Las dos rondas de consultas del
Rey con los líderes parlamentarios que se han saldado con la designación de
Pedro Sánchez, uno de los grandes perdedores de las pasadas elecciones
generales, para intentar formar Gobierno han servido, entre otras cosas, para
ir avanzando y conociendo las verdaderas intenciones y ambiciones de los
protagonistas políticos de estos días.
No está nada fácil el panorama
político. El resultado de las últimas elecciones dejó un parlamento sumamente
fragmentado en el que a las tensiones del eje izquierda derecha se suman las
tensiones del eje centro periferia y la formación de un nuevo gobierno depende
de la combinación y el equilibrio entre ambos ejes a la vez. Algo que complica extraordinariamente
el panorama es la composición política de Podemos que combina en su interior la
pugna de las tensiones de ambos ejes y, por tanto, su capacidad de alcanzar
acuerdos parlamentarios está fuertemente condicionada a la primacía de uno de
los dos ejes en disputa. Intentar jugar con la equivalencia o el equilibrio de
ambos sin una clara definición estratégica es un juego que las demás fuerzas
políticas no parecen dispuestas a aceptar. O pesa más la vertiente social o lo
hace la territorial, pero las dos a la vez parece difícilmente asumible por algunos de sus hipotéticos aliados de Gobierno. La duda que sí ha despejado
Podemos, desde el primer momento, es que quiere sillones en la Moncloa (una
Vicepresidencia y seis ministerios), que tiene decidido para quién son (el Sr.
Sánchez, si alcanza la
Presidencia , se los tendría que comer) y que vetan a
determinados socialistas, como al Sr. Jordi Sevilla, para determinados
ministerios. ¿Para hacer qué? No está muy claro lo del programa de gobierno. Ya
no se sabe si se trata de un programa seudo -bolivariano, socialdemócrata danés
o greco – luso. Minucias. Lo importante es pillar “cacho”.
Mariano Rajoy, pírrico ganador de
las elecciones, declinó la oferta del Rey para intentar formar gobierno
eludiendo así tener que someterse a una sesión de investidura para la que no le
salían las cuentas. El “no es no”, sectario e intransigente, de Pedro Sánchez
no abría las puertas, ni tan siquiera, para negociar una posible abstención del
PSOE en la sesión de investidura para que un hipotético gobierno del PP y C’s
(163 escaños) pudiera iniciar la legislatura. La única opción que le quedaba al
PP para haber podido encarar esa sesión de investidura era negociar
abstenciones con Podemos o los independentistas, algo absolutamente impensable.
Mariano Rajoy evitó así un desgaste personal ante una sesión infructuosa pero,
con ello, impidió a los españoles que pudieran conocer las contradicciones de
sus adversarios y la ausencia real de una alternativa sólida basada en ideas y
programas y no sólo en el reparto de poltronas.
Puestas así las cosas, el Rey
encargó al “líder” socialista Pedro Sánchez que intentara someterse a la
investidura para ser elegido Presidente del Gobierno. Pedro Sánchez lo estaba
deseando porque sus días al frente del PSOE, tras haberle conducido a los
peores resultados electorales de su historia, estaban contados. Y va a hacer
todo lo posible por conformar una mayoría suficiente para ser investido, aunque
después no pueda gobernar. No se trata, ni mucho menos, de la defensa de un
proyecto para España, sino simplemente de una cuestión de pura supervivencia
política personal. O lo consigue o los “barones” le jubilan ya. Ahora, el que
se negaba a hablar con el PP con su “no es no”, quiere hablar con ellos para
pedirles que se abstengan, para hacer exactamente lo mismo que él se negó a
hacer y poder conformar un posible gobierno con Ciudadanos (130 escaños) o con
Podemos + IU (161 escaños). Y no le faltan corifeos al Sr. Sánchez que apelan
al “patriotismo” del PP para que se abstenga (no tuvieron valor para pedirle lo mismo a Sánchez) y evite así un gobierno más
radical o la repetición de elecciones que, con la reciente encuesta del CIS en
la mano, no augura cambios electorales positivos. Y aprovechando que al PP le
ha explotado un nuevo escándalo de corrupción en Valencia, el Sr. Sánchez
intenta deslegitimar al PP aún más para que pueda formar
Gobierno, aunque eso sí, no lo suficiente como para no querer contar con su
abstención. Pero el Sr. Sánchez, en ese juego tan hipócrita de airear la corrupción
ajena y esconder la propia, olvida que mientras pretende presentarse como el
Mr. Proper de la política a su partido le llueven los escándalos de corrupción,
aunque la mayoría de los medios de comunicación usen sordina con ellos.
Durante las próximas semanas se
irán despejando muchas incógnitas. Descartados desde el primer día el
patriotismo de muchos, la responsabilidad política, el sentido de Estado y el espíritu de consenso ante una
de las situaciones más extraordinaria y peligrosa para la supervivencia de
España como Nación hay poco margen para la esperanza. La vieja clase política y
la nueva se están fundiendo en una misma cosa y las consecuencias de ello las
pagaremos, una vez más, todos los ciudadanos.
Santiago de Munck Loyola