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domingo, 10 de abril de 2011

RIVAS: LA CAÑADA REAL GALIANA.

Nada puede haber peor para abordar un problema con rigor y seriedad que hacerlo en un período preelectoral en el que, lejos de buscar puntos de consenso, los intervinientes lo usarán, sin ninguna duda, como un arma arrojadiza. La Cañada Real Galiana constituye desde hace muchos años un auténtico problema social, urbanístico y medioambiental. En este contexto hablar hoy de culpas y responsabilidades por parte de los políticos constituye una simpleza y una estupidez. Señalar a éste o a aquél político como responsable de la grave situación que atraviesa la Cañada Real a su paso por los distintos municipios afectados no conduce a nada ni sirve para resolver los problemas y cualquier asignación concreta de responsabilidades será, sin ninguna duda, una tremenda mentira. Porque lo cierto es que la responsabilidad está absolutamente repartida entre los regidores de los municipios afectados y de los distintos Gobiernos de la Comunidad que se han venido sucediendo. Y esa responsabilidad alcanza a todos los partidos del arco parlamentario madrileño. Siempre han mirado hacia otra parte, dejando que el avispero creciera. Ninguno de ellos, a lo largo de los últimos 30 años ha tomado medida alguna efectiva en el ámbito de sus competencias para defender lo que constituía un patrimonio histórico y medioambiental de todos los ciudadanos. Si lo hubiesen hecho, hoy no estaría la Cañada Real como está y no se habría convertido en lo que es: un expolio consentido del patrimonio común y un gueto casi institucionalizado.

En 1999, el Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid elaboró junto con dirigentes de Covibar un proyecto que permitiría recuperar como espacio público más de 1,5 Km. de cañada a su paso por el municipio, realojando a los vecinos que lo necesitasen. El Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid no quiso saber nada de la propuesta por la sencilla razón que provenía del PP. Pero también hay que señalar que tanto el Ayuntamiento de Madrid, como el Gobierno Regional si bien vieron con buenos ojos la propuesta, tampoco es que se volcaran para hacerla realidad.

Ahora, por primera vez, la Asamblea de Madrid ha tomado una decisión valiente, encaminada a resolver este grave problema, aunque quizás el momento elegido no haya sido el más oportuno, con la aprobación de la Ley 2/2011, de 15 de marzo, de la Cañada Real Galiana. Se podrá o no estar de acuerdo con la fórmula adoptada, se podrá discutir sobre la constitucionalidad o no de la Ley, pero, en todo caso, se trata de la demostración de la existencia de una voluntad política para solucionar una realidad que no hace más que deteriorarse día a día. Y, a partir de ahora, los Ayuntamientos afectados deberán demostrar, porque así lo prevé la Ley, su capacidad de gestión y su voluntad política para ordenar un territorio que, hasta ahora, era un territorio sin Ley.

Es hora de elaborar y desarrollar propuestas sociales, creíbles y justas. Es hora de consensos en cada municipio para lograr un resultado bueno para todos. De lo que no es hora es de apuntar con el dedo a los presuntos culpables de lo ocurrido porque además de correr el riesgo de equivocarse existe la posibilidad de que le pillen a uno la punta del dedito acusador.

Santiago de Munck Loyola.