Esquerra Republicana de Cataluña
(ERC), como bien es sabido, es una de las tres formaciones que lidera la vía
golpista para lograr la independencia de Cataluña. ERC fue fundada en 1931 y
sus actuales dirigentes se proclaman herederos de aquella Esquerra de los años
30 de tan funesto y siniestro recuerdo.
Resulta muy llamativa la nula
memoria histórica de esos 400 sacerdotes catalanes que se han sumado la causa
del referéndum secesionista y, por tanto, se han aliado con los señores de
Esquerra Republicana de Cataluña. Estos sacerdotes pertenecientes a la Iglesia
Católica (es decir universal) han decidido apostar políticamente por un
movimiento que pretende imponer sus tesis a la mitad, al menos, de la población
catalana. De la universalidad evangélica han saltado al provincialismo político
sectario y excluyente sin despeinarse.
Han decidido con la firma de un
manifiesto apoyar a quienes defienden dinamitar las leyes, desde la
Constitución hasta el Estatuto de Autonomía, y adherirse al llamado derecho de
autodeterminación o derecho a decidir que a lo mejor se encuentra recogido en
los tratados teológicos, no lo sé porque no soy experto en la materia, pero que
de ningún modo se encuentra en ninguna Constitución democrática. Claro, que estos
curas tienen todo el derecho del mundo a expresar libremente su opinión sobre
cuestiones políticas, afortunadamente España no es el Vaticano donde expresar
libremente la opinión sobre cuestiones religiosas puede acabar en los
tribunales de la sucesora de la Inquisición como les ocurrió a Kung o a Lefèvre
por citar dos extremos, pero lo que no parece ya moralmente aceptable es que
usen los sagrados púlpitos para posicionarse en una cuestión estrictamente
partidista. ¿Acabarán por imponer penitencias más severas a los
constitucionalistas confesos?
Es evidente que lo mismo que
estos curas pueden pedir públicamente, aunque sea desde los púlpitos de las
Iglesias, que se reconozca el derecho a decidir, que se viole el orden
constitucional o la independencia de Cataluña los demás ciudadanos podríamos
pedir a la Iglesia Católica que reconozca el divorcio, que bendiga el
adulterio, que legalice la poligamia en el derecho canónico o que los curas se
metan en sus asuntos.
Volviendo al inicio de estas
líneas, es llamativa la falta de memoria de estos sacerdotes cuyos sueldos, por
cierto, pagamos en su mayor parte los constitucionalistas, a la hora de
alinearse políticamente porque van de la mano de los señores de Esquerra
Republicana de Cataluña. Hay que recordarles a estos pastores sectarios de la
Iglesia Universal que bajo el control de ERC funcionaron entre 1936 y 1939 46
checas del terror tan sólo en la ciudad de Barcelona y centenares en toda
Cataluña. Hay que recordarles a estos curas que 8.148 civiles fueron asesinados
en Cataluña durante este periodo y que de éstos, más de 2.000 fueron religiosos,
unos 1.190 curas, unos 795 monjes y 50 monjas. Sólo entre julio y septiembre de
1936 el número de personas asesinadas fue de 4.682. ¿Ha pedido perdón la Esquerra
Republicana de Cataluña? No lo ha hecho nunca, ni lo hará. Pero ello parece que
no es ningún obstáculo para que 400 sacerdotes de los casi 2000 que hay en
Cataluña vayan de la mano con estos señores cuyo anticlericalismo está más que
acreditado. Y basta ver las pintadas actuales que se gastan para adivinar el futuro que les espera a los religiosos con estos independentistas en el poder.
Curas cargados de odio contra España y los españoles, sacerdotes
que fomentan la confrontación civil es lo último que necesita nuestra sociedad
y, por supuesto la Iglesia católica. ¡Zapatero a tus zapatos!
Santiago de Munck Loyola.