Translate

domingo, 18 de noviembre de 2012

Un libro para sacudirse complejos históricos.




En ocasiones no se puede evitar cierta sensación de envidia al constatar la actitud de los ciudadanos británicos, franceses o alemanes, por citar sólo algunos, a la hora de expresar sus sentimientos de orgullo hacia sus respectivos países, su historia o sus símbolos representativos. Incluso los habitantes de Estados Unidos de América, que por no tener no tienen ni nombre propio como nación, con una historia más bien corta y no precisamente ejemplar, son un referente de patriotismo y de amor a su tierra. Y esta actitud contrata mucho con la mantenida por una gran parte de los españoles. La simple exhibición de la bandera de España, salvo en los momentos de fervor patrio futbolístico, tiene casi siempre connotaciones ideológicas y ha sido en no pocas ocasiones objeto de agrios debates partidistas. Recuérdese que cuando se instaló la monumental bandera española en la Plaza de Colón, en Madrid, algunos políticos nacionalistas hablaron de provocación. En una dinámica que no puede ser calificada más que como acomplejada llegamos, incluso, a cuestionar nuestra propia existencia como Nación desde las más altas instancias del Estado, a pesar de ser la más antigua de Europa. Hace muy pocos años, el mismo Presidente del Gobierno de la Nación, Rodríguez Zapatero, señalaba que la Nación era “un concepto discutido y discutible”, o sea, que él era el Presidente del Gobierno de un concepto discutido y discutible. Es cuando menos curioso que su Gobierno, quizás por fidelidad a esa inseguridad conceptual, suprimiese la palabra “nacional” en el nombre de organismos públicos españoles sustituyéndola por la palabra “estatal”. Y otro tanto ocurre a la ahora de abordar nuestra historia. Parece que hemos asumido como ciertas todas las lamentables falsedades que desde los países anglosajones y protestantes, sobre todo, se han ido lanzando contra España y los españoles.

Pues bien, un interesante libro puede ayudarnos, al menos, a poner en tela de juicio esa visión descalificadora de nuestro pasado, a examinar nuestra trayectoria como Nación desde una perspectiva diferente que seguramente a muchos les ayudará a sacudirse de encima algunos complejos históricos que tan bien vienen a nuestros vecinos europeos. Se trata del libro escrito por Juan Sánchez Galera y José María Sánchez Galera titulado “Vamos a contar mentiras”, un repaso a nuestros complejos históricos. Es un texto ameno y documentado que en 250 páginas desarrolla un análisis crítico de diferentes etapas y aspectos de nuestra historia, ofreciendo, sobre todo, los orígenes y las causas del nacimiento y extensión de las perspectivas históricas distorsionadas de nuestro pasado.

El libro aborda la famosa “Leyenda Negra”, el legado Andalusí y su “refinada civilización musulmana”, el episodio de la expulsión de los judíos, el nacimiento y desarrollo de la Inquisición, la conquista de América y un somero repaso a los nacionalismos. En el texto podemos encontrar numerosos datos y hechos históricos completamente desconocidos para la inmensa mayoría y que sorprenderán a más de uno, así como continuas referencias biográficas sobre las que se sustentan las afirmaciones de los autores. Es un libro de fácil lectura y que incita a buscar más datos y bibliografía sobre algunos de los datos que aporta. Es francamente recomendable para todo aquel que quiera replantearse muchas cuestiones que hasta ahora no habían sido cuestionadas. Y, sin duda, a más de uno le servirá para poderse quitar complejos y culpabilidades heredadas de encima. Eso sí, seguramente no agradará a los nacionalistas ni a quienes crean que España debe estar continuamente pidiendo perdón por su pasado o simplemente por el hecho de existir. Bueno es saber, como dato anecdótico recogido en este libro, que en 1719, Rafael Casanova, héroe de los independentistas catalanes, tras ser amnistiado por Felipe V, llamó a los barceloneses a luchar en defensa del “rey, la patria y la libertad de toda España”. ¿A que no nos lo cuentan en la Diada?

Santiago de Munck Loyola