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sábado, 22 de agosto de 2020

¿Hay alguien gobernando?


Da la sensación de que vivimos en dos mundos diferentes: el mundo de la gente normal y el mundo del Gobierno. Dentro de pocos días debería empezar el curso escolar en toda España y a estas fechas poco o nada se sabe de cómo van a incorporarse los más de 8.000.000 de estudiantes, los más de 700.000 docentes en enseñanzas de régimen general no universitarias, los más de 1.700.000 estudiantes universitarios y los cerca de 140.000 docentes universitarios. Es decir, más de 10.500.000 personas pendientes de la evolución de la pandemia y de las decisiones que tomen los responsables políticos de la educación. Encarar un curso escolar no es tarea fácil. Las familias tienen que ajustar sus presupuestos y organizar su vida en función de cómo vaya a ser la vuelta al colegio.

Y, mientras tanto, el mundo del Gobierno de España se fue de vacaciones. Eso sí, para tranquilidad de todos la Ministra de Educación ya ha anunciado que posiblemente se reunirá con los consejeros de Educación la semana que viene para abordar el tema, lo que evidentemente no sirve para tranquilizar a las familias, más bien al contrario. Y el inefable Ministro de Universidades ni está, ni se le espera. Habría que plantearse para qué se creó este Ministerio.

 

En medio de la tragedia que ha supuesto y supone la pandemia la sensación de desgobierno se extiende. La incomprensible negativa de este Gobierno para dotarnos de herramientas jurídicas, de leyes que permitieran a las distintas administraciones públicas adoptar medidas preventivas para frenar la pandemia sin tener que acudir nuevamente a la aprobación de un estado de alarma está teniendo ya consecuencias en los tribunales. Cada Comunidad autónoma está aprobando distintas medidas convirtiendo a nuestro país en un referente mundial de incertidumbre y de falta de seguridad jurídica. Ya no somos solo el primer país del mundo con más muertos por cada millón de habitantes, ni el que más se ha hundido económicamente en la Unión Europea, ni el que peores datos presenta en la evolución actual de la pandemia, sino que además somos el país que más normas diferentes aplica para combatirla la según la región de que se trate. Todo ello, se mire por donde se mire es desgobierno.

Sin embargo, es posible que todo tenga su lógica. ¿Por qué no va a estar de vacaciones el gobierno? ¿Por qué no pueden tomarse las cosas con tanta calma? Pues porque son coherentes. ¿Acaso el pasado 4 de julio en La Coruña no dijo el Presidente del Gobierno, el Sr. Sánchez, que la pandemia estaba vencida y que los ciudadanos debían "no tener miedo y salir a la calle para reactivar la economía"? ¿Acaso no dijo el 5 de julio en el País Vasco que "hemos derrotado al virus, controlado la pandemia y doblegado la curva”? Si los embustes y faroles de este mentiroso compulsivo son aceptados sin discusión, lo normal es que ocurra lo que está ocurriendo.

 

Mes y medio después se han producido 131.000 nuevos contagios y han fallecido al menos otras 500 personas. La curva de contagios sigue subiendo, pero el Gobierno ha podido irse de vacaciones. Más de 3.000 rebrotes en toda España y el Sr. Simón dice que “esto puede ser o no una segunda oleada”. Las Residencias de mayores vuelven a estar en el punto de mira del virus y de los 300 millones de euros prometidos en medio de la primera oleada del virus por el Vicepresidente segundo, el Sr. Iglesias, no se sabe nada.

 

Si damos por buenos los argumentos progubernamentales de que el virus les pilló por sorpresa, de que lo hicieron lo mejor que supieron, de que nadie podía imaginarse la magnitud de la pandemia y de que por ello no estábamos preparados con la consiguiente insuficiencia de medios materiales y la tardía adopción de medidas, ahora no podemos hacerlo. Ahora no hay excusas posibles que justifiquen volver a estar a la cabeza de Europa en el número de contagios. No, ahora ya no cuela en modo alguno.

 

Nos esperan unos meses muy duros por delante: meses de enfermedad, de muerte, de dolor, de sufrimiento y de pobreza creciente. Esto no se arregla con discursos semanales televisados, ni con aplausos desde los balcones a las 20 horas. Esto no se arregla con anteponer la agenda ideológica al sentido común. Esto no se arregla ni con más memoria histórica, ni más políticas de “género”, ni más manipulación televisiva. Esto no se arregla resucitando fantasmas del pasado, ni acentuando la división y el enfrentamiento entre los españoles. Hace falta despertar la conciencia colectiva sobre la extrema gravedad de la situación y hace falta un liderazgo político honesto, sincero y sacrificado. Justo el tipo de liderazgo que no rige en nuestra España.

 

Santiago de Munck Loyola