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domingo, 20 de mayo de 2012

Apuntes sobre el XIII Congreso del PPCV.

Si alguien esperaba del Congreso del PPCV que acaba de finalizar en Alicante un profundo cambio de hábitos, estilo, modelo de Partido o de políticas sectoriales seguramente habrá quedado defraudado. Este Congreso, imprescindible para la legitimación de un liderazgo regional, ha estado marcado por los desencuentros con Rus y Barberá, motivados más por cuestiones de reparto de poder que por discrepancias ideológicas, las ausencias de los predecesores de Alberto Fabra al frente del PPCV, el camuflaje de la inmensa mayoría de los, hasta hace muy poco tiempo, súper campistas, el vacío de la dirección nacional del Partido Popular presente en el Congreso a través de videos protocolarios, la inexistencia de una profunda autocrítica y la pérdida de una inmejorable oportunidad para poner los medios necesarios para hacer realidad la apuesta del nuevo Presidente por la regeneración del Partido.

Como era de esperar se han producido muchas intervenciones y, como es habitual en estos casos, se han deslizado afirmaciones que son, cuando menos, cuestionables. Baste citar, de una parte, a Esteban González Pons, vicesecretario nacional de Estudios y Programas del PP, que intentando, quizás, limpiar la imagen del PP valenciano, ha llegado a afirmar lo siguiente: "Que se identifique la Comunidad Valenciana con el fraude y el despilfarro no se puede consentir". Esta frase participa plenamente de la técnica empleada por los nacionalistas consistente en transformar las críticas a su gestión partidista con críticas a su región. Y no, no parece que sea ése el sentir de la calle. Parece más bien que cuando se alude al “fraude o al despilfarro” no se alude a la Comunidad Valenciana, sino a algunos gestores de las instituciones de la Comunidad Valenciana. Mal se pueden corregir las enfermedades cuando no se es capaz de acertar en el diagnóstico y, en este caso, el error parte de no haber querido o sabido realizar una autocrítica seria y profunda.

De otra parte, la Alcaldesa de Alicante y Diputada Autonómica por la Provincia, Sonia Castedo, afirmó que "la ciudadanía no está para bromas, ni para debates estériles, los ciudadanos no quieren saber nada de cuotas, ni de pulsos de poder interno, ni siquiera quieren saber nada de nombres y apellidos”. Y tiene toda la razón, pero debería aplicarse el cuento y no haber impuesto su correspondiente cuota en el reparto de los 51 compromisarios al Congreso que le correspondían a la ciudad de Alicante. Una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo.

En contraste con la pretensión de regeneración del Presidente Fabra no ha prosperado la enmienda a la ponencia de estatutos del PPCV presentada por D. José María Rodríguez Galán, exdirector general de Ciudad de la Luz, con el fin de que los alcaldes y portavoces populares en municipios de más de 5.000 habitantes no pudiesen compatibilizar ese cargo con otros. Lo más sorprendente es que ni siquiera ha llegado a ser debatida argumentando que se trata de un tema propio de los Estatutos Nacionales del Partido Popular. Dejando al margen la validez o no de ese argumento, lo cierto es que la insuficiente regulación establecida en el Art. 7.2 Estatutos Partido Popular no cierra la puerta al establecimiento de criterios más restrictivos en los Estatutos Regionales si se adecuan al objetivo y pretensión de la norma nacional. Pero aún admitiendo la validez del argumento de que se trata de una materia propia de la regulación nacional, nada habría impedido al Congreso aprobar una Carta de Compromisos de los cargos públicos del PP en la que, entre otras cosas, se recogiese la dedicación exclusiva de los cargos públicos electos impidiendo simultanear dos puestos e, incluso, la incompatibilidad con el desarrollo de actividades privadas. Los electores, los vecinos de una ciudad como Alicante, por ejemplo, merecen que sus cargos electos se dediquen al cien por cien a la actividad para la que han sido elegidos y no que la simultaneen con otros puestos que para ser bien desempeñados, también exigen una dedicación completa. De lo contrario se está trasladando un mensaje perverso a los ciudadanos: el de que ser diputado o Alcalde de una ciudad no requiere una dedicación completa a pesar de que se cobra como si tal dedicación se produjese.

Y tampoco habría estado de más que en ese deseo de regeneración se hubiesen adoptado medidas para impulsar y facilitar la participación de los 142.000 afiliados del PPCV, para garantizar la pluralidad y la concurrencia en los próximos procesos electorales internos así como la neutralidad en los mismos de los “aparatos locales y provinciales” que, hasta ahora, ha brillado por su ausencia.

En todo caso, los mejores deseos para el nuevo Presidente y para su equipo que tienen una difícil y complicada tarea por delante.
Santiago de Munck Loyola

jueves, 16 de junio de 2011

Carta abierta a Sonia Castedo, Alcaldesa de Alicante y compañera de Partido.

Estimada Alcaldesa y compañera:

Tan sólo unas modestas líneas de un vecino de Alicante, afiliado del PP y votante de la candidatura municipal del PP en las pasadas elecciones para trasladarte algunas consideraciones. Esta mañana, escuchaba un informativo de la Cope y a propósito de la pugna interna del PP por la Diputación en el que declarabas que el Partido Popular es un partido integrador y que no peligraba su unidad en Alicante. ¡Que alivio! Sabiendo que dejar a tu número dos, a tu Presidente Provincial, como has hecho sin delegaciones municipales y sin sueldo es integrar a las personas me quedo mucho más tranquilo. Pensaba que se trataba de una vulgar venganza, pero no, me has sacado del error, integrar debe ser eso y yo no lo sabía, disculpa mi ignorancia.

Ya sé que se trata solo de tu Presidente Provincial, del mío y el de muchos miles de afiliados, y que, aunque algunos mal pensados puedan ver en tu actitud un trato humillante, soberbio y cainita, no hay nada de eso, hay sólo integración pura y dura, como Camps manda.

En mi ignorancia voté a la lista municipal del PP que encabezabas pensando que estaba votando a todo un equipo propuesto por mi partido para que los que resultasen elegidos desempeñasen tareas en el Ayuntamiento pero nadie me dijo que así era menos para dos o tres de sus miembros. ¡Qué descuido! No sabía nada del concepto campista de la integración. Pero sabiéndolo tú, no comprendo por qué formabas parte de la misma lista. Si se trataba de una imposición externa podrías haberte negado y te habrías ahorrado el mal trago de tener que ir ahora integrando a la gente.

Aunque supongo, estimada Alcaldesa que estarás muy ocupada dedicando el cien por cien de tu tiempo a la ciudad de Alicante y el cien por cien de tu tiempo a la Provincia de Alicante como diputada (¿el 200 % de tu tiempo?), te quedará aún algún minuto para seguir velando por la unidad y dignidad del Partido Popular y de su legítimo Presidente Provincial. Ya sabes que el Presidente Provincial representa a todos los afiliados populares de la Provincia y que, por tanto, el trato que reciba no debería ser ofensivo para los mismos.

En fin, me alegro mucho de que no pase nada en el PP y de que la unidad interna no esté en peligro, pero me da la impresión de que ni los medios de comunicación ni los afiliados te creen. ¡Cómo son!

Un saludo, Alcaldesa.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 21 de abril de 2011

LAS LISTAS DEL PP: EL ESPECTÁCULO CONTINUA.


Vergüenza e indignación es lo que sienten muchos militantes del Partido Popular de Alicante ante el lamentable y ridículo espectáculo que el Partido está ofreciendo a la ciudadanía a poco más de un mes de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas. El cierre de las listas electorales ha destapado toda clase de miserias y rivalidades dignas de un novelón venezolano. El compromiso con la democracia y el electorado, la lealtad al partido y a los militantes, la responsabilidad pública, la dignidad política y la legitimidad de las candidaturas son conceptos que han saltado por los aires. En su lugar han hecho acto de presencia las ambiciones personales, las traiciones personales y políticas y el abuso de poder.

Hasta ocho escisiones se han hecho patentes estos días ofreciendo el peor espectáculo que un partido de gobierno y con aspiraciones a renovarlo puede ofrecer. Benidorm, Torrevieja, Calpe, Villajoyosa, Villena, La Nucia, L’Alfas del Pi y Confrides son los casos más llamativos de este impresentable circo. A ello hay que añadir los retoques impuestos desde Valencia en numerosas listas electorales moviendo candidatos para favorecer así a los afines o la actitud de la alcaldesa de Alicante favoreciendo que la prensa interprete que huye de su número dos en la candidatura municipal o acaparando la cabecera de la lista municipal y la autonómica, lo que algunos interpretan como la búsqueda de un aforamiento, por si acaso. Patético.

Pero lo de Alicante no es una excepción. Junto a casos sonados como el de Álvarez Cascos hay decenas de conflictos por toda la geografía nacional. Paracas en candidaturas, colocación de amiguetes, desplazamientos injustificables de Alcaldes, etc. Y, en medio de todo esto, ¿Qué hacen los militantes del partido con más afiliados de España? Nada, lo de siempre, guardar disciplinadamente silencio y seguir trabajando por un partido y por unos ideales con una lealtad que no se merecen la inmensa mayoría de sus dirigentes.

Parece mentira pero los 700.000 afiliados del Partido Popular no tienen derecho, según los Estatutos, a elegir a sus candidatos. Y cuando la designación de los candidatos se realiza mediante un sistema siempre tutelado y antidemocrático es cuando se producen los mangoneos, las conspiraciones y, en definitiva, el poco edificante espectáculo al que estamos asistiendo. Así no se puede seguir.

Un partido que aspira a regenerar la democracia debe empezar por regenerarse a si mismo. Debe abrir sus estructuras internas a la voluntad de quienes forman parte del mismo. Tiene que terminar con estas camarillas que se perpetúan, se suceden a si mismas y se renuevan fraudulentamente para que todo siga en manos de los mismos. Los liderazgos asentados sobre mecanismos controlados y siempre tutelados no son auténticos liderazgos. Son simples jefaturas sin más carisma que el otorgado por el miedo reverencial a ser excluido de la tarta. Si los militantes populares no reaccionan y no se deciden a cambiar estos Estatutos, dentro de 4 años volveremos a ver lo mismo: el circo de las mezquinas ambiciones volverá a ofrecer nueva función.

Santiago de Munck Loyola