La semana pasada, en las
diligencias previas que instruye el Tribunal Superior de Justicia de Murcia por
los presuntos delitos de prevaricación, ordenación del territorio y tráfico de
influencias, el diputado socialista y vicepresidente segundo de las Cortes
Valencianas, Ángel Luna, fue imputado en el caso Novo Cartago. En este caso, se
está investigando la posible existencia de determinadas conductas irregulares
en el proceso de construcción de 3.000 viviendas en una zona protegida del
litoral de la región de Murcia. El Diputado autonómico socialista fue citado a
declarar el próximo 3 de octubre, pero al tener conocimiento de su condición de
diputado, el juez que instructor dictó providencia para requerir al secretario
de las Cortes Valencianas para que confirme la condición de aforado de Ángel
Luna.
La imputación de Ángel Luna tiene
que ver con su trabajo como asesor urbanista para Hansa Urbana, la empresa que
desarrolló el proyecto de Novo Cartago en donde se proyectaron más de 3.000
viviendas en una zona del litoral cartagenero catalogada como espacio
protegido. Tal y como ocurre en éstos casos, el diputado socialista se mostró
absolutamente perplejo y manifestó que "todas
las imputaciones no son iguales". ¡Acabáramos! Después de escuchar
hasta el aburrimiento al Sr. Luna, con lanzamiento de piedras incluido, y a sus
conmilitones uno había llegado al convencimiento de que todas las imputaciones
eran iguales, al menos a efectos de dimisiones. Pero no, el Sr. Luna, tratándose
de si mismo, ha descubierto que no y dice ahora exactamente lo mismo que dicen
muchos de sus adversarios políticos cargados también con el estigma de la
imputación. Notable contribución la del Sr. Luna y los suyos al
restablecimiento del diálogo y consenso con el Partido Popular. Ni todos los
imputados son iguales, ni tampoco todas las imputaciones. Y no, no se trata de
que el Sr. Luna practique la Ley
del Embudo, tan frecuentemente usada por su partido. Tan sólo se trata de una
pequeña aportación más al discutido y discutible concepto, como diría aquél, de
la regeneración democrática. ¡Uff… perdón! se me ha escapado la palabrita
maldita. Ya se sabe, según el diputado popular Felipe del Baño, propugnar la
regeneración democrática en el Partido Popular es motivo de expulsión del
partido. Sobre todo, si quien la esgrime es un afiliado de base, no un alto
cargo del partido en cuyo caso el “líder” contará con el entusiasta aplauso del
Sr. del Baño. Como decía Groucho Marx “éstos
son mis principios pero si no le gustan tengo otros”.
Buena la van a tener mañana en
las Cortes Valencianas en las que se desarrollará el debate sobre el estado de
la región. Porque, aunque le pese al Sr. Puig y sus compañeros tan favorables
al “derecho a decidir” de los independentistas y anexionistas de Cataluña,
seguimos siendo una Comunidad Autónoma diferenciada. Según los analistas uno de
los tres temas importantes del debate será la “regeneración democrática” (con
permiso del Sr. del Baño y demás miembros del Comité de Derechos y Garantías
del PPCV). Y vamos a asistir, casi con absoluta seguridad, al habitual “y tú
más” o al “pío, pío que yo no he sido”. Unos se encaminan hacia el desastre
electoral y otros también. No estaría de más que entre ambas fuerzas políticas
mayoritarias hicieran un ejercicio mínimo de responsabilidad y honestidad
intelectual y política para dejar de usar la corrupción como arma arrojadiza y
estableciesen unas bases mínimas, en sintonía con las reformas anunciadas el
viernes en el Consejo de Ministros, para combatirla con eficacia. Y en este
campo deberían empezar por definir de una vez y de forma clara el momento en el
que un acusado debería dejar sus responsabilidades políticas sea la imputación,
la apertura de juicio, etc. Una regla clara e igual para todos, sea del partido
que sea. Pero lo que no vale, lo que resulta un insulto a la inteligencia
ciudadana es seguir exigiendo a los demás lo que uno no está dispuesto a
aplicarse a si mismo. Y, sobre todo, deberían recordar que no hay regeneración
democrática sin regeneración previa de quienes deben llevarla a cabo, es decir,
de los partidos políticos y eso sólo pasa por más democracia interna y más
participación. Sin eso, lo demás son zarandajas.
Santiago de Munck Loyola