La comunicación política cuando no está debidamente orientada o cuando el mensaje que se pretende trasladar a la sociedad es débil o inconsistente se convierte en un arma muy peligrosa cuyas heridas requieren tiempo para su sanación. La reciente entrevista a Mariano Rajoy en el diario El País es una buena muestra de ello. En ella, Mariano Rajoy afirmó que le gustaba el plan de recortes que el primer ministro británico, David Cameron, ha implantado en su país. Y esa afirmación hecha sin matizar ha sido hábilmente utilizada por los socialistas para estructurar todo un discurso que están repitiendo como loros estos días. De ella deducen que si a Rajoy le gusta lo que Cameron ha hecho en Gran Bretaña es que piensa hacer lo mismo en España. Es decir que Rajoy tiene un “programa oculto” y que ese programa consiste en realizar recortes sociales. Se trata de un prodigioso razonamiento deductivo que, analizado serenamente, no se sostiene y, sin embargo, lo han sabido convertir en toda una pieza de artillería con la que están continuamente machacando. Ni que decir tiene que la situación británica no es comparable con la española y que, por consiguiente, las recetas que allí puedan ser aplicables no tienen por qué ser válidas para España, pero no importa. Han descubierto un “programa oculto” y lo han identificado con recortes sociales.
Y tiene su gracia la cosa. Resulta cuando menos sorprendente que sean precisamente los socialistas los que pongan el grito en el cielo ante la hipótesis de que Rajoy pretenda hacer recortes sociales. Ellos nunca lo harían, no. No sé si trata de la arrogancia que el poder otorga en muchas ocasiones o si simplemente se trata de cinismo político. ¿Cómo pueden denunciar que los demás quieran o pretendan hacer recortes sociales? ¿Qué legitimidad tienen para hacerlo quienes llevan años realizando recortes sociales sin precedentes?
No hay mayor recorte social que el paro. Hace poco más de dos años, Zapatero, a pesar de que en su mesa estaban todos los informes que señalaban la existencia de una grave crisis económica, negó su existencia y prometió el pleno empleo para esta legislatura. Y la política económica que siguió no hizo más que agravar la situación multiplicando los efectos devastadores del paro. Y para recortes sociales ahí está la rebaja salarial media de un 5 % de las retribuciones de los funcionarios en 2010 y de un 8% en 2011. Para recorte social ahí está la congelación de las pensiones incumpliendo el Pacto de Toledo y negándose a su debate en el Congreso de los Diputados. Para recorte social ahí está la subida del IVA que afecta a ricos y a pobres por igual. Para recorte social ahí está la supresión del cheque bebé. O para recorte social ahí está la supresión de la devolución de los 400 euros del IRPF. Y la lista de recortes sociales perpetrada por este gobierno socialista no se acaba ahí, sino que puede completarse con muchas otras decisiones de carácter fiscal o laboral adoptadas por este Gobierno.
Éste sí que era y es un programa oculto. Ni una de estas medidas figura en el programa socialista con el que concurrieron a las elecciones de 2008. Habrá quien lo justifique alegando que se trata de decisiones impuestas por una realidad imprevisible hace dos años. Pues ya hay que ser torpes para no haber previsto la que se nos venía encima. Pero no, no se trata de imprevisión. Se trata de un gran engaño, de una gran mentira que sirvió para ganar las elecciones últimas.
Que los autores de esta gran estafa hablen ahora de un “programa oculto” de la oposición no tiene credibilidad alguna. Que los autores de tanto recorte social en los últimos meses traten de denunciar hipotéticas propuestas de recortes sociales de la oposición, es una auténtica burla a la inteligencia y al sentido común. Eso sí, hay que reconocerles que para comunicar mentiras son unos auténticos maestros.
Santiago de Munck Loyola.
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