Con todo lo que está cayendo, con
el desánimo y la decepción existente entre millones de votantes del PP, con la
cantidad de vías de agua abiertas en el buque popular y parece que construir
una alternativa nacional de centro derecha es prácticamente una misión
imposible. El PP ha expulsado de sus filas, por activa o por pasiva, a millones
de votantes y a miles de ciudadanos comprometidos con la vida política. El PP
se descompone y parece evidente que una regeneración, renovación o refundación
del mismo es imposible si se hace con los mismos cuadros dirigentes al mando
del mismo. En todo caso, lo intentarán y será un proceso interno, de ellos y
para ellos, en el que no tendrán cabida más que los miembros de su propia organización.
Se trata de una estructura endogámica que precisamente por ello ha sido incapaz
de reconocer los síntomas que señalaban que algo importante iba muy mal. Ahora,
esta organización, alertada de la enfermedad desde el exterior, sólo por un
elemental sentido de la supervivencia, no por una convicción ética, va a
impulsar ciertos cambios.
Sea más o menos grande, sea menor
o mayor que la de otros partidos políticos, la corrupción y, sobre todo, la
falta de reacción ante la misma han hecho mella en la conciencia de los
ciudadanos y eso es una losa muy difícil de levantar. La confianza tarda años
en construirse y minutos en desaparecer. Todo ello se venía venir desde hace
años.
Hoy, el centro derecha solo
cuenta con una potente maquinaria electoral gastada y desprestigiada a la que
se sigue votando más por necesidad que por convicción, más por inercia que por
voluntad, más por miedo al adversario que por libre elección. Pero, sobre todo,
el PP debe su supervivencia electoral a la ausencia de una alternativa creíble
en su mismo espacio electoral. A lo largo de los años no han faltado intentos
de construcción de una alternativa electoral al PP, pero todos han fracasado. ¿Cuál
es la causa? No hay una sola, sino muchas y no siempre concurrentes: los
personalismos, la financiación, el sistema electoral, los medios de
comunicación,… Quizás el último intento más serio de erigir un partido como
alternativa electoral al PP fue el protagonizado por Vox. Sin entrar en las
causas del fracaso de un proyecto que inicialmente a muchos ilusionó pero que
en un tiempo récord calcó los peores vicios del PP, es indudable que, hoy por
hoy, su ubicación ideológica no es la que ha venido ocupando el PP y, por tanto,
no es ni puede ser su alternativa electoral.
Existen algunas coincidencias en
los proyectos políticos que hasta ahora han fracasado a la hora de construir
una alternativa al PP. De una parte, todos estos proyectos se han intentado
organizar desde arriba: un partido de ámbito nacional, en algunas ocasiones
alguna figura conocida en la cúpula, un reparto de cargos y un intento de
expansión hacia abajo, orgánica y territorialmente. De otra, todos estos
proyectos han pecado de personalismos excesivos y de dogmatismos excluyentes.
Preferir ser cabeza de ratón y creerse en posesión de la verdad política son
los dos ingredientes que aseguran la multiplicación de proyectos políticos sin
futuro electoral alguno.
En la actualidad existen centenares
de partidos políticos locales, provinciales y nacionales afines
ideológicamente, todos encuadrables en el espacio del centro derecha, el
espacio que ha venido ocupando el PP y cada por su lado, en un viaje a ninguna
parte. ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo aunque sea tan sólo para formar una
coalición? Hay valores y principios compartidos, hay personas muy formadas y
capacitadas políticamente, hay gente firmemente comprometida con la mejora de nuestra
sociedad y, sin embargo, no somos capaces de aprovechar esos activos. Ni
siquiera se intenta. El patriotismo se demuestra con hechos, no con soflamas.
No, no lo estamos haciendo bien. La falta de generosidad, la cortedad de miras
y la ausencia de inteligencia táctica no otorgan la credibilidad ciudadana,
requisito indispensable para la viabilidad de cualquier proyecto político a
largo plazo.
Pertenezco a uno de esos pequeños
partidos, un partido provincial, un partido muy joven promovido para defender a
la provincia de Alicante y para contribuir a la regeneración de la vida
política y social desde los principios y valores que el PP abandonó hace
tiempo. Pero de poco sirve nuestra acción política si no podemos contar con un
proyecto nacional con el que colaborar y al que apoyar. Somos conscientes de
que Alicante irá bien si España va bien. Por ello, estamos dispuestos a ayudar
y a trabajar sin condiciones previas para que tenga éxito un proyecto político
nuevo, de carácter nacional. Hay muchas fórmulas para lograrlo. No dejemos una
vez más pasar el tren.
Santiago de Munck Loyola