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domingo, 26 de mayo de 2013

Sonia Castedo y la Kirchner.


Fotografía publicada por El Mundo.
El pasado viernes, en una entrevista radiofónica, la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, soltó una de sus perlas. “El Mundo arremete porque no pongo publicidad”, es decir, que según la Alcaldesa, el Diario El Mundo informa sobre muchos y variados aspectos de las dudosas actuaciones de la Alcaldesa de Alicante por la sencilla razón de que a dicho diario no se le da publicidad institucional. ¡Y se queda tan fresca! No sé si se trata de inconsciencia, de irresponsabilidad o de prepotencia, pero esta frase tiene mucho más calado de lo que a primera vista podría parecer.

En primer lugar, esta frase pone de manifiesto el papel que en la cabeza de la Alcaldesa deben tener los medios de comunicación. De una parte, entiende que los medios de comunicación solo informan sobre presuntas irregularidades si no reciben dinero del poder en forma de publicidad institucional. De otra, da a entender que los medios de comunicación que no investigan, ni informan con la profusión y el detalle con que lo hace el Diario El Mundo sobre las andanzas de la Sra. Alcaldesa y de su amiguete el Sr. Ortiz es porque están bien “untados” con publicidad del Ayuntamiento Alicantino. En mal lugar deja la Sra. Castedo a todos los medios de comunicación, pero en peor lugar queda ella misma por el bajo concepto que tiene de la libertad de expresión, de la libertad de información y del papel que la prensa debe tener en una sociedad democrática, adulta y libre.

En segundo lugar, cabe preguntarse ¿y por qué no pone publicidad institucional en el Diario El Mundo? ¿Por qué informan y critican las actuaciones de la Alcaldesa de Alicante? Es evidente que si la Sra. Alcaldesa entiende que este Diario arremete contra ella por no recibir publicidad del Ayuntamiento es porque ella, ante las primeras informaciones del mismo, decidió excluir al Diario El Mundo del reparto de la publicidad institucional del Ayuntamiento de Alicante. Pero la Sra. Castedo habla en primera persona, usa el “no pongo” publicidad como si se tratase de su publicidad personal y no la del Ayuntamiento de todos los alicantinos, los que leen y los que leen el Diario El Mundo. Ese uso de la primera persona significa claramente que se trata de una decisión de ella, personal, y denota un concepto patrimonialista de los bienes y del dinero público que no es suyo, sino que pertenece a todos los alicantinos debiendo ella administrarlo con rigor, con justicia y con equidad. Es decir, todo lo contrario de lo que viene haciendo: tú me criticas, pues ni un duro en publicidad. Conmigo o contra mí, pero paga el contribuyente.

En tercer lugar, no es la primera vez que un déspota o un ignorante de los más elementales principios democráticos, usa el dinero público a su capricho y antojo, castigando a los medios de comunicación desafectos dejándolos sin publicidad y premiando a los medios neutrales o afines. Esta conducta totalitaria ha venido siendo castigada y corregida por la Justicia en muchas ocasiones, tirando de las orejas a los políticos castigadores de la prensa. Debería saberlo la Sra. Alcaldesa y debería, aunque sea por aparentar que cree en la libertad de información, corregir su actitud. Y lo que es más importante, si cree que este Diario o cualquier otro miente, calumnia o difama con sus informaciones lo que debería hacer, y lo que hace cualquier persona inocente, es acudir a los Tribunales de Justicia, sea contra quien sea. Pero eso de ¡hala, te castigo sin publicidad! Es más propio de lejanos territorios y países y no de una ciudad y de una sociedad como la alicantina.

Puede que la Sra. Castedo haya encontrado su modelo en el comportamiento y en la actitud hacia la prensa libre que mantiene la viuda del Sr. Kirchner, Dª Cristina, que concentra el 80 % del presupuesto de publicidad institucional en los medios de comunicación “amigos”, pero de ser así peor le van a ir las cosas. ¡Quién sabe! A lo mejor es que, al final, detrás de algunas informaciones y críticas existe una confabulación judeo masónica y no nos habíamos enterado. Aunque todo parece indicar que la reacción ante las mismas obedece a una simple manifestación de despotismo sin ilustrar y sin lustre alguno.

Santiago de Munck Loyola