitarlo poniendo en riesgo la seguridad de muchas familias y que oculta a la opinión pública la detención, en los incidentes violentos surgidos, de los escoltas, de los matones contratados por el ex vicepresidente del Gobierno y ex coleta Sr. Iglesias, no es un Ministerio del Interior, es un chiringuito privado y abyecto. Y para qué hablar del numerito de las supuestas amenazas, de los sobres con balas o con navajas. Todo un circo en el que, además, destaca el hecho de que una Ministra del Gobierno de España, la Sra. Maroto, comparezca ante la prensa acusando falsamente  y sin prueba alguna a Vox de la autoría de la supuesta amenaza.

 

Y la última consideración que puede subrayarse es la falta de aceptación de la voluntad de los votantes por parte de los socialistas y, en consecuencia, del Gobierno de España. Sin entrar a fondo en la falta de autocrítica por parte de la mayor parte de la izquierda madrileña y en sus sorprendentes valoraciones de los resultados insultando y descalificando, algo inaudito, a los votantes madrileños, léase al jeta de Monedero, a la inculta Carmen Calvo o al propio Tezanos, lo cierto es que la constatación de que el hecho de que nunca individuos con tan baja preparación intelectual hubieran llegado tan alto implica, necesariamente, la persistencia en los errores. 



Dicen que "cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue". El talante antidemocrático de esta colección de “tontos” tan altamente situados en la esfera del poder es sumamente peligroso para la convivencia y para la estabilidad de las instituciones. Han comprobado que seguir la linde del enfrentamiento, de la confrontación y de la deslealtad institucional se ha acabado y que no les ha proporcionado réditos electorales y, sin embargo, ellos siguen y siguen. Esta estrategia, se acaba de comprobar, es electoralmente suicida. Y desde la perspectiva electoral puede ser muy buena para la derecha, pero no lo es para el conjunto de los ciudadanos.

 

Los ciudadanos de la Comunidad de Madrid y el conjunto de los españoles no se merecen un Gobierno del Estado al servicio exclusivo de las estrategias cortoplacistas de un partido cuyas señas de identidad se difuminan cada vez más con las de los enemigos de la Nación española.

 

Santiago de Munck Loyola

 

domingo, 25 de abril de 2021

Las balas o el clavo ardiendo.

La campaña electoral madrileña se ha calentado de forma realmente curiosa a raíz del anuncio hecho por Pablo Iglesias de que había sido objeto de amenazas a través de un sobre recibido con cuatro balas antiguas dentro acompañando a un ridículo anónimo amenazante. Ha tenido mucha suerte, otros, además de amenazas, han sido objeto de agresiones.

Los anónimos son siempre la válvula de escape de los cobardes. Y si además los anónimos son amenazantes lo son de los cobardes descerebrados. Amenazar con matar a alguien o con darle “dos leches” es inadmisible sobre todo en el ámbito del debate político que debería ser exclusivamente el ámbito de la discusión serena y del contraste ordenado de pareceres. Las amenazas, las coacciones y la violencia para que alguien concurra a unas elecciones, para impedir que se exprese libremente o para que realice un acto político en donde le dé la gana alejan a nuestra democracia de los niveles altos de calidad que son exigibles a un estado como el nuestro. La imposición de vetos, la exclusión, las amenazas, las agresiones o los cordones sanitarios demuestran la escasa confianza y la propia incapacidad de sus promotores para el diálogo y para la convicción a través de la razón.

Pablo Iglesias no ha sido el único amenazado. Durante décadas miles de ciudadanos han sido objeto de amenazas de muerte de la ultraizquierda separatista y cientos de dichas amenazas se cumplieron. También políticos como Rita Barberá o Javier Arenas recibieron sobres con balas dentro en 2015, remitidos presuntamente por la ultraizquierda. ¿Alguien escuchó de Pablo Iglesias algún tipo de condena o alguna muestra de solidaridad con los afectados? Yo no.

Y ahora no solo Pablo Iglesias ha recibido sobres con amenazas, también parece que el Ministro del Interior Marlaska y la Directora General de la Guardia Civil han sido destinatarios de sobre similares pero su reacción ha distado mucho de la teatralidad y el histrionismo del mendaz podemita.


Cuesta creer que los servicios de Correos sean tan incompetentes como para no detectar unas balas de cetme en unos sobres. Sinceramente, cuesta mucho, máxime cuando está en vigor el nivel 4 del estado de alarma antiterrorista. En cualquier caso, creer o no la veracidad del relato del Sr. Iglesias es un acto de libertad intelectual que no puede ser impuesto por nadie. Pablo Iglesias es un farsante. Cualquiera con un mínimo de objetividad puede deducirlo comparando simplemente lo que decía hace unos años y lo que ha hecho en cuanto se ha convertido en miembro de lo que él llamaba casta: no cobraría nunca determinados sueldos, no cobraría una pensión de exministro, afeaba que ministros se compraran viviendas de 600.000 €, Ana Botella era Alcaldesa por ser “esposa de…” e Irene Montero es Ministra por méritos propios, si un día él llegase al Gobierno no dejaría su barrio y luego resulta que Vallecas no era el lugar adecuado para desarrollar su proyecto vital, finge usar el taxi en el debate electoral y se descubre que era mentira, miente según la UME sobre la desinfección de las residencias de mayores… En fin, que es evidente que el Sr. Iglesias es poco creíble en sus afirmaciones y promesas. Cada cual es libre de creerle o no.

Pero es que, además, el Sr. Iglesias no está legitimado para pedir, además, solidaridad o condenas a los demás por esas supuestas amenazas. No olvidemos que estamos hablando de amenazas, no de agresiones. ¿Alguna vez ha condenado las amenazas de la ETA a Santiago Abascal o a cualquier otra persona? ¿Condenó Pablo Iglesias los sobres con balas dirigidos a Rita Barberá? 

Es más, subiendo un escalón, pasando de las amenazas a la violencia, a las agresiones, ¿Ha condenado él personalmente alguna vez las agresiones a los Guardias Civiles de Alsasua? ¿Con quién se reunió él, con las familias de las víctimas o de los agresores? ¿Condenó la agresión a la parlamentaria Roció de Meer? Al contrario, su portavoz Echenique se burló de ella hablando de kétchup, blanqueando como siempre la violencia de sus conmilitones de la ultraizquierda batasuna.

¿Cómo puede tener tanta cara dura como para exigir a los demás lo que él y los suyos nunca han hecho ni han estado dispuestos a hacer? Pablo Iglesias y los suyos han coqueteado con el uso de la violencia como arma política en numerosas ocasiones y han aplaudido y jaleado a los violentos sea en Barcelona o en Madrid. 


Ahora, ante unas expectativas electorales negativas para la izquierda en su conjunto y en especial para la ultraizquierda podemita a la que el PSOE no se cansa de blanquear, nada más oportuno que aparecer como una pobre víctima, nada mejor que montar numeritos abandonando debates, sin cerrar la puerta por cierto, porque no le creen, porque hay quien le devuelve la misma moneda que él ha usado con los demás, nada más llamativo que comparecer ante los medios lloriqueante, al estilo Rociíto, porque le llaman Chepas, Rata o coletas en las redes sociales, cuando hace tan solo unos meses él mismo decía que había que naturalizar el insulto a los periodistas. Sr. Iglesias, a la política se viene llorado del casoplón.

¡Venga ya! ¡Pablo, que no cuela! ¡Yo no te creo! Y, si te creyese, aún condenando cualquier tipo de amenaza o de agresión, tampoco me solidarizaría contigo, porque no te lo mereces. Do ut des.


Santiago de Munck Loyola