Translate

Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Alonso. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Alonso. Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de mayo de 2012

Devolver el voto a los exiliados vascos: una reparación histórica.

Estos días estamos asistiendo al debate abierto por la posibilidad de que los vascos exiliados por culpa de ETA, entre 150.000 y 300.000 según las distintas fuentes, pudieran participar en los procesos electorales que se celebren en su tierra. El anuncio efectuado por el Ministro del interior de que el Gobierno está estudiando esta reforma legislativa, propuesta por el Presidente de los Populares vascos Antonio Basagoiti, ha provocado diferentes reacciones, algunas de ellas muy significativas que han retratado a sus autores, una vez más, a la perfección.

Lo que nadie admite en voz alta es el fondo del asunto y que va mucho más allá de que los exiliados por culpa del terrorismo puedan o no votar. Será seguramente políticamente incorrecto pero el fondo de la cuestión es que la presencia ininterrumpida de la violencia etarra ha generado, entre otras cosas, un déficit de legitimidad de las instituciones vascas. Para que unas instituciones democráticas gocen de legitimidad de origen plena es imprescindible, y en ello coinciden todos los politólogos como Duverger, que se den una serie de requisitos básicos y esenciales de modo que el voto ciudadano pueda ejercerse con total y absoluta normalidad. En las últimas décadas, en el País Vasco, las libertades y derechos fundamentales consustanciales a un estado democrático pleno no se han desplegado con total y absoluta normalidad. Empezando por el derecho a la vida y a la integridad física y moral y siguiendo por el derecho de reunión, la libertad de asociación o de prensa, la libertad para elegir o ser elegido no han sido plenos en los territorios vascos. Las elecciones que se han venido celebrando allí siempre han estado bajo la amenaza de la violencia y la coacción permanente de los etarras y su entorno por lo que las instituciones surgidas de las mismas se han constituido mediante unos resultados electorales que de no haber mediado la violencia hubieran sido distintos. Es un hecho y una evidencia incuestionable, guste o no.

Y a esa situación perturbadora de la vida democrática hay que añadir que los resultados electorales y las instituciones nacidas de los mismos se han realizado con la exclusión de miles de ciudadanos que tuvieron que marcharse por miedo.

Ahora parece que existe en el Partido Popular cierta voluntad de reparar esa injusticia histórica. No obstante, al anuncio del Ministro, ha seguido la rápida matización del portavoz Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, aclarando que la propuesta tiene “dificultades técnicas” y que debe ser analizada jurídicamente, por lo que se han convocado unas jornadas de estudio en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Por su parte, desde UPyD, Carlos Martínez Gorriarán ha interpretado la iniciativa como una "cortina de humo" del Ejecutivo y ve esta propuesta "de difícil solución constitucional" porque, según él, en propiedad en España no existen exiliados y la disminución del censo electoral en Euskadi puede obedecer a muchos otros factores que no tengan nada ver con la presión de ETA.

Pero, como siempre, los que se han vuelto a retratar con precisión son los del PNV. El PNV ha trasladado a Europa este debate. Los nacionalistas quieren que la Comisión Europea dictamine si esta propuesta es factible dentro de los estándares de la UE. Consideran que esta medida daría “lugar a un votante con doble derecho a voto inédita en el panorama jurídico europeo”, e indican que la reforma propuesta por Fernández Díaz “se basa en un concepto, como el de las personas que han abandonado el País Vasco por la presión terrorista, imposible de objetivar desde una perspectiva material y en consecuencia jurídica”.       

Claro que al considerar el recelo de los nacionalistas vascos a que se devuelvan los derechos políticos y civiles a los vascos expulsados de su territorio por la violencia etarra, no queda más remedio que recordar la frase de Arzalluz: “Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas”. Y no es difícil adivinar quién ha estado sacudiendo el árbol y quién ha estado recogiendo las nueces para repartirlas, reparto que con el voto de los exiliados podría variar sustancialmente.

Por muchas dificultades técnicas y jurídicas que pudieran plantearse, lo cierto es que son perfectamente salvables. Hoy se puede devolver el voto a quienes se han visto injustamente privados de ello y hay mecanismos legales y técnicos para hacerlo, además con absolutas garantías para su ejercicio libre y secreto. Es una cuestión de justicia y de voluntad política. Lo que no puede el Partido Popular es esperar el más mínimo respaldo de quienes han estado repartiendo las nueces durante todos estos años.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 12 de enero de 2012

Mentiras y cinismo socialistas.

Aunque es muy habitual en el PSOE, el debate de ayer en el Congreso entre el Ministro Montoro y el Portavoz Socialista Alonso evidenció una vez más la técnica permanente de los socialistas de reescribir el pasado, aunque éste sea tan reciente que tal pretensión se exprese como lo que es en toda su extensión: una burda mentira.

“Miente que algo queda” debe ser la consigna impuesta en las filas socialistas y a ello se aplicó con fingido convencimiento el Sr. Alonso. Tiene lo suyo que los autores de la mayor estafa política de los últimos años se atrevan de acusar al Partido Popular y al actual Gobierno de haber cometido un tremendo engaño para llegar al poder a propósito de las medidas económicas de carácter de urgencia adoptadas el pasado 31 de diciembre.

Dijeron a finales de 2007 que no había crisis y era antipatriótico mencionarla. En 2008 afirmaban, cubriéndose de ridículo internacional, que España se encontraba en Champion League de las economías y que los franceses nos miraban con envidian y hasta con temor porque España iba a superar ya a Francia en los niveles de renta. Después, ya instalados en medio de una tremenda recesión, anunciaron la aparición de los famosos brotes verdes que, al menor un servidor, nunca ha visto. Y, mientras tanto, a gastar el dinero a manos llenas: Planes E, millonarias subvenciones repartidas a diestra y siniestra (más a siniestra que a diestra), etc. Y se fueron, diciendo a los españoles el pasado 18 de diciembre por boca de la Ministra Salgado que el déficit público no superaría el 6 % cumpliendo así los compromisos internacionales del Gobierno de España. Ya.

En el “modélico traspaso de poderes” los socialistas ocultaron al nuevo Gobierno la realidad del déficit y ésta no se conoció oficialmente hasta el pasado 27 de diciembre de mano de los técnicos del Ministerio de Economía.

A la luz de estas consideraciones parece evidente que la Sra. Salgado, o sea el Gobierno socialista, mintió con todo descaro a la opinión pública en plena campaña electoral al anunciar un déficit que sabía perfectamente que no era real. E igualmente parece evidente que ahora miente el Sr. Alonso al afirmar que el Partido Popular sabía en campaña electoral que el déficit era mayor y que engañó a los electores al no explicar que se iban a tomar, en caso de ganar las elecciones, las medidas presupuestarias y fiscales que se han adoptado el pasado mes de diciembre. Porque si fuera como dice el Portavoz socialista nos encontraríamos ante una situación surrealista: la Ministra comunicando un déficit falso a la opinión pública y simultáneamente dando el déficit correcto al PP en plena campaña quien, según esta descabellada tesis, se lo callaría para no explicar cómo afrontarlo en caso de ganar las elecciones.

El problema del Sr. Alonso es que ayer hizo un gran esfuerzo por dotar a sus palabras de una credibilidad imposible de sostener. Un cursillo de teatro no le vendría mal. Si además, hubiese esperado unos meses para hacer sus peregrinas afirmaciones quizás habría podido engañar a algún incauto, pero tan cerca de los hechos no cuela. Por mucho que se suban a la escalera para reescribir la historia reciente en las paredes de la granja, no cuela.

Y a esta afición o técnica basada en la mentira hay que añadir un posible desdoblamiento de personalidad o una sobredosis de cinismo: criticar unas medidas cuando ellos mismos impulsaron otras muy similares, aunque más injustas desde una perspectiva social, tiene su aquel. Que los que hace tan sólo unos meses subieron el IVA para todos, ricos o pobres, subrayen que un incremento de impuestos diseñado con criterios de progresividad sólo sirve para crear más paro es mencionar la soga en casa del ahorcado. Ahora va a resultar que los socialistas españoles están en contra de las subidas de impuestos progresivas y que el desempleo les quita el sueño. Vivir para ver.

Santiago de Munck Loyola

martes, 24 de mayo de 2011

La cuestión de confianza, una exigencia democrática.

Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado  22 de mayo han supuesto un profundo cambio en la distribución del poder territorial en España. No se trataba de unas elecciones generales, pero para casi todo el mundo esta cita electoral tiene una lectura que trasciende su ámbito territorial y, por tanto, unos efectos y consecuencias sobre la política nacional. Y señalo lo de para “casi todo el mundo” porque es evidente que ni para el Presidente del Gobierno, ni para los máximos dirigentes socialistas es así.

El derrumbe por doquier del PSOE ha sido despachado por el Sr. Zapatero como una consecuencia de la crisis económica. Ni tan siquiera ha sido capaz de asumir la más mínima responsabilidad. Sigue sin darse cuenta de que no se trata de la crisis en si, sino de la pésima gestión que él ha hecho de esta crisis. Los ciudadanos españoles han dado una patada a Zapatero en los traseros de miles de candidatos socialistas, algunos de los cuales, buenos gestores de sus Ayuntamientos, no se la merecían con seguridad.

Es indudable que la inmensa mayoría de los españoles ya no confía en el PSOE como partido gobernante de España y lo ha manifestado castigando a esos candidatos socialistas que concurrían a las urnas el pasado domingo.

Es igualmente evidente que si existe una pérdida tan clara y rotunda de la confianza de los ciudadanos en el partido del gobierno, no hay, hoy por hoy, una correspondencia entre la voluntad del electorado y su representación en el Parlamento. Y eso sólo puede ser definido como una grave crisis política. El Sr. Zapatero manifiesta que no va a haber adelanto electoral y que necesita acabar la legislatura para terminar las reformas económicas necesarias, a pesar de que hace tan sólo unas semanas había manifestado que el ciclo de reformas profundas había terminado. ¿En qué quedamos?

Para situaciones como éstas, nuestra Constitución prevé en el Artículo 112 la posibilidad de que el Presidente del Gobierno plantee ante el Congreso una cuestión de confianza. Y existen dos motivos más que importantes para evidenciar la necesidad de plantear la cuestión de confianza. Por una parte, la pérdida tan acusada de la confianza del electorado en el partido del gobierno debe ser contrastada con la confianza que pueda aún subsistir en el Congreso, máxime cuando se trata de un Gobierno sin mayoría parlamentaria propia. Por otra parte, la presunta necesidad de acometer reformas antes de agotar la legislatura debe contar con apoyo parlamentario previo suficiente y ello sólo puede ser comprobado con la cuestión de confianza.

Plantear frente a esta previsión constitucional, tal y como ha hecho hoy el Portavoz socialista, Sr. Alonso, que lo que tiene que hacer la oposición es presentar una moción de censura constituye un ejercicio de cinismo y una escapatoria fácil sin sustento racional y político. Quien no tiene credibilidad es el partido del gobierno, quien ha perdido de una manera brutal la confianza del electorado es el PSOE y quien debe, por tanto, demostrar que puede seguir gobernando sin problemas hasta el final de la legislatura es el Presidente Zapatero. Planteando la cuestión de confianza podrá reflejarse públicamente qué grupos políticos están dispuestos a prologar la agonía gubernamental a pesar del dictamen de las urnas.

Si unas simples elecciones municipales fueron motivo suficiente para proclamar una república, es de suponer que otras bien pueden motivar que un Presidente del Gobierno se someta a una simple cuestión de confianza. Así de fácil.

Santiago de Munck Loyola