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jueves, 2 de diciembre de 2010

SOY CULPABLE Y PAGO EL CANON DIGITAL.



Lo confieso: soy adicto a hacer fotografías, a hacer películas con mi videocámara, a escribir, a usar el teléfono móvil y a navegar por Internet. Cada vez que viajo o participo en alguna reunión familiar uso la cámara de fotos o la de video, a veces la del móvil. De vez en cuando me pongo a escribir y a diario navego por la red. Estas aficiones me han convertido en un presunto delincuente y por ello tengo que pagar un canon a los indigentes artistas españoles. Lo confieso, soy culpable. No lo puedo evitar.

Para satisfacer estos bajos y perniciosos instintos decides ir equipándome poco a poco. Ya tienes un móvil porque has aprovechado los puntos acumulados aunque, como querías el último grito, te ha tocado pagar un poco. Este, además de pantalla táctil tiene una estupenda cámara. Te compras un ordenador con los complementos que parecen necesarios para poder desarrollar estas criminales aficiones. Cuando no entiendes mucho de esto siempre hay algún buen amigo o en las grandes cadenas un amable dependiente, normalmente muy joven que te mira con aire de suficiencia y de comprensión ante tu ignorancia, que te va aconsejando sobre lo que te puede ser más útil:

.- ¿Qué uso le va a dar al equipo, señor?

.- Pues, no sé, el normal, archivar fotos, videos, documentos, usar Internet…

.- ¿Y se quiere gastar mucho?

.- La verdad es que cuanto menos mejor, pero, vamos, tampoco me dé un saldo, quiero algo práctico, bueno y que no sea muy caro.

Amablemente, te aconseja un PC con grabadora, con un escaner, con una memoria externa por seguridad, una impresora y, como es barato, te llevas de paso una memoria USB que “viste mucho”. Al llegar junto a la caja ves las ofertas de CD y DVD y te llevas unos cuantos, dos caja de 10 unidades. Pagas, te dan la factura con el precio, IVA incluido, pero no pone nada de un canon. Pasado un tiempo y recuperado del “sablazo” compras una cámara de video y, de paso, una cámara fotográfica digital. La misma operación, amable dependiente, sabios consejos y paso por caja. Ya has reunido suficientes piezas para empezar tu carrera delictiva. Ya te puedes convertir en un creador, en un cineasta doméstico, en fotógrafo casero y perder las horas por Internet. El equipo ha costado una pasta, IVA incluido, pero ha merecido la pena para poder dar rienda suelta a tu capacidad creativa.


Haces tu primera foto, la vuelcas en el ordenador, una copia en la memoria externa, haces una copia en CD y la imprimes. O lo mismo con tu película. ¡Qué satisfacción! Y ahora echas cuentas. 9 € por el escaner, 7,95 € por la impresora, 19,40 € por el PC, 1,10 € por el móvil, 12 euros por la cámara de fotos, 12 € por la cámara de video, 12 € por la memoria externa, 3,15 € por la memoria USB, 2,20 € por los CD y 4,40 € por los DVD. Total 83,20 € o lo que es lo mismo 13.843 de las antiguas pesetas. ¡Jo, qué barato! Pero, no, los 83,20 € no son el precio, es el canon digital que has pagado por convertirte en autor, es el dinero que pagas a la SGAE, a los artistas de la ceja. ¡Oiga, pero si aquí el autor soy yo! ¡Soy yo el que ha hecho la foto o la película! ¿Por qué tengo entonces que pagar derechos de autor a Ramoncin, Teddy Bautista y compañía? ¿Por qué estos individuos se tienen que aprovechar de mi creatividad? ¡Ah, se siente! El Gobierno lo ha decidido así. Usted dice que ha comprado todos esos artilugios electrónicos para hacer sus fotos y pelis, pero por Ley, el Gobierno, sus asesores como Aldo Olcese y la SGAE presumen que usted miente y que lo que va a hacer es piratear el trabajo artístico de otros. Así que usted es un mentiroso y presunto y potencial delincuente y tiene que pagar por ello. ¡Faltaría más!


¡Oiga! ¿Y por qué en cada factura además de especificar lo que pago por IVA no figura lo que me hacen pagar para la Bardem y compañía? ¡Hombre, no sea quisquilloso! ¿Qué quiere, que cada vez que un vecino compra uno de estos aparatos recuerde a quién y gracias a quién paga de más?

Esto pasa por tener aficiones artísticas tan perversas. Es mejor dedicarse a la pintura al óleo, a la acuarela o al carboncillo. Las de toda la vida. Aunque, pensándolo bien, un pincel, un lienzo y pinturas son instrumentos de reproducción potencialmente delictivos. ¿A qué están esperando para aplicarles un canon en nombre de la igualdad constitucional? Este no podrá ser digital, pero manual desde luego. ¡Venga, Aldo, Ramoncin, Bardem, manos a la obra!.

Santiago de Munck Loyola.

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