Hay gente que lleva
tanto tiempo metida en la política y viviendo de ella exclusivamente que
termina por perder el sentido de la realidad e, incluso, el sentido de la
medida y la proporción. El mundo de la política partidista y de la dependencia
personal de la misma conlleva además el riesgo de percibir de manera exclusiva
una visión sectaria y sesgada de la realidad y, además, que el sujeto, como todo vocero
partidista que se precie, no esquive micrófono alguno, aunque para ello carezca
del tiempo necesario para una sosegada reflexión previa a cualquier
declaración, corriendo el peligro de dejar al desnudo la oquedad intelectual del
mismo.
Dª Elena Valenciano,
vicesecretaria general del PSOE, nada menos, es un claro ejemplo de lo
anterior, de los resultados obtenidos por quien no ha conocido otro mundo que
el de la política partidista ni otro punto de vista que el profundamente
sectario que se incuba en la trastienda de cualquier partido político. En sus
frecuentes intervenciones ante los micrófonos de los medios de comunicación, la
Sra. Valenciano no escatima esfuerzos para evidenciar su formación, su talante
democrático o su rancio sectarismo. Nadie la habrá escuchado jamás la más
mínima autocrítica respecto a la gestión de su partido en los últimos años de
Gobierno ni a los errores cometidos durante la misma.
Tampoco la habrá
escuchado nadie la más mínima oferta de diálogo o de colaboración hacia el
Gobierno. Su credo es “leña al mono” venga o no a cuento. Dice el dicho popular
que la ignorancia es muy atrevida y la Sra. Valenciano es casi tan atrevida
como su compañero D. Óscar López Agueda, el que no recordaba en un mitin tres
motivos por los que hubiese que votar al PSOE.
La Sra. Valenciano,
que no fue capaz de terminar ni la carrera de Derecho, ni la de Ciencias
Políticas, estando tan ocupada como estaba en medrar en su partido, no hay día
que no imparta lecciones sobre legislación o sobre política. Sus “perlas”
suelen tender a la exageración, a la hipérbole parlamentaria, al incendio de la
convivencia. Las últimas “perlas” las ha deslizado con ocasión de la
presentación del proyecto de reforma educativa propuesto por el Ministro Wert.
Dª Elena, tan comedida como siempre, ha manifestado lo siguiente: "Probablemente no se recuerde un
ministro de Educación más ideologizado. Está haciendo una política educativa de
la mano de la ideología más conservadora que pueda haber en España. Está
quebrando el modelo tal como lo hemos conocido" y que "en el caso de Cataluña lo que está
proponiendo directamente es un atentado contra la convivencia" en esa
comunidad autónoma. ¡Ahí está! ¡Nada menos! De sus palabras habrá que deducir
que los Ministros de Educación del PSOE no estaban “ideologizados”, no, ni
mucho menos. Eran simples Hermanitas de la Caridad, eso sí, laicas, ministros
“ni carne ni pescado”, válidos tanto para un roto como para un descosido. El
problema de esta señora es que seguramente se cree sus rotundas afirmaciones o,
lo que es peor, que los ciudadanos somos muy cortitos y nos las creemos. Pero los frutos educativos de los gobiernos
socialistas y sus leyes “Light” están ahí y son los que son. Hay que hacer una
reforma del sistema educativo, eso es indudable y el sentido o la orientación
de la reforma debe hacerla la mayoría parlamentaria de las Cortes, le guste o
no a la inefable Sra. Valenciano.
Pero donde se lleva la
palma y demuestra su auténtico talante la Sra. Valenciano es en la segunda
parte, cuando señala que "en el caso
de Cataluña lo que está proponiendo directamente es un atentado contra la
convivencia". Pero ¿a dónde va Sra. Valenciano? ¿De dónde se saca esa
catastrofista exageración? ¿Está tratando de alentar sentimientos antiespañoles
para ver si levantan cabeza en Cataluña? ¿Dónde ha leído usted en el proyecto
de reforma que se hable concretamente de Cataluña? Declaraciones incendiarias
de esta calaña no contribuyen lo más mínimo a plantear un debate constructivo
que permita el acercamiento de posturas para lograr una reforma educativa
eficaz y con amplio sustento parlamentario y social. Asumir democráticamente
una derrota electoral puede llevar su tiempo para quienes padezcan determinadas
carencias democráticas, pero parece que transcurrido ya más de un año hacerlo
impediría actitudes tan negativas como las que exhiben la Sra. Valenciano. Un
poco más de sosiego, un poco menos de crispación y más diálogo es lo que se
necesita en estos tiempos, Sra. Valenciano. Más reflexión y menos exabruptos.
Santiago de Munck
Loyola