Ya se ha pasado el caos aeroportuario del fin de semana causado por la huelga salvaje de los controladores y la ineptitud chulesca de este gobierno. Y toca ahora realizar toda clase de comentarios y debates en torno a dicha huelga. No hacía falta que el Sr. Zarrías, conocido como el pulpo multivoto, culpara al Partido Popular de este desastre. Conociendo su talla intelectual era de esperar tan fino diagnóstico por parte del reputado político socialista.
Hoy se ha celebrado Pleno en el Congreso para debatir sobre este asunto. Y, como no podía ser menos, desde las filas socialistas han vuelto a adjudicar responsabilidades a la oposición. Era de esperar que repitiesen, con menos zafiedad que la del Sr. Zarrías, los mismos argumentos. Todo menos asumir responsabilidades. El convenio colectivo suscrito por el Gobierno de Partido Popular con los controladores expiró en diciembre de 2004 y es normal, habida cuenta la brillante capacidad gestora delictual gobierno, que en seis años no haya tenido tiempo material de negociar uno nuevo, ni de reformar el sistema, ni de legislar lo necesario para evitar un desastre como éste. No señor, los socialistas no han tenido tiempo y toda la culpa es del Sr. Aznar que está compinchado con los controladores. Lo peor de todo es que seguramente ellos mismos y quizás alguno de sus votantes se lo creen.
Mariano Rajoy ha tenido hoy una buena intervención, responsable y crítica a la vez con este “desgobierno”, Pero quizás ha pecado de excesiva cortesía parlamentaria, una cortesía que los gobiernos del Partido Popular no recibieron nunca de la entonces oposición socialista. «El ministro de Fomento es un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades» ha recordado el líder de la oposición citando a Alfredo Pérez Rubalcaba quien dedicó esta frase en 1999 al Ministro de Fomento Arias Salgado por unos retrasos en el aeropuerto de Barajas. Rajoy ha añadido que no sería él quien se las dedicase al Ministro Blanco porque él no es así. Pues eso último creo que le ha sobrado, yo sí creo que el Sr. Blanco es, como Ministro de Fomento, un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades. Y en estos días ha dado importantes pruebas de ello al igual que sus conmilitones. El Sr. Blanco ha estado mintiendo a la sociedad al afirmar en agosto que los problemas con los controladores estaban resueltos y ha mentido en repetidas ocasiones al afirmar que ya existía la homologación para los controladores militares. Y ha sido un auténtico chapucero por acudir al decreto y a la imposición el pasado mes de febrero en lugar de a la negociación y al acuerdo. ¡Vaya con el gobierno del talante! Desde otras posiciones tanto Llamazares como Rosa Díez han tenido unas acertadas intervenciones.
Hay dudas más que fundadas sobre la legalidad del decreto de militarización y de la declaración del Estado de Alarma. El Gobierno ha acudido a estos instrumentos jurídicos excepcionales para resolver un conflicto laboral, no hay que olvidarlo. Se trata de una huelga tan salvaje como la de los empleados de Metro del pasado mes de julio tan aplaudida por la izquierda ya que el choque frontal era con el Gobierno de la Comunidad de Madrid. En ambas se vulnera la ley y se pisan claramente los derechos de los ciudadanos. La diferencia estriba en el volumen económico de los daños causados y en el estatus de los huelguistas, pero la esencia es la misma. En la huelga de Metro se impedía fundamentalmente a los trabajadores usar ese medio de transporte para ir a trabajar. En la de controladores el perjuicio principal ha sido para quienes no han podido usar los aviones, no para trabajar, sino para disfrutar de unas vacaciones. Dos varas de medir a la hora de analizar, justificar y solucionar conflictos laborales. Pero, desde luego, la solución a estos conflictos no pasa por esgrimir como una estaca los instrumentos constitucionales. No quiero ni pensar lo que habría ocurrido si fuese el Sr. Aznar el que hubiese decretado el estado de alarma. ¡Cuanta hipocresía!
Santiago de Munck Loyola