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domingo, 9 de diciembre de 2012

La hiperbólica Valenciano.




Hay gente que lleva tanto tiempo metida en la política y viviendo de ella exclusivamente que termina por perder el sentido de la realidad e, incluso, el sentido de la medida y la proporción. El mundo de la política partidista y de la dependencia personal de la misma conlleva además el riesgo de percibir de manera exclusiva una visión sectaria y sesgada de la realidad y, además, que el sujeto, como todo vocero partidista que se precie, no esquive micrófono alguno, aunque para ello carezca del tiempo necesario para una sosegada reflexión previa a cualquier declaración, corriendo el peligro de dejar al desnudo la oquedad intelectual del mismo.

Dª Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, nada menos, es un claro ejemplo de lo anterior, de los resultados obtenidos por quien no ha conocido otro mundo que el de la política partidista ni otro punto de vista que el profundamente sectario que se incuba en la trastienda de cualquier partido político. En sus frecuentes intervenciones ante los micrófonos de los medios de comunicación, la Sra. Valenciano no escatima esfuerzos para evidenciar su formación, su talante democrático o su rancio sectarismo. Nadie la habrá escuchado jamás la más mínima autocrítica respecto a la gestión de su partido en los últimos años de Gobierno ni a los errores cometidos durante la misma.

Tampoco la habrá escuchado nadie la más mínima oferta de diálogo o de colaboración hacia el Gobierno. Su credo es “leña al mono” venga o no a cuento. Dice el dicho popular que la ignorancia es muy atrevida y la Sra. Valenciano es casi tan atrevida como su compañero D. Óscar López Agueda, el que no recordaba en un mitin tres motivos por los que hubiese que votar al PSOE.

La Sra. Valenciano, que no fue capaz de terminar ni la carrera de Derecho, ni la de Ciencias Políticas, estando tan ocupada como estaba en medrar en su partido, no hay día que no imparta lecciones sobre legislación o sobre política. Sus “perlas” suelen tender a la exageración, a la hipérbole parlamentaria, al incendio de la convivencia. Las últimas “perlas” las ha deslizado con ocasión de la presentación del proyecto de reforma educativa propuesto por el Ministro Wert. Dª Elena, tan comedida como siempre, ha manifestado lo siguiente: "Probablemente no se recuerde un ministro de Educación más ideologizado. Está haciendo una política educativa de la mano de la ideología más conservadora que pueda haber en España. Está quebrando el modelo tal como lo hemos conocido" y que "en el caso de Cataluña lo que está proponiendo directamente es un atentado contra la convivencia" en esa comunidad autónoma. ¡Ahí está! ¡Nada menos! De sus palabras habrá que deducir que los Ministros de Educación del PSOE no estaban “ideologizados”, no, ni mucho menos. Eran simples Hermanitas de la Caridad, eso sí, laicas, ministros “ni carne ni pescado”, válidos tanto para un roto como para un descosido. El problema de esta señora es que seguramente se cree sus rotundas afirmaciones o, lo que es peor, que los ciudadanos somos muy cortitos y nos las creemos.  Pero los frutos educativos de los gobiernos socialistas y sus leyes “Light” están ahí y son los que son. Hay que hacer una reforma del sistema educativo, eso es indudable y el sentido o la orientación de la reforma debe hacerla la mayoría parlamentaria de las Cortes, le guste o no a la inefable Sra. Valenciano.

Pero donde se lleva la palma y demuestra su auténtico talante la Sra. Valenciano es en la segunda parte, cuando señala que "en el caso de Cataluña lo que está proponiendo directamente es un atentado contra la convivencia". Pero ¿a dónde va Sra. Valenciano? ¿De dónde se saca esa catastrofista exageración? ¿Está tratando de alentar sentimientos antiespañoles para ver si levantan cabeza en Cataluña? ¿Dónde ha leído usted en el proyecto de reforma que se hable concretamente de Cataluña? Declaraciones incendiarias de esta calaña no contribuyen lo más mínimo a plantear un debate constructivo que permita el acercamiento de posturas para lograr una reforma educativa eficaz y con amplio sustento parlamentario y social. Asumir democráticamente una derrota electoral puede llevar su tiempo para quienes padezcan determinadas carencias democráticas, pero parece que transcurrido ya más de un año hacerlo impediría actitudes tan negativas como las que exhiben la Sra. Valenciano. Un poco más de sosiego, un poco menos de crispación y más diálogo es lo que se necesita en estos tiempos, Sra. Valenciano. Más reflexión y menos exabruptos.

Santiago de Munck Loyola